Después de desayunar nos vamos a la estación de Chamartín para
coger el tren que va a Segovia. Teníamos la opción de ir con el regional
desde Atocha que tarda dos horas aproximadamente o ir con un Alvia
que sólo tarda una media hora. Evidentemente es más caro (14 € ida y
vuelta por persona), pero vale la pena y lo recomendamos ya que es un
viaje rápido y muy cómodo.
Llegamos a la estación de Segovia Guiomar y desde allí se pueden tomar dos autobuses para llegar al centro de Segovia, el 11 y el 12, pero es mejor el 11 porque te deja justo en el acueducto, cuesta 82 céntimos por persona y tarda unos 15 minutos.
Empezamos la visita a la ciudad y pasamos todo el día paseando por ella. Si se quiere una visita rápida un día es suficiente. Es una ciudad tranquila y sin demasiados obstáculos para pasear. Comimos en un restaurante que vimos en una guía y que se llama la Cueva de San Esteban en la calle Valdeláguila. Menú típico: sopa castellana y chuletillas de cordero. No comimos cochinillo en el Mesón de Cándido porque a Mª Luz no le atraía ese menú.
Después de comer volvimos a pasear un rato más y para descansar un rato fuimos a tomar un café a una cafetería de la calle Juan Bravo y a continuación a tomar el autobús (el mismo que para la ida) para ir a la estación. A las 17 h el tren sale puntual y en 30 minutos estamos de nuevo en la estación Chamartín de Madrid.
Hemos de decir que Segovia nos gustó más de lo que esperábamos.
De vuelta al hotel descansamos un momento y después salimos a hacer unas compras pendientes. Aunque no somos en absoluto aficionados a la lotería, es casi obligado comprar en estas fechas algún billete de la lotería de Niño y por eso intentamos comprar alguno, pero todas las administraciones por las que pasamos tenían unas colas larguísimas. Olvidamos la idea.
Una vez hechas las compras volvimos al hotel para dejar los paquetes y, como estábamos muy cansados, nos acercamos a la calle Postas a tomar unos bocadillos de calamares (otra costumbre nuestra) y unas cañas. Una vez acabamos de cenar ya nos fuimos al hotel y a dormir.
Llegamos a la estación de Segovia Guiomar y desde allí se pueden tomar dos autobuses para llegar al centro de Segovia, el 11 y el 12, pero es mejor el 11 porque te deja justo en el acueducto, cuesta 82 céntimos por persona y tarda unos 15 minutos.
Empezamos la visita a la ciudad y pasamos todo el día paseando por ella. Si se quiere una visita rápida un día es suficiente. Es una ciudad tranquila y sin demasiados obstáculos para pasear. Comimos en un restaurante que vimos en una guía y que se llama la Cueva de San Esteban en la calle Valdeláguila. Menú típico: sopa castellana y chuletillas de cordero. No comimos cochinillo en el Mesón de Cándido porque a Mª Luz no le atraía ese menú.
Después de comer volvimos a pasear un rato más y para descansar un rato fuimos a tomar un café a una cafetería de la calle Juan Bravo y a continuación a tomar el autobús (el mismo que para la ida) para ir a la estación. A las 17 h el tren sale puntual y en 30 minutos estamos de nuevo en la estación Chamartín de Madrid.
Hemos de decir que Segovia nos gustó más de lo que esperábamos.
De vuelta al hotel descansamos un momento y después salimos a hacer unas compras pendientes. Aunque no somos en absoluto aficionados a la lotería, es casi obligado comprar en estas fechas algún billete de la lotería de Niño y por eso intentamos comprar alguno, pero todas las administraciones por las que pasamos tenían unas colas larguísimas. Olvidamos la idea.
Una vez hechas las compras volvimos al hotel para dejar los paquetes y, como estábamos muy cansados, nos acercamos a la calle Postas a tomar unos bocadillos de calamares (otra costumbre nuestra) y unas cañas. Una vez acabamos de cenar ya nos fuimos al hotel y a dormir.
Hoy tenemos planeado ir a El Escorial y como nos han dicho que
había huelga de trenes hemos decidido ir en autobús desde la estación de
metro de Moncloa, donde está el intercambiador. Hay dos autobuses, el
661 y el 664, que hacen ese recorrido y te dejan al lado mismo del
monasterio. El primero va por Galapagar y el segundo por Guadarrama,
éste último es un poco más cómodo porque va por autopista. Pero como el
primero que salía era el 661 cogimos ése. El viaje dura una hora
aproximadamente y el viaje cuesta 3,30 € por persona que se paga en el
mismo autobús.
Llegamos a El Escorial sobre las 10 h 30 min y a esa hora no había mucha gente. Como Mº Luz y yo somos profesores tenemos la entrada gratuita, pero si no hubiéramos tenido que pagar 10 ó 8 € según si era guiada o no respectivamente.
Nuestra visita ha durado unas dos horas y media y al salir hemos visto una cola larguísima para entrar. Es muy recomendable ir temprano. Para volver a Madrid hemos cogido el autobús 664.
Ya en Madrid hemos ido a comer en un restaurante cercano al Teatro Real y después hemos visitado el Palacio Real, sólo la parte gratuita ya que en la otra hay mucha cola.
Después de la visita fuimos a comprar una camiseta del Estudiantes al Magariños y unos pantalones de baloncesto del Real Madrid en la tienda del Santiago Bernabéu para nuestros hijos. Por cierto que ellos son forofos del Barcelona pero aceptan estas bromas muy bien y utilizan también esa ropa en los entrenamientos.
Acabamos el día con un paseo por la calle Mayor y una cena cerca del hotel.
TÍTULO. SERÍA CAPAZ DE CONTINUAR CON ENTREVISTA A CONCHA GOYANES.
Antes sólo venía a Andalucía a pasar unos días de vacaciones, pero desde que trabaja como Leonor en la serie Arrayán, Concha Goyanes está descubriendo lo mejor de su tierra. Por eso se siente muy agradecida a este personaje, a Canal Sur, cadena en la que se emite esta veterana serie, a su productora Linze, y a todos los que la hacen posible, "a todos los que pensaron en mí para ese papel. Me han hecho volver a mi pueblo, volver a Andalucía y encontrarme con Leonor, todo un regalo para mí".
AC.- ¿Cuántas temporadas llevas ya participando en Arrayán?
Concha Goyanes.- Tres, tres años más que tres temporadas, porque en Arrayán se para muy a menudo, se trabaja mes y medio, dos meses y se para, tres meses y se para. Pero yo entré en el 2009.
AC.- Siendo una veterana actriz y estando rodeada de actrices y actores tan jóvenes en esta serie, suponemos que muchos de ellos te pedirán más de un consejo profesional.
Concha Goyanes.- Sí, alguno. Y yo también les pido a ellos. Ellos me enseñan a mí muchísimo, mucho de la forma de hacer ahora, de su rapidez de mente… Es un intercambio. Yo no creo en los guetos, yo creo que la gente debe estar muy mezclada, y el estar trabajando con personas jóvenes, a mí me da una energía y una vitalidad enorme. Y a ellos supongo que le vendrá bien mi veteranía. Así que nos ayudamos mutuamente.
AC.- ¿Qué tipo de consejos te suelen pedir?
Concha Goyanes.- Sobre alguna frase hecha que está más en desuso y que no saben su significado o cosas tan graciosas como cuando el otro día figuraba una boda y una chica tenía que casarse y no sabía cómo persignarse, porque se ha educado en una escuela laica, donde no se daba religión, y una cosa tan simple como esa, la señal de la cruz, no sabía cómo hacerla. Y luego mi serenidad ante los momentos duros, de mucho estrés, porque se trabaja muy deprisa, y ellos tienen la rapidez de su pocos años, pero también la inexperiencia. Y a veces se ponen nerviosos y entonces yo les digo "relájate, no pierdas la concentración, no pienses que porque fallas es que no eres buen actor…". La gente joven tiende a pasar de la euforia a la inseguridad; no a la depresión pero sí a decir "si esto no me sale es porque no valgo". Y en eso sí les puedo ayudar porque por mi experiencia de haber trabajado con los grandes grandes, pienso que todos nos equivocamos: grandes, medianos y pequeños. El ser humano no es una máquina, y las máquinas se equivocan, así que nosotros, como humanos, con más razón también podemos fallar. Lo importante es no ponerse nerviosos, que los nervios no te dominen, relajarte y no estar en tensión. La tensión es malísima para el actor, porque le agarrota, le impide transmitir, que es de lo que se trata, en definitiva.
AC.- ¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando su carrera como actriz o actor?
Concha Goyanes.- Yo les digo que si no adoran esta profesión, la dejen; que intenten encauzar su vida hacia otra. Porque es una profesión tan dura, tan difícil, que solamente con muchísimo amor la van a poder soportar. Yo les digo "si no estás convencido de que sin esto no puedes vivir, déjalo. Si realmente sientes que es la ilusión de tu vida, que es lo que tienes que hacer, entonces sí, entonces adelante". No hay profesión más hermosa, pero también es muy, muy vocacional. Yo empecé con 10 años, evidentemente entonces no tenía vocación, porque para mí actuar era un juego, pero con los años he ido amando esta profesión y quiero morirme trabajando, si es posible. Porque es lo que más me gusta hacer en la vida. Creo que tengo la suerte de aunar hobby con profesión. Mi hobby es la interpretación y mi medio de vida es la interpretación. Y eso es más importante que ser famoso, que muchos confunden en esta profesión. Es muy agradable que la gente por la calle te reconozca, sobre todo cuando la gente se te acerca y te dice "yo he pasado tan buenas horas con usted, me he reído tanto…". Eso te halaga muchísimo y te hace sentir muy bien. Pero lo importante es que vives otras vidas, que… Bueno, a mí mi profesión me ha ahorrado muchísimas horas de psicólogo. Creo que es una terapia muy buena el no estar, como nos ocurre a los seres humanos cuando tenemos una desgracia, mirándonos el ombligo y diciendo: "¡qué horror lo que me ha pasado!" Como actor, te metes en la vida de una mujer a la que su hijo le pega, que no sé qué, y te olvidas de tus problemas y vives otros; y esos es genial para la salud psíquica, mental de una persona.
AC.- ¿En qué se parece Concha Goyanes al personaje que interpreta en Arrayán?
Concha Goyanes.- Evidentemente, cada vez se parece más, porque está dentro de mi cuerpo, porque yo lo he hecho mío. Y le he metido incluso frases que yo recuerdo de mi abuela. Poquito a poco, el actor, sobre todo en serie de larga duración como esta, le va metiendo cosas suyas. Pero ojalá fuera yo tan buena persona como Leonor. Es tan empática, siempre está ayudando a los demás. Y yo quizás no consigo esas cuotas tan grandes de empatía. Pero sí que se parece en que es una mujer que le gusta valerse por sí misma, que no espera nada, que le gusta más dar que recibir. Es también una mujer sin estudios, como yo, porque empecé a trabajar de niña y me he hecho a mí misma. Yo soy autodidacta completamente, la cultura que puedo tener me la he hecho a base de leer, he sido una devoradora de libros toda mi vida. Es una mujer que al cumplir 60 años se encuentra totalmente sola, y decide ponerse a estudiar y a trabajar, lo que no ha hecho antes en toda su vida. Y entonces ella es una mujer, en ese sentido, feminista sin saber que lo es. Porque no tiene conciencia feminista, porque no lo ha estudiado, pero en realidad los hombres le han decepcionado: su padre no le trataba bien, su marido tampoco, su hijo la quiere meter en una residencia... Realmente, su experiencia con los hombres a los que ha servido, porque ella ha estado al servicio de su familia, le han fallado. Y llega un momento en que se da cuenta de que si no se ayuda a ella misma, ¿quién le va a ayudar? No hay nadie que le ayude. Se ayuda a sí misma para estar fuerte y poder ayudar a los demás. Desde ese punto de vista, a mí me parece ejemplar. Yo creo que ahí está el secreto de que la gente quiera tanto a Leonor, porque la gente me demuestra el cariño enorme que le tienen, no a Concha Goyanes -yo soy el vehículo-, sino a Leonor que es un personaje súper empático, simpático también, colaborador, que intenta, aun siendo muy tradicional, porque es una mujer que viene de pueblo, siempre está abierta a las cosas que le proponen los jóvenes, a los nuevos tiempos. Una mujer que no diría (no sé si lo ha dicho físicamente, pero sí lo ha dicho con su actitud) "yo en mis tiempos", porque sus tiempos son estos, el 2011 que le ha tocado vivir. Sigue estando muy en el presente, a pesar de sus años.
AC.- ¿Cómo te preparas, qué cosas haces para meterse en la piel de los personajes que en cada ocasión tienes que interpretar?
Concha Goyanes.- El secreto está, primero, en leer, comprender muy bien el texto, interiorizarlo, aprendértelo como si fuera el padre nuestro. Porque si tienes que estar pensando en el texto, no piensas en las emociones. Y una vez que el texto está incorporado, sabido, olvidarte de la técnica y vivir; dejar que los compañeros, las miradas de los demás, los silencios de los demás o las frases que te dicen te hagan reaccionar con lógica. Yo creo también que tiene una gran parte de sentido común. No puedes hacer nada que luego la gente al verla diga: "Huy, qué cosas más rara. Yo eso no lo hubiera hecho en la vida". Tienes que comportarte con naturalidad. Y eso lo consigues con mucho trabajo y mucha concentración. La gente cree que es tan sencillo, que te surge tan espontáneo; pero detrás de eso hay horas de estudio, de hincar los codos, que es la parte más dura, menos agradable, porque es en solitario, no te puede ayudar nadie, te tienes que sentar tú frente al papel y repetir y repetir las frases hasta que te salgan como eso que dicen que una mentira, a base de repetirla muchas veces, se convierte en una verdad. Eso pasa con los textos, que de tanto repetir una cosa que no es tuya, puesto que la ha escrito un guionista, la llegas a hacer tuya. Y en el momento en que tú sientes ese personaje, olvídate de todo lo demás. Ya todo fluye, todo va con naturalidad. Ya todo lo que tú hagas es el personaje el que lo está haciendo. Parece muy sencillo de hacer, pero claro, 55 años de profesión dan para que reflexiones mucho sobre lo que haces y llegas a saber un poco el porqué haces las cosas. Al principio las haces intuitivamente, y con los años te das cuenta de que detrás de la intuición tiene que haber mucho cerebro, mucha concentración, mucho estudio; y luego dejar que fluya con intuición. Eso que decía no sé quien que la inspiración está muy bien, pero como no te pille trabajando, no te sirve de nada. Como llegue la musa y te pille de paseo… Tienes que ponerte a estudiar mucho tiempo, y lo que decía Fred Astaire cuando le preguntaban cómo lo hacía para que los pasos le salieran tan perfectos. Él decía que era muy sencillo, que se hacía cien veces y si no salían perfectos, se volvían a hacer otras cien veces.
AC.- ¿Utilizas siempre la misma técnica o depende del medio y/o del personaje que toque en cada ocasión?
Concha Goyanes.- Creo que cada medio tiene su técnica. Porque la televisión es tan rápida, que ahí es muy importante reaccionar a velocidad de vértigo, porque si esperas a los tempos que te pueden dar el teatro o el cine, vas lenta. Cada medio tiene su técnica, que al principio es como cuando aprendes a conducir, lo tienes que pensar mucho, pero con los años, te sale de una manera fluida de tanto repetirlo. A mí me gusta muchísimo la televisión. Ya sé que todos decimos que el teatro es la madre de todo, pero yo no sé si porque desde muy pequeña he hecho televisión, que me siento muy cómoda en ella. Esa velocidad e inmediatez de la televisión me gusta mucho, me hace sentir muy viva.
AC.- De no haber sido actriz, ¿qué otra profesión hubieras elegido?
Concha Goyanes.- Al cabo de tantos años, ya casi no se me ocurre ninguna. Pero quizá médico, que era mi padre. La profesión de médico me parece preciosa, sobre todo ese médico de familia, de pueblo. Como mi padre, que era un gran cirujano pero que por circunstancias de la guerra civil, acabó siendo médico rural. Ese médico rural que es un poco confesor, un psicólogo, que está centrado en las familias.
AC.- ¿Cómo expresarías lo que sientes por haber logrado ser profeta en tu tierra?
Concha Goyanes.- Uno se siente en la gloria. Llegar a mi pueblo y que pongan mi nombre a una calle, sentirme querida en un pueblo en el que nunca he vivido… Pero qué verdad es que uno es de donde se siente. Y yo me siento andaluza, me siento malagueña y coína. Todo lo que tiene que ver con mi tierra me encanta, y que la gente en mi tierra valoren mi trabajo, ya es como jugar al póquer y ganar, que diría un jugador.
AC.- ¿Cómo se define a sí misma Concha Goyanes?
Concha Goyanes.- ¡Uf, qué difícil! (…) Yo creo que soy una buena persona, soy muy curiosa, me interesan mucho las cosas, soy una buena amiga, en general cuido mucho la amistad. El otro día me comentaba alguien "hay que ver la de amigos que tienes". Y yo contesté que sí, pero que no creyera que era fácil ni gratis. Quiero decir que los amigos son como los geranios. Hay que abonarlos, quistarle las hojitas secas, cuidarlos, mimarlos. La amistad se cultiva. En ese sentido, creo que soy una buena persona, una buena amiga, soy muy familiar. Y lo que sí noto es que en mis creencias políticas, sociales… me he hecho mucho más radical con los años. Era un poco pasota de joven, y ahora le doy mucha importancia a la ética, me duelen mucho las injusticias, me rebelo. Estoy mucho con los indignados, me parece terrible que lo que está ocurriendo hoy día con los mercados, el capital que se decía antes, que son insaciables, como esos antiguos dioses a los que había que sacrificar seres humanos. O se cambia el modelo de vida o vamos hacia una hecatombe. Creo que hay que volver hacia una sociedad más humana. Yo volvería a la época del trueque. A mí me encanta el banco del tiempo. Eso de que el dinero sea el eje del mundo, que pienses que sólo triunfas si consigues mucho dinero y mucho poder, tiene que cambiar. El gran triunfo ha sido para mí poder hacer lo que me gusta, ganarme la vida con ello. No ser famoso o ganar mucho dinero, porque en esta profesión no vivimos al día, vivimos al día de ayer. El arte da para vivir, como mucho, pero produce unas satisfacciones enormes cuando puedes vivir haciendo lo que te gusta. Y para mí, en mi profesión he llegado a lo más alto, porque llevo 55 años viviendo de ella, haciendo lo que me gusta con la mejor dignidad que puedo. Eso para mí es el gran triunfo, más que ganar un premio o que si gano el Óscar.
Llegamos a El Escorial sobre las 10 h 30 min y a esa hora no había mucha gente. Como Mº Luz y yo somos profesores tenemos la entrada gratuita, pero si no hubiéramos tenido que pagar 10 ó 8 € según si era guiada o no respectivamente.
Nuestra visita ha durado unas dos horas y media y al salir hemos visto una cola larguísima para entrar. Es muy recomendable ir temprano. Para volver a Madrid hemos cogido el autobús 664.
Ya en Madrid hemos ido a comer en un restaurante cercano al Teatro Real y después hemos visitado el Palacio Real, sólo la parte gratuita ya que en la otra hay mucha cola.
Después de la visita fuimos a comprar una camiseta del Estudiantes al Magariños y unos pantalones de baloncesto del Real Madrid en la tienda del Santiago Bernabéu para nuestros hijos. Por cierto que ellos son forofos del Barcelona pero aceptan estas bromas muy bien y utilizan también esa ropa en los entrenamientos.
Acabamos el día con un paseo por la calle Mayor y una cena cerca del hotel.
TÍTULO. SERÍA CAPAZ DE CONTINUAR CON ENTREVISTA A CONCHA GOYANES.
Antes sólo venía a Andalucía a pasar unos días de vacaciones, pero desde que trabaja como Leonor en la serie Arrayán, Concha Goyanes está descubriendo lo mejor de su tierra. Por eso se siente muy agradecida a este personaje, a Canal Sur, cadena en la que se emite esta veterana serie, a su productora Linze, y a todos los que la hacen posible, "a todos los que pensaron en mí para ese papel. Me han hecho volver a mi pueblo, volver a Andalucía y encontrarme con Leonor, todo un regalo para mí".
AC.- ¿Cuántas temporadas llevas ya participando en Arrayán?
Concha Goyanes.- Tres, tres años más que tres temporadas, porque en Arrayán se para muy a menudo, se trabaja mes y medio, dos meses y se para, tres meses y se para. Pero yo entré en el 2009.
AC.- Siendo una veterana actriz y estando rodeada de actrices y actores tan jóvenes en esta serie, suponemos que muchos de ellos te pedirán más de un consejo profesional.
Concha Goyanes.- Sí, alguno. Y yo también les pido a ellos. Ellos me enseñan a mí muchísimo, mucho de la forma de hacer ahora, de su rapidez de mente… Es un intercambio. Yo no creo en los guetos, yo creo que la gente debe estar muy mezclada, y el estar trabajando con personas jóvenes, a mí me da una energía y una vitalidad enorme. Y a ellos supongo que le vendrá bien mi veteranía. Así que nos ayudamos mutuamente.
AC.- ¿Qué tipo de consejos te suelen pedir?
Concha Goyanes.- Sobre alguna frase hecha que está más en desuso y que no saben su significado o cosas tan graciosas como cuando el otro día figuraba una boda y una chica tenía que casarse y no sabía cómo persignarse, porque se ha educado en una escuela laica, donde no se daba religión, y una cosa tan simple como esa, la señal de la cruz, no sabía cómo hacerla. Y luego mi serenidad ante los momentos duros, de mucho estrés, porque se trabaja muy deprisa, y ellos tienen la rapidez de su pocos años, pero también la inexperiencia. Y a veces se ponen nerviosos y entonces yo les digo "relájate, no pierdas la concentración, no pienses que porque fallas es que no eres buen actor…". La gente joven tiende a pasar de la euforia a la inseguridad; no a la depresión pero sí a decir "si esto no me sale es porque no valgo". Y en eso sí les puedo ayudar porque por mi experiencia de haber trabajado con los grandes grandes, pienso que todos nos equivocamos: grandes, medianos y pequeños. El ser humano no es una máquina, y las máquinas se equivocan, así que nosotros, como humanos, con más razón también podemos fallar. Lo importante es no ponerse nerviosos, que los nervios no te dominen, relajarte y no estar en tensión. La tensión es malísima para el actor, porque le agarrota, le impide transmitir, que es de lo que se trata, en definitiva.
AC.- ¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando su carrera como actriz o actor?
Concha Goyanes.- Yo les digo que si no adoran esta profesión, la dejen; que intenten encauzar su vida hacia otra. Porque es una profesión tan dura, tan difícil, que solamente con muchísimo amor la van a poder soportar. Yo les digo "si no estás convencido de que sin esto no puedes vivir, déjalo. Si realmente sientes que es la ilusión de tu vida, que es lo que tienes que hacer, entonces sí, entonces adelante". No hay profesión más hermosa, pero también es muy, muy vocacional. Yo empecé con 10 años, evidentemente entonces no tenía vocación, porque para mí actuar era un juego, pero con los años he ido amando esta profesión y quiero morirme trabajando, si es posible. Porque es lo que más me gusta hacer en la vida. Creo que tengo la suerte de aunar hobby con profesión. Mi hobby es la interpretación y mi medio de vida es la interpretación. Y eso es más importante que ser famoso, que muchos confunden en esta profesión. Es muy agradable que la gente por la calle te reconozca, sobre todo cuando la gente se te acerca y te dice "yo he pasado tan buenas horas con usted, me he reído tanto…". Eso te halaga muchísimo y te hace sentir muy bien. Pero lo importante es que vives otras vidas, que… Bueno, a mí mi profesión me ha ahorrado muchísimas horas de psicólogo. Creo que es una terapia muy buena el no estar, como nos ocurre a los seres humanos cuando tenemos una desgracia, mirándonos el ombligo y diciendo: "¡qué horror lo que me ha pasado!" Como actor, te metes en la vida de una mujer a la que su hijo le pega, que no sé qué, y te olvidas de tus problemas y vives otros; y esos es genial para la salud psíquica, mental de una persona.
AC.- ¿En qué se parece Concha Goyanes al personaje que interpreta en Arrayán?
Concha Goyanes.- Evidentemente, cada vez se parece más, porque está dentro de mi cuerpo, porque yo lo he hecho mío. Y le he metido incluso frases que yo recuerdo de mi abuela. Poquito a poco, el actor, sobre todo en serie de larga duración como esta, le va metiendo cosas suyas. Pero ojalá fuera yo tan buena persona como Leonor. Es tan empática, siempre está ayudando a los demás. Y yo quizás no consigo esas cuotas tan grandes de empatía. Pero sí que se parece en que es una mujer que le gusta valerse por sí misma, que no espera nada, que le gusta más dar que recibir. Es también una mujer sin estudios, como yo, porque empecé a trabajar de niña y me he hecho a mí misma. Yo soy autodidacta completamente, la cultura que puedo tener me la he hecho a base de leer, he sido una devoradora de libros toda mi vida. Es una mujer que al cumplir 60 años se encuentra totalmente sola, y decide ponerse a estudiar y a trabajar, lo que no ha hecho antes en toda su vida. Y entonces ella es una mujer, en ese sentido, feminista sin saber que lo es. Porque no tiene conciencia feminista, porque no lo ha estudiado, pero en realidad los hombres le han decepcionado: su padre no le trataba bien, su marido tampoco, su hijo la quiere meter en una residencia... Realmente, su experiencia con los hombres a los que ha servido, porque ella ha estado al servicio de su familia, le han fallado. Y llega un momento en que se da cuenta de que si no se ayuda a ella misma, ¿quién le va a ayudar? No hay nadie que le ayude. Se ayuda a sí misma para estar fuerte y poder ayudar a los demás. Desde ese punto de vista, a mí me parece ejemplar. Yo creo que ahí está el secreto de que la gente quiera tanto a Leonor, porque la gente me demuestra el cariño enorme que le tienen, no a Concha Goyanes -yo soy el vehículo-, sino a Leonor que es un personaje súper empático, simpático también, colaborador, que intenta, aun siendo muy tradicional, porque es una mujer que viene de pueblo, siempre está abierta a las cosas que le proponen los jóvenes, a los nuevos tiempos. Una mujer que no diría (no sé si lo ha dicho físicamente, pero sí lo ha dicho con su actitud) "yo en mis tiempos", porque sus tiempos son estos, el 2011 que le ha tocado vivir. Sigue estando muy en el presente, a pesar de sus años.
AC.- ¿Cómo te preparas, qué cosas haces para meterse en la piel de los personajes que en cada ocasión tienes que interpretar?
Concha Goyanes.- El secreto está, primero, en leer, comprender muy bien el texto, interiorizarlo, aprendértelo como si fuera el padre nuestro. Porque si tienes que estar pensando en el texto, no piensas en las emociones. Y una vez que el texto está incorporado, sabido, olvidarte de la técnica y vivir; dejar que los compañeros, las miradas de los demás, los silencios de los demás o las frases que te dicen te hagan reaccionar con lógica. Yo creo también que tiene una gran parte de sentido común. No puedes hacer nada que luego la gente al verla diga: "Huy, qué cosas más rara. Yo eso no lo hubiera hecho en la vida". Tienes que comportarte con naturalidad. Y eso lo consigues con mucho trabajo y mucha concentración. La gente cree que es tan sencillo, que te surge tan espontáneo; pero detrás de eso hay horas de estudio, de hincar los codos, que es la parte más dura, menos agradable, porque es en solitario, no te puede ayudar nadie, te tienes que sentar tú frente al papel y repetir y repetir las frases hasta que te salgan como eso que dicen que una mentira, a base de repetirla muchas veces, se convierte en una verdad. Eso pasa con los textos, que de tanto repetir una cosa que no es tuya, puesto que la ha escrito un guionista, la llegas a hacer tuya. Y en el momento en que tú sientes ese personaje, olvídate de todo lo demás. Ya todo fluye, todo va con naturalidad. Ya todo lo que tú hagas es el personaje el que lo está haciendo. Parece muy sencillo de hacer, pero claro, 55 años de profesión dan para que reflexiones mucho sobre lo que haces y llegas a saber un poco el porqué haces las cosas. Al principio las haces intuitivamente, y con los años te das cuenta de que detrás de la intuición tiene que haber mucho cerebro, mucha concentración, mucho estudio; y luego dejar que fluya con intuición. Eso que decía no sé quien que la inspiración está muy bien, pero como no te pille trabajando, no te sirve de nada. Como llegue la musa y te pille de paseo… Tienes que ponerte a estudiar mucho tiempo, y lo que decía Fred Astaire cuando le preguntaban cómo lo hacía para que los pasos le salieran tan perfectos. Él decía que era muy sencillo, que se hacía cien veces y si no salían perfectos, se volvían a hacer otras cien veces.
AC.- ¿Utilizas siempre la misma técnica o depende del medio y/o del personaje que toque en cada ocasión?
Concha Goyanes.- Creo que cada medio tiene su técnica. Porque la televisión es tan rápida, que ahí es muy importante reaccionar a velocidad de vértigo, porque si esperas a los tempos que te pueden dar el teatro o el cine, vas lenta. Cada medio tiene su técnica, que al principio es como cuando aprendes a conducir, lo tienes que pensar mucho, pero con los años, te sale de una manera fluida de tanto repetirlo. A mí me gusta muchísimo la televisión. Ya sé que todos decimos que el teatro es la madre de todo, pero yo no sé si porque desde muy pequeña he hecho televisión, que me siento muy cómoda en ella. Esa velocidad e inmediatez de la televisión me gusta mucho, me hace sentir muy viva.
AC.- De no haber sido actriz, ¿qué otra profesión hubieras elegido?
Concha Goyanes.- Al cabo de tantos años, ya casi no se me ocurre ninguna. Pero quizá médico, que era mi padre. La profesión de médico me parece preciosa, sobre todo ese médico de familia, de pueblo. Como mi padre, que era un gran cirujano pero que por circunstancias de la guerra civil, acabó siendo médico rural. Ese médico rural que es un poco confesor, un psicólogo, que está centrado en las familias.
AC.- ¿Cómo expresarías lo que sientes por haber logrado ser profeta en tu tierra?
Concha Goyanes.- Uno se siente en la gloria. Llegar a mi pueblo y que pongan mi nombre a una calle, sentirme querida en un pueblo en el que nunca he vivido… Pero qué verdad es que uno es de donde se siente. Y yo me siento andaluza, me siento malagueña y coína. Todo lo que tiene que ver con mi tierra me encanta, y que la gente en mi tierra valoren mi trabajo, ya es como jugar al póquer y ganar, que diría un jugador.
AC.- ¿Cómo se define a sí misma Concha Goyanes?
Concha Goyanes.- ¡Uf, qué difícil! (…) Yo creo que soy una buena persona, soy muy curiosa, me interesan mucho las cosas, soy una buena amiga, en general cuido mucho la amistad. El otro día me comentaba alguien "hay que ver la de amigos que tienes". Y yo contesté que sí, pero que no creyera que era fácil ni gratis. Quiero decir que los amigos son como los geranios. Hay que abonarlos, quistarle las hojitas secas, cuidarlos, mimarlos. La amistad se cultiva. En ese sentido, creo que soy una buena persona, una buena amiga, soy muy familiar. Y lo que sí noto es que en mis creencias políticas, sociales… me he hecho mucho más radical con los años. Era un poco pasota de joven, y ahora le doy mucha importancia a la ética, me duelen mucho las injusticias, me rebelo. Estoy mucho con los indignados, me parece terrible que lo que está ocurriendo hoy día con los mercados, el capital que se decía antes, que son insaciables, como esos antiguos dioses a los que había que sacrificar seres humanos. O se cambia el modelo de vida o vamos hacia una hecatombe. Creo que hay que volver hacia una sociedad más humana. Yo volvería a la época del trueque. A mí me encanta el banco del tiempo. Eso de que el dinero sea el eje del mundo, que pienses que sólo triunfas si consigues mucho dinero y mucho poder, tiene que cambiar. El gran triunfo ha sido para mí poder hacer lo que me gusta, ganarme la vida con ello. No ser famoso o ganar mucho dinero, porque en esta profesión no vivimos al día, vivimos al día de ayer. El arte da para vivir, como mucho, pero produce unas satisfacciones enormes cuando puedes vivir haciendo lo que te gusta. Y para mí, en mi profesión he llegado a lo más alto, porque llevo 55 años viviendo de ella, haciendo lo que me gusta con la mejor dignidad que puedo. Eso para mí es el gran triunfo, más que ganar un premio o que si gano el Óscar.
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