He oído que existe un acorde secreto
que David solía tocar, y que agradaba al Señor.
Pero tú realmente no le das mucha
importancia a la música, ¿verdad?
Era algo así como la cuarta, la quinta
cae la menor y sube la mayor.
El rey, confundido, componiendo un aleluya.
Aleluya…
Bueno, tu fé era fuerte, pero necesitabas una prueba.
La viste bañarse en el tejado.
Su belleja, y el brillo de la luna, te superaron.
Te ató a la silla de su cocina.
Rompió tu trono, y cortó tu pelo.
Y de tus labios arrancó un aleluya.
Aleluya…
Cariño ya he estado aquí antes.
He visto ésta habitación y he caminado sobre éste suelo.
Solía vivir solo antes de conocerte.
He visto tu bandera sobre el arco de mármol,
pero el amor no es una marcha victoriosa.
Es un frío y roto aleluya.
Aleluya…
Bueno, hubo un tiempo en que me dejabas saber
que era lo que realmente sucedía allá abajo.
Pero ahora nunca me lo enseñas.
Pero recuerda cuando me uní a tí,
cuando la paloma blanca volaba también,
y cuando cada suspiero que dibujábamos era un aleluya.
Aleluya…
Bueno, quizá haya un dios allá arriba.
Pero todo lo que he aprendido sobre el amor
fue cómo dispararle a alguien que ha desenfundado más rápido.
No es un lamento que oigas por la noche.
No es nadie que haya visto la luz.
Es un frio y roto aleluya.
Aleluya…
TÍTULO; OTRO BOLLITO GEORGE
La Cosa Rosa
¿Otro bollito, George?
Tras romper con George Clooney, Stacy Keibler se
ha dado a la comida. No la culpen. Peor habría sido darse a la bebida.
El tiempo que no pierde con el actor (porque con Clooney, como novia, se
pierde el tiempo, está demostrado) lo invierte ahora esta chica en
promocionar un concurso de la tele americana denominado 'Supermarket
Superstar'. O sea, 'Superestrella del supermercado'. Y lo curioso es que
como estrellona del híper Stacy no desdice en absoluto. La suya es una
belleza estándar y multiusos que le permite dar el pego lo mismo como
presentadora de televisión que como animadora de un equipo de baloncesto
o como camarera (sobre patines) de una hamburguesería. Todo lo que
admita una faldilla diminuta que invite a contemplar sus interminables
piernas o requiera de una sonrisa de ortodoncia indesmayable le sienta a
Keibler como un guante.
Donde no la veo yo es en la lucha libre, y eso que ese fue
su antiguo oficio... Dice mucho de ella como persona que no haya echado
mano de sus habilidades pugilísticas para dejarle a su exnovio la
mandíbula todavía más cuadrada de lo que ya la tiene. Me refiero a ese
momento en el que, después de dos años de cargar con el actor y (lo que
es más pesado) con su ego, Stacy cometió la osadía de plantearle ir un
poco más allá en la relación y no sé, pues casarnos, tener niños... En
fin, lo que la gente normal denomina formar una familia. Pero la pobre
se encontró con que él (parece que lo estoy viendo) con esa sonrisa al
bies que domina como nadie y arqueando una ceja a lo Sobera (solo que en
más fotogénico), le respondió lacónica y fríamente: «Querida, ya sabes
lo que opino yo al respecto». ¿Se acuerdan de Clark Gable en su papel de
Rhett Butler diciéndole a Scarlett O'Hara, 'Francamente, querida, me
importa un pimiento'? Pues más o menos así.
Ahora Stacy ha confesado a la prensa que intenta mantener
la mente ocupada para no pensar en su separación. Y como mejor comer
pasteles que comerse el coco, se entretiene presentando una especie de
Masterchef a la americana. O sea, en plan industrial. Allí los
aspirantes compiten por lograr vender sus recetas caseras a una
importante cadena de supermercados. El que gana acaba teniendo su propia
marca en los estantes del híper, tal vez junto a las salsas de Paul
Newman... Pero, claro, eso de ayudar a que las salsas de otros se codeen
con las de Newman, cuando tú misma te has codeado (y mucho más) con
Clooney en persona... Es como bajar de nivel. En su reaparición ante los
medios la exluchadora ha exhibido una sonrisa tan perenne que parecía
pintada y ha declarado que sigue siendo buena amiga de George, «porque
entre nosotros no pasó nada realmente dramático». No, ni pasará. A sus
52 años recién cumplidos, Clooney es un caballero, un magnífico
acompañante de señoras, quizá hasta un estupendo amante (aunque esto
habría que comprobarlo), pero no acaba de enamorarse en serio. No sé si
porque en el fondo (de armario) es 'gay' como sostienen algunos o porque
es un compulsivo degustador de bombones... Que al hombre le gusta
demasiado la 'bollería industrial' y por eso sus romances caducan
siempre a los dos años.
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