Experta en la pasión y sus desastres, la musa del cine europeo habla en exclusiva para Mujer hoy. Un mito de la interpretación, capaz de ...
- Experta en la pasión y sus desastres, la musa del cine europeo habla en exclusiva para Mujer hoy. Un mito de la interpretación, capaz de entregar su alma a cada uno de sus personajes, que en su último trabajo ejerce de monja.
Durante las últimas tres décadas, Isabelle Huppert no solo
ha sido la estrella incontestable de la cinematografía francesa y,
posiblemente, la más prolífica: también ha sido la más valiente.
Su voluntad de escoger papeles, cuando menos, turbulentos y dotarlos de
una apabullante humanidad la ha convertido en icono del cine de autor,
comprometido y abiertamente intelectual: ella es la actriz
soñada por los grandes directores morales, como Michael Haneke, Claude
Chabrol o Benoït Jacquot, con los que ha mantenido una larga y
fructífera relación laboral y creativa. En los últimos 10 años, además, ha ampliado horizontes, participando en producciones asiáticas.
Precisamente el motivo de esta entrevista es “Cautiva”, del filipino Brillante Mendoza, revelación del festival de Cannes en 2009 donde Huppert fue presidenta del jurado. “Que participe en películas filipinas o coreanas no responde a una voluntad aventurera o al resultado de la globalización, qué va. Simplemente se me han presentado las ocasiones y las he aprovechado. Estas cosas suceden sin planificación. Tienen mucho que ver con el talante y la voluntad, pero mucho más con el puro azar”, asegura.
Ahora mismo se encuentra en Australia, interpretando para el Sydney Theater –dirigido por Cate Blanchett– una versión de “Las criadas”, de Genet, y resulta revelador que lo primero que la actriz pide, con esa voz cristalina y cálida, sea que se le aclare sobre qué película vamos a hablar. No es baladí: con 60 años cumplidos no le falta trabajo, rompiendo ese otro mito de que los buenos papeles para mujeres mayores escasean en el mundo del cine. Desde la presentación de “Cautiva” (que acaba de llegar a los cines españoles) en el festival francés ha estrenado otras seis películas, y tiene prevista su participación en otras tantas producciones en diferentes estados de elaboración. Un ritmo que ha incrementado respecto a los años anteriores. Es lógico que subraye que no ve “en absoluto que el cine europeo o incluso el americano sea tacaño con los papeles femeninos”. Ella, desde luego, acapara varios y muy buenos.
En la jungla
“Cautiva” es una crónica objetiva, rodada con pulso fuerte y en un particular estilo semidocumental, de un suceso real acaecido en Filipinas en 2001, cuando el grupo armado islamista Abu Sayyaf secuestró en el resort de lujo Dos Palmas a un grupo de 20 turistas de distintas nacionalidades. Durante más de un año, los mantuvieron presos, recorriendo la jungla de un lado a otro en condiciones límite. Murieron al menos cinco de los retenidos, además de 22 soldados filipinos en diferentes acciones para su liberación y un número no determinado de terroristas.
Huppert interpreta a un personaje real, la misionera seglar francesa Thérèse Bourgoine, una mujer mucho más calmada y dulce que aquellas a las que nos tiene acostumbrados. “Por supuesto que busco personajes algo extremos o complejos, pero no como quien busca una semilla en el desierto: están ahí y me los ofrecen”, reconoce la actriz, restando importancia a sus elecciones.
Durante años ha encadenado interpretaciones de mujeres que se mueven en los lodos ocultos de la personalidad: madres incestuosas, prostitutas alcohólicas, esposas envenenadoras, hasta ese magnífico cénit que supuso “La pianista”, de Haneke, por la que consiguió un reconocimiento internacional unánime y su segunda Palma de Oro en Cannes. “Creo que la maldad y la degradación son consecuencia de no poder controlar tu propia vida. A menudo las películas se hacen para mostrar que las personas son complejas, que el mundo es complicado y que vivir es difícil. Hay muchos cineastas interesados en mostrar esta complejidad, y también los lados extremos de la realidad. Y, aunque me gusta el sentimiento de evasión en el cine, me siento mucho más próxima a aquellos que tratan de reflejar la realidad y sus implicaciones. Se trata de contar otro tipo de relaciones, no las usuales, arquetípicas o puramente ficticias del cine comercial”, zanja con determinación.
Conservar el misterio
Con fama de mujer inescrutable, Isabelle Huppert disfruta hablando acerca del arte de la interpretación, del cine y el teatro... y de poco más. “No tengo una opinión formada de las redes sociales, ni me interesan. Realmente este tema no me concierne”, responde cuando se le pregunta sobre cómo ve estas conductas de exhibición constante de la vida privada tan recientes y ajenas a su visión del mundo. Efectivamente, no tiene ni Twitter ni Facebook, donde sus páginas son no oficiales, elaboradas por fans.
Huppert es hija de un ingeniero de orígenes húngaros, como el expresidente francés Sarkozy, y de una profesora de inglés que la apoyó sin fisuras para que se dedicase a la interpretación, “una profesión para la que vales si no tienes ningún otro talento: como yo no lo tenía, decidí probar a ser actriz”, establece de forma abiertamente satírica. Estudió en prestigiosos conservatorios parisinos hasta debutar y convertirse, casi desde el principio, en su adolescencia, en un mito de la escena.
Saltó al cine en 1971, y entre la larga lista de directores con los que ha trabajado están desde el americano Michael Cimino hasta el polaco Andrez Wadja, amén de una larga lista de miembros de la intelectualidad fílmica europea: Jean Luc Godard, Marco Bellochio, André Techiné o François Ozon. Es también una de las actrices que han trabajado con mayor número de directoras, como Claire Denis (mujer de Bertolucci), Anne Fontaine o Eva Ionescu (hija del dramaturgo del absurdo), haciendo gala de un feminismo a veces controvertido. Sus opiniones sobre las diferencias interpretativas entre hombres y mujeres son harto conocidas: “Creo que es más fácil ser actriz que actor, está más en la mente de la mujer. Para el hombre suele tener un punto de pelea: porque la cualidad más requerida es una particular forma de pasividad y de sometimiento al poder del director. Y para los hombres es más difícil aceptar este tipo de control. Para la mujer es un estado psicológico más habitual, por motivos quizá no loables, pero...”.
La actriz lleva felizmente casada con su único marido, el productor, distribuidor y realizador Ronald Chammah, desde 1982. Forman una pareja muy cómplice (sus risas y guiños son constantes cuando están en público), que ha tenido sus frutos en tres hijos. La mayor, Lolita Chammah, es la única que, por ahora, sigue los pasos de su madre: mantiene una carrera estable desde que debutase, junto a su ella, en “Asuntos de mujeres” (1988) de Claude Chabrol. “Indirectamente puede ser que le influya, porque hemos trabajado juntas en algunas ocasiones y siempre le digo lo que pienso. Pero nunca le doy consejos y ella, francamente, tampoco me los pide. Tiene muy claro lo que quiere. Es muy independiente”, concluye, revelando cierta incomodidad por los derroteros que toma la conversación.
De Chabrol a Haneke
De lo que no cabe duda es de que Isabelle Huppert es la gran baza de los directores con los que trabaja. Y ese respeto es recíproco: la actriz siempre ha reconocido que escoge sus personajes en función de quién los vaya a dirigir: “Efectivamente, así es. El papel en cuestión también es importante, pero desde luego el director es el que decide cómo se filmará, y eso es prácticamente todo. Lo más probable es que un gran papel sin un gran director termine siendo mediocre. Yo creo en el cine y, por lo tanto, en la puesta en escena. El cine es un arte muy subjetivo y sin esa visión subjetiva, que corre a cargo del director, el resultado no vale nada. Por supuesto, me interesa también el guión. Pero sin un gran director... Los guiones de Chabrol, por ejemplo, eran muy especiales. Contenían muy poca información adicional, como casi la mayoría de los guiones, pero en su caso más. Podías no entender nada al leerlos. Si me los hubiera ofrecido alguien que no fuera él, no habría estado segura de aceptarlos. Si los hice fue porque conocía muy bien a Claude”. La muerte de su director fetiche en 2010 no dejó del todo huérfana a la actriz.
El testigo lo había recogido un muy cómplice Michael Haneke, Príncipe de Asturias de las Artes este año, que casi siempre tiene un papel para ella desde que la escogiera para la primera versión de “Funny Games”, que la actriz rechazó porque, como renoció en su día, “me asustó el contenido”.
“Generalmente los grandes directores imprimen al fondo de sus historias controversias éticas. Creo en el cine con un contenido filosófico, humano, que sea capaz de dar una visión sobre el mundo, aunque prefiero no catalogarlo como un cine moral. Prefiero la palabra ético. Porque realmente no juzga, sino que trata de dar una visión del mundo desde unos principios... y Haneke en esto es uno de los grandes. Tiene una forma de narrar los interrogantes, las tensiones y los problemas entre las personas que no posee nadie más”.
Cómplice y cauta
Aún así, Huppert suele restar méritos a su trabajo y, sobre todo, es muy prudente a la hora de pronunciarse sobre las espinosas cuestiones a las que aluden la mayoría de sus películas, esgrimiendo con sinceridad que ella no es “más que un intérprete en manos de otros. Generalmente comparto la visión del director sobre el tema que trata, pero no es mi cometido ni mi intención ni mi deber. Yo soy una intérprete, no la que da esa visión del mundo, no soy la que dirige. Pero está claro que algo comparto, porque si no, no aceptaría el proyecto”. En “Cautiva” vuelve a participar en un trabajo con elementos de cierta complejidad ideológica, nada complacientes ni mucho menos maniqueos.
La película retrata el problema del terrorismo islámico como una guerra de guerrillas religiosa, con credos que buscan darse la espalda. Como reconoce la actriz: “Efectivamente, subyace un conflicto religioso, pero creo que es difícil hacer un análisis solo por esta película: habla de un caso determinado en un país concreto. Creo que trata, en un tono entre épico e íntimo muy inteligentemente desarrollado por Mendoza, las condiciones y reacciones individuales de estos secuestrados. Enseña, eso sí, los problemas en torno al conocimiento, la fe y el poder. Pero lo más importante es cómo van venciendo la solidaridad y la confianza entre estas personas, el entendimiento, que es el mensaje de la película y que comparto totalmente”, concluye.
Modelo solo para los grandes
Alejada de campañas publicitarias o editoriales de moda, Isabelle Huppert sí ha desarrollado una notable carrera como modelo para fotógrafos artísticos. Un reflejo de su voluntad de implicarse en proyectos creativos de alto nivel sea cual sea el medio. Henri Cartier-Bresson, Richard Avedon, Robert Doisneau, Helmut Newton, Robert Frank o Nan Goldin son solo unos pocos de los fotógrafos que la han retratado. “Me apasiona participar en fotos con artistas. No es lo mismo que interpretar, no tiene nada que ver con el cine y el teatro”. “Isabelle Huppert: la femme aux portraits” (Editions du Seuil) reúne 120 de estos retratos, a cargo de 75 maestros.
Precisamente el motivo de esta entrevista es “Cautiva”, del filipino Brillante Mendoza, revelación del festival de Cannes en 2009 donde Huppert fue presidenta del jurado. “Que participe en películas filipinas o coreanas no responde a una voluntad aventurera o al resultado de la globalización, qué va. Simplemente se me han presentado las ocasiones y las he aprovechado. Estas cosas suceden sin planificación. Tienen mucho que ver con el talante y la voluntad, pero mucho más con el puro azar”, asegura.
Ahora mismo se encuentra en Australia, interpretando para el Sydney Theater –dirigido por Cate Blanchett– una versión de “Las criadas”, de Genet, y resulta revelador que lo primero que la actriz pide, con esa voz cristalina y cálida, sea que se le aclare sobre qué película vamos a hablar. No es baladí: con 60 años cumplidos no le falta trabajo, rompiendo ese otro mito de que los buenos papeles para mujeres mayores escasean en el mundo del cine. Desde la presentación de “Cautiva” (que acaba de llegar a los cines españoles) en el festival francés ha estrenado otras seis películas, y tiene prevista su participación en otras tantas producciones en diferentes estados de elaboración. Un ritmo que ha incrementado respecto a los años anteriores. Es lógico que subraye que no ve “en absoluto que el cine europeo o incluso el americano sea tacaño con los papeles femeninos”. Ella, desde luego, acapara varios y muy buenos.
En la jungla
“Cautiva” es una crónica objetiva, rodada con pulso fuerte y en un particular estilo semidocumental, de un suceso real acaecido en Filipinas en 2001, cuando el grupo armado islamista Abu Sayyaf secuestró en el resort de lujo Dos Palmas a un grupo de 20 turistas de distintas nacionalidades. Durante más de un año, los mantuvieron presos, recorriendo la jungla de un lado a otro en condiciones límite. Murieron al menos cinco de los retenidos, además de 22 soldados filipinos en diferentes acciones para su liberación y un número no determinado de terroristas.
Huppert interpreta a un personaje real, la misionera seglar francesa Thérèse Bourgoine, una mujer mucho más calmada y dulce que aquellas a las que nos tiene acostumbrados. “Por supuesto que busco personajes algo extremos o complejos, pero no como quien busca una semilla en el desierto: están ahí y me los ofrecen”, reconoce la actriz, restando importancia a sus elecciones.
Durante años ha encadenado interpretaciones de mujeres que se mueven en los lodos ocultos de la personalidad: madres incestuosas, prostitutas alcohólicas, esposas envenenadoras, hasta ese magnífico cénit que supuso “La pianista”, de Haneke, por la que consiguió un reconocimiento internacional unánime y su segunda Palma de Oro en Cannes. “Creo que la maldad y la degradación son consecuencia de no poder controlar tu propia vida. A menudo las películas se hacen para mostrar que las personas son complejas, que el mundo es complicado y que vivir es difícil. Hay muchos cineastas interesados en mostrar esta complejidad, y también los lados extremos de la realidad. Y, aunque me gusta el sentimiento de evasión en el cine, me siento mucho más próxima a aquellos que tratan de reflejar la realidad y sus implicaciones. Se trata de contar otro tipo de relaciones, no las usuales, arquetípicas o puramente ficticias del cine comercial”, zanja con determinación.
Conservar el misterio
Con fama de mujer inescrutable, Isabelle Huppert disfruta hablando acerca del arte de la interpretación, del cine y el teatro... y de poco más. “No tengo una opinión formada de las redes sociales, ni me interesan. Realmente este tema no me concierne”, responde cuando se le pregunta sobre cómo ve estas conductas de exhibición constante de la vida privada tan recientes y ajenas a su visión del mundo. Efectivamente, no tiene ni Twitter ni Facebook, donde sus páginas son no oficiales, elaboradas por fans.
Huppert es hija de un ingeniero de orígenes húngaros, como el expresidente francés Sarkozy, y de una profesora de inglés que la apoyó sin fisuras para que se dedicase a la interpretación, “una profesión para la que vales si no tienes ningún otro talento: como yo no lo tenía, decidí probar a ser actriz”, establece de forma abiertamente satírica. Estudió en prestigiosos conservatorios parisinos hasta debutar y convertirse, casi desde el principio, en su adolescencia, en un mito de la escena.
Saltó al cine en 1971, y entre la larga lista de directores con los que ha trabajado están desde el americano Michael Cimino hasta el polaco Andrez Wadja, amén de una larga lista de miembros de la intelectualidad fílmica europea: Jean Luc Godard, Marco Bellochio, André Techiné o François Ozon. Es también una de las actrices que han trabajado con mayor número de directoras, como Claire Denis (mujer de Bertolucci), Anne Fontaine o Eva Ionescu (hija del dramaturgo del absurdo), haciendo gala de un feminismo a veces controvertido. Sus opiniones sobre las diferencias interpretativas entre hombres y mujeres son harto conocidas: “Creo que es más fácil ser actriz que actor, está más en la mente de la mujer. Para el hombre suele tener un punto de pelea: porque la cualidad más requerida es una particular forma de pasividad y de sometimiento al poder del director. Y para los hombres es más difícil aceptar este tipo de control. Para la mujer es un estado psicológico más habitual, por motivos quizá no loables, pero...”.
La actriz lleva felizmente casada con su único marido, el productor, distribuidor y realizador Ronald Chammah, desde 1982. Forman una pareja muy cómplice (sus risas y guiños son constantes cuando están en público), que ha tenido sus frutos en tres hijos. La mayor, Lolita Chammah, es la única que, por ahora, sigue los pasos de su madre: mantiene una carrera estable desde que debutase, junto a su ella, en “Asuntos de mujeres” (1988) de Claude Chabrol. “Indirectamente puede ser que le influya, porque hemos trabajado juntas en algunas ocasiones y siempre le digo lo que pienso. Pero nunca le doy consejos y ella, francamente, tampoco me los pide. Tiene muy claro lo que quiere. Es muy independiente”, concluye, revelando cierta incomodidad por los derroteros que toma la conversación.
De Chabrol a Haneke
De lo que no cabe duda es de que Isabelle Huppert es la gran baza de los directores con los que trabaja. Y ese respeto es recíproco: la actriz siempre ha reconocido que escoge sus personajes en función de quién los vaya a dirigir: “Efectivamente, así es. El papel en cuestión también es importante, pero desde luego el director es el que decide cómo se filmará, y eso es prácticamente todo. Lo más probable es que un gran papel sin un gran director termine siendo mediocre. Yo creo en el cine y, por lo tanto, en la puesta en escena. El cine es un arte muy subjetivo y sin esa visión subjetiva, que corre a cargo del director, el resultado no vale nada. Por supuesto, me interesa también el guión. Pero sin un gran director... Los guiones de Chabrol, por ejemplo, eran muy especiales. Contenían muy poca información adicional, como casi la mayoría de los guiones, pero en su caso más. Podías no entender nada al leerlos. Si me los hubiera ofrecido alguien que no fuera él, no habría estado segura de aceptarlos. Si los hice fue porque conocía muy bien a Claude”. La muerte de su director fetiche en 2010 no dejó del todo huérfana a la actriz.
El testigo lo había recogido un muy cómplice Michael Haneke, Príncipe de Asturias de las Artes este año, que casi siempre tiene un papel para ella desde que la escogiera para la primera versión de “Funny Games”, que la actriz rechazó porque, como renoció en su día, “me asustó el contenido”.
“Generalmente los grandes directores imprimen al fondo de sus historias controversias éticas. Creo en el cine con un contenido filosófico, humano, que sea capaz de dar una visión sobre el mundo, aunque prefiero no catalogarlo como un cine moral. Prefiero la palabra ético. Porque realmente no juzga, sino que trata de dar una visión del mundo desde unos principios... y Haneke en esto es uno de los grandes. Tiene una forma de narrar los interrogantes, las tensiones y los problemas entre las personas que no posee nadie más”.
Cómplice y cauta
Aún así, Huppert suele restar méritos a su trabajo y, sobre todo, es muy prudente a la hora de pronunciarse sobre las espinosas cuestiones a las que aluden la mayoría de sus películas, esgrimiendo con sinceridad que ella no es “más que un intérprete en manos de otros. Generalmente comparto la visión del director sobre el tema que trata, pero no es mi cometido ni mi intención ni mi deber. Yo soy una intérprete, no la que da esa visión del mundo, no soy la que dirige. Pero está claro que algo comparto, porque si no, no aceptaría el proyecto”. En “Cautiva” vuelve a participar en un trabajo con elementos de cierta complejidad ideológica, nada complacientes ni mucho menos maniqueos.
La película retrata el problema del terrorismo islámico como una guerra de guerrillas religiosa, con credos que buscan darse la espalda. Como reconoce la actriz: “Efectivamente, subyace un conflicto religioso, pero creo que es difícil hacer un análisis solo por esta película: habla de un caso determinado en un país concreto. Creo que trata, en un tono entre épico e íntimo muy inteligentemente desarrollado por Mendoza, las condiciones y reacciones individuales de estos secuestrados. Enseña, eso sí, los problemas en torno al conocimiento, la fe y el poder. Pero lo más importante es cómo van venciendo la solidaridad y la confianza entre estas personas, el entendimiento, que es el mensaje de la película y que comparto totalmente”, concluye.
Modelo solo para los grandes
Alejada de campañas publicitarias o editoriales de moda, Isabelle Huppert sí ha desarrollado una notable carrera como modelo para fotógrafos artísticos. Un reflejo de su voluntad de implicarse en proyectos creativos de alto nivel sea cual sea el medio. Henri Cartier-Bresson, Richard Avedon, Robert Doisneau, Helmut Newton, Robert Frank o Nan Goldin son solo unos pocos de los fotógrafos que la han retratado. “Me apasiona participar en fotos con artistas. No es lo mismo que interpretar, no tiene nada que ver con el cine y el teatro”. “Isabelle Huppert: la femme aux portraits” (Editions du Seuil) reúne 120 de estos retratos, a cargo de 75 maestros.
TÍTULO; TENDENCIAS,.CRISTIANO MUESTRA EL CAMINO EN EL ESTRENO DEL MADRID,.
Cristiano muestra el camino en el estreno del Madrid
Cristiano Ronaldo eclipsó a los debutantes, incluido su técnico, y guió al Real Madrid en su cómodo triunfo de Bournemouth (0-6), la ciudad ...
FÚTBOL
Cristiano muestra el camino en el estreno del Madrid
Set en blanco ante el humilde
Bournemouth, debut prometedor de Isco, suplencia de Illarra y capitanía y
gol en la segunda mitad del Pipa
Cristiano Ronaldo eclipsó a los debutantes, incluido su
técnico, y guió al Real Madrid en su cómodo triunfo de Bournemouth
(0-6), la ciudad costera del sur de Inglaterra que encandiló a Tolkien.
Ante un recién ascendido a la 'Premier Championship', la segunda
división inglesa, los blancos no necesitaron brillar para golear. Solo
ha podido trabajar Ancelotti una semana y faltan aún los internacionales
que jugaron la Copa Confederaciones y los lesionados Xabi Alonso y
Varane, pero no hace falta apenas entrenamiento para golear a un grupo
de futbolistas animosos, toscos, con serias limitaciones para manejarse
en ambas áreas. Son tan modestos que muchos de ellos juegan con camiseta
sin dorsal y sin nombre.
Carvajal e Isco fueron titulares en el primer once de
Carletto, que empleó dos equipos distintos en cada período con la única
excepción de Carvajal y Nacho, que se mantuvieron hasta el minuto 67. El
lateral estuvo serio y el malagueño dejó destellos. Fue el encargado de
los saques de esquina -en la segunda mitad lo haría Illarramendi- y
asistió en dos goles.
Pero era Cristiano el que sobresalía. Desde luego que el
portugués ha llegado a la pretemporada en forma. Se le ve más fino que
al resto. Remató de espuela, pasó de tacón y se exhibió en el arte de
los golpes francos. En el primero, su tiro salió cerca del larguero. En
el siguiente, lanzó con menos violencia y más tino. Ancelotti se levantó
tras esa diana que abrió el camino. El segundo tanto llegó tras un
error de un zaguero, que ni despejó ni controló un envió largo de Isco y
se la regaló a Cristiano. Y poco antes del descanso, Khedira se
aprovechó de un rechace tras un saque de esquina.
La noticia de la segunda mitad, además estreno de Illarra,
bien tácticamente, fue el ingreso al campo del capitán Higuaín. Si era
su último partido, se despidió con gol, tras una buena asociación con
Morata. También apareció con un disparo al travesaño Kaká. Y emergió Di
María con dos acciones geniales: el tiro raso desde la frontal y la
asistencia a Casemiro para el set en blanco.