Casado con la vedette Blanca Pozas, fue un actor de revista que se metió al cine y tras las muertes de los Don Hilarión teatrales empezó a representar y grabar zarzuelas en los años treinta y cuarenta. Siendo aún un adolescente, abandonó sus estudios de bachillerato para convertirse en torero, aunque terminó en una compañía de teatro infantil. Continúa su carrera teatral y se integra en la Compañía de Enrique Lacasa, llegando al rango de galán en 1917.
A principios de la década de los años 30, inicia una gira por Argentina, haciendo revista e interpretando Las corsarias, a finales de la misma, durante la [Guerra civil española]] interpretando sobre todo sainetes y zarzuela se marcha a América, y empieza a representar teatralmente al destacado papel de Don Hilarión en La verbena de la Paloma.
Debuta en el cine en 1926, pero será en la década de los 30 cuando alcance un auténtico reconocimiento como primera figura de la pantalla en el cine español de la época. Al inicio de la década rueda en Hollywood versiones para países de habla hispana de películas de la Fox, como Hay que casar al príncipe (1931), de Lewis Seiler o ¿Conoces a tu mujer? (1931), de David Howard.
A su regreso a España, forma pareja artística con Imperio Argentina y ambos ruedan juntos La hermana San Sulpicio (1934), de Florián Rey. Se inicia de ese modo uno de los tándem artísticos con más éxito en el cine de la Segunda República y por extensión del cine español.
Continuarán juntos en El novio de mamá (1934), Nobleza baturra (1935) y Morena Clara (1936), interpretando Ligero el contrapunto cómico a los papeles de Imperio Argentina. Durante ese tiempo aparece en la versión cinematográfica de La verbena de la Paloma (1934), con Raquel Rodrigo.
Tras la guerra Civil la carrera de Miguel Ligero entró en un progresivo declive que no le impidió, sin embargo, encarnar papeles destacados, El rey de las finanzas (1944) y en ocasiones repitiendo personajes que ya antes había interpretado en nuevas versiones de clásicos como Morena Clara (1954), de Luis Lucia Mingarro en esta ocasión con Lola Flores; La verbena de la Paloma (1963), de José Luis Sáenz de Heredia, con Concha Velasco e Irán Eory; o Nobleza baturra (1965), de Juan de Orduña, con Alfredo Landa.
TÍTULO: UN MONTAÑERO RESCATA A UN PERRO QUE LE SIGUIÓ HASTA EL ESPIGÜETE:
La Montaña Palentina acumula gestas heróicas en las que no sólo el ascenso tiene una gratificación moral individual y colectiva. También el altruismo y la generosidad de las que en numerosas ocasiones hacen gala los montañeros cotizan al alza, como la pequeña historia que se ha vivido en la localidad palentina de Cardaño de Abajo, con el montañero de Velilla Raúl Mazuelas como protagonista, junto con un perro labrador retriever de siete meses, de nombre Kopi.
El pasado 28 de enero, Mazuelas emprendió la subida al conocido pico Espigüete (2.450 metros) seguido muy a su pesar de Kopi, al que no consiguió convencer de que regresara a su casa. Horas después, Raúl consiguió coronar la cima, pero el perro no, ya que se resbaló y bajo rodando unos 100 metros, quedando desaparecido. Al bajar, el montañero no logró encontrar al can., ni tampoco la zona de la montaña en la que había quedado perdido el perro.
En los tres días siguientes se realizó una búsqueda incesante del animal, en las que participaron vecinos de Cardaño, familiares y celadores de Medio Ambiente de la Junta. La búsqueda resultó infructuosa, ya que la nieve y la niebla, y sobre todo las bajas temperaturas, muy por debajo de los cero grados, hicieron imposible localizar al cachorro.
Sin desanimarse, el dueño del perro, Benjamín Martín, consiguió hacerse con el teléfono del montañero, al que relató lo ocurrido y le solicitó ayuda para buscar al animal. Con pocas esperanzas de encontar a Kopi con vida, Raúl Mazuelas se mostró dispuesto a subir de nuevo al Espigüete para tratar de localizar al perro. «Le llegamos a ofrecer una cantidad importante de dinero si podía recuperarlo, a lo que respondió rotundamente que el no quería dinero», señala Benjamín Martín, que ha querido que la historia salga a la luz para que se valore el esfuerzo del montañero.
El pasado lunes, cuatro días después de la desaparición, el montañero volvió a emprender el ascenso al pico con el único objetivo de rescatar a Kopi, al que finalmente encontró con vida y en perfecto estado, aunque un poco más delgado, según relató Mazuelas al propietario desde el teléfono y todavía en el Espigüete. «Era un momento de satisfacción inmenso, pero todavía quedaba la dura bajada, pero que terminó con resultado satisfactorio», relata Martín.
«Quiero agradecer a Raúl su hazaña y que no caiga en el olvido, y que se recuerde también a todas aquellas personas que han perdido la vida en la Montaña Palentina, ya que para mí son dignos de admirar por el valor que presentan ante las adversidades y el respecto por la naturaleza que tienen todos», señala finalmente Benjamín Martín.
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