«TÍTULO; Vamos a ser el farolillo rojo de Europa».
Ángel Viñas (Madrid, 1941) fue el primer historiador del
postfranquismo en entrar en los archivos del Ministerio de Asuntos
Exteriores. Era el año 1976 y allí encontró Viñas un tesoro de legajos
que le sirvieron, a él y a todos los que siguieron su camino, para crear
la edad de oro de la historiografía española. Tal era su amor por los
papeles que en 1982, convertido en asesor del entonces ministro de
Asuntos Exteriores, Fernando Morán, impulsó la nueva norma que permitió
la liberalización de multitud de archivos con un plazo de carencia de 25
años.
«El argumento estaba muy claro», cuenta Viñas; «la
diplomacia española no tenía por qué tener bajo secreto las miserias del
franquismo». Aquellos papeles fueron la base de multitud de artículos,
tesis y libros que ofrecieron luz sobre la Historia contemporánea de
España. «Eso es la Historia», cuenta con pasión Viñas. «Una cámara
oscura en la que entra una persona, el historiador, con una linterna
para intentar poner luz sobre un punto».
Con medidas como esta, España logró ponerse a la cabeza de
Europa en el campo de los archivos, cuenta este prestigioso escritor,
autor de una brillante trilogía de la Segunda República, entre decenas
de obras más. Pero de ser punteros en el continente España puede pasar a
convertirse en el «farolillo rojo, incluso peor que Rusia». La última
decisión del Ministerio de Defensa, que impide desbloquear la
liberalización de 10.000 documentos, ha indignado a Ángel Viñas, uno de
los 300 historiadores que han mostrado su enfado a través de una carta.
El grupo ha enviado una misiva al presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, en la que reclaman una rectificación y recuerdan que los
documentos son «un patrimonio documental de gran interés para los
historiadores».
El proceso del cierre de los archivos ha atravesado varias
etapas. En 2011, con Carmen Chacón como ministra de Defensa, el
Ministerio dio luz verde a que se hicieran públicos estos miles de
papeles por «no constituir riesgo alguno para la seguridad del Estado».
Pero el cambio de Gobierno supuso un freno para la aspiración de los
historiadores. El departamento de Pedro Morenés ha decidido mantener
bajo llave los documentos, alegando que pueden «dañar la relación de
España con terceros países». ¿De verdad pueden hacerlo? «En absoluto»,
responde sin pestañear Viñas desde Bruselas, donde reside actualmente.
«¿A quién puede perjudicar que se conozca cuáles eran los planes
defensivos de España durante la Segunda Guerra Mundial o qué buques
fueron tomados por la escuadra de bloqueo en la Guerra Civil?», se
pregunta Viñas, que no necesita ni responderse antes de afirmar que la
decisión es «arbitraria y antidemocrática».
El historiador considera que el criterio adoptado por
Morenés, contrario al de Chacón, solo puede deberse a un «pique» entre
los ministros. «Solo se me ocurre pensar que Morenés haya dicho: '¿Quién
es Chacón para decirme a mí lo que tengo que hacer?'». Y es que la
decisión de desclasificar en bloque los documentos se asentó sobre las
opiniones de un grupo de investigadores, convocados por la exministra en
el año 2010 con el objetivo de separar el grano de la paja, es decir,
los archivos realmente secretos («en el franquismo, a cualquier papel se
le ponía el sello de secreto») de aquellos que podían ver la luz sin
comprometer en ningún caso la seguridad nacional. «Yo no sé, en cambio,
si Morenés ha reunido a otro grupo de historiadores para tomar la
decisión contraria», relata, con bastante ironía, el autor de 'La
República en guerra: Contra Franco, Hitler, Mussolini y la hostilidad
británica'.
El argumento del «miedo» es lo único que le sirve a Viñas
para intentar encontrar una explicación a por qué no se publicarán
tantos documentos. «¿Tiene este Gobierno miedo al franquismo? ¿Temen que
aparezca algún documento que comprometa a algún miembro del Ejecutivo o
del Ejército? No creo, pero no puede ser otra cosa, porque el argumento
de que quedarán dañadas las relaciones con otros países es
sencillamente inverosímil», continúa Viñas, que sonríe al recordar sus
conversaciones con colegas extranjeros sobre este asunto: «Nos dicen que
estamos locos, que esto no ocurre en ningún sitio».
¿Y a partir de ahora, qué? Los historiadores reconocen que
no son un grupo de presión como otros. «Yo, desde luego, no me voy a ir a
las puertas del Ministerio de Asuntos Exteriores con una pancarta para
protestar», bromea el historiador. Su pataleta, más sútil, se refleja en
sus obras. «Solo puedo cabrearme interiormente y exteriormente, dejar
constancia de lo ocurrido. Cuando encontramos problemas de acceso a los
archivos, lo dejamos escrito. Eso es lo que va a ocurrir, que pondremos
negro sobre blanco lo ocurrido».
TÍTULO; LOS EDIFICIOS ESPAÑOLES SON LOS MENOS EFICIENTES DE TODA ESPAÑA,.
Los edificios españoles son los menos eficientes de toda Europa
Ayer concluyó, en la Escuela de Ingenierías Industriales, el curso internacional de verano Hacia el consumo eficiente de la energía eléctrica, ...
Ayer concluyó, en la Escuela de Ingenierías Industriales,
el curso internacional de verano 'Hacia el consumo eficiente de la
energía eléctrica', que durante cuatro días ofreció a los alumnos temas
que son generadores de oportunidades profesionales.
En la última jornada, Alberto Horrillo, presentó su visión
sobre la calificación energética de edificios. Esta ley, que está en
vigor desde 2007, presenta desde el pasado junio la aplicabilidad a
edificios ya existentes, «esto significa que una persona que tiene un
piso o un local comercial y lo quiere vender, o alquilar, deberá tener
un certificado acreditativo de las características energéticas del
edificio. Es similar a lo utilizado por los electrodomésticos, cuanto
más cerca de la A está, menos consume», explicó Horrillo.
Durante su presentación, el experto indicó que los
edificios españoles son los menos eficientes de toda Europa, «se gasta
mucho dinero en importar el 80 por ciento de la energía, y mucha de ella
se la llevan edificios con deficiencias estructurales».
La evaluación de la situación en nuestro país no fue mucho
más positiva. «Desde siempre se ha invertido mucho en obras nuevas, y la
gran mayoría de esos edificios no fueron pensados como edificios
eficientes. Pues ahora que esas construcciones deben ser adaptadas a la
nueva normativa, la remodelación de las mismas puede ser una buena
opción para generar empleo y reactivar a muchas empresas. Hay que
mejorar lo que ya tenemos porque el concepto de eficiencia energética es
no tirar el dinero a la basura», expuso Horrillo.
Un ejemplo sencillo de esto son las típicas ventanas
correderas de aluminio, «eso es una autopista para el calor, una pared
de 10 metros cuadrados pierde el mismo calor que esa ventana», aseguró
el ponente, que agregó que si también se instala un panel fotovoltaico, a
partir de los cuatro o cinco años, además de no desperdiciar energía,
se ganaría dinero.
Por último, Horrillo dio un paso más indicando que «si el
panel, la ventana y demás elementos que se usen son fabricados en España
se cumple un doble objetivo. Y si esto lo hiciese mucha gente, a largo
plazo hasta se dejaría de importar tanto crudo».
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