Se conocieron en los 80, cuando tocaron
el cielo. Triunfaron siendo unos niños y lograron sobrevivir al lado
oscuro del éxito. Hoy todos pasan de los 50, ya no los persiguen las
chicas ni se juegan la vida en las giras, pero quieren volver a dar
guerra. Unirán fuerzas en un concierto único, el 2 de agosto,
acompañados de Hombres G, en el Starlite Festival, en Marbella. Antes de
esa noche 'movida' confesaron sus pecados ochenteros a 'XLSemanal'.
Alejo Stivel (Tequila): "No es fácil dejar de ser una 'rock star' y pasar a ser un jubilado con 23 años"
Con
18 años se convirtió en una estrella del 'rock' y cinco después ya
estaba jubilado. Voz de la primera banda de 'rock' española con ventas
millonarias, tras la disolución de Tequila se pulió todos sus ahorros en
pocos años. Tres décadas después ha iniciado una carrera en solitario.
XL. ¿Qué lo une a Nacho Campillo, Nacho García Vega y Rafa Sánchez?
A.S. Los cuatro hemos marcado diferentes momentos en la música pop española y siempre que nos hemos cruzado ha habido buena onda.
XL. Se cruzaron, supongo, en un bar...
A.S. Sí, sí, mayormente. En antros de perdición y desamparo (se ríe).
XL. Tocarán juntos, y con Hombres G, en Una Noche Movida. ¿Se identifica usted?
A.S. Yo soy anterior a la Movida, es cierto; pero, vamos, a una noche así yo me apunto [se ríe].
XL. Como noctámbulo, en todo caso...
A.S. Sí, esa Movida la vivimos todos [se ríe]. Bueno, la pre-Movida, la Movida y la after-Movida.
XL. ¿En esos años iba tranquilo por la calle?
A.S. Sin
problemas. Solo había que evitar los colegios femeninos. Eso podía
generar una situación peligrosa para mi integridad física.
XL. ¿Le gustaba ser acosado por las chicas?
A.S. ¿A quién no? Y era adolescente... Siempre es al revés: nosotros las perseguimos. Había que aprovechar [se ríe].
XL. ¿Lo echa de menos?
A.S.
Aún me persigue alguna suelta, pero sí, hubo una merma clara en ese
aspecto [se ríe]. Pero ya sabes que quien se acuerda de los ochenta es
que no los vivió a fondo. Y yo los viví bastante a fondo [se ríe]. Hay
años que no recuerdo gran cosa.
XL. Los de la Movida los redujeron a la categoría de «grupo de fans». ¿Les afectó?
A.S.
Sí que nos miraban por encima del hombro, pero es porque nos tenían
mucha envidia [se ríe]. En todo caso era cosa del marketing. En España,
el rock no daba dinero, pero la compañía vio nuestro potencial más allá
de los grupitos de rock que no vendían... y arrasamos.
XL. Pero la Movida fue el fin de Tequila. Dice Ariel Rot que los tenían por unos carrozas...
A.S.
Cierto, pero también llevábamos un tiempo juntos y la gente cambia.
Luego estaba la presión de la compañía, las drogas, el alcohol, la
saturación...
XL. Se dice que su discográfica se forró con ustedes...
A.S.
Sí, pero les pasa a todos: si haces mucha plata es porque tu disquera
hace muchísimo más. Igual con las editoriales, las productoras de
cine...
XL. Después de Tequila pasó cuatro años 'desaparecido'...
A.S. Esa palabra para un argentino... Estuve en barbecho, digamos.
XL. ¿Tras haber tocado el cielo se quedó, digamos, despistado?
A.S.
Sí, como la canción de Tequila, ¿no? [se ríe]. Pero es que a los 23 era
un jubilado del stardom. No sabía qué hacer y me dije: «Me gasto toda
la pasta y luego ya veré». Di tumbos por el mundo y la noche de varios
países y ciudades.
XL. ¿Cuánto le duró?
A.S. Dos, tres años, fue una descompresión. No es fácil pasar de rock star a otra cosa.
XL. ¿Puede pensar en alguien que le salvara la vida?
A.S. Quizá
no salvarme la vida, pero Nacho Cano me ayudó mucho. Fue él quien me
incitó y apoyó para convertirme en productor. Nacho estaba en plena
gloria con Mecano y yo, borracho por los bares. En un garito, me cogió
un día y me pegó la charla, se asoció conmigo y me ayudó a salir del
pozo.
XL. Publicó en solitario, Decíamos ayer, 30 años después de Tequila. ¿No sintió antes esa llamada?
A.S. Nunca dije: «Jamás grabaré un disco». Estaba muy instalado como productor, pero la espinita siempre estaba ahí.
XL. ¿Miedo, vértigo?
A.S.
Hay que ser muy valiente o muy inconsciente para volver a cantar
después de 30 años. El primer día en un escenario lo pasé mal, lo
confieso, no disfruté. Hasta la quinta actuación no me sentí: «OK, ya me
acuerdo de cómo era esto».
XL. ¿Fuma, bebe, se priva de algo, hace ejercicio?
A.S. Ya
bebí, ya me drogué, probablemente doblé el consumo tóxico de todo tipo
que pueda tener cualquier otra persona. Así que ya no abuso de nada.
Imagen: Alejo Stivel
Nacho García Vega (Nacha pop) :
"Una fan me donó todos sus órganos y luego quiso subir a mi habitación"
Junto
a su primo, el difunto Antonio Vega, lideró la banda más emblemática de
la Movida madrileña. Tras formar su propio grupo y tocar después en
solitario, reformó recientemente Nacha Pop para comprobar que nadie ha
olvidado saus canciones. Tampoco las de su primo.
XL. Hace unos meses rescató Nacha Pop, ¿es algo sólido o una reunión de amigos?
N.G.V. Las dos cosas: una reunión de amigos muy sólida.
XL. Su primo debe de ser como una presencia constante en su vida...
N.G.V.
Sí, bueno, no paramos de actuar y los conciertos son un constante
homenaje a él. Con canciones suyas muy rockeras que ya no tocaba porque
no se veía en condiciones.
XL. ¿Tener a su primo a su lado, quien, digamos, se excedió mucho, lo ayudó a echar el freno en los ochenta?
N.G.V. Antonio hizo lo que hizo, vivió como quiso vivir, pero cada persona es distinta.
XL. ¿Le preguntan más por él que por usted mismo?
N.G.V. Yo lo adoraba, así que no tengo problema en tenerlo presente. Hablo mucho de él por propia voluntad.
XL. ¿Se recuerda usted teloneando a los Ramones con 21 años?
N.G.V.
De otras cosas no [se ríe], pero de eso me acuerdo perfectamente.
Estaban abrumados en su hotel de cinco estrellas. Nosotros también,
claro, pero los tíos no paraban de reírse al ver que los trataban como
estrellas del rock cuando eran superbarriobajeros y más básicos que la
leche [se ríe]. Y el concierto fue un golpe muy fuerte de Nacha Pop. A
partir de ahí empezaron a contratarnos.
XL. ¿Y, de pronto, comenzaron a perseguirlos las fans?
N.G.V.
Sí, algo así. Yo, encantado, claro [se ríe]. Recuerdo en México que,
después de un concierto en la Monumental, una chica me regaló un libro
encuadernado en piel con el nombre de un hospital. Lo abrí y me costó
entenderlo. ¡Me donaba todos sus órganos! Los vitales, si moría ella
antes que yo, y si necesitaba alguno no vital, también me lo cedía. ¡Me
quedé...! Luego se vino al autobús y quiso subir a mi habitación, pero
yo no quise [se ríe].
XL. Con 13 años, en 1974, actuó en Así que pasen cinco años, obra prohibida de Lorca...
N.G.V.
¡Uy, sí!, era la primera vez que se representaba en España y vino la
princesa Sofía a vernos al colegio. Fue como un gesto pro democrático
suyo porque el Liceo Francés, donde yo estudiaba, no se regía por el
sistema educativo español y existía esa posibilidad de representarla y
la tía... [se ríe] quiero decir, Su Alteza, pues vino ahí con Franco
cerca de la tumba. Tuvo esa visión. Yo hacía un monólogo de un niño
muerto, como un alma.
XL. ¿No me diga que iba para actor?
N.G.V.
Lo dudo, pero siempre me tiró la cultura. En todo caso, al cabo de dos
años ya andábamos con las guitarras y antes de acabar el cole formamos
Uhu Helicopter, germen de Nacha Pop.
XL. Volviendo a Lorca, ¿andaba su familia en política?
N.G.V.
Bueno, me llevaron al Liceo, un lugar politizadísimo. Éramos 5000
alumnos y, salvo algunos hijos de ministros y demás, todos estaban por
la democracia. En mi clase estaba Elena Valenciano, y otra gente del
PSOE e IU.
XL. Pero Nacha Pop y la política... como que no.
N.G.V.
En 1980, cuando sacamos el primer disco, ya dábamos por hecho la
democracia. Tras la canción protesta de la generación anterior, todo era
más lúdico. Yo votaba y era activo con mis opciones políticas, pero a
la hora de escribir venían otras cosas a la cabeza.
XL. ¿Qué nos diferencia a los españoles de los de aquellos años?
N.G.V.
Somos más escépticos. Vivimos una gran ilusión y hoy estamos
decepcionados. La desilusión es el sentimiento predominante en estos
tiempos. La crisis económica, además, deja muy poco margen a cualquier
otra consideración.
Imagen: Nacho García Vega
Rafa Sánchez (La Unión):
"Tuve un periodo muy oscuro, estaba hecho un crápula"
Boris
Vian, el existencialismo, Nabokov, Tintín, Steinbeck, Mishima...
provocó un seísmo en el pop español. Desde entonces, han vendido más de
dos millones de discos, acaban de lanzar uno nuvo y su cantante carece
de pelos en la lengua.
XL. ¿Recuerda su primer concierto?
R.S.
Fue terrible. Nosotros pasamos de ser unos desconocidos a estar 11
semanas en el número 1 y no teníamos ni idea de cómo estar en un
escenario. Enseguida vimos que había que dejar Lobo hombre en París para
el final y evitar que la gente se fuera [se ríe]. Todo era un
descontrol total.
XL. ¿Salían borrachos?
R.S.
¡Uf! Nos jugábamos la vida cada día. Íbamos en furgoneta, tocábamos,
nos poníamos hasta arriba y volvíamos. Tenemos suerte de estar vivos.
Era muy divertido, una locura.
XL. ¿Aquel ambiente de la Movida propició que pudieran triunfar inspirados en el cine, la literatura, los cómics...?
R.S. Eso creo. Nosotros queríamos huir de la canción chiste, que siempre había triunfado en España. Queríamos sonar diferentes.
XL. Con el tiempo, sin embargo, han entrado en temáticas más políticas y sociales...
R.S.
Es que, cuando has hablado tanto del amor, te acabas planteando otros
temas. En política nunca he encontrado un partido a mi medida, aunque me
identifico con el 15-M, porque denuncian que todo es un negocio. Muchos
se meten en política para trincar, y eso debería revisarse. Es ofensivo
para el ciudadano.
XL. Lo veo indignado...
R.S. ¿Quién
no lo está? Y ya si hablamos del IVA... Eso es una venganza, porque el
partido del Gobierno no tiene gente del cine y de la música en sus
filas. Aquí, nos encanta echar a los artistas a los leones.
XL. ¿Se le ocurre alguna explicación?
R.S.
Se ha cultivado la imagen de que somos unos vagos. Supongo que habrá un
poco de envidia. Un taxista italiano me dijo una vez que nuestro
deporte nacional era la envidia, a diferencia del de ellos, que es la
vendetta. Fracamente, prefiero la envidia [se ríe].
XL. ¿Nunca se ha cansado de alguna de sus canciones?
R.S.
No, no, el repertorio es nuestro gran logro; lo que nos permite seguir
dedicados a esto. Tenemos canciones para varios conciertos cojonudos. La
gente canta sin parar. Como dice Mario Martínez, [guitarra de La
Unión]: «Esto es el karaoke nacional» [se ríe].
XL. Fue jurado en OT, ¿repetiría?
R.S. Sí,
para salir en la tele y hacer promoción [se ríe]. Así me lo tomé y,
además, pagaban bien, aunque no me gusta juzgar a la gente. Mi filosofía
es que, aunque cantes como el culo, si tienes algo que decir, lánzate.
Tom Waits me transmite 800 veces más que Pavarotti. Y en OT les enseñan a
base de gorgorito, todo muy exhibicionista y falso. Siempre votaba a
los que no eran así [se ríe].
XL. ¿El escenario es como una droga?
R.S.
Sí, es poderoso. Engancha. La música es de las cosas que mejor expresa
los sentimientos. Un libreto de ópera es un texto muy confuso, pero en
comunión con la música trasmite la tristeza, la alegría, o lo que sea,
mejor que nada en el mundo.
XL. ¿Y la fama?
R.S.
Es un precio que hay que pagar para vivir de esto, pero siempre nos ha
horripilado la sobreexposición. Lo mejor que tiene es entrar sin
problemas a las discotecas y conseguir mesa en los restaurantes [se
ríe]. Poco más. Bueno, y para ligar. Se aprende mucho y se experimentan
muchas cosas.
XL. ¿Lo ha probado usted todo?
R.S.
Bueno, he probado bastantes cosas en diferentes ámbitos [se ríe]. Tuve
un periodo muy oscuro, estaba hecho un Fraticelli. Me tiraba todo lo que
pasaba por delante.
XL. ¿Todo?
R.S.
Mira, hubo un verano, de gira, en que me acosté con más de 100 mujeres.
Se te ponían a tiro, oye [se ríe]. Sí, sí, es que, hasta los 28, fui
totalmente 'hetero'. Quizá demasiado [se ríe].
XL. Ha explorado a fondo el asunto, ¿no?
R.S. Sí, muy a fondo. ¿Y sabes una cosa?, siempre he tenido mejor sexo con mujeres que con hombres.
Imagen: Rafa Sánchez
Nacho Campillo (Tam Tam Go!):
"Hay gente que sabe parar y otra que, por caráctero debilidad, paga con la vida"
Pasó
una década metido en todos los 'fregados' de la Movida. Salió en la
primera de Almodóvar, pinchó en el mítico La Vía Láctea, trabajó en
Radio 3 y tocó en varias bandas hasta que, con 27 años, el éxito llamó a
su puerta (a patadas) para vender más de un millón de discos.
XL. Una duda, ¿de verdad formó un grupo patrocinado por el Ministerio de Defensa?
N.C.
Sí. Comando Rock. Javier Vargas y yo, para escaquearnos en la mili
(ríe). Hicimos un único concierto, en la Academia Militar de Zaragoza,
pero salimos en toda la prensa extranjera: «El Ejército Español se
moderniza», «España, único país con banda de rock militar» [se ríe],
cosas así.
XL. ¿Y no siguieron?
N.C.
Fue una operación para lavar la cara, un año después del 23-F. El mando
no lo vio bien y lo cortaron de raíz. Ensayamos cuatro meses y grabamos
un disco que alguien secuestró. 1981 y 1982 sí que fueron años de
movida.
XL. Vivió en Londres la adolescencia. Al venir a Madrid en 1979, debía de ser usted el sheriff...
N.C.
¡No veas, capitán general! Con 16 años viví el punk y la new wave, vi a
todo dios en directo y me traje los discos que había que tener. A los
19 años vine a Madrid e iba con sombrero, pantalón de cuero, pelo largo,
pendientito y todos me señalaban por la calle.
XL. ¿Qué lo llevó a Londres tan joven?
N.C.
Mis padres se fueron allí a divorciarse y se quedaron. Mi madre conoció
a un italiano y se estableció. Mi padre, volvió y se instaló en Madrid.
Nos vino genial para aprender inglés y espabilar. Pasamos de Badajoz a
Londres en 1976, un cambio brutal.
XL. Creo haberle visto en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, ¿puede ser?
N.C.
Sí, sí. Llevé mi guitarra, salí, hice todo lo que pude, cociné para el
equipo [se ríe]; tenía mucha conexión con Almodóvar, por Ricardo Franco,
que era mi amigo y lo ayudó mucho. Las primeras obras de Pedro son lo
que mejor refleja el Madrid de esos años.
XL. Franco fue el autor de Manuel y Raquel, su primer bombazo. Fue uno de los que murió muy pronto, ¿no?
N.C.
Con 49 años, de un infarto viendo el Real Madrid-Juventus, la final de
Champions, la del gol de Mijatovic. Estaba rodando Lágrimas negras,
pararon para ver el fútbol y ahí le dio. Él era diabético, se había
descuidado un poco...
XL. ¿Y usted se ha descuidado también?
N.C.
Sí, claro, como todos [se ríe]. Pero hay gente que sabe parar y otra
que, por carácter, debilidad o exceso de sensibilidad, lo paga con la
vida. Yo fumo y de vez en cuando me tomo algo, pero nada que ver. Y
ahora que soy padre, menos todavía. Amo profundamente la vida y por eso
sigo aquí.
XL. Manuel y Raquel, por cierto, hablaba de un transexual en 1987. Y arrasó...
N.C.
De hecho, no nos atrevíamos a enseñarla a las compañías. Al final, la
mayoría no entendió nada. Las niñas que nos seguían creían que era una
letra de amor entre Manuel y Raquel. Entraban al camerino y decían: «Qué
bonita historia». Y yo: «Bueno, no es así exactamente...». [se ríe].
XL. Pensé que sus fans eran ya más maduras...
N.C. ¡Uy!, como pasaras ante la puerta de un colegio de chicas...
XL. Lo dice por experiencia, supongo.
N.C.
Sí, sí [se ríe], me pilló de novato. Salió una marabunta de
adolescentes y me rompieron la camisa. En fin, el éxito es divertido,
pero el verdadero triunfo reside en descubrir quién eres, conocerte a ti
mismo lo máximo posible y tener el valor de vivir con ello.
XL. Ha sido Nacho Reino, Campillo y lanza ahora un álbum, Animal reset, como 'Reyno'. ¿De verdad se conoce a sí mismo?
N.C.
Eso creo [se ríe]. Reyno es el apellido de mi madre, aunque en los
ochenta lo escribiera con 'i'. Estuvimos separados mucho tiempo y, al
nacer mi hija, aprendí a valorarla más. A mi padre ya le di mucha cancha
[se ríe], le tocaba a ella.
Imagen: Nacho Campillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario