sábado, 13 de julio de 2013

PROTAGONISTA, Margaret Mazzantini: "La vida es la lucha entre la belleza y la fealdad",./ TENDENCIAS, HEROÍNAS, LA NUEVA MINA DE ORO DE HOLLYWOOD,./ Novias de alta costura, del 'atelier' a la pasarela

TÍTULO; PROTAGONISTA, Margaret Mazzantini: "La vida es la lucha entre la belleza y la fealdad"
De su fragilidad extrae la fuerza para contar historias de mujeres al borde del abismo. Son las que lleva al cine su marido, Sergio Castellitto, ...
Margaret MazzantiniLa escritora Margaret Mazzan-tini (Dublín, 1961) vive en el barrio de Parioli, uno de los más exclusivos de Roma, lleno de arboledas y palacetes de principios del siglo XX. Nos reunimos con ella en su casa, bajo un sol que hace resplandecer a la ciudad eterna. Ella, delgada y de cuerpo frágil, pero con un rostro cuyos ojos verdes traslucen una cierta dureza, nos recibe con una sonrisa. Por los pasillos cruza también su marido, el director de cine y actor Sergio Castellitto (Roma, 1953), con el que lleva casada desde 1987 y con el que tiene cuatro hijos.

Castellitto ha rodado las películas basadas en sus libros “No te muevas” y “La palabra más hermosa”, ambas protagonizadas por la actriz Penélope Cruz. Ahora, Mazzantini ha publicado en España “Mar de mañana” (Alfaguara), una historia llena de lirismo que narra el desarraigo a través de dos mujeres italianas que tienen que huir de Libia con sus hijos tras el golpe de estado de Gadafi.

P. En “El mar de mañana” narra una historia con la guerra de fondo. ¿Qué le inspiran los momentos trágicos?
R.
Yo creo que el primer deber de un escritor es desenterrar. Lo que me entristece como mujer, como ser humano, es saber que mientras nosotros vivimos en una seguridad, cuidando a nuestros hijos, con vidas muchas veces mediocres, muy cerca de nosotros se encuentra la devastación. Quizá nos hemos acostumbrado a ver el horror y nos hemos vuelto más indiferentes. Pero el escritor tiene el deber de pararse y reflexionar profundamente.

P. La relación madre e hijo está muy presente en esta y otras de sus novelas. ¿Qué le interesa de esta experiencia maternal?
R.
La relación madre e hijo es donde se inicia el mundo. Es algo que forma parte de una misma. En cada libro, los hijos están siempre porque son parte de la vida. Además, creo que los niños intuyen más, son un radar que intercepta todo, en especial la ambigüedad de los adultos.

P. ¿Están sus miedos por sus hijos en sus novelas? En este libro, una de las madres teme que su hijo un día la abandone.
R. Sí, es una mujer independiente, pero tiene terror a que su hijo se marche. La última parte del libro, que a mí me encanta, cuando el chico se va a Londres y ella se queda sola y él la llama por teléfono y le dice: “Mamá, han matado a Gadafi”. Y para ella, aunque es el hombre que le ha destrozado la vida, en ese momento no es nada. Lo ve en internet, como un ratón ensangrentado, y se da cuenta de lo poco que significa. A estas personas que sufrieron nadie les va a devolver nunca sus vidas. Pero ella tiene un hijo y ese hijo tiene un futuro.

P. Como lo que ocurre en nuestro corazón con las palpitaciones que produce el amor, que también está muy presente en su obra, aunque siempre de una manera complicada; el mal siempre está obstaculizando a la belleza. ¿Son las dos fuerzas?

R. Absolutamente. La vida es eso, la lucha entre la belleza y la fealdad. Alguien que escribe tiene que tener una sensibilidad extrema, que es necesaria y que nace de un agujero, de un dolor. No hay ninguna forma de arte que no empiece con un trauma. Yo creo que todos los artistas están traumatizados. Y la única manera de sobrevivir es hacer un gesto artístico, que requiere un riesgo enorme porque no sabes qué hacer. Y esa es la desesperación, porque nunca, nunca tienes que protegerte. Yo, como escritora, nunca me protejo. Yo me expongo en mi escritura.

P. Ha repetido varias veces que los hijos son la esperanza, pero las mujeres en Occidente cada vez tenemos menos hijos. ¿Ya ni siquiera tenemos esa esperanza?
R.
El mundo ha empeorado porque también hemos empeorado nosotros. Eso es también fruto del egoísmo, de un individualismo excesivo. De todas formas, creo que todo esto va unido también a una cuestión económica que nos paraliza. En Italia es un esfuerzo grandísimo tener hijos.

P. Usted, de hecho, ha tenido cuatro, lo que ahora es rarísimo.
R.
Sí, pero también es verdad que el primero nació hace 20 años y yo también he sido una mujer privilegiada. A veces los escritores pasan hambre, pero yo he vivido muy bien. Ahora los hijos solo los tienen quienes son muy pobres o las personas con un buen estatus. Por otro lado, hoy en día la atención hacia los hijos ha cambiado mucho. Cuando yo era pequeña salíamos de la escuela y nos abandonaban en la calle, jugábamos y se desarrollaba la fantasía. Ahora todo los hijos están controlados y haciendo todo tipo de actividades programadas, por lo que al final están deprimidos. A mí me gusta que estén en casa imaginando, soñando. Si les estás estimulando constantemente llega un momento en que nada les estimula.

P. Cuándo escribe, ¿consulta a su marido?
R.
Sí, Sergio es mi primer lector. Esto a veces ocurre entre las parejas cuando hay confianza y tienen la capacidad de conocerse y reconocerse. Yo nunca me he considerado una gran escritora ni una escritora de éxito. Soy muy vulnerable desde que nací, como un niño que empieza a andar. Y Sergio me ayuda porque me consuela. A veces cuando vuelvo a casa pienso: “Hoy tiro todo lo que he escrito”, pero él lo lee y me dice que es bueno. Entonces ya no me parece que está tan mal y lo retomo. La obra de arte es lo más solitario del mundo, pero tienes la necesidad de que alguien te escuche.  


TÍTULO; TENDENCIAS, HEROÍNAS, LA NUEVA MINA DE ORO DE HOLLYWOOD,.

Nuevo arquetipo misógino o “girl power”? Hollywood está haciendo caja con esta generación de mujeres valientes, tenaces... y mentalmente ...
 Sola ante el peligro y armada hasta los dientes, la teniente Ripley se enfrentó al espeluznante alienígena que había secuestrado su nave y aniquilado a toda la tripulación. Corría el año 1979 y con aquella titánica lucha, mantenida por la versión más letal de Sigourney Weaver, “Alien” daba a luz a un personaje inédito en la historia del cine. Nacía la heroína de acción. Y, casi al mismo tiempo, aquel icono feminista caía precipitadamente en el olvido. A excepción de las secuelas de la saga de Ridley Scott y de un puñado de personajes (Sarah Connor en “Terminator”, la Novia de “Kill Bill” o Alice, el personaje de Milla Jovovich en la saga “Resident evil”), Hollywood se olvidó de ellas. Y siguió apostando por una fórmula copiada sin pudor del clásico cuento de hadas: héroe + villano + damisela en apuros = a taquillazo de acción. Y así, mientras ellas volvían al papel de víctimas gritonas, Stallone, Schwarzenegger y compañía se apropiaron del género en los 90 y Matt Damon (con su Jason Bourne) o Daniel Craig (en la enésima encarnación de James Bond) tomaron el relevo para estrenar el siglo.

Y entonces llegó Lisbeth Salander. Era un bicho raro de manual: superviviente de una niñez traumática, “hacker” reconvertida en investigadora, solitaria, bisexual y chica dura de moto, con chupa de cuero y look andrógino adornado de piercings y tatuajes. Así la concibió Stieg Larsson para la saga “Millenium”. Con la adaptación por duplicado de su primera parte, “Los hombres que no amaban a las mujeres”, Salander (interpretada por Noomi Rapace en la versión original sueca y por Rooney Mara en la americana) ponía otra vez de moda a las heroínas. Tan capaz de piratear cuentas bancarias como de torturar a su violador, Lisbeth logró además invertir roles inamovibles: Mikael Blomkvist (interpretado en la versión norteamericana por Daniel Craig) era la víctima indefensa en aquel sótano de los horrores y Salander, su heroica salvadora.

Pero, pese a su brillante hoja de servicios, Salander no encajaba en el perfil clásico del héroe. Arrastraba demasiado lastre: había sufrido abusos sexuales en su infancia, era descrita en la novela como “paranoica”, “psicótica” o “esquizofrénica”, y se mostraba absolutamente incapaz de ser feliz. Y en esa personalidad tan compleja como fascinante, Hollywood ha encontrado los ingredientes para construir un nuevo arquetipo de heroína capaz de impartir justicia y, sobre todo, de llenar los cines. Salander es el paradigma, pero no está sola.

Agentes dobles

También cumple con esos requisitos Maya, la agente de la CIA obsesionada con cazar a Bin Laden a la que interpretaba Jessica Chastain en “La noche más oscura”. Sin vida social ni ambiciones personales, vive por y para capturar al villano. Su clon televisivo, la espía interpretada por Claire Danes en la serie “Homeland” que emite Cuatro, sufre los mismos males: y los guionistas le han sumado un trastorno bipolar y un par de intentos de suicidio.

Fuertes e independientes, su causa suele ser justa y sus métodos, de una moral laxa. Pero su diagnóstico psicológico es demoledor. Raras de pedigrí, traumatizadas hasta la médula y sociópatas sin vida privada, su habilidad para completar su misión suele ser directamente proporcional a su grado de desequilibrio mental: cuanto más raras y más infelices, más eficientes. Y de ahí, las críticas que tachan a este nuevo estereotipo de invento misógino. “No es un icono feminista ni nada que se le parezca. Es un arquetipo tan pernicioso y reaccionario como otros que ha dado lugar el cine a lo largo de su historia”, escribía la periodista Tanya Gold en un reciente artículo del Sunday Times. Sin embargo, cualquier superhéroe que se precie tiene traumas infantiles (Spiderman) o personalidad sociópata (Batman, que vive en una cueva, lleva máscara y solo se relaciona con su mayordomo), o es un perfecto ególatra (Iron Man).


La nueva generación


Katniss Everdeen –encarnada por la omnipresente y oscarizada Jennifer Lawrence– ha tomado por fin el relevo de la teniente Ripley. Como ella, es una superviviente en un universo hostil, obligada a competir en “Los juegos del hambre” para salvarle la vida a su hermana. No solo se defiende con el arco y las flechas, sino que es noble, valiente, inteligente y hasta tiene tiempo para el amor en medio de la batalla.

Pero más allá de arquetipos perniciosos o iconos feministas, la buena noticia es que Hollywood parece haberse caído por fin del guindo y ha empezado a pensar en las mujeres como protagonistas de sus cintas más taquilleras. No ha sido fácil. El año pasado, Meryl Streep se quejaba públicamente, en una entrega de premios a mujeres cineastas: “Las horribles estadísticas detallan la poca representación que tienen las mujeres en este negocio. Solo el 10% de los directores, productores, guionistas o directores de fotografía son femeninos.

Y eso pese a que, en los últimos años, cinco pequeñas películas sobre mujeres recaudaron 1.600 millones de dólares [1.250 millones de euros]: “Criadas y señoras”, “La dama de hierro”, “Mamma Mia”, “El diablo viste de Prada” y “La boda de mi mejor amiga”. Por ejemplo, “La dama de hierro” costó 14 millones y recaudó 114. [11 y 88 millones de euros, respectivamente] ¡Puro beneficio! Así que... ¿por qué no quieren los estudios ese dinero?”. Streep tenía razones para enfurecerse. Aunque la mitad de los espectadores norteamericanos son mujeres, solo un 33% de los personajes de las 100 películas más vistas de 2011 eran femeninos. Y lo más preocupante: únicamente un 11% de esas cintas tenía a una mujer como protagonista indiscutible.

Pero Hollywood sí quiere el dinero. Y está empezando a reclamarlo. Tras cintas como “Salt” (con Angelina Jolie) o “Haywire” (con Gina Carano), el año pasado la tendencia dio un vuelco con tres hits consecutivos: “Los juegos del hambre” (535 millones de euros en todo el mundo), “Blancanieves y la leyenda del cazador” (306 millones) y “Brave” (414 millones). Además de sus millonarias recaudaciones, las tres cintas compartían algo mucho más importante. Eran proyectos de gran presupuesto, altas dosis de acción, pensadas para el consumo masivo y con tres protagonistas femeninas fuertes, capaces e independientes. Y no parece una moda pasajera. Mientras la trilogía de “The Host” se ha estrenado con Saoirse Ronan ejerciendo de estrella, Ridley Scott ha anunciado que la esperadísima secuela de “Blade runner” tendrá una protagonista femenina. Han tenido que pasar más de 30 años, pero la teniente Ripley ya no está tan sola ante el peligro. 


Princesas guerreras


Blandiendo espadas y con armaduras sobre el vestido, las princesas ya no son lo que eran. Hollywood ha reinventado también los cuentos de hadas y sus mujeres ya no son damiselas a la espera de un príncipe azul. Como muestra, las dos versiones de “Blancanieves” (protagonizadas por Lily Collins y Kristen Stewart) y un par de cintas de animación: Rapunzel, de “Enredados”, y Mérida, de “Brave”, la primera protagonista femenina de Pixar.

TÍTULO; Novias de alta costura, del 'atelier' a la pasarela
Con color, de inspiración “vintage” y llenas personalidad. Así son las propuestas nupciales “haute couture” presentadas en la I Edición de la ...
ya tiene pasarela de novias. El pasado 27 de junio, en un escenario palaciego, los diseños de alta costura más especiales se pudieron ver en la primera edición de la Pasarela Santillana, en la que participaron seis de los mejores diseñadores de vestidos de novia de nuestro país. Esta iniciativa, como dice su directora, Teresa Escudero, “nace con espíritu de continuidad, para que Madrid no se quede sin su cita de moda nupcial”. Con el apoyo de Marca España y el Palacio Santillana, un edificio que perteneció a Enrique IV y que sirvió de telón de fondo al desfile, se reunieron los grandes nombres de la alta costura nupcial española: Ion Fiz, Isabel Zapardiez, Rafael Urquízar, Jordi Dalmau, Ana Torres y Rosario Díaz. Un elenco de creadores que “no tienen las herramientas de marketing de las grandes cadenas, pero que hacen un trabajo artesano para cada novia. Diseños muy especiales que hay que promocionar dentro de la moda española”, apostilla Escudero.

Sobre la pasarela, novias con mucha personalidad, como las que propone Isabel Zapardiez, de aires rockeros, con faldas con volúmen y cinturas de avispa; con líneas futuristas y detalles de cuero negro que contrastaban con el clásico blanco nupcial, como las de Rafael Urquízar; e incluso una novia de rojo, ideada por Rosario Díaz. El ejemplo más claro de la originalidad de las propuestas fue el joven Jordi Dalmau, que dejó al público boquiabierto con una original puesta en escena y novias que se transformaban sobre la pasarela. Como él mismo confiesa, “miro las tendencias, lo que hacen los demás, y voy en contradirección”. Y es que esta no es una pasarela al uso. No se trabaja igual y todos los creadores saben la importancia de los sentimientos a la hora de diseñar cada traje. “Lo que diferencia la moda nupcial del “prêt-à-porter” es la carga emocional que se traduce en el vestido”, aclara Isabel Zapardiez.

Las siluetas hiperfemeninas de Ion Fiz pusieron el broche final a la I Edición de la Pasarela Santillana. Él demostró que los conceptos naturalidad y sofisticación pueden ir de la mano en un vestido de novia. 


Los creadores de sueños

La perfección natural de Ion Fiz


Si algo tiene claro, es que “menos es más, y ninguna novia debe caer en el exceso”. Por eso, asegura, “el vestido no puede estar por encima de la novia, sino ser una extensión de ella y de su manera de ser”, asegura.


La vuelta al mundo de Rosario Díaz

Para la diseñadora, “el vestido 10 es el que mejor muestra la personalidad y estilo de la mujer que lo luzca”, aunque señala que “para ir perfecta, el único secreto es que la novia esté enamorada; eso se refleja por fuera”.


Una  ventana al futuro, Raquel Urquízar
Lo tiene claro: “Cada novia es única, pero todas deben evitar disfrazarse. El vestido no tiene que estar ligado a la tendencia, sino ser el reflejo de cada mujer. Que dentro de 10 años siga reconociéndose y viéndose guapa”.


Las 'sinvergüenzas' de Jordi Dalmau

“La inspiración sale sola y cada novia, de acuerdo con su estilo, tiene su diseñador”, afirma. Sus novias son “atrevidas, diferentes, “sinvergüenzas”, sexys y siempre cómodas”, confiesa Jordi Dalmau.


'Love me, tender'... Isabel Zapardiez

Un traje habla 100% de la novia, de cómo es”, reflexiona. Y aunque tiene claro que “no existe el vestido perfecto sin los complementos adecuados”, la verdadera clave para que una novia esté radiante no es otra que “la felicidad”.


La elegancia clásica de Ana Torres

Según la diseñadora, “el vestido debe ser un reflejo de la personalidad de la novia, de su manera de ser, potenciando siempre lo mejor de cada una”. Y nos regala un consejo: “A una fiesta, ve sexy; a tu boda, muy elegante y delicada”.



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