Perplejos. Así se han quedado los belgas ante la nueva propuesta de la multinacional sueca Ikea, cuyos responsables han decidido que los ...
Perplejos. Así se han quedado los belgas ante la nueva propuesta de la multinacional sueca Ikea, cuyos responsables han decidido que los cerdos destinados al consumo en los restaurantes que la cadena posee en el país sean felices, al menos, hasta llegar al matadero. Y, ¿qué entienden por 'felicidad porcina' los directivos de Ikea? Pues que el animal no sea castrado y viva en una jaula «confortable y espaciosa» hasta su sacrificio.
A Jesús Lasanta Santolaya, un ganadero riojano dedicado a la crianza de puercos, el asunto no le pilla de nuevas. «Antes, las hembras vivían en jaulas que no les permitían ni moverse, pero ahora, tras aprobarse la Normativa Europea del Bienestar Animal, deben estar acompañadas por dos hembras más y algún juguete». ¿Juguetes para cerdos? Sí, en las cuadras debe haber algo de paja, cadenas y papeles para que estos animales puedan divertirse y vivir como auténticos reyes.
La propuesta de Ikea, si sale adelante, se pondrá en marcha en colaboración con la asociación protectora de animales GAIA a partir de agosto de 2015, aprovechando los avances logrados en Bélgica en favor del bienestar del ganado porcino. Los supermercados, por ejemplo, han tomado la decisión de no vender la carne de cerdos que hayan sido capados. Pero, ¿por qué se les practica a los verracos esta amputación? Algunas teorías apuntan que gracias a la castración se mitiga su fuerte olor cuando se cocina, aunque esta conjetura tiene poca base científica. Lo cierto es que cualquier macho, de la especie que sea, es más propenso a engordar si carece de sus atributos. Conclusión: más kilos, mayor rentabilidad en la báscula.
Lo cierto es que la firma sueca vuelve a liderar una curiosa cruzada que no deja indiferente a nadie. Atrás quedan la polémica suscitada por las albóndigas con carne de caballo sin identificar o las tartas de chocolate en las que se detectaron restos de bacterias fecales.
La experiencia «podría exportarse en el futuro a otros establecimientos de Ikea en el mundo», afirma la cadena. Santolaya subraya las declaraciones de la directora de GAIA, Ann De Greef, para quien esta práctica no tiene sentido en nuestro país porque los españoles «no son tan sensibles» a ese fuerte olor porcino. En realidad, siempre se ha hecho y se seguirá haciendo, pero con mayores controles y con la debida presencia de un veterinario si el animal supera la semana de vida. Se ha abandonado, eso sí, la costumbre de romperle los dientes a los lechones para que no se maten por la mejor ubre de la madre.
La ministra de Sanidad y Consumo belga, Laurette Onkelinx, asegura que es partidaria de prohibir esta práctica y ofrecer como alternativa a los productores la posibilidad de optar por la vacunación de los animales o por dejarlos «intactos». La decisión no se ha adoptado todavía porque requiere del visto bueno de todas las regiones, y, por el momento, la de Flandes «ha planteado algunos problemas». Los protectores de los animales insisten en la necesidad de mejorar los instrumentos legales, tanto a nivel nacional como europeo. Lo cierto es que los cerdos tendrán que esperar para ser felices en Bélgica, pero, ¿lo serán en la república de Ikea?
Perplejos. Así se han quedado los belgas ante la nueva propuesta de la multinacional sueca Ikea, cuyos responsables han decidido que los cerdos destinados al consumo en los restaurantes que la cadena posee en el país sean felices, al menos, hasta llegar al matadero. Y, ¿qué entienden por 'felicidad porcina' los directivos de Ikea? Pues que el animal no sea castrado y viva en una jaula «confortable y espaciosa» hasta su sacrificio.
A Jesús Lasanta Santolaya, un ganadero riojano dedicado a la crianza de puercos, el asunto no le pilla de nuevas. «Antes, las hembras vivían en jaulas que no les permitían ni moverse, pero ahora, tras aprobarse la Normativa Europea del Bienestar Animal, deben estar acompañadas por dos hembras más y algún juguete». ¿Juguetes para cerdos? Sí, en las cuadras debe haber algo de paja, cadenas y papeles para que estos animales puedan divertirse y vivir como auténticos reyes.
La propuesta de Ikea, si sale adelante, se pondrá en marcha en colaboración con la asociación protectora de animales GAIA a partir de agosto de 2015, aprovechando los avances logrados en Bélgica en favor del bienestar del ganado porcino. Los supermercados, por ejemplo, han tomado la decisión de no vender la carne de cerdos que hayan sido capados. Pero, ¿por qué se les practica a los verracos esta amputación? Algunas teorías apuntan que gracias a la castración se mitiga su fuerte olor cuando se cocina, aunque esta conjetura tiene poca base científica. Lo cierto es que cualquier macho, de la especie que sea, es más propenso a engordar si carece de sus atributos. Conclusión: más kilos, mayor rentabilidad en la báscula.
Lo cierto es que la firma sueca vuelve a liderar una curiosa cruzada que no deja indiferente a nadie. Atrás quedan la polémica suscitada por las albóndigas con carne de caballo sin identificar o las tartas de chocolate en las que se detectaron restos de bacterias fecales.
La experiencia «podría exportarse en el futuro a otros establecimientos de Ikea en el mundo», afirma la cadena. Santolaya subraya las declaraciones de la directora de GAIA, Ann De Greef, para quien esta práctica no tiene sentido en nuestro país porque los españoles «no son tan sensibles» a ese fuerte olor porcino. En realidad, siempre se ha hecho y se seguirá haciendo, pero con mayores controles y con la debida presencia de un veterinario si el animal supera la semana de vida. Se ha abandonado, eso sí, la costumbre de romperle los dientes a los lechones para que no se maten por la mejor ubre de la madre.
La ministra de Sanidad y Consumo belga, Laurette Onkelinx, asegura que es partidaria de prohibir esta práctica y ofrecer como alternativa a los productores la posibilidad de optar por la vacunación de los animales o por dejarlos «intactos». La decisión no se ha adoptado todavía porque requiere del visto bueno de todas las regiones, y, por el momento, la de Flandes «ha planteado algunos problemas». Los protectores de los animales insisten en la necesidad de mejorar los instrumentos legales, tanto a nivel nacional como europeo. Lo cierto es que los cerdos tendrán que esperar para ser felices en Bélgica, pero, ¿lo serán en la república de Ikea?
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