El toro más completo de la corrida de Montalvo fue el
segundo. Sacristán. Castaño albardado, de armónicas proporciones, 530
kilos, lo hizo casi todo bien. Casi todo bien: la mano izquierda no tuvo
ni el son ni el temple de la diestra. Lo que tuvo el toro fue un ritmo
regular. Fijeza y nobleza se dan entonces por descontado. Y, en fin, por
tener tuvo la suerte de encontrarse con el torero preciso, que fue Juan
del Álamo. Su tercera salida en Madrid en lo que va de año. Su tercer
triunfo. Éste fue seguramente el más redondo. Por la manera de
entenderse con el toro y de acoplarse a su son, que es lo que redondea
un trabajo; porque el trabajo todo, de capa y muleta, fue de ambición, y
la ambición es ajuste y firmeza; y, en fin, porque la garra tan
distintiva y tan distinguida del torero de Ciudad Rodrigo se ha ido
serenando y asentando sin dejar de ser conmovedora. A eso se le llama en
arte «sinceridad», o espontaneidad. Ninguna de las dos cosas, reñidas
con el toreo clásico.
Cada vez torea mejor con el capote Del Álamo: de caro y
limpio compasito las verónicas de recibo, buen toreo de brazos,
excelentes los dos lances de brega y la media con que dejó al toro en
suerte para el primer puyazo. Y cada vez mejor muletero: espléndidos los
siete muletazos de apertura, cinco de ellos genuflexos, y tres de ésos,
cambiados, y suaves y poderosos, y cosidos con ellos la trinchera y el
del desdén; al tercio con el toro, y dos tandas de cuatro en redondo,
enroscadas y ligadas a modo, templadas por abajo, bien rematadas. Tal el
ajuste que el toro estuvo a punto de desplazarlo con el golpe del
riñón. Hubo toreo del de meter el torero los riñones, que ya no se gasta
apenas. Esa docena y media de muletazos -tan puesto, despacioso y firme
el torero- embalaron la faena y calentaron a la gente. Se vio
segurísimo a Juan.
Una hermosa corrida: las hechuras elegantes, rematados los
seis toros. Cuatro rubios y dos negros. De los dos negros, el tercero de
corrida, muy en el tipo antiguo de Jandilla-Zalduendo, fue
particularmente bello. Un punto grandón el colorado con que se juntó en
lote. El toro de la confirmación de alternativa de Alberto Lamelas,
bajito, serio y remangado pero acucharado y reunido, fue un dije. Los
seis toros cumplieron bien en varas. A los dos de menos poder se les
administró el castigo. No todos quisieron igual. El segundo de Del
Álamo, jugado de cuarto porque se corrieron turnos mientras se atendía a
Lamelas de una cornadita en el escroto y un puntazo en la espalda, se
aplomó y tardeó antes de pararse. A toro parado, airosos desplantes de
Juan, y el desplante entendido como suerte y no adorno. Y un abanico.
El negro tan ajandillado que hizo tercero galopó de
maravilla, pero se aburrió en el caballo y escarbó mucho luego. Fue toro
con fijeza y noble, sin embargo. Muy valeroso López Simón, que ni
perdono quites -por villaltinas en el segundo, por chicuelinas en el
cuarto- ni se escondió: embraguetado incluso cuando toreó de rodillas al
tercero en tanda temeraria. Pero abusó de torear al toque y no
enganchando, y error que pagó con fea voltereta. De ella salió crecido y
seguro, más entregado que antes. Pero no pasó con la espada.
Parecido aliento con el quinto de corrida, justo de fuerzas
pero nobilísimo, y escarbador, y un juncal trasteo que terminó
«metiéndose en el toro», como decían los clásicos: cruzándose al pitón
contrario. Ahora entró la estocada que hubiera rematado el otro trabajo.
TÍTULO; RIDDCK ES EL ESPEJO DE LA BUSQUEDA DE MI PROPIA IDENTIDAD,.
CULTURA
«Riddick es el espejo de la búsqueda de mi propia identidad»
Protagoniza 'Riddick', tercera entrega de las aventuras de este antihéroe que el próximo viernes llega a los cines
Vin Diesel lleva interpretando el personaje de Riddick
desde el año 2000. Este viernes estrena la tercera entrega de una saga
que se inició con 'Pitch Black' (2000) y a la que siguió 'Las crónicas
de Rididck' (2004). Diesel tiene la extraña cualidad de revivir
personajes que uno deba por muertos. Le ocurrió con la saga 'Fast and
Furios', ahora con 'Riddick' y repite con su próxima película: 'XXX: The
return of Xander Cage'. A los estudios les ha costado entender que este
neoyorquino de grandes músculos, cabeza rapada y nariz de boxeador
llego para quedarse y convertirse en la estrella más atípica que ha
pisado Hollywood.
-Tras el éxito de 'Fast and Furious' podía haber hecho cualquier otra cosa. ¿Por qué volver al mundo de Riddick?
-Amo este personaje. Fue mi primer gran papel en Hollywood y
es el antihéroe auténtico. 'Las Crónicas de Riddick' se convirtió en
una película de culto para los amantes de la ciencia ficción y la
fantasía. David Twohy (director y guionista) y yo hemos unido fuerzas
porque queríamos hacer un personaje todavía más poderoso. La lealtad de
mis seguidores siempre me ha animado a luchar por los personajes que
para mi tienen sentido y Riddick lo tiene. Es realmente sorprenden te
poder decir que trece años después estreno la tercera parte de esta
saga.
-¿A cuántas puertas ha llamado?
-No puedes hacerte una idea. Pero siempre ha sido así. Toda
mi carrera. Cuando hicimos 'Pitch Black' no teníamos estudio y en el
último minuto Universal nos dijo que estrenarían la película por mi
relación con ellos en 'Fast and Furious', saga que también he revivido.
-¿Usted convierte lo imposible en posible?
-No. Entiendo mis límites y sé hasta donde puedo llegar.
Pero tengo muy claro las posibilidades de estos personajes. Ahora las
películas son para adultos, no para niños de trece años y tiene mucho
mas sentido. Hay algo apropiado, liberador y honesto en hacer de Riddick
un filme para adultos sin tener la soga al cuello de convertirla en una
película para todos los públicos.
-¿Cuál es la evolución de Riddick?
-Riddick pasó en 'Pitch Black' de ser el villano a
convertirse en el antihéroe. Luego pasó a entender los poderes que tenía
y ahora damos un paso más en ese sentido. Para mí, es maravilloso
meterme en sus zapatos, es terapéutico interpretar el personaje. Sé que
suena cursi pero Riddick es un espejo de mi propia búsqueda de
identidad, mi eterna cruzada.
-¿Cómo se preparó para convertirse de nuevo en Riddick?
- Me mudé de Manhattan a las montañas durante cuatro meses
para centrarme en la intimidad del personaje. He invertido tanto de mí
mismo en hacer esta película que la presión que he sentido rodándola ha
sido indescriptible. Ha sido como tomar una droga llamada Riddick y
vivir en ese espacio. Durante el tiempo que estuve viviendo en el bosque
me dediqué a pensar, a meditar y a analizar el personaje. Es un papel
que me exige aislarme del mundo.
-Vuelve a trabajar con actores españoles. Compartió protagonismo con Elsa Pataky en 'Fast and Furious' y ahora con Jordi Molla
-¡Cómo no me van a gustar si son sensacionales! Soy un
enamorado de España. Jordi hace un gran trabajo con Santana.
Impresionante.
-Se ha comparado siempre a Pacino, a Brando, a De Niro, pero nunca a Stallone o Schwarzenegger. ¿Por qué?
-Me considero un actor de método. He tocado muchos géneros en mi carrera y he demostrado que puedo hacer drama.
-Acaba de recibir una estrella de la fama. ¿Qué sintió?
-La primera vez que vi las estrellas de Hollywood fue en
1990, cuando vine por primera vez. Llevaba muchos años trabajando como
actor en Nueva York y creía que iba a ser fácil. Un año y medio después
no tenía ni agente. He luchado mucho por lo que tengo y sé lo importante
que es aprender de los errores, de los fracasos.
-¿Por que cambiaría esta estrella?
-Por la posibilidad de llevar la película de Aníbal Barca a la gran pantalla.
-Lleva más de una década hablando de ese proyecto.
-También he pasado nueve años hablando de Riddick y mira. Estoy convencido que Aníbal sucederá.
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