El Gobierno va a endurecer el control sobre las comunidades autónomas en materia de dependencia para evitar una financiación indebida ...
El Gobierno va a endurecer el control sobre las
comunidades autónomas en materia de dependencia para evitar una
financiación indebida por la existencia de expedientes de usuarios
erróneos. En concreto, les solicitará una serie de datos obligatorios
sobre los beneficiarios que deberán certificar todos los meses. En caso
contrario, el Estado no aportará la cuantía correspondiente al nivel
mínimo de dependencia. El objetivo es evitar que la descoordinación
entre las administraciones provoque un desfase entre los beneficiarios
reales y los registrados, como puso de manifiesto el Tribunal de Cuentas
al detectar hasta 40.000 fallecidos que aún continuaban inscritos como
beneficiarios en la base de datos con el consiguiente desembolso
incorrecto de prestaciones. "Queremos que se establezcan los controles para que el sistema de información sea un reflejo de la realidad de la dependencia", aseguran fuentes del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Así, en el próximo Consejo Interterritorial sobre Dependencia, que se celebrará este jueves, el Gobierno presentará a los consejeros autónomicos una remodelación de la aplicación informática SISADD, es decir, la base de datos donde figuran todos los beneficiarios de la ley que registra cada comunidad autónoma y por la que reciben una partida de los Presupuestos Generales del Estado.
El Ministerio que dirige Ana Mato establecerá ahora unos datos obligatorios (aproximadamente 50) tales como la fecha de solicitud de la ayuda, la fecha de la concesión y de la efectividad de ese derecho -cuándo empieza a recibir la prestación-, así como el tipo de ayuda y servicio reconocido al dependiente. Pero también información sobre el beneficiario, como su nivel de renta o la aportación del usuario en el coste del servicio.
En caso de faltar alguno de estos requisitos el Gobierno no transferirá a la comunidad autónoma la cuantía correspondiente por esa persona dependiente. Además, según el borrador de la normativa, "se expedirá mensualmente una certificación relativa a los datos incorporados por un responsable autonómico "con rango al menos de director general". De esta manera se pretende fijar un responsable último de la información entregada.
El Ejecutivo espera tener en marcha este sistema en el último trimestre del año para los beneficiarios de nuevo acceso. Para el caso de los dependientes ya inscritos, se estipula un plazo de un año para revisar toda la información existente y completarla con los nuevos datos obligatorios, que para estos casos se verán reducidos a una treintena.
Por su parte, las comunidades que prefieran continuar con sistemas propios deberán suscribir convenios de colaboración con el Imserso en el que incluirán, entre otros contenidos, la forma de transmisión de la información.
Además, para dificultad aún más que en la base de datos permanezcan beneficiarios ya fallecidos, como denunció el Tribunal de Cuentas, el Imserso (órgano encargado de gestionar las ayudas) cotejará los datos con Justicia, el Instituto Nacional de Estadística y la Policía para detectar un posible error en ese sentido. "Este sistema garantizará la fiabilidad, seguridad, disponibilidad y transparencia de la información", aseguran desde el Ministerio.
Y es que el informe del Tribunal de Cuentas desveló que hasta el 30 de abril de 2011 a 41.224 personas fallecidas registradas. Esto no significa que las familias de los dependientes fallecidos siguieran recibiendo la prestación. Todo lo contrario. La mayor parte del dinero se quedaba en las comunidades autónomas. El Imserso dio de baja a 29.169 personas pero aún faltaban 12.055 que suponían una financiación indebida por parte de las comunidades de 30 millones de euros. Para recuperar ese dinero el Gobierno ha acordado con las comunidades autónomas detraer de las transferencias mensuales la parte correspondiente a ese error durante todo este año. Para tratar de perjudicarlas lo menos posible la devolución se realizará en siete cuotas -una por mes a partir de mayo- hasta final de año.
Pero además, los mecanismos de control van más allá de la base de datos. El Gobierno quiere saber cuánto y cómo se gastan las comunidades autónomas los recursos en dependencia. Para ello les exigirán anualmente datos económicos sobre los servicios ofrecidos (teleasistencia, ayuda a domicilio, centro de día, atención residencial...) y sobre la dotación de las prestaciones. Una medida cuya finalidad, según el Ministerio, es conocer el coste total del sistema de dependencia.
TÍTULO; MI OBJETO Y YO IRENE VILLA ENTREVISTA,.
Seguimos ofreciendo el ciclo de entrevistas a vícitmas del
terrorismo. En esta ocasión hablamos con Irene Villa, la niña que con su
afán de superación y su sonrisa imborrable conquistó el corazón de los
españoles. Hoy Irene está felizmente casada y es madre de un precioso
niño llamado Carlos.Entrevista realizada por Javier Gallego del Haya. Entrevistamos a Irene Villa. La niña a la que, con doce años, ETA dejó sin piernas y que ha respondido a la barbarie erigiéndose como un ejemplo de superación. Tanto Irene como su madre María Jesús sufrieron graves heridas y perdieron algunos miembros de su cuerpo, pero lo que nunca pierden ni madre ni hija es su imborrable sonrisa.
Irene Villa nos relata su historia:
“Recuerdo que aquel día ETA había puesto una bomba, con la que asesinó a Francisco Caballar, mi hermana no quería ir al Instituto porque tenía miedo y se quedó en casa. Yo salí con mi madre y le pregunté: “Mamá ¿Y si nos han puesto a nosotros una bomba?” ella me respondió: “qué va, eso sólo lo hacen con la gente importante y tú y yo no somos importantes”. Lo siguiente que recuerdo fue despertarme en el Gómez Ulla rodeada de tubos y ver la cara de mi padre llorando. Lo primero que pregunté era que don de estaba mi madre y me dijeron que estaba bien pero que estaba en otro hospital, entonces me quedé más tranquila. Creo que el peor recuerdo fue el cuando me di cuenta de que no tenía piernas. Dicen que gritaba tan fuerte que se me oía desde la planta baja del hospital. Recuerdo a mi padre salir llorando de la habitación.
Pasado un tiempo por fin vino mi madre a visitarme, y me dijo: “Irene, tenemos dos opciones, o vivimos resentidas, amargadas y odiando a los etarras o tiramos para adelante y salimos de ésta”. Yo recuerdo que con doce años le dije a mi madre que ya me lo había pensado: “Mamá, he nacido sin piernas”.
Fue difícil volver a aprender a andar, pero siempre me he sentido muy arropada por todo el mundo, por mi familia y por mis seres queridos.”
¿Siempre te has sentido arropada por la sociedad?
Sí. En mi caso sí que me he sentido arropada por la sociedad, ya que fue un caso muy mediático. Después del atentado nos dieron muchos premios, viajamos invitadas a muchas ciudades y la gente siempre se ha portado muy bien conmigo. Se podría decir que entre las víctimas del terrorismo soy una víctima privilegiada porque siempre todo el mundo me ha conocido y me ha regalado su amor. Todo ese amor es lo que mi madre y yo hemos querido siempre devolver a la sociedad y repartirlo entre todas esas víctimas que no tienen voz. Hemos querido ser la voz de los que no la tienen.
¿Ha pesado el nombre de Irene Villa?
Quizás. Después de estudiar periodismo estudié psicología y humanidades. Trabajé cinco años como periodista en RNE, COPE, LA RAZÓN… quizás por ser Irene Villa. Pero mi carrera profesional va más por otros caminos. Más ligada a la psicología y principalmente a la psicología positiva. De hecho ésta semana doy un Congreso en México sobre psicología positiva.
El título de tu libro es Saber que se puede ¿Realmente se puede?
Yo creo que sí se puede. Pero como ya he dicho, yo me considero una víctima casi privilegiada dentro del colectivo de las víctimas del terrorismo. Yo ahora soy madre y no me imagino lo que podría significar perder a mi hijo. Creo que debe ser lo peor que te puede ocurrir. Yo no soy nadie para decirle a alguien que ha perdido a un marido, a un hijo, a un hermano o a un padre. Quizás por eso admiro tanto a gente como Toñi Santiago. Creo que tiene una fuerza y una entereza que yo no se si podría mantener.
¿Cómo ves tu futuro?
Un futuro lleno de alegría, felicidad, sueños y todo ello elevado a la máxima potencia. Ahora que tengo un hijo, todo se eleva a la máxima expresión, quiero volver a la competición profesional y disfrutar de mi hijo.
“Recuerdo que aquel día ETA había puesto una bomba, con la que asesinó a Francisco Caballar, mi hermana no quería ir al Instituto porque tenía miedo y se quedó en casa. Yo salí con mi madre y le pregunté: “Mamá ¿Y si nos han puesto a nosotros una bomba?” ella me respondió: “qué va, eso sólo lo hacen con la gente importante y tú y yo no somos importantes”. Lo siguiente que recuerdo fue despertarme en el Gómez Ulla rodeada de tubos y ver la cara de mi padre llorando. Lo primero que pregunté era que don de estaba mi madre y me dijeron que estaba bien pero que estaba en otro hospital, entonces me quedé más tranquila. Creo que el peor recuerdo fue el cuando me di cuenta de que no tenía piernas. Dicen que gritaba tan fuerte que se me oía desde la planta baja del hospital. Recuerdo a mi padre salir llorando de la habitación.
Pasado un tiempo por fin vino mi madre a visitarme, y me dijo: “Irene, tenemos dos opciones, o vivimos resentidas, amargadas y odiando a los etarras o tiramos para adelante y salimos de ésta”. Yo recuerdo que con doce años le dije a mi madre que ya me lo había pensado: “Mamá, he nacido sin piernas”.
Fue difícil volver a aprender a andar, pero siempre me he sentido muy arropada por todo el mundo, por mi familia y por mis seres queridos.”
¿Siempre te has sentido arropada por la sociedad?
Sí. En mi caso sí que me he sentido arropada por la sociedad, ya que fue un caso muy mediático. Después del atentado nos dieron muchos premios, viajamos invitadas a muchas ciudades y la gente siempre se ha portado muy bien conmigo. Se podría decir que entre las víctimas del terrorismo soy una víctima privilegiada porque siempre todo el mundo me ha conocido y me ha regalado su amor. Todo ese amor es lo que mi madre y yo hemos querido siempre devolver a la sociedad y repartirlo entre todas esas víctimas que no tienen voz. Hemos querido ser la voz de los que no la tienen.
¿Ha pesado el nombre de Irene Villa?
Quizás. Después de estudiar periodismo estudié psicología y humanidades. Trabajé cinco años como periodista en RNE, COPE, LA RAZÓN… quizás por ser Irene Villa. Pero mi carrera profesional va más por otros caminos. Más ligada a la psicología y principalmente a la psicología positiva. De hecho ésta semana doy un Congreso en México sobre psicología positiva.
El título de tu libro es Saber que se puede ¿Realmente se puede?
Yo creo que sí se puede. Pero como ya he dicho, yo me considero una víctima casi privilegiada dentro del colectivo de las víctimas del terrorismo. Yo ahora soy madre y no me imagino lo que podría significar perder a mi hijo. Creo que debe ser lo peor que te puede ocurrir. Yo no soy nadie para decirle a alguien que ha perdido a un marido, a un hijo, a un hermano o a un padre. Quizás por eso admiro tanto a gente como Toñi Santiago. Creo que tiene una fuerza y una entereza que yo no se si podría mantener.
¿Cómo ves tu futuro?
Un futuro lleno de alegría, felicidad, sueños y todo ello elevado a la máxima potencia. Ahora que tengo un hijo, todo se eleva a la máxima expresión, quiero volver a la competición profesional y disfrutar de mi hijo.
Irene Villa: "Quiero tener hijo
s y que no sientan odio"
La periodista se sincera con Rosa Villacastín a un paso de su boda, el 4 de junio.
Irene Villa González, de 32 años, se casa el 4 de junio con el extenista argentino Juan Pablo Lauro, de 28, un hombre a quien conoció hace dos años y que regenta una empresa familiar dedicada a enlatar productos alimenticios. La firma Innovias, que alquila vestidos nupciales, le ha cedido, gratuitamente, dos trajes a Irene para que elija, pero ella aún no se ha decidido por ninguno.
Hace ya 20 años del atentado (17 octubre 1991) que la dejó sin piernas y sin varios dedos de una mano. Este año, el delito prescribe sin que nadie haya pagado por él.
Además, Irene también estrena libro, “Saber que se puede, 20 años después”.
-¿De dónde saca fuerzas para combatir el dolor?
-De mi madre y de querer ser feliz, porque la vida está para aprender. Ahora me siento con más fortaleza que hace unos años.
-¿Lo dice por las operaciones que ha sufrido?
-Era una operación que tenía muchas complicaciones, pero me arriesgué. Lo que no podía imaginar es que una bacteria me iba a complicar tanto la vida y me iba a hacer sufrir tanto. Cinco años después, todavía estoy con antibióticos, con cultivos, pero aun así he ganado en calidad de vida y hoy puedo doblar las piernas, que antes no podía, y atarme los cordones de los zapatos.
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