lunes, 29 de octubre de 2012

LA PUTA Y LA BALLENA / TURISMO DE CEMENTERIO;/ PRINCESAS DE ALTA COSTURA;


 TÍTULO: LA PUTA Y LA BALLENA:

La puta y la ballena dirigida por Luis Puenzo y protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón, Leonardo Sbaraglia, Miguel Ángel Solá, Mercé Llorens, Pep Munné,

 Sin saber cuándo ni cómo, Vera perdió el paso: está varada. Por eso se separa y acepta un trabajo que le permitirá marcharse de Madrid por un tiempo: escribir los epígrafes de un libro de fotografías de un argentino muerto en la Guerra Civil. Presiente el cáncer antes de ver la foto de la mujer muerta con un boquete en el pecho, la amada fantasmal de esa carta del pasado que Vera lee como si fuera destinada a ella. Ni la masteoctomía que sufre en Buenos Aires podrá detenerla. Vera persigue hasta la Patagonia a la prostituta asesinada junto a una ballena y al fotógrafo que huye de una historia de amor de otros tiempos, que es el preludio de su propio encuentro con un desconocido en la misma cama de burdel en la que los protagonistas de su novela juraron no enamorarse nunca. Setenta años después de la primer varadura, la misma ballena vuelve a la playa a morir. Sola en el fin del mundo, Vera baila un tango con la muerte, se despide de la que fue y sepulta el pasado en las profundidades del mar.



TÍTULO: TURISMO DE CEMENTERIO;

Sabio aquel que escribió: «El que en esta tumba mora, dígalo quien lo dijera, nunca fue tan calavera como lo es ahora». Es, sin duda, la ...

Sabio aquel que escribió: «El que en esta tumba mora, dígalo quien lo dijera, nunca fue tan calavera como lo es ahora». Es, sin duda, la mayor certeza que hallaremos en un cementerio, habida cuenta de que en ciertas sepulturas no descansa el finado que la lápida refiere.
Valga como ejemplo esa del camposanto de la Soledad de Huelva en la que se lee: «Aquí yace William Martin». Sobre todo porque es conocido por ser «el hombre que nunca existió», ya que solo fue una identidad falsa -dada al cadáver de un mendigo irlandés- para llevar a cabo la Operación Mincemet, con la que el Servicio de Seguridad Británico engañó a los nazis.
Marta Sanmamed, pionera y trabajadora incansable a favor del turismo de cementerios en España, habla de historias como esta, amén de muchas otras en 'Aquí yace… o no', un curioso libro que recoge entre sus páginas desde las tumbas más fascinantes a las esquelas más inquietantes.
Todo empezó con su pasión por estas necrópolis, donde ella se inspira y se relaja con largos paseos, y con la creación junto a unos amigos de Pervive.com, un portal pensado para que fuera más fácil dejar una condolencia o escribir unas palabras en memoria de los difuntos que creció junto a un blog en el que ahora se encuentra todo tipo de información relacionada con la muerte.
«Lo curioso con este turismo de cementerios es que los españoles visitan los de las ciudades a las que viajan en el extranjero, pero luego no conocen los suyos», afirma Sanmamed mientras espera que todo esto cambie. «En España hay cementerios tan bellos como el de San Isidro en Madrid que, a pequeña escala, se parece a los cementerios de Père-Lachaise (París) y de La Recoleta (Buenos Aires), dos de los tres más bonitos del mundo, ya que en el primer puesto estaría el de Staglieno (Génova)».
El naturalista inglés Charles Darwin se mostraría sorprendido si supiera que bautizaron con su nombre unos premios que, a título póstumo, reconocen las muertes accidentales más disparatadas.
«Mi favorita es la de una mujer que, después de ser rescatada in extremis por un policía que la había visto caer en un río, se volvió a tirar al agua para recuperar su motocicleta. Ya no hubo quien pudiera salvarla», explica Sanmamed.
Mención honorífica mereció, aunque sobrevivió a aquella aventura, un tal Larry que, sentado en una silla de jardín enganchada a 45 globos de helio, voló hasta entrar en el espacio aéreo del aeropuerto de Los Ángeles.
Y es que morir a veces no es tan fácil, menos aún desaparecer sin contaminar. Habida cuenta de que la inhumación y la cremación tienen un gran impacto medioambiental existen otros métodos mucho más ecológicos, que eso sí aún no han llegado a España.
El primero es la resomación, que consiste en introducir el cuerpo envuelto en seda en una especie de lavadora donde se produce una hidrólisis alcalina que reduce a cenizas el cadáver.
«Pero el que viene pisando fuerte es la promación. Primero se congela el cuerpo y luego se mete en nitrógeno líquido y, tras un proceso en el que extraen al agua del cuerpo, lo reducen a polvo y meten las cenizas en unas pequeñas cajas de maicena o patata».
Promessa Organic, compañía sueca dedicada a las promaciones, da la opción, si se quiere, de plantar sobre esos restos una planta, cerrando así un ciclo y abriendo otro. De este modo ya no hay que gastarse 280.000 euros en un ataúd de oro que incorpora teléfono por si despertáramos bajo tierra.
Con mucho arte
De vuelta a las fosas, cuenta Sanmamed que las cenizas del pintor, escritor, filósofo y pornógrafo francés Pierre Klossowski están sepultadas en el Cementerio de Arte de Morilles (Salamanca). «Lo importante de este cementerio son sus enterramientos. Las cenizas de Klossowski se llevaron en una carroza magistral, con telarañas y todo. Más rocambolesco fue montado por Javier Utray, ya que tuvo que llevar una grúa enorme para poder meter su Pontiac Grand Prix en una urna de hormigón. Él, que fue uno de tantos artistas que murió tristemente abandonado y olvidado, fue el primero en colgar sus corbatas (de Mickey) en una encina, algo que la gente ha seguido haciendo imagino que para recordarle».
Y entre las canciones de Germán Coppini, la maleta de Alberto Greco, un torso que perteneció a Paul Naschy o un libro de poemas de Fernando Arrabal, el último entierro, a cargo de Vicente del Bosque, dio sepultura al balón Jabulani, aquel tan esférico que causó tantos quebraderos de cabeza durante el mundial de Sudáfrica en 2010.
Así, entre obras de arte, acaba este paseo escrito que va desde tumbas tan escalofriantes como la de 'El beso de la muerte', en el cementerio de Poblenou (Barcelona), donde se ve a un esqueleto alado robándole el aliento a un joven, a esquelas como las firmadas por J. L Casaus, que desde hace muchos años y cada 21 de marzo se pueden leer en un periódico nacional. Por cierto, Sanmamed desvela que, a pesar de los rumores que corren por los blogs de que son mensajes encriptados por una organización secreta, no son más que las cartas de un hombre enamorado.
Pero las rutas continúan en los cementerios, en muchos incluso guiadas, y dicen que sus anfitriones son de general corteses, solo habrá que disculparles que no se levanten.
 
TÍTULO: PRINCESAS DE ALTA COSTURA;
 
Si las princesas de Disney viviesen en pleno siglo XXI seguro que se encomendarían a las mejores agujas del momento para lucir ...
Si las princesas de Disney viviesen en pleno siglo XXI seguro que se encomendarían a las mejores agujas del momento para lucir espectaculares en sus bailes de gala. ¿Qué modelitos llevarían Blancanieves, Jasmine o Tiana si vistiesen de Oscar de la Renta, Escada o Ralph&Russo? La respuesta se puede contemplar estas navidades en los londinenses almacenes Harrods, ya que estas fechas tan familiares van a dedicarlas este año a Disney. Y como plato fuerte mostrarán los modelitos que los mejores diseñadores internacionales de alta costura han realizado para las protagonistas de los cuentos más conocidos.
Muchos de ellos están más que acostumbrados a vestir princesas... de las de carne y hueso. Como el libanés Elie Saab, que tras firmar hace unas semanas el traje de novia a Stéphanie de Luxemburgo, ve a la Bella Durmiente con un espectacular vestido rosa palo. O Jenny Packham, una de las diseñadoras de cabecera de Kate Middelton, que da vida a una romántica princesa Rapunzel. Hasta Valentino ha dejado de lado su tradicional rojo y ha preferido vestir a Bella en bronce con un vaporoso diseño en seda.
Todos han intentado ser fieles al dibujo original, pero siempre dando su toque especial. Cavalli se inspira en Pocahontas para un diseño con detalles de perlas y plumas, mientras que Donatella Versace se centra en el traje del baile de Cenicienta. Eso sí, le planta un reluciente maxicollar que deja sus cristalinos zapatitos en un segundo plano. Tampoco Oscar de la Renta se olvida de la capa roja de Blancanieves, con su inconfundible corpiño... pero con adornos en pedrería. Quizás un poco incómodo para vivir en el bosque con los siete enanitos, pero ya se sabe cómo es la alta costura. Y las princesas, como el resto de los mortales, saben que para ser guapa hay que sufrir. Aunque sea en un cuento de hadas con final feliz.
 

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