TÍTULO: Gotzone Mora: "Hago lo que me enseñaron los enfermos terminales: repasar mi vida y estar tranquila" .
"Paciencia para resistir y coraje para ganar". Esta es la frase que se repite a sí misma Gotzone Mora, la profesora y política que vive alejada de su familia, fuera de su tierra y de su trabajo docente, por estar en el punto de mira de la banda terrorista ETA.
El día que llamó "traidor" a Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno y compañero de partido, desde la tribuna de invitados del Congreso, se convirtió también en apátrida de las siglas políticas en las que militaba desde los años 80. Ahora anda preguntándose cada día, "¿a dónde voy mañana?", desde su puesto de viceconsejera de Solidaridad y Ciudadanía en la Generalitat Valenciana, escoltada por dos policías, rechazada por sus colegas de partido, amenazada de muerte por sus enemigos y alejada de su marido y sus dos hijos. "Puedo decir que tengo el afecto de los míos desde la distancia y lo siento más sólido que cuando nos veíamos todos los días. En mi familia cuidamos que aquel que está lejos no se sienta solo y perciba que estamos a su lado, aún en el silencio.Hemos aprendido que ese silencio es más parlanchín que las palabras". Tiene los ojos brillantes. A veces, da la impresión de que se le va a escapar una lágrima, pero no, resiste. Está en constante pelea consigo misma. "Noto en Valencia como si la gente se hubiera hecho cargo de que estoy sola y noto su afecto en el día a día, por la calle…
Eso me da energía. Es como un bálsamo que me hace pensar que el sacrificio ha merecido la pena. La gente buena de España es mi orgullo". Aguanta dura, inquebrantable. Se nota fuerte. "La fe me ha dado mucha resistencia. Voy a la Iglesia y, claro, con ese ejército detrás cómo me voy a caer. Los mismos textos sagrados me ayudan mucho. Cuando me hacen algún desaire, me voy al Evangelio y busco fuerza en el relato de la Pasión. Para mí la vida es un poco eso, la Pasión".
Desde que se encaró a ETA, los miembros de su familia se han comportado "como héroes", dice la propia Gotzone. "Mi familia está pagando ese paso hacia delante que di un día al denunciar y no quedarme callada. Tuvieron que soportar ataques, aguantar todo tipo de vejaciones… Mi hijo mayor, reconocido a nivel académico en todas partes, ha tenido que buscarse un futuro a cientos de kilómetros, lejos de la tierra que le dio la vida, porque también apareció en los papeles de ETA.
Igual sucedió con mi hijo pequeño, que cuando estudiaba Publicidad no sólo apareció en los papeles de un comando, sino que se lo hicieron pasar mal en la Universidad, con continuos desprecios, incluso de algunos profesores que no le aprobaban sus trabajos, cuando al resto de los compañeros, que compartían ese mismo trabajo, les ponían un notable... Así un día tras otro. Menos mal que sentimos el aliento de la gente del pueblo dando ánimos".
Nació en Bilbao hace 62 años, pero su casa está en Guetxo. Sus rasgos son vascos y su RH, negativo. "Soy el prototipo de aquellas tierras. Mujer muy directa y con mucho carácter". Sonríe al recordar su niñez: "Tuve una infancia feliz con mi única hermana y nuestro padre, católico y trabajador, y nuestra madre, muy trabajadora también".
Vivió activamente en la Universidad el final del régimen de Franco, como delegada de curso, con Argala y Josu Ternera como compañeros de la Facultad. "Yo era de izquierdas, pero de la izquierda española, y ellos ya apuntaban maneras. Teníamos distintas posiciones, pero un enemigo común: el régimen. Después de las huelgas que tuvimos, recuerdo mucho una frase de Ternera: 'Conseguimos cosas no porque nos lo merezcamos, sino porque son unos débiles y a los débiles hay que chuparles hasta la última gota de su sangre'. Con el tiempo, las últimas negociaciones de Zapatero con ETA me recordaron aquella frase y me hizo reflexionar mucho".
Ternera y Argala no acabaron sus estudios, un día desaparecieron. "Se conoce que pasarían a Francia para integrarse en ETA". Años más tarde, sí ha visto en alguna ocasión al primero en algún acto público. "No nos saludamos. Yo ya me había manifestado públicamente contra ETA. No puedo entender que un ser humano agreda a otro. Hay muchas formas de conseguir lo que quieres por las vías democráticas".
Afirma que en su tierra ha tenido lo mejor y lo peor. "Y lo peor es haber vivido en medio de una banda terrorista". Incluso en su etapa de profesora de Universidad fue duro ir a trabajar cada día con pintadas en las que aparecía su nombre en el centro de una diana. "Sufrí vejaciones continuas porque algunos alumnos me insultaban en clase y otros callaban, aunque luego se sentían mal por no haber dicho nada.
Llegué a entender su silencio". El Gobierno vasco tuvo que ponerle una puerta blindada en su despacho universitario; sus escoltas tuvieron que sacarla "en volandas" en más de un momento de peligro. Hoy vive lejos de esa situación, pero todavía no puede regresar. "La banda está muy debilitada. De todas formas, en el País Vasco ha pasado lo mejor que podía pasar: que el Gobierno vasco esté en manos de la democracia española y que haya muchos ciudadanos anónimos comprometidos con poner fin a la violencia, aún a riesgo de su vida".
Gotzone habla muy rápido. Se le acumulan las ideas. Pasa muchas horas sola y le da tiempo a reflexionar sobre la vida y sobre la muerte. Hace unos años trabajó con enfermos terminales y los tiene muy presentes. "Siempre recuerdo ese final. Cuando la gente pasa la fotografía de su vida y se intuye cómo ha sido por lo agitada o lo tranquilamente que mueren. Por eso le digo siempre a la gente joven que lo esencial es el respeto. No perder la dignidad humana. Eso da paz".
Su vía de escape es el contacto con la gente y algún libro, casi siempre científico. Ahora está estudiando el genoma humano. De hecho, ha participado en metodologías de investigación para potenciar la vida humana y luchar contra las enfermedades. "Pienso que, gracias a la investigación del genoma, niños con tumores o con diabetes van a poder superar sus enfermedades". Las nuevas investigaciones y las nuevas tecnologías le apasionan. "Gracias a Internet veo a mis hijos todos los días.
Incluso al que está en Alemania. Me parece una maravilla. A mis 60 años empiezo a disfrutar de las oportunidades que me ha dado la vida en general y, por ser profesora, en particular. Tengo un conocimiento acumulado que me hace tener una visión del mundo muy profunda, minimizando lo que no merece la pena".
-¿Vivir fuera del País Vasco le ha quitado presión a su vida?
-Agradecí mucho la propuesta de Camps para incorporarme a su gobierno. Me siento orgullosa de trabajar en una Comunidad cuyo himno comienza diciendo: Para ofrecer nobles glorias a España. Creo en el proyecto de España y por eso disfruto de lo que hago. Está siendo un tiempo de descanso para mi mente, pero sólo para mi mente, porque trabajar, trabajo todo lo que puedo y más. Aunque sigo viviendo con escolta las 24 horas del día y sin libertad.
-¿Y merece la pena tanto sacrificio personal y familiar?
-Merece la pena porque me gustaría ver el final de la banda terrorista ETA. Trabajo para que no haya gente que se pudra en las cárceles por una historia inventada e inexistente. No quiero que se sigan aprovechando de los jóvenes para seguir sembrando la semilla del mal. Desde que la avisaron en Francia de que estaba entre los objetivos de los terroristas, su vida cambió. Posteriormente, le confirmaron que tenían datos de todos sus movimientos y de su familia. "Ahí tuve sensación de fragilidad. Pedí a mi familia ayuda para resistir y me fui a un notario para hacer mi testamento y tenerlo todo preparado". Desde entonces, cada vez que le comunican que han encontrado algún plan de ETA para acabar con ella -en el último proyectaban ametrallar su coche- cierra los puños, traga saliva y sigue adelante. "Pensar que mi vida es esto… me hace disfrutar de cada cosa, de cada conversación. Vivo cada instante como el último".
-¿No le genera ansiedad vivir así?
-Ninguna, al contrario. Estoy relajada porque estoy en paz conmigo misma. Hago lo que me enseñaron los enfermos terminales: repasar mi vida y estar tranquila.
Sólo tiene en la lectura una vía de evasión. "Todos los días leo una hora y media antes de acostarme, aunque al día siguiente me levante a las seis. Muchas veces, amanezco encima de la mesa dormida sobre el libro". Y la radio, siempre conectada a las noticias.
"Me pongo el pinganillo y me voy moviendo por la casa. Soy plural. Procuro oír diferentes tertulias, no sólo las de la gente que está en mi onda". Desayuna fruta, un tazón de café con mucha leche y a trabajar. "Hago una vida movida. Procuro hacer mucha calle. Voy a asociaciones, a ver a familias con penalidades y a mucha gente joven. Hay que seguir siendo jóvenes hasta la hora de la muerte. Quiero tener la madurez de la edad y la rebeldía y el asombro de la juventud".
-¿Cómo se ama a distancia?- le pregunto a bocajarro.
--Él [por Víctor, su marido] es lo mejor que me ha pasado. Le conocí yendo a estudiar a la Universidad de México. A la vuelta me llamó y, desde entonces, hemos estado juntos. Nos casamos muy jóvenes… Reconozco que aguanta muy mal las tensiones y yo le llevo hasta el precipicio.
Siempre ha estado ahí. Me tiene al corriente de lo que pasa en la Universidad, pero lo que más me gusta son los finales de sus correos: "Te quiero mucho". Esa es mi otra fortaleza. Se escapan, en cuanto pueden, a una zona del sur de España que Víctor bautizó como "el paraíso".
"Me encanta el mar, el Rocío, hacer el camino, la luz… que la gente viva y deje vivir". Y su sueño, volver un día a Guetxo. "Esa es mi esperanza. Ojalá fuera mañana mismo. Quiero volver a abrazarme con mi gente sencilla, sin tener que ir con escoltas. El cuerpo me pide tantas veces escapar… pero no lo hago porque les pongo a ellos en riesgo también. Nunca sabes dónde están los ojos que miran…".
Sus escoltas vienen a buscarla. "He aprendido a tener paciencia. Me han enseñado mi marido y mis hijos. Rezo cada noche para que en ETA se recapacite. No se puede matar a nadie por el hecho de pensar distinto. Tengo esperanza…".
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