Antes
de convertirse en una deseada y millonaria celebridad de Hollywood,
Jeniffer López era una chica del Bronx (Nueva York) que odiaba ...
Antes de convertirse en una deseada y millonaria celebridad
de Hollywood, Jeniffer López era una chica del Bronx (Nueva York) que
odiaba la escuela tanto como le apasionaba bailar. Así lo acaba de
confesar frente a su antiguo hogar, una casa ubicada en el corazón del
peliagudo distrito de Nueva York, que cuenta con una altísima presencia
hispanohablante. Agarrada a la valla que rodea la que fue su casa, la
artista ha posado con vestidos de Prada y Dior, abrigos de pieles y
sofisticados tacones que rompen la estética obrera del vecindario. Allí
ha recordado cuando cantaba y bailaba frente al espejo, soñando con
convertirse en la estrella que es hoy.
Su memoria también ha desempolvado las discusiones con su
madre por querer dedicarse exclusivamente a sus estudios de baile. Tras
una de sus habituales broncas la artista se «mudó» al sofá de la
academia en la que estudiaba. «Fui una 'homeless'. Pero le dije a mi
madre: esto es lo que tengo que hacer». Meses después estaba trabajando
como bailarina en Europa y al cabo de un año abandonaba el Bronx para
ir a Los Ángeles.
En la ciudad de los sueños arrancó su imparable ascenso a
la fama, cuando empezó a acaparar los focos tras aparecer en los Grammy
del 2000 enfundada en un Versace que tapizaba sus curvas y dejaba poco a
la imaginación. Sus vivencias en el Bronx dejaron un poso de fuerza en
el carácter de López, una infatigable corredora de fondo, cuyo camino,
iniciado en el sofá de una academia de baile, está lejos de terminar.
TÍTULO; EL NIETO DE LADY DI,.
Gente
El nacimiento del nieto de Lady Di generará 284 millones de euros
En principio, y si los planes
médicos no se tuercen, el sábado un funcionario del Palacio de
Buckingham anunciará los detalles de la llegada al mundo del futuro
heredero al trono de los Windsor,.
Todo está meticulosamente preparado para este sábado. En
principio, y si los planes médicos no se tuercen, ese día miles de
súbditos de Isabel II jalearán la aparición de un funcionario del
Palacio de Buckingham, que será el encargado de anunciar de manera
oficial los detalles de la llegada al mundo del futuro heredero al trono
de los Windsor: el primer hijo de Guillermo de Inglaterra y de Kate
Middleton. Un protocolo real que se ha repetido un par de veces en las
últimas décadas con el nacimiento del propio Guillermo, hace 31 años
-«lloraba vigorosamente y tenía los ojos azules», se proclamó entonces-,
y de su padre, el príncipe Carlos, hace 64.
También siguiendo con la tradición, la duquesa de Cambridge
dará a luz en el pabellón privado del exclusivo hospital St Mary's de
Londres. Son las mismas instalaciones en las que Diana de Gales alumbró a
Guillermo y a Enrique, que cuentan con un servicio de lujo muy similar
al de los hoteles de cinco estrellas. La corona británica pagará una
factura de 6.000 euros por una noche de asistencia, según los tabloides
de las islas. La mamá plebeya de este heredero real estará atendida en
el St Mary's por el doctor Alan Farthing y por el ginecólogo personal de
la reina, Marcus Setchell, que también ayudó a traer al mundo a los dos
hijos de Sophie Wessex, la esposa del príncipe Eduardo, y que a los 70
años ha tenido que retrasar su jubilación para atender el último favor
personal de su majestad.
Aquí se acaban las interferencias, porque la feliz pareja
lo tiene todo controlado. Para empezar, la reina se enterará de la
noticia cuando el príncipe Guillermo se lo comunique por teléfono -hasta
ahora era un emisario de palacio el que daba la buena nueva-. Además,
por deseo de los duques de Cambridge no se sabrá si el bebé es niño o
niña hasta el mismo momento de su nacimiento. Los lores ya han
modificado la ley de sucesión al trono -que desde hace 300 años otorgaba
la primacía al varón- para que el primogénito, independientemente de su
sexo, sea el heredero.
La duquesa también romperá con otra tradición al volver a
casa de sus padres después de dar a luz y no contratará a ninguna niñera
para hacerse cargo del bebé en el palacio de Buckingham. Parece que,
según el expreso deseo de la duquesa, serán ella misma y Guillermo los
que se encarguen de dar los biberones y cambiar los pañales. Pasados
unos meses, lo lógico sería que los tres se mudaran al Palacio de
Kensington, una residencia que la reina Isabel II habilitó para la
futura llegada del heredero. La reforma realizada en el edificio, de 21
habitaciones repartidas en cuatro plantas, ha consistido en la
sustitución de las estructuras contaminadas de amianto -empleado en otra
época en materiales de construcción y que se considera cancerígeno- y
ha costado 1,2 millones de euros, según consta en el presupuesto firmado
por la propia monarca.
No son las únicas cifras que se manejan en torno a este
nacimiento, uno de los más esperados en el Reino Unido en los últimos
años. Las que dan más vértigo son las que reveló el diario 'The
Telegraph', que la semana pasada publicó que este acontecimiento
generará un negocio de 284 millones de euros, más incluso que el enlace
de Guillermo y Kate. Antes de nacer ya tiene tanto tirón como su abuela
Lady Di, que falleció un 31 de agosto de hace 16 años. De esos 284
millones, se calcula que 93 se ingresarán por la venta de souvenirs.
Todo está meticulosamente preparado para este sábado. En
principio, y si los planes médicos no se tuercen, ese día miles de
súbditos de Isabel II jalearán la aparición de un funcionario del
Palacio de Buckingham, que será el encargado de anunciar de manera
oficial los detalles de la llegada al mundo del futuro heredero al trono
de los Windsor: el primer hijo de Guillermo de Inglaterra y de Kate
Middleton. Un protocolo real que se ha repetido un par de veces en las
últimas décadas con el nacimiento del propio Guillermo, hace 31 años
-«lloraba vigorosamente y tenía los ojos azules», se proclamó entonces-,
y de su padre, el príncipe Carlos, hace 64.
También siguiendo con la tradición, la duquesa de Cambridge
dará a luz en el pabellón privado del exclusivo hospital St Mary's de
Londres. Son las mismas instalaciones en las que Diana de Gales alumbró a
Guillermo y a Enrique, que cuentan con un servicio de lujo muy similar
al de los hoteles de cinco estrellas. La corona británica pagará una
factura de 6.000 euros por una noche de asistencia, según los tabloides
de las islas. La mamá plebeya de este heredero real estará atendida en
el St Mary's por el doctor Alan Farthing y por el ginecólogo personal de
la reina, Marcus Setchell, que también ayudó a traer al mundo a los dos
hijos de Sophie Wessex, la esposa del príncipe Eduardo, y que a los 70
años ha tenido que retrasar su jubilación para atender el último favor
personal de su majestad.
Aquí se acaban las interferencias, porque la feliz pareja
lo tiene todo controlado. Para empezar, la reina se enterará de la
noticia cuando el príncipe Guillermo se lo comunique por teléfono -hasta
ahora era un emisario de palacio el que daba la buena nueva-. Además,
por deseo de los duques de Cambridge no se sabrá si el bebé es niño o
niña hasta el mismo momento de su nacimiento. Los lores ya han
modificado la ley de sucesión al trono -que desde hace 300 años otorgaba
la primacía al varón- para que el primogénito, independientemente de su
sexo, sea el heredero.
La duquesa también romperá con otra tradición al volver a
casa de sus padres después de dar a luz y no contratará a ninguna niñera
para hacerse cargo del bebé en el palacio de Buckingham. Parece que,
según el expreso deseo de la duquesa, serán ella misma y Guillermo los
que se encarguen de dar los biberones y cambiar los pañales. Pasados
unos meses, lo lógico sería que los tres se mudaran al Palacio de
Kensington, una residencia que la reina Isabel II habilitó para la
futura llegada del heredero. La reforma realizada en el edificio, de 21
habitaciones repartidas en cuatro plantas, ha consistido en la
sustitución de las estructuras contaminadas de amianto -empleado en otra
época en materiales de construcción y que se considera cancerígeno- y
ha costado 1,2 millones de euros, según consta en el presupuesto firmado
por la propia monarca.
No son las únicas cifras que se manejan en torno a este
nacimiento, uno de los más esperados en el Reino Unido en los últimos
años. Las que dan más vértigo son las que reveló el diario 'The
Telegraph', que la semana pasada publicó que este acontecimiento
generará un negocio de 284 millones de euros, más incluso que el enlace
de Guillermo y Kate. Antes de nacer ya tiene tanto tirón como su abuela
Lady Di, que falleció un 31 de agosto de hace 16 años. De esos 284
millones, se calcula que 93 se ingresarán por la venta de souvenirs.
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