lunes, 17 de diciembre de 2012

AHORA CAIGO CON ARTURO VALLS Y EMILIO ARANGO ENTREVISTA,.

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TÍTULO: AHORA CAIGO CON ARTURO VALLS ENTREVISTA:

-foto--Arturo Valls en 'Ahora caigo': "Yo soy más de salto de esquí"

El concursante central y Arturo Valls hablan de los diferentes estilos de esquí preferidos de cada uno. Además, nos demuestran con gestos cuál es su favorito. También entre el presentador y el concursante nos cuentan el chiste de cómo llama un vaquero a su hija. Conocemos a Diego, nuestro minero particular en 'Ahora caigo' y su grito de despedida. Y más momentos divertidos del programa de hoy. 

Nuestro oponente DJ se llama Kill Sream y nos demuestra sus habilidades en 'AC',.

Arturo Valls aprovecha que tenemos un DJ entre los oponentes de 'Ahora caigo' para echarse un chiste. Además, el oponente número 10, de nombre David, baila dos estilos de música, el Hardcore y el Hardstyle que ha demostrado en el plató. Arturo también quiere demostrar sus habilidades bailando y trata de imitar a David. Además, Nacho, el concursante se emociona al llevarse 8.000 euros.

Arturo Valls en 'Ahora caigo': "no tienes viña, pero te vas a meter una buena piña"

Patricia, la concursante central pierde contra Toñi por no saber que en la viña del Señor hay de todo. Hasta el público se lo ha cantado... Arturo Valls antes de caer le dice: "No tiene viña pero te vas a meter una buena piña". No te pierdas alguno de los mejores momentos vividos en el programa 'Ahora caigo' de hoy.,etc.

EmilioAragonTÍTULO:  AHORA CAIGO CON EMILIO ARANGO ENTREVISTA,.


Entrevista con Emilio Aragón



He conocido pocos seres humanos con tanta simpatía. Su éxito como productor y músico hace olvidar a los muy jóvenes que también fue payaso de circo, humorista, actor de cine y teatro.
La conversación con él se hace fácil porque pasa de un tema a otro sin un solo gesto de solemnidad, como si su biografía no mereciera ya un libro. Lo que está claro es que nunca ha desaprovechado el tiempo. Emilio Aragón es un hombre culto y apasionado, que interpreta el panorama audiovisual con mucho más rigor que algunos profesores universitarios. Sin cuestionario establecido, hablaremos hoy de televisión, de música y, sobre todo, de cine. No en vano, es el productor de una estupenda película infantil, Carlitos y el campo de los sueños.
Lo que son las cosas. En este país donde abundan los lugares comunes, la virtud de Emilio Aragón consiste, precisamente, en huir de las etiquetas. Al fin y al cabo, dicen que las cualidades artísticas se reafirman, en ocasiones, desde la versatilidad. Por eso mismo, este showman y empresario es, además, autor de piezas de concierto como El soldadito de plomo (2002), La flor más grande del mundo (2004) y el ballet Blancanieves (2005).
Acostumbrado a la disciplina del Real Conservatorio de Madrid, estudió composición en el New England Conservatory de Boston con John Heiss y dirección de orquesta con Richard Hoenich. No obstante, hoy rechaza el purismo y opta por el crossover en discos tan atractivos e inclasificables como Bach to Cuba (2006).
El aplomo con el que toma la batuta en sus manos contrasta con el desparpajo que demostró en los LPs de su periodo pop –Atrapado (1993), Eso es así (1992), Te huelen los pies (1991)–. En el inevitable contraste que sobreviene entre ambas imágenes, se impone un artista que lleva el espectáculo en su ADN.
No es casual que Emilio Aragón sea hijo de uno de los mayores payasos del mundo hispanohablante, Emilio Aragón “Miliki”. En su compañía, ingresó en El Gran Circo de TVE allá por 1977. Lo llamábamos “Milikito”, aunque eso fue antes de que buscase nuevos horizontes como humorista televisivo en un programa muy recordado, Ni en vivo ni en directo (1983).
Anticipándose a lo que hoy es moda, trajo a España un formidable musical, Barnum, con libreto de Mark Bramble, música de Cy Coleman y letras Michael Stewart. En la tarde del estreno y en muchas otras, Emilio dio vida al mismo personaje que en el West End londinense había interpretado el gran Michael Crawford.
Meticuloso seguidor de la televisión estadounidense, muy pronto volcó en las cadenas españolas ese conocimiento del medio a través de programas de variedades como Vip Noche (1990), Noche Noche (1993) y El Gran Juego de la Oca (1993).
Ignoro qué habría sucedido si a Emilio Aragón le hubiera sonreído la suerte como actor de cine –¿lo recuerdan en Policía (1987)?–, pero lo cierto es que su fama se afianzó en la pequeña pantalla, como protagonista de una serie cuyos datos de audiencia van de lo llamativo a lo excepcional: Médico de familia. Como saben, ese fenómeno mediático le condujo a nuevos papeles, como los de Javier ya no vive solo (2002) y Casi perfectos (2004).
En 1993, Aragón fundó Globomedia, productora que ha sido decisiva para potenciar en España las series de ficción y los programas de entretenimiento. Entre los espacios lanzados con esa marca, figuran algunos de los más vistos en la historia de la televisión española.
Citarlos equivale a repasar lo más influyente, fresco y sugestivo de nuestro repertorio catódico. A saber: El gran juego de la oca (1993), Qué me dices (1995), Médico de familia (1995) –esta serie fue el programa de mayor audiencia durante tres temporadas consecutivas–, Caiga quien caiga (1996), Periodistas (1998), Compañeros (1998), El informal (1998), Policías (en el corazón de la calle) (1999), El Club de la Comedia (1999), 7 vidas (1999), Un paso adelante (2002), Los Serrano (2003), Aída (2005), Los hombres de Paco (2005), Sé lo que hicisteis la última semana (2006), Cuenta atrás (2007) y El internado (2007).
La televisión es un arte sin fronteras, y requiere ideas universales, que levanten los ánimos de una audiencia global. Mientras no se demuestre lo contrario, Emilio Aragón también ha sido un gran triunfador en este empeño.
Así, en 1996 la RAI estrenó Un médico in famiglia, la versión italiana de Médico de familia. La adaptación portuguesa llegó a los espectadores un año después, a través de la cadena SIC. En 2004, la cadena francesa M6 emitió Un paso adelante con el título Un, deux, trois, y en 2006, France 3 hizo lo propio con Los Serrano, que pasó a titularse La famile Serrano.
Suma y sigue: Cannale 5 adaptó en 2006 esta misma serie, convertida en Il Cesaroni. Con parecida aceptación, el policiaco Cuenta atrás (2007) llega al público francés a través de TF1.
Mientras acumula tareas como presidente de un joven canal televisivo, La Sexta, Emilio regresa al cine como productor. Y lo hace para reivindicar con Carlitos y el campo de los sueños una fórmula en aparente desuso: la aventura infantil.
Emilio, todo arranca de una idea atrevida, ¿no es cierto?... Es decir, que este proyecto de rodar una comedia blanca, familiar, parece que surge a contracorriente de lo que es habitual en nuestra industria.
Bueno, hace tiempo que le dábamos vueltas a la idea de hacer una película para niños… En España, desgraciadamente, las producciones de este tipo se cuentan con los dedos de las manos. Cine de animación sí que se hace, y magnífico, por cierto. Pero con Carlitos y el campo de los sueños pretendíamos rodar una película de acción real que pudiese competir en contenido con el cine de producción norteamericana, que es el cine al que vamos con nuestros hijos.
Es verdad que Hollywood produce casi todo el cine que consumen los más pequeños. Y sin embargo, ahí existe una audiencia potencial que el cine español no parece tener en cuenta.
Claro, como están Disney, Warner… ya es difícil competir. Pero es que no nos podemos detener ahí. Si nos encogemos de hombros, no llegaremos a ninguna parte. Evidentemente, nosotros, desde el punto de vista presupuestario, está claro que nos hallamos en inferioridad de condiciones. Las compañías estadounidenses tienen todo el mundo como mercado, y nosotros tenemos España y poco más.
A algunos les suena a fatalidad. Como si no hubiera opción de obtener una cuota de mercado.
Ya llegará el momento en el que, a lo mejor, una película familiar española se pueda ver en otros países. Me refiero a una película que tenga una factura importante y un acabado internacional. En el fondo, es exactamente igual que lo que estamos haciendo en televisión.
Sin ir más lejos, desde Globomedia habéis lanzado teleseries que han tenido bastante repercusión fuera de España.
Cuenta atrás se está emitiendo en Francia…
Médico de familia también se comercializó en el extranjero.
Así es… Médico de familia es otro ejemplo perfecto.
Lo mismo que Un paso adelante.
Aquí no llegó a conocerse la repercusión internacional de Un paso adelante. Los actores de Un paso adelante eran muy populares en Francia, y los CDs de la serie llegaron allí a lo más alto de las listas de ventas.
Ciñéndonos al público familiar, ¿tú crees que eso mismo podría llegar a suceder con producciones cinematográficas?
Como te decía, creo que en cine también podremos ser competitivos. Inevitablemente, existen esas enormes máquinas que son Pixar, Disney… Entrar a competir en la cartelera navideña es difícil. Lo es incluso ahora, en verano.
En particular, este verano está siendo muy movido en la taquilla.
Cualquier mes es complicado. Pero me han dicho que los meses de julio y agosto están siendo los de mayor recaudación. Sobre todo con estrenos como Wall·E, El caballero oscuro o Indiana Jones.
En todo caso, es un buen momento para lanzar Carlitos y el campo de los sueños.
Nuestro objetivo y nuestra ilusión es, si la película funciona, y hay vocación por parte de Antena 3 y de la distribuidora de seguir... nosotros sí que tenemos muchas ganas de continuar por esta línea. De hecho, los guionistas ya están pensando –toco madera, porque no quiero adelantarme– en un Carlitos 2, más ambicioso… Y por qué no: a lo mejor podría ser una coproducción.
Corrígeme si me equivoco, pero tengo la impresión de que, precisamente, lo que se ha desvanecido en España es la figura del productor. Alguien que se ocupe de organizar proyectos sin perder de vista al destinatario final, que es el público. En este sentido, Carlitos me parece una película en la que sí se nota la mano de los productores.
Intentaré hacer un símil con lo que, poco a poco, ha hecho la industria de la televisión en nuestro país con las series de ficción. Si echamos la vista atrás, hace veinte años, las parrillas de las televisiones se nutrían de series norteamericanas. Había alguna producción alemana, francesa… pero básicamente eran norteamericanas. El público estaba encantado. Sin embargo, un hospital como el de Urgencias (E.R.) no se parecía a los de nuestro país… Cuando empezaron a emitirse teleseries como Farmacia de guardia, Médico de familia o Periodistas, poco a poco fuimos aprendiendo a crear productos cercanos y atractivos para nuestra audiencia. Y ahora sí que podemos decir que, entre nuestros guionistas y productores ejecutivos, tenemos a auténticos primeros espadas.
Es cierto.
Lo único que nos diferencia es el presupuesto. Y eso que ha sucedido en televisión es lo que esperamos que suceda con la industria del cine. Queremos animar a productores, directores y guionistas a hacer un cierto tipo de cine que, desgraciadamente, no se realiza… Las películas familiares que nos llegan de Estados Unidos son fantásticas, espléndidas, pero bueno… los personajes visten con gorras de béisbol, juegan al fútbol americano, y los problemas que tienen esos niños en el patio del colegio son distintos a los que puedan vivir los niños de aquí.
Carlitos es una comedia para todos los públicos, se advierte que está realizada con afecto y además transmite valores muy positivos para la infancia. Al producirla, ¿teníais intención de superar determinados prejuicios del cine español?
La película no pretendía eso. Lo que pretendía es divertir. Luego, como cualquier historia, tiene, como dicen los norteamericanos, un bottom line, y transmite algunos mensajes… Pero lo que pretendían los guionistas es que la gente se riera, o soltara una lagrimita. Eso significa que el espectador se tiene que involucrar en la historia y que ésta tiene que estar muy bien tejida. A diferencia de lo que sucede con el cine para adultos, una película de estas características no debe pasar de la hora cuarenta de duración, porque los niños se cansan. Hay que tener mano izquierda y que todo vaya en cascada.
Sin embargo, aunque no lo sitúes en primer plano, el mensaje es muy saludable.
Queremos que los niños reciban ese espíritu de superación que se respira en la película. Que cuando salgan del cine, los chicos entiendan que es importante vivir todas esas experiencias, por malas que sean algunas... Al final, ves que hay un sol detrás de las nubes y que siempre hay que tener esperanza. En todo. Porque los sueños se cumplen… No sé quien lo dijo en una de nuestras reuniones de trabajo, pero es cierto: soñar funciona.
Al oírte decir esto, me viene a la memoria una función del musical Barnum. En concreto, una en la que falló el sonido…
¿Estabas aquel día? Sonaba constantemente un ruido tremendo.
…Y a pesar de ello, para mí quedó claro, desde el patio de butacas, lo mucho que te importaba sacar adelante el espectáculo. Con profesionalidad, con coraje, y por qué no decirlo, también con amor. Han pasado los años –Barnum se representó en 1984–, pero me pregunto si aún vives emociones tan intensas al afrontar un nuevo proyecto.
Sin duda… Hay una frase preciosa… Y la dijo Jean Cocteau. “El ejercicio de escribir es un acto de amor. Si no lo es, es sólo escribir”. Me parece maravilloso, y eso yo creo que se puede aplicar a casi todo. El ejercicio de componer música es un acto de amor, y si no lo es, es sólo poner notas en un pentagrama. Con el cine o con cualquier otra cosa es igual. Al final, tiene que haber una entrega. De lo contrario, eso se nota. Hay proyectos que están muy bien acabados, pero en ellos , además, tiene que haber pasión. También ha tenido que vivir el equipo alguna discusión, defendiendo distintos puntos de vista, porque eso indica su implicación en el proyecto.
No quiero caer en las etiquetas… Sin embargo, resulta sorprendente tu evolución artística. Por decirlo con sencillez, has pasado de ser el tipo que cantaba canciones pop como Susanita a recibir elogios como autor de música sinfónica.
A propósito de esto te diré una cosa –luego, a lo mejor, están los agravios comparativos–: el premio que más ilusión me ha hecho de todos los que me han entregado es el Daniel Montorio de SGAE.
Sí, lo recibiste hace un par de años, ¿verdad?
Es un premio que conceden compositores profesionales, y en su jurado hay gente como el maestro Antón García Abril.
Además, el Montorio lo han recibido músicos excepcionales, como Carmelo Alonso Bernaola, Luis de Pablo y Tomás Marco.
Cuando a mí me llamaron y me dijeron que me lo daban ese año, no te puedes imaginar lo que significó para mí. Porque éso es lo que me considero: músico. Un músico al que le dan la oportunidad de hacer otras cosas.
Si te parece, entremos de lleno esa faceta musical… Eres autor del score de Carlitos y el campo de los sueños. Aunque se trata de una composición ceñida a lo que se cuenta en la película, creo que muestra una soltura y un colorido muy fuera de lo corriente. Que yo sepa, en el cine español no es frecuente ese lenguaje que va de lo intimista a lo épico.
Una de las cosas que, desde el primer momento, quedó claro en la mesa de trabajo era que tendríamos cero prejuicios. No debíamos acotar el terreno desde el principio. Eso es malo para cualquier proyecto, pero para éste en concreto lo era aún más… Así, pues, fuera prejuicios. Vamos a poner ideas encima de la mesa y luego ya decidiremos. Ese ha sido el espíritu. En ese sentido, mi relación como compositor con Jesús del Cerro, el director de la película, ha sido muy abierta. Ha habido cosas que él sí me ha pedido, y otras yo le he propuesto.
Es una música de gran eficacia expresiva. Llega siempre al oyente con facilidad, y creo que es inevitable compararla con otras obras tuyas, como el ballet Blancanieves o tus dos cuentos sinfónicos, El soldadito de plomo y La flor más grande del mundo. Aunque, claro, supongo que componer para el cine siempre implica ciertas servidumbres…
Esta es una película que, al final, tiene un recorrido, un arco… El protagonista es un niño que tiene un objetivo en su vida y ese objetivo merece un apoyo, y es épico lo que consigue al final. Si encima dispones de una formación como la Orquesta Sinfónica de Castilla y León y de las posibilidades de poder tirar las notas en la partitura, excuso decirte. Este tipo de cine a veces es más exigente que otros, precisamente porque en cierto tipo de escenas, sobre todo en las de acción, la música tiene que estar al servicio de la imagen. No hay más remedio que aceptar esa tiranía.
Esa conexión es fundamental en la música de cine.
Hace unos meses leí una entrevista que le hicieron a Alberto Iglesias, que además de un músico excepcional es una bellísima persona. Decía una cosa que le honraba, y es que el estado ideal de una banda sonora es que el espectador, en algún momento, lo vea todo integrado. Que no diga “la música está despistando mucho”. Que sea una perfecta unión. O si no, que en algunos momentos no te enteres de que está ahí… La música te está ayudando a que este pasaje sea más gracioso, o que haya más tensión en determinada secuencia. Hay momentos en que es inevitable que música e imagen vayan juntas, sobre todo en los épicos, pero la música, en general, tiene que ir al servicio de la imagen.
¿Cómo transcurrieron las sesiones de grabación?
Tuvimos la fortuna de grabar esta banda sonora con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, que es una orquesta fantástica. Estuvimos grabando durante tres días con la sinfónica al completo. Tiene una sección de metales increíble, una cuerda maravillosa… la verdad es que todo el bloque de la orquesta es magnífico. Fue una experiencia muy interesante porque era la primera banda sonora que ellos grababan. Las bandas sonoras de este tipo de cine se tienen que someter, inevitablemente, a la dictadura del metrónomo, que te martillea el tímpano. Pues bien, de los sesenta y pico momentos musicales que tiene la película, a excepción de uno, el resto se registraron en la primera toma, con una segunda toma por si acaso. Quiero expresar mi agradecimiento a la orquesta, porque fueron tres días maravillosos.
¿Has pensado en convertir esta partitura en una suite de concierto?
Al hilo de maestros como Ennio Morricone, que han hecho suites a partir de sus bandas sonoras, ésa podría ser una posibilidad si llego a tener un portfolio curioso... En todo caso, para quienes vivimos la música con mucha intensidad, la sensación de componer y luego tener a sesenta profesores delante resulta formidable. Con estas sesiones yo he disfrutado tanto… y además, lo bonito del proceso de esos tres días de grabación en Valladolid era que terminábamos las tomas y los músicos se acercaban, y hacían sugerencias…
Ese tipo de cooperación dice mucho a favor de los profesores.
No te puedes imaginar. Hubo momentos en que estábamos ensayando un pasaje, y a lo mejor… Por ejemplo, uno en concreto… Dos de los flautas ligaron una nota, hicieron un efecto de dinámica, y después me guiñaron un ojo, como diciendo “Lo hemos hecho a ver si te gusta”. Y eso para un compositor es muy de agradecer, porque significa que la orquesta está involucrada en la obra, no simplemente leyendo la partitura… Hubo otra ocasión en que uno de los músicos me sugirió emplear en uno de los pasajes un pennywhistle para darle un aire más celta. Y claro, me pareció fantástico.
Tengo la impresión de que estás muy satisfecho, en general, del modo en que el equipo técnico y artístico se ha entregado en este proyecto.
Es que eso, inevitablemente, se refleja en la película. Un trabajo destila si ha habido química o no la ha habido. Y en este rodaje hubo un ambiente muy bueno. Tranquilo, muy distendido… Lo que pasa es que, al final, con la postproducción hemos estado en el límite. Fíjate que un día antes del pase de prensa se terminó la película.
Este grado de cohesión os condujo, quizás, a un esfuerzo mayor de lo habitual. Sobre todo, porque hablamos de una película protagonizada por chavales.
Nos hemos remangado todos... Por ejemplo, era muy complicado rodar con niños, en el Estadio Carlos Tartiere de Oviedo, con frío y lluvia. De entrada, no puedes estar rodando con niños mucho tiempo… y además, con el agravante de que estaba lloviendo y con la humedad del césped, podían coger una gripe y eso hubiera supuesto detener el rodaje. El equipo estaba muy pendiente de cuidar estos detalles. En este sentido, también debo dar gracias a la ciudad de Oviedo porque se volcaron y nos trataron de miedo. Todo el personal del estadio estuvo en todo momento echándonos una mano.
Supongo que los efectos digitales fueron otra dificultad añadida.
Claro, ruedas con un niño, y además tienes a un tío de postproducción que dice “La cámara y el movimiento tienen que ser perfectos, porque si no, el software luego no funciona”… A un adulto tú le puedes decir que vaya corriendo y respete una marca. Un niño es un niño, y a veces no va a la marca, y tienes que repetir la secuencia. Pero aun así, fue un rodaje tranquilo.
Jesús del Cerro, el director, debuta con esta película en el cine. Sin embargo, ya tiene una larga experiencia televisiva.
Ahí es donde se nota el rodaje que Jesús tuvo en series como Médico de familia y Compañeros. Es un hombre joven, pero que ya lleva una mochila muy cargada.
Sobre todo porque hablamos de producciones bastante complejas, ¿no es cierto?
Si tú ves algunos capítulos de Policías o de Cuenta atrás, te darás cuenta de que pueden ser perfectamente una tv movie, o si me arriesgas un poco más de dinero, una película… Jesús ha vivido esto cada semana. Y eso te da un bagaje tremendo. Además, él tiene mucha mano izquierda con los niños. Se hace colega de ellos, pero entendiendo siempre que es el director.
Permíteme que vuelva al papel del productor, algo en lo que ya tienes una larga historia. ¿Cuál es el factor clave en esa tarea?
Durante el rodaje de Carlitos, Estefanía Rueda llevó una producción milimétrica, y ese es el trabajo divertido de la producción ejecutiva: valorar hasta qué punto es importante lo que el director te está pidiendo. No olvides que, cuando tienes un guión, lo que ofrecen los guionistas es una cosa y luego el director viene y propone. Esto último encarece inevitablemente el presupuesto, y hay que valorar si la propuesta es indispensable o no lo es... A una película como Carlitos le puedes poner todo el dinero que quieras. En vez de rodarla entre Madrid y Oviedo, puedes rodarla en Londres y París. Y las persecuciones de los niños, en vez de filmarlas en un parque temático como Faunia, puedes situarlas en el centro de una gran ciudad. Evidentemente, éste no era el caso, y ha habido que suplir ese tipo de despliegue con otro tipo de contenido.

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