TÍTULO: La noche de halloween:
Aquí en
España no se celebra esta fecha 31- octubre,
Halloween por
la noche.
Pero si en los colegios para los niños pasen un día diferente.
Muerte de Víctor Jara:
El 10 de septiembre de 1973 recibí una invitación para la exposición “Por la vida. Contra el fascismo”, que debía inaugurarse al día siguiente en la Universidad Técnica. Allí tenía que intervenir Salvador Allende e iba a cantar Víctor Jara.
La víspera vi el enorme afiche de la exposición. Una madre amamantaba a su criatura y la sombra de ambos estaba bañada de sangre. Era un llamamiento silencioso, pero muy expresivo, a defender la vida contra el fascismo. Víctor proponía organizar un viaje de propaganda por el país para alertar al pueblo. La exposición antifascista de la Universidad Técnica tenía que marcar el comienzo de esta acción.
Pero el 11 de septiembre la exposición no se inauguró. Salvador Allende hizo aquel día su último llamamiento al pueblo y no en el Foro Griego de la Universidad, sino en el palacio de La Moneda, rodeado por los putchistas
Allende hizo aquel día su último llamamiento al pueblo
Los putchistas se apoderaron de todas las fuerzas armadas. Después de la dimisión forzosa de los generales, correligionarios de Carlos Prats, que encabezaban el ejercito de tierra, fueron destituidos de sus cargos el almirante Raúl Montero, comandante de la Marina de Guerra, y José María Sepúlveda, director general del cuerpo de carabineros, que no quería sumarse a los putchistas. En las fuerzas armadas se efectuó una limpia de arriba a abajo. Los fascistas lograron convertir a muchos oficiales en ciegos instrumentos del complot, convenciéndolos de la necesidad de oponerse a la amenaza de exterminio de los cuadros de mando que, como ellos afirmaban, tramaba la Unidad Popular.
Pinochet encabezó el golpe.
El nuevo comandante en jefe, general Pinochet, que en vísperas había jurado fidelidad al presidente Allende, encabezó el golpe. Fascista encubierto con la máscara constitucionalista, Pinochet dio orden de asediar el palacio de La Moneda.
En estas condiciones Allende no se creyó con derecho a llamar al pueblo inerme a la lucha. Quería evitar un derramamiento inútil de sangre, pero decidió aceptar desigual combate en La Moneda. Sabía que con un puñado de los defensores del palacio no podría alcanzar la Víctoria militar. Pero el presidente estaba convencido de que el combate que libraría defendiendo el mandato del pueblo, sería una Víctoria moral y política de la Unidad Popular. No quería ver derrotada la bandera de la revolución, sino dejarla bien alta. El mandatario del pueblo prefirió morir arma en mano antes que capitular frente a los putchistas, estaba seguro que su muerte no sería estéril.
Jamás olvidaré la firmeza con que hablaba Allende por los micrófonos de la emisora comunista Magallanes. Su voz sonaba sobre el estruendo de las explosiones:
-Ante los hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo.
Hice girar la manecilla de la radio portátil. Después de los ataques aéreos las emisoras democráticas fueron callando una tras otra. Pero Magallanes seguía resistiendo. Los putchistas no pudieron interrumpir ...seguiremos aquí hasta el final...
el último discurso de Salvador Allende. Luego escuché la voz familiar del locutor, que dijo: “En cualquier momento nos pueden interrumpir, pero seguiremos aquí hasta el final”. En medio de los cañonazos salió al aire la canción de Sergio Ortega "El pueblo unido", interpretada por Quilapayún. Los que se encontraban en la emisora corearon el estribillo .
Y ahora el pueblo
que se alza en la lucha
con voz de gigante
gritando: ¡Adelante!
¡El pueblo unido
jamás será vencido!
Quienes estaban junto al micrófono sabían que los enemigos abrirían fuego contra ellos. Mi radio emitió un chasquido y una detonación ahogó las voces de los cantantes.
Traté en vano de comunicarme por teléfono con Radio Magallanes cuando cesó de transmitir. Mientras tanto, en el centro de Santiago se levantaba una nube de humo. Los aviones de los putchistas estaban bombardeando el palacio presidencial.
Víctor estuvo en la Universidad, pero no cantó desde el escenario, paseaba con la guitarra entre los estudiantes tratando de animarlos. En torno al edificio el aire se estremecía de las ráfagas de ametralladora.
Ahora voy a ceder la palabra a los testigos de los últimos dias de Víctor Jara. El día del golpe lo vio Cecilia Coll, dirigente de la sección artística del Departamento de cultura e información de la Universidad Técnica. La entrevisté en Moscú.
Cecilia Coll: “Víctor alcanzó a llegar a la Universidad cuando los militares golpistas ocupaban las posiciones claves en la capital. Pero la situación todavía era confusa. Víctor pasó por mi oficina y preguntó:
-¿Qué hacemos?
-Vamos a esperar
-¿Qué debo hacer?
-Quedarte aquí. Animar con tus canciones a los estudiantes, académicos y trabajadores.
En espera del posible ataque fue decidido: trasladar a los estudiantes y otros trabajadores de la Universidad a la Escuela de Artes y Oficios. Era un edificio con paredes más resistentes.
Como si fuera ahora veo el rostro de Víctor: llama por [el] teléfono de mi oficina a su esposa Joan.
-Debo quedarme aquí un tiempo. No te preocupes. Espera. Volveré sin falta.
Víctor siempre fue un hombre del deber. Y lo siguió siendo en esta peligrosa situación.
Después sufrí mucho por su muerte. Me sentí de algún modo culpable ante él. No podía perdonarme el no haberlo mandado entonces a su casa. Debí hacerlo. Aunque más tarde los soldados ya emplazaban ametralladoras pesadas en los techos de los edificios cerca de la Universidad, pero hasta el toque de queda todavía era posible salir. Sin embargo, yo pensaba: en la calle lo pueden identificar y matar...”
Por la noche la Universidad fue rodeada por soldados en carros blindados. Toda la noche estuvieron preparándose para el ataque como si tuvieran delante una fortaleza militar. Después del intenso cañoneo, los soldados irrumpieron en el edificio y emprendieron a culatazos con los estudiantes. El camarógrafo Hugo Araya, que había venido a filmar la inauguración de la exposición, se situó con su camara frente a los “vencedores” triunfantes. Y casi al instante un balazo lo mató. A Víctor junto con otros estudiantes los obligaron a tenderse en el suelo boca abajo.
-Al que se mueva le vuelo la cabeza - gritaban los oficiales.
Durante varias horas los soldados pisoteaban con sus botas a la gente tendida, sin dejar que se levantasen hasta que llegó la orden de trasladar a los “prisioneros” de la Universidad Técnica al Estadio de Chile que, al igual que el Nacional, recibía a los prisioneros cautivos.
~ murió en su puesto, con las armas en la mano ...Poco después del golpe contrarrevolucionario fascista en Chile la prensa del mundo entero publicó la [noticia]~ En esta secuencia histórica el “compañero presidente” en el palacio cercado por los putchistas parece un soldado ante el combate, la cabeza tocada con un casco y empuñando la metralleta en la diestra. El rostro del presidente, igual que el de los valientes defensores de La Moneda que lo acompañan, tiene una grave expresión. Salvador Allende murió en su puesto, con las armas en la mano.
Me interesé por el hombre que aparecía en la foto al lado de Allende. Conversando con los chilenos me entere que se trataba del médico particular de Salvador Allende, un tal Danilo Bartulin (nieto de emigrados yugoslavos). El 11 de septiembre de 1973 Bartulin fue testigo de las últimas horas de vida del presidente en el edificio de La Moneda, presa de las llamas.
Por inverosímil que parezca, Danilo se salvó por milagro y emigró de Chile. Me entrevisté con él en México, donde estuve en 1976 por artes del periodismo. Danilo Bartulin me habló del último combate del “compañero presidente”. La conversación ya concluía cuando supe una noticia inesperada. Danilo Bartulin pasó junto con Víctor Jara los últimos días de vida del cantante en el Estadio de Chile.
La entrevista terminó ya entrada la noche. Danilo hablaba pausadamente, con esfuerzo. Lo escuchaba sintiendo que un dolor inextinguible me oprimía el corazón. Reproduzco el relato de Danilo Bartulin:
“Cuando me detuvieron, me llevaron al Estadio de Chile. Fue por la tarde del 12 de septiembre. Allí ya había muchos prisioneros. Junto con otros presos nos ordenaron ponernos en fila con las manos en la nuca. De repente un oficial me reconoció:
-Es el médico de Salvador Allende.
El comandante Manrique, un fascista empedernido, se acercó a mí, desabrochó la funda, sacó la pistola y apuntándome a la cabeza dijo:
-Ha llegado tu hora.
Y dirigiéndose a los soldados ordenó:
-Sepárenlo de los demás y déjenmelo a mí.
Me apartaron del grupo y me dieron un empujón que me tiró por la tierra. Vi a un grupo de jóvenes que los soldados iban arreando, apuntándolos con metralletas.
Al comandante le dijeron:
-Son los de la Universidad Técnica.
Los pusieron en fila también. Manrique recorrió la fila y señaló con el dedo a un preso:
-A ese me lo dejan a mí también.
No quería dar crédito a mis ojos. Se trataba de Víctor Jara. Varios soldados se animaron: “Aquí está el cantante Jara...”. Pero el oficial les corto:
-Este señor quiere pasar por otro. Es un líder extremista.
Esa calificación era suficiente para justificar el asesinato.
Poco después a Víctor y a mí nos separaron de otros prisioneros y nos metieron en un pasillo frío. Estuvieron pegándonos desde las siete de la tarde hasta las tres de la madrugada. Nos encontrabamos tumbados en el suelo sin poder movernos. Estabamos aislados de otros presos políticos. A eso de las tres de la madrugada vino un teniente que me invitó a sentarme. Empezó a preguntarme sobre Allende y me tendió un cigarrillo. Fumé. Mientras tanto, Víctor seguía tendido en el suelo. Le entregué la mitad del cigarrillo, puesto que el teniente no quiso dar[le] otro a Víctor.
Casi tres días estuvimos juntos Víctor y yo en el Estadio de Chile. A nosotros casi no nos daban de comer. Engañábamos el hambre con agua. Víctor tenía la cara llena de moretones y un ojo cerrado por la hinchazón.
Conversamos mucho en ese tiempo, Víctor me habló de su familia, de su mujer y sus hijas a quienes quería mucho, de sus espectáculos en el teatro y de las nuevas canciones que soñaba hacer... En el mismo estadio donde nos tenían presos, a Víctor le habían aplaudido cuando ganó el concurso de la Nueva Canción Chilena en el festival.
Víctor se mostraba pesimista respecto a su destino. Pensaba que no saldría de allí. Traté de animarlo. Aunque presentía su próxima muerte, seguía siendo el de siempre. Se portaba con valor, con dignidad, no pedía gracia a sus torturadores...”
Aquí interrumpo la grabación de mi conversación con Danilo Bartulin para completarla con los testimonios de otros ex-prisioneros del Estadio de Chile, a quienes también entrevisté.
Rolando Carrasco, ex-director de la radio sindical Luis Emilio Recabarrén:
“Dos veces vi a Víctor en el Estadio de Chile. Fueron unos encuentros breves. El 13 o 14 de septiembre, por lo visto, por la mañana, pasé cerca del pasillo donde tenían a los prisioneros aislados. Allí estaba Víctor Jara, sentado en una silla de madera, extenuado, con rastros de azotes en la frente y las mejillas. Se sonrió al verme. Nos saludamos. Al día siguiente pasé de nuevo por allí y otra vez nuestras miradas se cruzaron. Nos saludamos. Al igual que el día anterior, su rostro se iluminó con una sonrisa que me reconfortó el alma. ¡Llevaba ya tanto tiempo en este maldito pasillo! De vez en cuando los guardias venian por él y se lo llevaban a no sé dónde.
Ahora era difícil imaginar que todavía el 10 de septiembre estuviéramos bromeando alegremente en la emisora. En los estudios Víctor y yo escuchábamos la grabación de su nueva canción: Marcha de los constructores. El disco tenía que salir pronto. Jara quería que la emisora de la Central Única de Trabajadores fuera la primera en transmitir esta marcha, compuesta a petición de los obreros de la construcción. El 11 de septiembre nuestra emisora fue saqueada por los golpistas al negarse a obedecer a la junta fascista. Al ver a Jara en el estadio, pensé con amargura que seguramente aquella última grabación de Víctor habría sido destruida y el disco no saldría... Víctor estaba reservado y callado, mientras que en mi memoria sonaba la voz del cantante...”
A veces los verdugos dejaban en paz a Víctor Jara y Danilo Bartulin, porque tenían demasiado “trabajo” en el estadio. Después de torturarlo, parecía que se habían olvidado del artista. Fue el propio Víctor que pasó o casualmente lo enviaron con otros prisioneros. He aquí lo que me contó Carlos Orellana, ex-colaborador del Departamento de cultura e información de la Universidad Técnica, que fue detenido junto con Jara:
“Por dentro el Estadio cubierto de Chile estaba iluminado constantemente por los reflectores y no tardamos en perder la noción del día y la noche. Víctor estuvo algún tiempo con nosotros, pero no recuerdo cuando lo sacaron de nuestro grupo. No sé si fue al día siguiente o al tercero de nuestra estancia allí.
“Normalmente en el estadio anunciaban por los altavoces el apellido del prisionero ordenándole presentarse en tal o cual lugar. Pero a Jara lo vino a buscar un soldado. En este momento Víctor estaba sentado entre Boris Navia, jurista de la Universidad, y yo. El soldado se acercó silenciosamente y sin pronunciar una palabra tocó el hombro de Víctor haciéndole señas para que lo siguiera. Tanto yo, como otros prisioneros teníamos la impresion de que los militares no querían decir en voz alta que a Jara se lo llevaban a alguna parte... Cuando el cantante se levantó -seguramente, no pensaba volver sano y salvo-
“Más tarde, ya en el Estadio Nacional durante los primeros interrogatorios, entre las cosas de Boris Navia, encontraron el papel con
el poema, lo escondía en un calcetín. El poema denunciaba el fascismo y la dictadura. Los militares creyeron que su autor era Boris y lo apalearon sin piedad. Le quitaron
el poema. Pero con la ayuda de los compañeros Boris pudo hacer varias copias a mano del poema. Una de las copias fue a parar a manos de Ernesto Araneda, destacado comunista y ex-senador, que también estaba preso. No sé cómo logró salvar el poema y enviarlo fuera. Después de la muerte del cantante el partido editó en la clandestinidad este poema, que fue rápidamente divulgado y se hizo famoso...
“Por última vez vi a Víctor en el Estadio de Chile, unas horas después de que se lo llevara el soldado. Hubo un momento cuando se podía moverse más o menos libre por las graderías. Se me acercó un estudiante de la Universidad. Había visto a Víctor en un pasillo y en algún momento Víctor le insinuó que quería hablar conmigo. En aquellas terribles condiciones Víctor pensaba en sus compañeros.
Cuando me acerqué al pasillo, Jara pidió al guardia que lo acompañara al baño. Me dirigí allá también. Allí pudimos intercambiar varias frases. Por el rostro ensangrentado de Víctor comprendí que lo torturaban cruelmente. Pero no me llamó para quejarse o pedir algo para él personalmente. A Víctor le parecía sospechoso un “prisionero”, también de la Universidad Técnica que deambulaba por el estadio sin temor, charlaba y hasta bromeaba con los militares. Todo eso parecía muy extraño. Víctor pensó -y tenía razón- que se trataba de un soplón, infiltrado expresamente. Jara creía su deber advertirnos a nosotros, profesores, colaboradores y estudiantes de la Universidad Técnica. En aquellas terribles condiciones Víctor pensaba en sus compañeros. Después de este encuentro no lo volví a ver...”
Más volvamos a la grabación de la entrevista con Danilo Bartulin.
“El estadio, que daba cabida a cinco mil personas, estaba repleto. Para dominar a los prisioneros, por la noche cegaban con potentes reflectores. Ametralladoras pesadas sobre trípodes apuntaban a las graderías llenas de gente para amedrentar a los prisioneros.
“Pronto empezaron a trasladar urgentemente a los prisioneros al Estadio Nacional donde a los militares les era más fácil controlar la situación. En el último grupo formado para ir al Nacional estábamos Víctor y yo. En total éramos unas cincuenta personas. De pronto apareció el comandante Manrique, recorrió la fila y ordenó salir a Víctor Jara, Litre Quiroga, conocido jurista y comunista, y a mí.
-Llévenlos abajo -dijo.
Abajo nos esperaba la muerte “Yo sabía que ‘abajo’ nos esperaba la muerte. Allí tenían habilitada una cámara, en lo que había sido guardarropa y varios baños. Muchos de nuestros compañeros fueron llevados allí, pero nadie volvió. Una vez que me condujeron al interrogatorio y, al pasar, vi un montón de cadáveres, de cuerpos masacrados y desmembrados. Luego sacaban los cadáveres en camiones y los dejaban tirados en la calle.
“‘Abajo’ nos metieron a Víctor y a mí en un mismo baño. En el baño vecino estaba Litre Quiroga. Víctor y yo comprendimos que no teniamos salvación: éramos los últimos prisioneros del Estadio de Chile. Pero inesperadamente se dio la orden de que yo saliera. Víctor y yo nos despedimos en silencio, con una sola mirada. Me llevaron a un camión blindado con el motor en marcha, me metieron dentro y cerraron la puerta. El camión estaba lleno de prisioneros. Así fui a parar al Estadio Nacional. Sólo estando allí comprendí porqué no me habían dejado con Víctor en la cámara de condenados a muerte. Al verme entre los recién llegados, un coronel de carabineros dijo:
“-Es él. Tiene que decirnos todo lo que sepa de Allende.
“Empezaron constantes interrogatorios y torturas. Querían que hiciera ciertas “confesiones” para desacreditar la vida y la personalidad del presidente popular. Tres veces me hicieron pasar por simulacros de fusilamiento...
“Luego supe que el cuerpo de Víctor había sido descubierto cerca del cementerio Metropolitano y el cadáver de Litre Quiroga, en una calle de Santiago. Naturalmente, los militares mataron aquella misma noche a los dos prisioneros que quedaban en el Estadio de Chile y luego arrojaron sus cuerpos en la ciudad para que pareciera que habían muerto en un tiroteo callejero...”
Danilo Bartulin concluyó su relato y recordó que estando todavía yo en Santiago los secuaces de la junta divulgaron la versión de que el cantante había atacado con metralleta a una patrulla militar y esta, defendiéndose, lo mató.
La única arma de Víctor era la guitarra. A Danilo Bartulin lo torturaron para sonsacarle los datos secretos que podía saber el médico particular del presidente. Pero ¿qué “secretos” podía saber el cantante?... A Víctor lo torturaron y asesinaron porque odiaban sus canciones.
TÍTULO: JAMES BOND SE RINDE ANTE BARDEN;
James Bond se rinde ante Javier Bardem Una sala de prensa abarrotada aguardaba expectante este lunes en Madrid la llegada del agente ,.
Una sala de prensa abarrotada aguardaba expectante este lunes en Madrid la llegada del agente secreto británico más famoso del cine. Los flashes se dispararon cuando James Bond, es decir Daniel Craig, entró en la sala con porte elegante como el personaje de Ian Fleming, pero con el rostro más relajado y sonriente que en las películas de la serie. Y es que el actor inglés se enfunda el traje del agente 007 por tercera vez -cuatro años después de la última ocasión- en 'Skyfall', título que llega a la cartelera este 31 de octubre. Y lo hace bajo las órdenes del oscarizado Sam Mendes en una entrega de la saga más española que nunca, con Javier Bardem como villano absoluto.
«Me parece un privilegio formar parte de una película tan emblemática», explicó el actor español que ha cautivado a todo el equipo de la película y también a la crítica con su interpretación. Incluso el mismísimo James Bond se rindió ante su compañero de reparto. «Bardem es uno de los mejores actores que hay ahora mismo y uno de los mejores villanos de la saga», afirmó sin dudar Craig. «Es mi favorito», llegó a exclamar impasible el actor británico mientras desvelaba que fue él quien le pidió participar en la cinta cuando se vieron en una fiesta. Una oferta que Bardem no dudó en aceptar para participar en una cinta que le cautivó tras leer el guion y apreciar la capacidad creativa de Mendes en las escenas y los diálogos y conocer el «gran equipo» de la película liderado por Craig.
Ambos actores se deshicieron en halagos mutuos y demostraron en la comparecencia la complicidad mantenida durante todo el rodaje. «Ha sido una de las películas más placenteras a nivel profesional y personal», reconoció Bardem, encargado de dar vida a Silva, un ciberterrorista vengativo y excéntrico que provoca el pánico en Londres y cuya extravagante caracterización es uno de los puntos fuertes de la trama. Nada nuevo para un actor que personificó la maldad como pocos en su papel de Anton Chigurh en 'No es país para viejos'. Papel por el que guarda una estatuilla en su casa.
«Escribimos el guion pensando en él. No había otro», aseguró Sam Mendes. El director galardonado con un Óscar por 'American Beauty' se mostró asombrado por la «voluntad de trabajo» de Bardem, quien realizó importantes aportaciones al personaje hasta dotarle de un carácter incómodo e imprevisible, difícil de ver para el espectador y en el que el impactante 'look' cumple una función clave. Tan buen sabor de boca ha dejado el actor de 'Jamón, jamón' que las preguntas sobre una nueva colaboración en el siguiente filme de la saga se repitieron entre las risas de los intérpretes y la cara de póquer de los productores.
Bardem, que no dejó de bromear durante toda la conferencia, solo se puso serio para hablar sobre los villanos en la vida real: «Aquellos que rescatan bancos en vez de personas y no piensan en lo que significa realmente un desahucio para tantos cientos de miles de ciudadanos. Esos hacen más daño que yo en mi película».
«Un antihéroe»
'Skyfall' sigue la línea marcada por las películas de la saga protagonizadas por Craig centradas más en el aspecto psicológico y personal del agente secreto y no solo en las persecuciones y escenas de acción propias de las películas de espías. «Hay un viaje personal por el que tiene que pasar», explicó Mendes, artífice de un Bond más alejado que nunca del prototipo de héroe que llega a cuestionarse su trabajo y que viaja por los recuerdos de su infancia: «Él es un asesino, es un antihéroe. Pero no conoce otro tipo de vida», confiesa Mendes. En el filme, por primera vez, se ve a un James Bond más vulnerable y frágil, donde el paso de los años le pasa factura y siente el empuje de las nuevas generaciones, como le ocurre al propio Craig. «Es un trabajo físico distinto. Yo también cumplo años», aseguró sonriente.
Pero en 'Skyfall' tampoco pueden faltar impresionantes explosiones, interminables persecuciones y extenuantes peleas. Y sobre todo, la sensualidad de las chicas Bond que encarna la bellísima Naomi Harris. «Quería crear una mujer moderna y original», explicó la actriz. Su personaje va más allá de la mujer frágil e inocente de otras sagas, pero mantiene elementos clásicos como el glamour o el misterio, características necesarias para conquistar y cautivar al imponente agente secreto. Y también al público.
Foto de los zapatos, tienda nueva en el Pueblo de Castuera llamada calzados Coral, Calle Arcos fente al Bar La Bellota de Oro, etc,.