viernes, 9 de noviembre de 2012

LOS MALES CON ASUNCIÓN BALANGUER ENTREVISTA./ LA LUNA DE METROPOLI.

TÍTULO: LOS MALES CON ASUNCIÓN BALANGUER ENTREVISTA:



Paco Rabal y Asunción Balaguer, de jóvenes-foto-

la entrevista del domingo. Asunción Balaguer: “Soy de nuevo inmensamente feliz”.

El último especial navideño (las fiestas han pasado ya, pero quien esto escribe lo hizo la noche de Reyes) lo protagoniza una mujer grande. Bueno, en realidad es pequeñita y débil, muy, muy mayor, anciana en realidad, pero su sonrisa, permanentemente dibujada en sus labios, es enorme, y eso la hace grande a ella también. Porque cuando se murió Paco Rabal, su marido, podría haberse quedado llorando en su casa, pidiéndole a Dios –ella cree en Dios- que le llevara con él. De hecho, lo hizo, pero al poco tiempo, gracias al trabajo, se levantó, y comenzó a sonreír de nuevo. “Ahora soy de nuevo inmensamente feliz”, me dijo Asunción Balaguer, mientras hablábamos en su casa de Alpedrete (Madrid). Nació en Manresa (Barcelona) en 1925, en el seno de lo que se llama una familia acomodada. Como desde niña le gustaba recitar, su madre, una mujer instruida, la animó a que estudiara teatro, por lo que ingresó en el Instituto de Teatro de Barcelona, donde comenzó a actuar. Algo después, en Madrid, conoció a José Tamayo, ese gran director y productor teatral al que le debe no sólo su primera gran oportunidad como actriz sino, sobre todo, el haber conocido a la persona más importante de su vida, Paco Rabal, que entró en la compañía “para sustituir a un actor”. “¿Quieres bailar conmigo?”, le dijo Paco un día. “Yo no era nada coqueta. Además, aunque todos los chicos eran muy cariñosos conmigo, lo cierto es que ninguno se atrevía a hacer nada. Recuerdo que una tarde, en Granada, los chicos sacaron unas botellas de vino y yo repartí los vasos. Me quedé con el más grande, pues era el más feo, y la carabina, una señora que me acompañaba y que era antipatiquísima, me dijo: ‘te has quedado con el más grande para beber más’. A mí me entró tanta rabia que me levanté y le dije: ‘Brindo por la libertad’, y ella me tiró el café en la cara. Salí corriendo. Todos los chicos se quedaron quietos, salvo Paco, que se levantó. Más tarde me dijo, ¿quieres bailar conmigo? Y bailamos toda la noche. Al día siguiente viajamos para Marruecos con la compañía. Estuvimos juntos, sin parar de hablar, todo el trayecto en barco y regresamos de Marruecos juntos también. Me había enamorado de él. A la vuelta se me declaró, pero él tenía otra novia, una chica que era amiga mía, también actriz, con la que se carteaba. Yo le dije: ‘O eres su novio o lo eres mío, pero de las dos no’, y él me dijo: ‘A ella no la quiero tanto como a ti”. Y así iniciaron un amor por el que ella, más tarde, renunciaría a su carrera. “Pero nunca me he arrepentido”, me explica ella ahora en su jardín. “Al poco de que comenzáramos a salir yo me fui con Tamayo de gira teatral por América, donde, por cierto, nos trataron maravillosamente, porque allí los actores eran algo como sagrado. En América además descubrimos la libertad. Pero, como decía, Paco no vino, porque le había salido trabajo en una película en España. Nos mandábamos muchas cartas, y quedamos en que si a él le iba mal en España se venía a América y que si le iba bien pues yo me volvía. Y como le fue bien, al año me volví.” Se casaron, tuvieron dos hijos (Benito y Teresa) y después nietos, y viajaron mucho (“Paco siempre que podía nos llevaba con él”), y fueron muy felices pero tuvieron muchos problemas también, zonas grises algunas de las cuales, lógicamente, prefiere ella pasar por alto en esta entrevista. “Durante épocas no teníamos casi dinero. Y a veces Paco se iba y no aparecía hasta el día siguiente y yo no sabía por dónde andaba, eso era lo peor. Pero recuerdo esos años con mucha alegría, porque Paco era muy generoso y llenaba a los niños de regalos. Y hubo un viaje maravilloso que hicimos los cuatro. Estábamos en Italia y Paco, que tenía un coche descapotable rojo muy chulo, me dijo un día: ‘Vamos a hacer un viaje por toda la Costa de Italia, y luego Cannes, Montecarlo, París, y dormiremos en los mejores hoteles y comeremos en los mejores restaurantes. Vamos a hacer un viaje de millonarios’. Y lo hicimos. Yo le decía: ‘Paco, que nos estamos gastando mucho dinero, que no tenemos tanto’. Y él me respondía: ‘Ahora, ahora es el momento, que estamos jóvenes”. Tenía toda la razón”. Los años pasaron, se hicieron mayores y nunca dejaron de quererse y admirarse mutuamente, lo que prueba una vez más que las verdaderas historias de amor no sólo se encuentran en las novelas. “Cuando sentí tan triste y tan sola que me quedé sin fuerzas para nada. Llevaba tantos años junto a él, habíamos compartido tantísimas cosas y luchado tanto juntos, nos habíamos amado tanto, que de repente pensé que la vida no tenía sentido. Porque yo creo que lo mejor que me ha pasado en la vida ha sido encontrar a mi Paco y sentir el amor, que es lo más hermoso que hay, lo único en lo que somos verdaderamente libres. Pasado el tiempo, y sobre todo gracias al trabajo, que ha sido mi salvación, y al cariño del público, me siento tranquila, disfruto de la vida, una vida a la que le estoy muy agradecida porque me ha dado muchas cosas buenas. Soy una mujer muy alegre, aunque me da un poco miedo el mundo que viene y que le dejo a mis nietos, pues me parece poco noble. Quizás es que no lo entiendo del todo. ¿Miedo a la muerte? Ninguno. Moriré cuando me tenga que morir. Mientras, quiero vivir bien. Por eso cuando me siento triste me arreglo, cojo el autobús y me voy a Madrid, a un concierto, al teatro, a ver a amigos…. Además, ahora vamos mucho a ciudades con El Pisito”. En marzo estrena la maravillosa (créanme, es maravillosa) película Vidas pequeñas y El pisito es la obra de Rafael Azcona con la que lleva de gira más de un año. “No sabes cómo es el público. En mi vida había visto yo a un público más entregado”, me dice, con la mirada ilusionada propia de los que, tengan la edad que tengan, no envejecen nunca.

TÍTULO: LA LUNA DE METROPOLI.

 La Luna de Metrópoli elige entre la restauración m Los especialistas de la revista escogen los establecimientos y profesionales más ...

 

La panamericana, el restaurante revelación.La Luna de Metrópoli elige entre la restauración madrileño.

Por noveno año consecutivo, los especialistas de La Luna de Metrópoli escogen los establecimientos y profesionales más destacados de la restauración madrileña. Además, el equipo formado por Fernando Point, Joan Merlot, Rocío Navarro y Albert Solano ha elegido los reconocimientos a toda una vida, que rinden homenaje a tres grandes veteranos de Madrid, España y el mundo: Pilar Vila, Joan Pedrell y Alain Senderens. Los premios se entregarán el próximo 27 de febrero, junto a los XVIII premios Elmundovino. Éstos han sido los elegidos:
-Restaurante del año: Club Allard. "Este restaurante escondido en un palacete frente al Templo de Debod por fin ha dado el salto cualitativo", dice el jurado, que destaca "la excelente cocina del vasco Diego Guerrero, Un chef de alta escuela que combina sabores autóctonos con guiños al exotismo". Menciones de honor: Casa José y Lágrimas Negras.
-Restaurante revelación: La Panamericana. "Emiliano Reyes mezcla, combina, fusiona y experimenta con las coquinarias tipicas del Nuevo Continente. Y lo borda", afirman. Menciones de honor: La Candelita, La Malinche, Paralelo Cero y Tampu.
-Bar de tapas o enoteca. Premio ex aequo a Cilantro Gastrobar -"propone recetas de temporada hechas al momento"- y Pulpería Vilalúa -"los mismos socios adquieren la materia prima en granjas y lonjas gallegas"-. Menciones de honor: el boquerón y Ví Cool.
-Restaurante de fuera de Madrid: La Pérfida Albión (Pozuelo de Alarcón). El jurado asegura que "el angloespañol Charlie Peel reinterpreta las recetas clásicas británicas". Menciones de honor: Casona Pizarro (Valdemorillo) y Manzoni (La Moraleja, Alcobendas)
-Restaurante de cocina tradicional: Filandón. Según el jurado,"el último restaurante de la familia Garcia -O'Pazo, El Pescador- destaca en todos sus niveles. Menciones de honor: El Astorgano y Couzapín.
-Restaurante de cocina extranjera: Nikkei 225. En 2010 ganó el premio al Restaurante Revelación y se ha confirmado como una de las grandes realidades del panorama capitalino. Menciones de honor: Tandoori Station y Txa-Tei.
-Tienda gastronómica: El mercado de San Antón. "Tras siete años de obras, el famoso mercado de Chueca ha reabierto sus puertas adaptándose por completo al espíritu de la zona", consideran. Menciones de honor: Ginger Boy, Hamburguesa Nostra y Los quesos de l´Amelie.
-Más que un restaurante: Eccola Kitchen Bar. Por ser "un espacio versátil, con detalles africanos en su decoración y una llamativa mesa comunal retroiluminada en la que igual se disfruta un vino que de una carta repleta de platos en boga y asequibles". Menciones de honor: Teatriz y Vintage Lounge.
-Mejor decoración: Zen Market: "Es espectacular tanto en su tamaño (más de 1250 metros cuadrados con vista al Bernabéu) como por su sofisticada decoración, firmada por Ignacio García de Vinuesa. Menciones de honor: Caffèdei Poeti y Luzi Bombón.
-Cocinero en progresión: Iván Sáez, Lágrimas negras. -Mejor sumiller: Gemma Vela, Hotel Ritz. -Mejor maitre: Abel Valverde, Santceloni.

Premios especiales a toda una vida

Madrid: Pilar Vela. "Nunca acertó tanto en España la guía Michelín como cuando le concedió una estrella a La Casa d'a Troya, en Madrid. Nunca erró tanto como cuando caprichosamente se la quitó", argumenta el jurado.
España: Joan Pedrell. "Observador, atento y algo socarrón: así ha sido Pedrell, inmejorablemente asistido por su esposa Fanny, a lo largo de los 40 años durante los que condujo a las más altas cotas gastronómicas Casa Gatell".
Mundo: Alain Sendeners. Es un personaje fundamental de la alta cocina del último medio siglo. Con tres estrellas Michelín desde 1978 e instalado en su antigua casa de Lucas Caston desde 1985, a los 65 años decidió renunciar al lujo superfluo rebautizando el restaurante con Senderens.

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