RUTA POR ASTURIAS.
Con un Scénic por Asturias, una tierra de altas cumbres.
El Scénic en Asturias-foto.-
Montañas, valles mineros, prados que parecen de postal… El interior de Asturias parece un escenario ideado para poner a prueba la conducción.
Nos olvidamos de la monotonía de autovías y autopistas para recorrer carreteras más solitarias y tranquilas disfrutando de la naturaleza mientras alegramos la vista con la belleza que nos rodea. Siempre es agradable recorrer los pueblos de interior, por esas carreteras secundarias que trascurren a los pies de los Picos de Europa, cortadas por valles de nombres casi míticos, como el Cares o el Sella.
Proponemos circular en sentido oeste-este, entre valles mineros alfombrados de prados de postal, llenos de encanto. Bosques, pueblos y aldeas en los que se levantan pequeñas iglesias, hórreos y casonas más o menos conservadas. De vez en cuando, una población algo más grande nos invitará a una pausa para probar sus especialidades gastronómicas o para practicar senderismo, kayak o equitación.
Arrancamos en Laviana, cuyo Concejo está repleto de monumentos, como la Iglesia de San Nicolás o su llamativo Torreón, uno de los monumentos artísticos de la zona. Antes se creía que era romano, pero ya se sabe que en realidad pertenece a la baja Edad Media. También nos asomamos a la casona de la familia Menéndez, una vivienda con capilla adosada, y a la casa natal de Armando Palacio Valdés, una bonita casona rural del siglo XVIII.
Y desde aquí nos ponemos rumbo hacia el norte siguiendo una de esas carreteras panorámicas que tanto abundan en Asturias y que aprovecha el curso de un río para hacerse camino entre un terreno montañoso que pocas veces nos deja ver un horizonte lejano. En este curso es el río Marea el que nos lleva hasta Infiesto. La falta de visibilidad en las curvas nos obliga a conducir con moderación. Las vistas desde lo alto del Puerto de Arnicio justifican la ascensión, para luego lanzarnos río abajo hasta llegar a Infiesto, parada obligada antes de continuar por la N-634 que, rumbo al este, nos llevará por Villamayor, Sebares y, por fin, Arriondas.
Infiesto tiene ese aire decadente de las capitales comarcales. Sus casas hablan de su glorioso pasado industrial. Hoy es más famoso entre otras cosas porque aquí se crean los famosos caballos asturcones, una raza autóctona que todavía causa expectación en los muchos espectáculos de doma. Sin salir de Infiesto hay mucho que ver: el Torreón de Lodeña, la Iglesia de Santa María la Mayor, el palacio de Omedal y, sobre todo, en los alrededores, la famosa cueva del Sidrón, donde se han encontrado restos de Neanderthal.
Nuestro Scénic llega con ‘hambre’ a Arriondas, ciudad de buen comer y muy agradable, por la que pasa el río Sella. Ya estamos en tierra de piraguas y pescadores, en pleno corazón de Asturias, camino de Picos de Europa. Arriondas es un pequeño pueblo asturiano en medio de la hermosa vega de los ríos Sella y Piloña. Es también el momento de estirar un poco las piernas y ningún lugar mejor que Arriondas, que se ha convertido en uno de los mejores sitios en Asturias para practicar deporte activo, desde el kayak hasta la pesca. Pero sobre todo es la capital del famoso Descenso Internacional del Sella, que entre remos y culines de sidra lleva a miles de españoles y extranjeros a remar entre Arriondas y Ribadesella el primer fin de semana de agosto. En otoño, el descenso tiene algo más de íntimo y es una de las mejores experiencias para el que quiere disfrutar de la naturaleza.
Nosotros remontaremos el Sella, contracorriente, por la N-626, para llegar a Cangas de Onís. Estamos en las puertas de la carretera a Picos de Europa, a Arenas y a Peñamellera baja. Cangas de Onís tiene mucho que contarnos. Fue la primera capital de la monarquía asturiana, antes incluso que Oviedo y por ello en Cangas hay mucha arquitectura que ver. La foto obligada se la llevan el puente romano, que de romano sólo tiene la base; el Palacio Cortés del siglo XVI; unas cuantas iglesias y la casa Dago, que hoy en día alberga el centro de información de los Picos de Europa. Si nos gustan los lugares concurridos, lo mejor es ir a Cangas un domingo, cuando hay mercado de productos asturianos.
De Cangas se podría continuar por la AS-11 hacia el interior en un primer acercamiento hacia los Picos de Europa, entre prados verdes, hórreos y lagares y llegar hasta el corazón espiritual de Asturias: Covadonga. Allí están la Santa Cueva y la capilla con la tumba de Don Pelayo.
Nuestro siguiente objetivo es continuar hacia el oeste por la AS-114. Pararemos en Benia de Onís, pocos kilómetros antes de Carreña y de Las Arenas, otro de estos lugares de tránsito que nos permitiría adentrarnos por trayectos como la Ruta del Cares y la zona de Cabrales. Los Picos de Europa, con su sombra, nos acompañan mientras seguimos en sentido longitudinal por el Cares hasta el fin del trayecto.
Al paso por Las Arenas disfrutaremos de rincones ganaderos que se han hecho famosos por sus paisajes entre cumbres de más de dos mil metros. No es muy grande, pero se ha llenado en los últimos años de alojamientos, restaurantes y tiendas donde se vende el equipamiento para realizar rutas. Para contemplar los Picos subimos hasta el mirador Pedro Udaondo, en Asiego, desde donde se obtiene una panorámica extraordinaria de las cumbres del Naranjo de Bulnes.
Y por fin, llegamos a Panes, en la zona más oriental de Asturias, ya lindante con Cantabria. Su Museo del Bolo, lleno de trajes antiguos, fotos y bolos cedidos por los propios vecinos, nos despide con el recuerdo de otros tiempos en los que el interior de Asturias era menos accesible y conservaba intactas sus tradiciones centenarias. La costa del Cantábrico queda ya muy cerca: toda una tentación para nuestro nuevo Scénic. Pero ése ya será otro viaje.,etc,.
Proponemos circular en sentido oeste-este, entre valles mineros alfombrados de prados de postal, llenos de encanto. Bosques, pueblos y aldeas en los que se levantan pequeñas iglesias, hórreos y casonas más o menos conservadas. De vez en cuando, una población algo más grande nos invitará a una pausa para probar sus especialidades gastronómicas o para practicar senderismo, kayak o equitación.
Arrancamos en Laviana, cuyo Concejo está repleto de monumentos, como la Iglesia de San Nicolás o su llamativo Torreón, uno de los monumentos artísticos de la zona. Antes se creía que era romano, pero ya se sabe que en realidad pertenece a la baja Edad Media. También nos asomamos a la casona de la familia Menéndez, una vivienda con capilla adosada, y a la casa natal de Armando Palacio Valdés, una bonita casona rural del siglo XVIII.
Y desde aquí nos ponemos rumbo hacia el norte siguiendo una de esas carreteras panorámicas que tanto abundan en Asturias y que aprovecha el curso de un río para hacerse camino entre un terreno montañoso que pocas veces nos deja ver un horizonte lejano. En este curso es el río Marea el que nos lleva hasta Infiesto. La falta de visibilidad en las curvas nos obliga a conducir con moderación. Las vistas desde lo alto del Puerto de Arnicio justifican la ascensión, para luego lanzarnos río abajo hasta llegar a Infiesto, parada obligada antes de continuar por la N-634 que, rumbo al este, nos llevará por Villamayor, Sebares y, por fin, Arriondas.
Infiesto tiene ese aire decadente de las capitales comarcales. Sus casas hablan de su glorioso pasado industrial. Hoy es más famoso entre otras cosas porque aquí se crean los famosos caballos asturcones, una raza autóctona que todavía causa expectación en los muchos espectáculos de doma. Sin salir de Infiesto hay mucho que ver: el Torreón de Lodeña, la Iglesia de Santa María la Mayor, el palacio de Omedal y, sobre todo, en los alrededores, la famosa cueva del Sidrón, donde se han encontrado restos de Neanderthal.
Nuestro Scénic llega con ‘hambre’ a Arriondas, ciudad de buen comer y muy agradable, por la que pasa el río Sella. Ya estamos en tierra de piraguas y pescadores, en pleno corazón de Asturias, camino de Picos de Europa. Arriondas es un pequeño pueblo asturiano en medio de la hermosa vega de los ríos Sella y Piloña. Es también el momento de estirar un poco las piernas y ningún lugar mejor que Arriondas, que se ha convertido en uno de los mejores sitios en Asturias para practicar deporte activo, desde el kayak hasta la pesca. Pero sobre todo es la capital del famoso Descenso Internacional del Sella, que entre remos y culines de sidra lleva a miles de españoles y extranjeros a remar entre Arriondas y Ribadesella el primer fin de semana de agosto. En otoño, el descenso tiene algo más de íntimo y es una de las mejores experiencias para el que quiere disfrutar de la naturaleza.
Nosotros remontaremos el Sella, contracorriente, por la N-626, para llegar a Cangas de Onís. Estamos en las puertas de la carretera a Picos de Europa, a Arenas y a Peñamellera baja. Cangas de Onís tiene mucho que contarnos. Fue la primera capital de la monarquía asturiana, antes incluso que Oviedo y por ello en Cangas hay mucha arquitectura que ver. La foto obligada se la llevan el puente romano, que de romano sólo tiene la base; el Palacio Cortés del siglo XVI; unas cuantas iglesias y la casa Dago, que hoy en día alberga el centro de información de los Picos de Europa. Si nos gustan los lugares concurridos, lo mejor es ir a Cangas un domingo, cuando hay mercado de productos asturianos.
De Cangas se podría continuar por la AS-11 hacia el interior en un primer acercamiento hacia los Picos de Europa, entre prados verdes, hórreos y lagares y llegar hasta el corazón espiritual de Asturias: Covadonga. Allí están la Santa Cueva y la capilla con la tumba de Don Pelayo.
Nuestro siguiente objetivo es continuar hacia el oeste por la AS-114. Pararemos en Benia de Onís, pocos kilómetros antes de Carreña y de Las Arenas, otro de estos lugares de tránsito que nos permitiría adentrarnos por trayectos como la Ruta del Cares y la zona de Cabrales. Los Picos de Europa, con su sombra, nos acompañan mientras seguimos en sentido longitudinal por el Cares hasta el fin del trayecto.
Al paso por Las Arenas disfrutaremos de rincones ganaderos que se han hecho famosos por sus paisajes entre cumbres de más de dos mil metros. No es muy grande, pero se ha llenado en los últimos años de alojamientos, restaurantes y tiendas donde se vende el equipamiento para realizar rutas. Para contemplar los Picos subimos hasta el mirador Pedro Udaondo, en Asiego, desde donde se obtiene una panorámica extraordinaria de las cumbres del Naranjo de Bulnes.
Y por fin, llegamos a Panes, en la zona más oriental de Asturias, ya lindante con Cantabria. Su Museo del Bolo, lleno de trajes antiguos, fotos y bolos cedidos por los propios vecinos, nos despide con el recuerdo de otros tiempos en los que el interior de Asturias era menos accesible y conservaba intactas sus tradiciones centenarias. La costa del Cantábrico queda ya muy cerca: toda una tentación para nuestro nuevo Scénic. Pero ése ya será otro viaje.,etc,.
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