César Pérez de Tudela (Madrid, 1940) forma parte de la historia ... Pero durante el Bachillerato trabajaba restaurando cuadros -llegué a .
César Pérez de Tudela Alpinista y escritor Y licenciado en Derecho, Doctor en Ciencias de la Información, ex inspector jefe de policía.
César Pérez de Tudela (Madrid, 1940) forma parte de la historia española del alpinismo y de la exploración, y en su historia conviven, la restauración de arte, el Derecho, el periodismo, el servicio público. Una de las personalidades más populares de los años setenta y ochenta tiene toda una vida para contar, como, de hecho, hace en unas memorias ya escritas que se incluirían entre los más de treinta libros publicados. Conferencias, artículos, libros, su blog. Nada más terminar la entrevista se preparará para lanzarse en parapente. Se califica como «superviviente», y mantiene la pasión por la montaña, la misma que le ha dado -y quitado- tanto.
- El alpinismo y la exploración nunca fueron, en principio, un trabajo.
- No. Sí eran una pasión, una 'fiebre', que comenzó cuando cayó en mis manos, con unos 14 años, un libro, 'Tormentas y tempestades'. Ahí empezó todo. Pero durante el Bachillerato trabajaba restaurando cuadros -llegué a restaurar obras de Rembrandt, El Greco.-. Mi padre era estadístico, pero tanto él como su familia estaban muy relacionados con el mundo del arte. Mientras tanto, procuré prepararme para poder escalar; era un niño débil y miedoso, aunque con coraje y entrenamiento estuve preparado para escalar. Y con los medios de ésa época. Recuerdo que, para ponerme en forma, leí un libro de la famosa 'gimnasia sueca'.
- Escalar montañas ya es una actividad que goza de resonancia social y mediática, pero en su época era otra cosa. De hecho, tuvo que compatibilizarlo con un trabajo 'estable'.
- ¡Y tanto! Mientras estudiaba Derecho -tenía una gran vocación, más que de abogado como jurista-, di clases de escalada y alpinismo en el Grupo Universitario de Montaña. Y fui progresando en ello, pero no era nada fácil ganarse la vida, ni con una cosa ni con la otra, así que entonces decidí preparar las oposiciones al Cuerpo Superior de Policía, justo en una época en la que, aunque parezca mentira, había menos plazas de policías que ahora de jueces, con lo que había que prepararse a fondo para aprobar.
- ¿Cómo compatibilizaba su pasión por el alpinismo con el trabajo y la familia?
- Mi familia ha tenido que vivir momentos de intranquilidad, lógicamente, más por mi seguridad que por problemas económicos, ya que he procurado administrar muy bien. En cuanto al trabajo, hubo un momento en el que llegué a pedir la excedencia, ya que no había otra forma de compaginarlo todo. Lo mismo organizaba expediciones a los Andes y Alpes que a África, escalaba y enseñaba a escalar, trabajé como asesor en la Dirección General de Protección Civil en seguridad y salvamento y como jefe de prensa. Cuando llegó la popularidad, me reclamaban en radio, televisión, conferencias, etcétera.
- Hay quien le recuerda solo del alpinismo, pero no tienen en cuenta su etapa como reportero.
- Me licencié en la primera promoción de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense y, más tarde, obtuve el doctorado con una tesis sobre conducción y gestión informativa en crisis catastróficas. Trabajé para la revista 'Actualidad Española', para la agencia de noticias Pyresa -surtía de noticias a más de 30 periódicos regionales-, para el programa de TVE 'Los reporteros', con Jesús González Green y Miguel de la Quadra Salcedo, cubrí la guerra de Vietnam en Saigón cuando la mayor parte de periodistas se habían ido.
-Superados los 70 años, ¿qué piensa cuando revisa su vida? Le dará vértigo.
- Creo que soy un superviviente como pocos, de los aventureros a los que les han pasado más cosas, de todo: en accidentes en montaña, en tránsito hacia mis aventuras... He visto morir a compañeros -incluso su primera mujer murió en una expedición-, he estado en medio de situaciones sobrecogedoras. e incluso, ahora, si rebaso los 6.000 metros, me enfrento a una muerte segura -por problemas cardiacos: sufrió un infarto en pleno Everest-. El alpinismo es muy duro: el ciclismo también, pero una vez terminada la etapa descansas en el hotel, mientras que el alpinista se queda colgado al aire en las alturas. Me conformo con sentirme orgulloso de mí mismo y con escribir sobre mis vivencias, que casi siempre suelen ser reflexiones intensas.
- ¿Cómo valora las tragedias recientes en la montaña, como la del Manaslu?
- Tragedias las ha habido siempre, pero se ha multiplicado el número de alpinistas: si hablamos, por ejemplo, del Everest, en el campamento tres hay 50 tiendas de campaña, en el dos otras tantas. y los riesgos se multiplican. Además, como siempre, la montaña es impredecible: este año había nevado poco, pero en el caso del Manaslu un 'torreón' de hielo fue lo que provocó la tragedia. El alpinismo es mucho más que un deporte: estoy, con Juanito Oiarzabal y Edurne Pasabán, entre los tres alpinistas que han conseguido la Medalla de Oro del Mérito Deportivo, pero sigo muy alejado del concepto actual del deporte-espectáculo masivo.
César Pérez de Tudela (Madrid, 1940) forma parte de la historia española del alpinismo y de la exploración, y en su historia conviven, la restauración de arte, el Derecho, el periodismo, el servicio público. Una de las personalidades más populares de los años setenta y ochenta tiene toda una vida para contar, como, de hecho, hace en unas memorias ya escritas que se incluirían entre los más de treinta libros publicados. Conferencias, artículos, libros, su blog. Nada más terminar la entrevista se preparará para lanzarse en parapente. Se califica como «superviviente», y mantiene la pasión por la montaña, la misma que le ha dado -y quitado- tanto.
- El alpinismo y la exploración nunca fueron, en principio, un trabajo.
- No. Sí eran una pasión, una 'fiebre', que comenzó cuando cayó en mis manos, con unos 14 años, un libro, 'Tormentas y tempestades'. Ahí empezó todo. Pero durante el Bachillerato trabajaba restaurando cuadros -llegué a restaurar obras de Rembrandt, El Greco.-. Mi padre era estadístico, pero tanto él como su familia estaban muy relacionados con el mundo del arte. Mientras tanto, procuré prepararme para poder escalar; era un niño débil y miedoso, aunque con coraje y entrenamiento estuve preparado para escalar. Y con los medios de ésa época. Recuerdo que, para ponerme en forma, leí un libro de la famosa 'gimnasia sueca'.
- Escalar montañas ya es una actividad que goza de resonancia social y mediática, pero en su época era otra cosa. De hecho, tuvo que compatibilizarlo con un trabajo 'estable'.
- ¡Y tanto! Mientras estudiaba Derecho -tenía una gran vocación, más que de abogado como jurista-, di clases de escalada y alpinismo en el Grupo Universitario de Montaña. Y fui progresando en ello, pero no era nada fácil ganarse la vida, ni con una cosa ni con la otra, así que entonces decidí preparar las oposiciones al Cuerpo Superior de Policía, justo en una época en la que, aunque parezca mentira, había menos plazas de policías que ahora de jueces, con lo que había que prepararse a fondo para aprobar.
- ¿Cómo compatibilizaba su pasión por el alpinismo con el trabajo y la familia?
- Mi familia ha tenido que vivir momentos de intranquilidad, lógicamente, más por mi seguridad que por problemas económicos, ya que he procurado administrar muy bien. En cuanto al trabajo, hubo un momento en el que llegué a pedir la excedencia, ya que no había otra forma de compaginarlo todo. Lo mismo organizaba expediciones a los Andes y Alpes que a África, escalaba y enseñaba a escalar, trabajé como asesor en la Dirección General de Protección Civil en seguridad y salvamento y como jefe de prensa. Cuando llegó la popularidad, me reclamaban en radio, televisión, conferencias, etcétera.
- Hay quien le recuerda solo del alpinismo, pero no tienen en cuenta su etapa como reportero.
- Me licencié en la primera promoción de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense y, más tarde, obtuve el doctorado con una tesis sobre conducción y gestión informativa en crisis catastróficas. Trabajé para la revista 'Actualidad Española', para la agencia de noticias Pyresa -surtía de noticias a más de 30 periódicos regionales-, para el programa de TVE 'Los reporteros', con Jesús González Green y Miguel de la Quadra Salcedo, cubrí la guerra de Vietnam en Saigón cuando la mayor parte de periodistas se habían ido.
-Superados los 70 años, ¿qué piensa cuando revisa su vida? Le dará vértigo.
- Creo que soy un superviviente como pocos, de los aventureros a los que les han pasado más cosas, de todo: en accidentes en montaña, en tránsito hacia mis aventuras... He visto morir a compañeros -incluso su primera mujer murió en una expedición-, he estado en medio de situaciones sobrecogedoras. e incluso, ahora, si rebaso los 6.000 metros, me enfrento a una muerte segura -por problemas cardiacos: sufrió un infarto en pleno Everest-. El alpinismo es muy duro: el ciclismo también, pero una vez terminada la etapa descansas en el hotel, mientras que el alpinista se queda colgado al aire en las alturas. Me conformo con sentirme orgulloso de mí mismo y con escribir sobre mis vivencias, que casi siempre suelen ser reflexiones intensas.
- ¿Cómo valora las tragedias recientes en la montaña, como la del Manaslu?
- Tragedias las ha habido siempre, pero se ha multiplicado el número de alpinistas: si hablamos, por ejemplo, del Everest, en el campamento tres hay 50 tiendas de campaña, en el dos otras tantas. y los riesgos se multiplican. Además, como siempre, la montaña es impredecible: este año había nevado poco, pero en el caso del Manaslu un 'torreón' de hielo fue lo que provocó la tragedia. El alpinismo es mucho más que un deporte: estoy, con Juanito Oiarzabal y Edurne Pasabán, entre los tres alpinistas que han conseguido la Medalla de Oro del Mérito Deportivo, pero sigo muy alejado del concepto actual del deporte-espectáculo masivo.
TÍTULO: LA PINTORA DEL ALMA.
Entre corazones voy dibujado la pintora del alma que me regala rosas para amar a mi amor que busca el tesoro mas bonito de nuestra vida tan larga como un gran viaje al otro lado del mundo entero. Mis manos mojadas indica caminos abiertos con destinos lanzados en hacer historias pasadas que cruzara cuadros pintados por una alma perdida entre mares caídos. Al conocer tu belleza es besar el placer de una soledad que me lleve a decir siempre te quiero por todo el amor del mundo entero pintado sobre almas bonitas imaginadas en el cielo. Los ojos parece saber andar entre nosotros en ser el guia para enfrentarnos alma del corazón desnudo pintado por la noche de un lluvia ligera que corremos sin saber donde van los zapatos muertos contra los malos del peligro apuesto en culpa del amor en cartas guardas para ti. La vida se me va como disparos del amanecer encontrado respuestas a los enfados feos hechos por nuestra fatalidad de mostrarnos el contrario de una alma pintada pero falsa detrás del río amado entre nosotros aquella mañana. EL silencio te doy con atención de pedir perdón para estar con nuestra alma pintada con amores volados hacia otro lado del paisaje.
Esta es la pintura en detalle- Título "Tradición en el alma-foto.
Esta es la pintura en detalle- Título "Tradición en el alma-foto.
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