De
su fragilidad extrae la fuerza para contar historias de mujeres al
borde del abismo. Son las que lleva al cine su marido, Sergio
Castellitto, ...
La escritora Margaret Mazzan-tini (Dublín, 1961) vive en el barrio de
Parioli, uno de los más exclusivos de Roma, lleno de arboledas y
palacetes de principios del siglo XX. Nos reunimos con ella en su casa,
bajo un sol que hace resplandecer a la ciudad eterna. Ella, delgada y de
cuerpo frágil, pero con un rostro cuyos ojos verdes traslucen una
cierta dureza, nos recibe con una sonrisa. Por los pasillos cruza
también su marido, el director de cine y actor Sergio Castellitto (Roma,
1953), con el que lleva casada desde 1987 y con el que tiene cuatro
hijos.
Castellitto ha rodado las películas basadas en sus libros “No te muevas” y “La palabra más hermosa”, ambas protagonizadas por la actriz Penélope Cruz. Ahora, Mazzantini ha publicado en España “Mar de mañana” (Alfaguara), una historia llena de lirismo que narra el desarraigo a través de dos mujeres italianas que tienen que huir de Libia con sus hijos tras el golpe de estado de Gadafi.
P. En “El mar de mañana” narra una historia con la guerra de fondo. ¿Qué le inspiran los momentos trágicos?
R. Yo creo que el primer deber de un escritor es desenterrar. Lo que me entristece como mujer, como ser humano, es saber que mientras nosotros vivimos en una seguridad, cuidando a nuestros hijos, con vidas muchas veces mediocres, muy cerca de nosotros se encuentra la devastación. Quizá nos hemos acostumbrado a ver el horror y nos hemos vuelto más indiferentes. Pero el escritor tiene el deber de pararse y reflexionar profundamente.
P. La relación madre e hijo está muy presente en esta y otras de sus novelas. ¿Qué le interesa de esta experiencia maternal?
R. La relación madre e hijo es donde se inicia el mundo. Es algo que forma parte de una misma. En cada libro, los hijos están siempre porque son parte de la vida. Además, creo que los niños intuyen más, son un radar que intercepta todo, en especial la ambigüedad de los adultos.
P. ¿Están sus miedos por sus hijos en sus novelas? En este libro, una de las madres teme que su hijo un día la abandone.
R. Sí, es una mujer independiente, pero tiene terror a que su hijo se marche. La última parte del libro, que a mí me encanta, cuando el chico se va a Londres y ella se queda sola y él la llama por teléfono y le dice: “Mamá, han matado a Gadafi”. Y para ella, aunque es el hombre que le ha destrozado la vida, en ese momento no es nada. Lo ve en internet, como un ratón ensangrentado, y se da cuenta de lo poco que significa. A estas personas que sufrieron nadie les va a devolver nunca sus vidas. Pero ella tiene un hijo y ese hijo tiene un futuro.
P. Como lo que ocurre en nuestro corazón con las palpitaciones que produce el amor, que también está muy presente en su obra, aunque siempre de una manera complicada; el mal siempre está obstaculizando a la belleza. ¿Son las dos fuerzas?
R. Absolutamente. La vida es eso, la lucha entre la belleza y la fealdad. Alguien que escribe tiene que tener una sensibilidad extrema, que es necesaria y que nace de un agujero, de un dolor. No hay ninguna forma de arte que no empiece con un trauma. Yo creo que todos los artistas están traumatizados. Y la única manera de sobrevivir es hacer un gesto artístico, que requiere un riesgo enorme porque no sabes qué hacer. Y esa es la desesperación, porque nunca, nunca tienes que protegerte. Yo, como escritora, nunca me protejo. Yo me expongo en mi escritura.
P. Ha repetido varias veces que los hijos son la esperanza, pero las mujeres en Occidente cada vez tenemos menos hijos. ¿Ya ni siquiera tenemos esa esperanza?
R. El mundo ha empeorado porque también hemos empeorado nosotros. Eso es también fruto del egoísmo, de un individualismo excesivo. De todas formas, creo que todo esto va unido también a una cuestión económica que nos paraliza. En Italia es un esfuerzo grandísimo tener hijos.
P. Usted, de hecho, ha tenido cuatro, lo que ahora es rarísimo.
R. Sí, pero también es verdad que el primero nació hace 20 años y yo también he sido una mujer privilegiada. A veces los escritores pasan hambre, pero yo he vivido muy bien. Ahora los hijos solo los tienen quienes son muy pobres o las personas con un buen estatus. Por otro lado, hoy en día la atención hacia los hijos ha cambiado mucho. Cuando yo era pequeña salíamos de la escuela y nos abandonaban en la calle, jugábamos y se desarrollaba la fantasía. Ahora todo los hijos están controlados y haciendo todo tipo de actividades programadas, por lo que al final están deprimidos. A mí me gusta que estén en casa imaginando, soñando. Si les estás estimulando constantemente llega un momento en que nada les estimula.
P. Cuándo escribe, ¿consulta a su marido?
R. Sí, Sergio es mi primer lector. Esto a veces ocurre entre las parejas cuando hay confianza y tienen la capacidad de conocerse y reconocerse. Yo nunca me he considerado una gran escritora ni una escritora de éxito. Soy muy vulnerable desde que nací, como un niño que empieza a andar. Y Sergio me ayuda porque me consuela. A veces cuando vuelvo a casa pienso: “Hoy tiro todo lo que he escrito”, pero él lo lee y me dice que es bueno. Entonces ya no me parece que está tan mal y lo retomo. La obra de arte es lo más solitario del mundo, pero tienes la necesidad de que alguien te escuche.
TÍTULO; TENDENCIAS, HEROÍNAS, LA NUEVA MINA DE ORO DE HOLLYWOOD,.
Castellitto ha rodado las películas basadas en sus libros “No te muevas” y “La palabra más hermosa”, ambas protagonizadas por la actriz Penélope Cruz. Ahora, Mazzantini ha publicado en España “Mar de mañana” (Alfaguara), una historia llena de lirismo que narra el desarraigo a través de dos mujeres italianas que tienen que huir de Libia con sus hijos tras el golpe de estado de Gadafi.
P. En “El mar de mañana” narra una historia con la guerra de fondo. ¿Qué le inspiran los momentos trágicos?
R. Yo creo que el primer deber de un escritor es desenterrar. Lo que me entristece como mujer, como ser humano, es saber que mientras nosotros vivimos en una seguridad, cuidando a nuestros hijos, con vidas muchas veces mediocres, muy cerca de nosotros se encuentra la devastación. Quizá nos hemos acostumbrado a ver el horror y nos hemos vuelto más indiferentes. Pero el escritor tiene el deber de pararse y reflexionar profundamente.
P. La relación madre e hijo está muy presente en esta y otras de sus novelas. ¿Qué le interesa de esta experiencia maternal?
R. La relación madre e hijo es donde se inicia el mundo. Es algo que forma parte de una misma. En cada libro, los hijos están siempre porque son parte de la vida. Además, creo que los niños intuyen más, son un radar que intercepta todo, en especial la ambigüedad de los adultos.
P. ¿Están sus miedos por sus hijos en sus novelas? En este libro, una de las madres teme que su hijo un día la abandone.
R. Sí, es una mujer independiente, pero tiene terror a que su hijo se marche. La última parte del libro, que a mí me encanta, cuando el chico se va a Londres y ella se queda sola y él la llama por teléfono y le dice: “Mamá, han matado a Gadafi”. Y para ella, aunque es el hombre que le ha destrozado la vida, en ese momento no es nada. Lo ve en internet, como un ratón ensangrentado, y se da cuenta de lo poco que significa. A estas personas que sufrieron nadie les va a devolver nunca sus vidas. Pero ella tiene un hijo y ese hijo tiene un futuro.
P. Como lo que ocurre en nuestro corazón con las palpitaciones que produce el amor, que también está muy presente en su obra, aunque siempre de una manera complicada; el mal siempre está obstaculizando a la belleza. ¿Son las dos fuerzas?
R. Absolutamente. La vida es eso, la lucha entre la belleza y la fealdad. Alguien que escribe tiene que tener una sensibilidad extrema, que es necesaria y que nace de un agujero, de un dolor. No hay ninguna forma de arte que no empiece con un trauma. Yo creo que todos los artistas están traumatizados. Y la única manera de sobrevivir es hacer un gesto artístico, que requiere un riesgo enorme porque no sabes qué hacer. Y esa es la desesperación, porque nunca, nunca tienes que protegerte. Yo, como escritora, nunca me protejo. Yo me expongo en mi escritura.
P. Ha repetido varias veces que los hijos son la esperanza, pero las mujeres en Occidente cada vez tenemos menos hijos. ¿Ya ni siquiera tenemos esa esperanza?
R. El mundo ha empeorado porque también hemos empeorado nosotros. Eso es también fruto del egoísmo, de un individualismo excesivo. De todas formas, creo que todo esto va unido también a una cuestión económica que nos paraliza. En Italia es un esfuerzo grandísimo tener hijos.
P. Usted, de hecho, ha tenido cuatro, lo que ahora es rarísimo.
R. Sí, pero también es verdad que el primero nació hace 20 años y yo también he sido una mujer privilegiada. A veces los escritores pasan hambre, pero yo he vivido muy bien. Ahora los hijos solo los tienen quienes son muy pobres o las personas con un buen estatus. Por otro lado, hoy en día la atención hacia los hijos ha cambiado mucho. Cuando yo era pequeña salíamos de la escuela y nos abandonaban en la calle, jugábamos y se desarrollaba la fantasía. Ahora todo los hijos están controlados y haciendo todo tipo de actividades programadas, por lo que al final están deprimidos. A mí me gusta que estén en casa imaginando, soñando. Si les estás estimulando constantemente llega un momento en que nada les estimula.
P. Cuándo escribe, ¿consulta a su marido?
R. Sí, Sergio es mi primer lector. Esto a veces ocurre entre las parejas cuando hay confianza y tienen la capacidad de conocerse y reconocerse. Yo nunca me he considerado una gran escritora ni una escritora de éxito. Soy muy vulnerable desde que nací, como un niño que empieza a andar. Y Sergio me ayuda porque me consuela. A veces cuando vuelvo a casa pienso: “Hoy tiro todo lo que he escrito”, pero él lo lee y me dice que es bueno. Entonces ya no me parece que está tan mal y lo retomo. La obra de arte es lo más solitario del mundo, pero tienes la necesidad de que alguien te escuche.
TÍTULO; TENDENCIAS, HEROÍNAS, LA NUEVA MINA DE ORO DE HOLLYWOOD,.
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