sábado, 15 de diciembre de 2012
ENRÉDATE EL GRITO SILENCIOSO./ RED DE AMIGAS,
TÍTULO: ENRÉDATE EL GRITO SILENCIOSO.
Anduve anduve siempre sin ver a mi costado
corri corri sin pausa y hoy me siento cansado
y al llegar a la puerta del lugar anelado
un rostro indiferente acudio a mi llamado
Soñaba un lugar tibio para estar a tu lado
que sombras que silenciosos en tu pecho anidaron
en que rincon oscuro tu cariño ha quedado
me quedan pocas fuerzas y aun no eh comenzado
Cual sera ese camino que me lleve a algun lado
que callara mi boca que vacia mis manos
y es el grito en silencio
la encontre, se ah cargado...
Anduve anduve siempre sin ver a mi costado
corri corri sin pausa y hoy me siento cansado
y al llegar a la puerta del lugar anelado
un rostro indiferente acudio a mi llamado
Soñaba un lugar tibio para estar a tu lado
que sombras que silenciosos en tu pecho anidaron
en que rincon oscuro tu cariño ha quedado
me quedan pocas fuerzas y aun no eh comenzado
Cual sera ese camino que me lleve a algun lado
que callara mi boca que vacia mis manos
y es el grito en silencio
la encontre, se ah cargado...
TÍTULO: RED DE AMIGAS,
SIEMPRE ME HA FASCINADO el debate sobre la amistad entre personas de diferente sexo, más que nada porque no acabo de encontrar una ...
SIEMPRE ME HA FASCINADO el debate sobre la amistad entre personas de diferente sexo, más que nada porque no acabo de encontrar una respuesta convincente a las preguntas que plantea. ¿Podemos las mujeres tener amigos hombres y viceversa? ¿O la verdadera y duradera amistad con un hombre es imposible? No lo sé y lo cierto es que me pasa como a la mayoría de mujeres, que casi todos mis amigos son, en realidad, amigas y el único amigo que tengo quizá sea la excepción que confirma la regla, más que el dato que cuestiona el mayoritario escepticismo sobre la amistad entre personas de distinto sexo.
INCLUSO CUANDO establecemos lazos profesionales, tendemos a hacerlo con mujeres más que con hombres. Y, a veces, de esos lazos surgen bellas historias de amistad, como la que yo tengo con algunas mujeres que conocí en la Fundación Eisenhower, hace 11 años en Estados Unidos. Veinticinco personas, hombres y mujeres procedentes de los más diferentes países componíamos entonces un grupo que compartió durante tres meses una beca. Pero tejí una red de contactos que trascendieron aquella beca con las mujeres y no con los hombres, y me parece que a ellos les ocurre lo mismo, que tienden a formar lazos de trabajo o de amistad con personas de su propio sexo. Hoy, 11 años después, cuatro mujeres de países tan alejados entre sí como el nuestro, Argentina, México y Perú mantenemos esa red y, sobre todo, hemos construido una sólida amistad. A pesar de la enorme distancia, de los años transcurridos, de las escasísimas ocasiones en que podemos vernos.
CUANDO VOLVIMOS a encontrarnos hace pocas semanas en Buenos Aires, saboreé de nuevo ese pequeño milagro de la amistad que traspasa la barrera del tiempo, de los kilómetros y de las diferencias culturales. Ni siquiera coincidimos en nuestras ideas políticas o en nuestras creencias religiosas, y, sin embargo, volvimos a hablar de nuestros países, de nuestras culturas y, sobre todo, de nuestras vidas, de nuestras alegrías y de nuestros dolores, como si no existiera distancia alguna. Con la pasión y cariño de siempre, dando las gracias al destino, y a la estupenda Fundación Eisenhower, por favorecer ese nuevo encuentro.
ORGANIZAMOS un debate sobre Mujeres y Liderazgo en el salón de la Fundación en Buenos Aires, abarrotado de mujeres de varios países. En la mitad de la conferencia, y cuando acababa su intervención la primera dama de Uruguay, se produjo un tremendo apagón en la ciudad que nos dejó en la penumbra y sin micrófonos. De forma increíblemente rápida y natural, quizá sea verdad lo del sentido práctico femenino, nos agrupamos todas en un patio iluminado con luz natural y continuamos sin micrófonos como si nada hubiera pasado, como si lo hubiéramos hecho toda la vida. Pensé de nuevo en lo falso que es eso de la animadversión de las mujeres para con las otras. Allí solo había calidez y entusiasmo por compartir, y, entre las cuatro amigas, unos profundos lazos que nos acompañarán y confortarán toda la vida.
P. D.: Tengo la suerte de tener varias grandes amigas que siempre están ahí, en los mejores momentos y en los peores. Pero también tengo un amigo y es tan buen amigo que me resisto a creer en eso de la excepción que confirma la regla de la amistad sólo posible entre personas del mismo sexo.
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