La competición oficial del 70 Festival de cine de Venecia se cerró ayer sin un favorito claro para el León de Oro que se entrega hoy y que ...
Frears y Ming-liang optan al León de Oro en una edición sin favoritos
El film del británico puede resultar demasiado convencional para un festival que suele premiar películas arriesgadas
La competición oficial del 70 Festival de cine de Venecia
se cerró ayer sin un favorito claro para el León de Oro que se entrega
hoy y que podría ir a parar a las manos de Stephen Frears , Tsai
Ming-liang, Philip Gröning o Hayao Miyazaki. Tras la proyección de los
20 filmes en la sección oficial de la Mostra, la opinión unánime es que
no hay ninguna obra maestra y que ha faltado un trabajo que destaque
notablemente sobre los demás. La película que más ha gustado ha sido sin
duda 'Philomena', del británico Stephen Frears, una historia de
adopción ilegal que cuenta con un brillante guión y una maravillosa Judi
Dench, que ha ofrecido la mejor actuación femenina del festival y que
debería ganar la Copa Volpi en su categoría.
Pero el filme de Frears es probablemente demasiado
convencional para un festival que se caracteriza por premiar obras
arriesgadas, y además hay que recordar que el presidente del jurado de
la sección oficial, Bernardo Bertolucci, dijo el primer día del festival
que quería ser sorprendido.
Si se atiene a ese deseo, los filmes más impactantes de
esta Mostra son 'Jiaoyou' ('Stray Dogs'), de Tsai Ming-lian, que compite
con una dura película sobre las desigualdades sociales en China,
narrada en larguísimos planos fijos que se repiten sin parar, poniendo a
prueba la paciencia del espectador. Además el realizador de Taipei, que
ya ganó el León de Oro de Venecia en 1994 con 'Ai qing wan sui' ('Vive
L'Amour'), aprovechó su presencia en la Mostra para anunciar que
probablemente se retire ante el poco apoyo y entendimiento de la
lentitud de su cine, así que un premio podría ayudarle a reconsiderar
esa postura.
Se va Miyazaki
Aunque, si se trata de apoyos, qué mejor que un León de Oro
para cerrar la carrera del japonés Hayao Miyazaki, quien también ha
anunciado su adiós al cine, con 'Kaza tachinu' ('The wind rises') como
último largometraje. Las maravillosas historias animadas de Miyazaki han
logrado el Óscar y el Oso de Oro de Berlín, pero en Venecia se ha
tenido que contentar con un León de Oro a su carrera y con una mención
especial por 'Ponyo en el acantilado'.
Más allá de consideraciones emocionales, otro filme que ha
sorprendido en Venecia ha sido 'Die Frau des Polizisten'» ('La mujer del
policía'), de Philip Gröning, que se ha apuntado a la tendencia de
largos planos, pocas palabras y metraje excesivo. Pero con una puesta en
escena impecable y un tema bien tratado, el de la violencia familiar.
Algo que aparece en cierta forma en 'Tom à la ferme', la
película con la que compite el canadiense Xavier Dolan y que ha
provocado una gran división de opiniones con su apuesta por la
intensidad y la creación de ambientes por encima de la historia.
El contenido es, sin embargo, lo más importante en los
documentales que se han presentado en Venecia y que representan un
género en alza con más peso cada vez.
TÍTULO; SI NO HICIERA CINE ESTARIA EN UN PSIQUIÁTRICO, DANIEL SÁNCHEZ ARÉVALO DIRECTOR,.
Triunfo de la selección de fútbol Nuevas formas del cine
«Si no hiciera cine estaría en un psiquiátrico»
Daniel Sánchez Arévalo (Madrid, 1970) escribe la lista de
invitados al estreno de 'La gran familia española', que llega a los
cines el próximo viernes. Uno de los primeros es su expsicoanalista,
«uno de los máximos responsables de que yo sea narrador de historias».
«Su opinión será fundamental, porque no soporto que me mientan los que
están alrededor si no les ha gustado la película».
Dieciséis años de terapia han fructificado en una
filmografía personal, que siempre ha girado en torno a la familia. Tras
'Azul oscuro casi negro', 'Gordos' y 'Primos', Sánchez Arévalo regresa
con una caótica boda que transcurre el mismo día que La Roja se proclamó
campeona del mundo. 'La gran familia española' es una comedia agridulce
protagonizada por un clan marcado por 'Siete novias para siete
hermanos', la película que en la vida real más veces ha visto el
director.
- Asegura que no es una película sobre fútbol. ¿Por qué
elige entonces un día tan señalado como la final del Mundial en
Sudáfrica?
- Me gusta ponerles obstáculos a los personajes, una regla
básica del guionista. Ya es bastante que te quieras casar con 18 años y
embarazada, como para además hacer coincidir la boda con la final del
Mundial. Sentí que era el marco perfecto para esta historia. Me quedé
enganchado a todo lo que produjo el Mundial. Aquel año hacía 'Primos' y
los planes de rodaje los elaborábamos en función de los partidos de la
selección. Da igual que no te gustara el fútbol, era un acontecimiento
social. Nunca he sentido tan buen rollo en la calles, un sentimiento de
unión, ligereza y alegría. Probablemente ocurrió lo mismo con la muerte
de Franco, pero yo era muy pequeño.
- ¿Le hace ilusión enseñar la película a los componentes de La Roja en un pase privado?
- Sí, pero me pone muy nervioso. Son gente a la que tienes
idolatrada y al mismo tiempo son chavales, mucho más jóvenes que yo. No
quiero romper su halo de héroes al conocerles.
- ¿Cree que es sana esta pasión por el fútbol o hay algo de pan y circo?
- Lo pide el pueblo. El fútbol es una válvula de escape
necesaria para escapar de nuestras pequeñas miserias, que no son pocas.
Va más allá de lo puramente deportivo. Pero tanto exceso de información
me irrita.
- 'La gran familia española' muestra a unos hermanos
mayores inmersos en traumas mientras los pequeños son capaces de vivir
el momento. ¿Un reflejo de la sociedad actual?
- Yo quería reflejar las dos Españas, pero no a nivel
político. Está la España de cuartos, que hemos venido sufriendo durante
décadas. Los hermanos mayores representan esa España que se queda a
medio camino, que quiere conseguir algo y no puede, la que sueña y se
estrella. Versus la España joven, simbolizada en la selección. Chavales
que con talento y esfuerzo se ponen metas y las consiguen. En este país
hemos vivido con muchos complejos, y ver que unos chavales consiguen lo
que se proponen es terapéutico.
- ¿El cine español también tiene que contagiarse de esa determinación de la juventud?
- Está ocurriendo. Ahora se habla mucho del 'otro cine',
que es algo que me irrita: el cine es cine. No hay que dejar que la
crisis, la falta de presupuestos y la depresión de la industria pueda
contigo y te deje en casa. Yo siempre lo he dicho: el día que no pueda
producir mis películas cojo una cámara y unos actores y me voy a la
calle. El caso es estar activos.
Hijo de la sesión continua
- Usted estrena distribuido por una 'major' (Warner) y con
una campaña mediática y publicitaria importante. ¿No cree que se ha
ensalzado demasiado el cine 'low cost', hecho sin medios y sin
posibilidad de llegar a las salas?
- Es preocupante que el tejido de la industria se
desmorone, porque hablamos de que en esas películas la gente trabaja
gratis. Supongo que sirve como medida paliativa para colmar tus ansias
de rodar y contar una historia, pero no vale solo así, no puede ser el
futuro. Por otro lado, la manera de consumir ficción está cambiando y
eso hay que atenderlo. Siento que vamos por detrás, que no somos capaces
de adaptarnos a los acontecimientos. La gente hoy no entiende lo
importante que es formarse, no tener prisa. Ruedas rápidamente, lo
cuelgas en Internet y esperas tener millones de visitas. ¿Para qué?
- Para ser 'trending topic'.
- Sí. Me irrita que no se respete el proceso de
aprendizaje, que es muy íntimo y tiene que ver con el respeto al cine.
Yo jamás he cogido una cámara y me he puesto a rodar a ver qué pasa. Mis
primeros nueve cortos están en un ordenador, los ha visto mi familia y
los amigos íntimos. Ahora solo tienes un afán, lograr un hit, conseguir
muchos 'me gusta'.
- ¿Por qué le ha marcado tanto 'Siete novias para siete hermanos'?
- Es la película que más veces he visto en una sala de cine
y en vídeo. Yo soy de la generación de la sesión continua, pagabas una
entrada y podías ver la peli en bucle. 'Siete novias...' me contagiaba
alegría de vivir. Al escribir el guion la volví a ver después de quince
años y me pareció rancia y supermachista, aunque conservaba el encanto.
Me he dado el gustazo de empezar 'La gran familia...' con el león de la
Metro.
- Su padre, el pintor José Ramón Sánchez, nos enseñaba a
los niños a amar el cine con sus dibujos en la televisión de los 80. La
figura paterna es esencial en sus películas.
- El personaje de Héctor Colomé, el patriarca de la
familia, está muy basado en mi padre, en su manera de pensar, expresarse
y su modo de vivir. Mi padre también estuvo casado con mi madre 27 años
(la actriz Carmen Arévalo), tuvo a su familia y se separó. Consideró
que había vivido el amor que tenía que vivir. Ahora está medio retirado
en Santander, pintando, con sus cosas. Yo me dedico a esto gracias a mi
padre. Me ha inoculado el amor por el cine y el arte desde que tengo uso
de razón. Siempre me recuerdo metido en la filmoteca.
- ¿Y él ha visto la película?
- Sí. Le tocó muchísimo. Y me dijo: ya está hijo, ya has
contado todo lo que tenías que contar, pasa página. No sé si seré capaz,
porque si no hablo de la familia no sé de qué hablar.
- ¿Un licenciado en Empresariales como usted entiende esta crisis?
- Sí. Saqué matrícula de honor en macroeconomía, la única
asignatura que me interesó, porque explicaba cómo funciona el mundo. Fue
un shock descubrir que todo está conectado, la oferta, la demanda... La
crisis se veía venir, no debía sorprender porque vivíamos por encima de
nuestras posibilidades. Tampoco estoy diciendo que la culpa sea de la
gente, hay responsables en el Gobierno que tenían los datos y no han
hecho nada.
- ¿Sigue yendo al psicoanalista o le basta con rodar películas?
- Ya no voy. Y no sé si me basta... Probablemente si no hiciese cine estaría en un psiquiátrico.
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