martes, 2 de abril de 2013

EL MARZO MÁS LLUVIOSO DE LOS ÚLTIMOS 40 AÑOS PROVOCA INUNDACIONES Y CORTES DE VÍAS,./ Juego de tronos', regreso a Poniente,.

TÍTULO: EL MARZO MÁS LLUVIOSO DE LOS ÚLTIMOS 40 AÑOS PROVOCA INUNDACIONES Y CORTES DE VÍAS,.

El marzo más lluvioso de los últimos 40 años provoca inundaciones y cortes de vías

El agua ya no es bien recibida. Las imágenes idílicas y los efectos beneficiosos para el campo y el abastecimiento se han transformado en daños. El exceso de precipitaciones tiene la culpa. Marcelino Núñez, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) aporta dos datos claves para entender la complicada situación. El marzo que acabamos de dejar ha sido el más lluvioso en los últimos 40 años,.
Los pantanos llenos de agua abriendo las conpuertas para echar el agua,.
Los campos artos de agua la hierba crece muy rapido, etc,.

TÍTULO: Juego de tronos', regreso a Poniente,.

 Vuelve Juego de tronos, vuelve el fenómeno televisivo. El domingo 31 de marzo arrancó en Estados Unidos la tercera temporada de la serie basada en las novelas de George R.R. Martin. Esta entrega, que retoma la historia en el punto en el que terminó la anterior, reflejará el contenido de la primera mitad del libro Tormenta de espadas, un tomo cargado de acontecimientos. En España, Canal Plus se encargará de la emisión de la nueva temporada a partir del 9 de abril. Pero algunos afortunados ya han podido disfrutar del primer episodio gracias al preestreno en dos cines de Madrid y Barcelona que organizó el canal de pago menos de un día después de su emisión en Estados Unidos. A continuación, Natalia Marcos, Guillerno Altares, Fernando Navarroy Mikel López Iturriaga (todos ellos seguidores de la serie pero solo el último lector de los libros) cuentan sus impresiones tras haber visto este primer capítulo.

A fuego lento, por Natalia Marcos
Tras casi un año alejados de los Siete Reinos de Juego de tronos, volvemos a su mundo de fantasía, a ese que HBO se encarga de recrear en toda su grandiosidad y con el poderío propio de la cadena. Nos reencontramos con sus decenas de personajes y sus rencillas (o algo más que rencillas...), sus puñaladas por la espalda literales y figuradas. Desde que nació, Juego de tronos estaba destinada a ser mucho más que un programa de televisión más, algo de lo que se encargan los miles de seguidores de los libros y de la serie, además de jugar una parte importantísima la enorme campaña promocional que HBO despliega cada temporada y que este año se ha pasado un poco de tuerca con tanto teaser y tráiler durante las semanas previas al esperado estreno.
En el arranque de la tercera temporada podemos difrutar de los impresionantes escenarios naturales (con la excepción de algún chroma) a los que se trasladó el equipo de rodaje. Y de la calidad de un producto tan cuidado como es Juego de tronos. También volvemos a adentrarnos en la tela de araña que forman las relaciones entre personajes y que ,para los que no hemos leído los libros, todavía se hace complicada, más cuando siguen apareciendo nuevos personajes en un suma y sigue para el que ya nos falta memoria. Sin embargo, todo se perdona cuando vuelven a aparecer en escena las pullas de Tyrion y Cersei Lannister y se empiezan a vislumbrar (todavía muy tenuemente) las historias de venganzas que se cuecen para la nueva entrega. De hecho, los mejores momentos de este primer capítulo son aquellos en los que aparece Tyrion, cuya familia parece dispuesta a hacerle más daño que el que le puede provocar la cicatriz que cruza su rostro tras la batalla de Aguasnegras.
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El primer episodio de la tercera temporada recoge el testigo de la segunda y vuelve a plantear la situación en que se quedó cada personaje. La sensación que deja es que la serie está tomando carrerilla para lo que venga a continuación y que la trama se empieza a cocinar a fuego lento, quizá demasiado lento. Para ser un arranque de temporada, le falta algo que nos vuelva a enganchar a la historia, que nos haga vibrar de inquietud. Pero precisamente porque es el comienzo de una nueva entrega, es comprensible que ocurra eso. Esperemos que el ritmo vuelva a Juego de tronos y que nos ofrezca todo lo que esperamos de ella. De momento, toca esperar y tener paciencia.
El invierno ha regresado, por Guillermo Altares
La leyenda relata que, durante el rodaje de La guerra de las galaxias, Alec Guiness se rebeló varias veces y no precisamente contra el Imperio. Frases como "Que la fuerza te acompañe" le parecían ridículas. Sin embargo, en la pantalla funcionan. Aunque, como demuestra precisamente la segunda trilogía de la saga galáctica de George Lucas, en cuestiones de fantasía la línea que separa la imaginación del ridículo es muy delgada. Algo similar ocurre con Juego de tronos: sobre el papel, es muy fácil que caiga en la caricatura, con tantos nombres raros, personajes increíbles y declaraciones solemnes de seres que buscan todo el rato salvar el mundo o destruirlo. Sin embargo, funciona, como queda demostrado en el arranque de la tercera temporada.
Un viejo axioma de los guionistas dice que no puedes prometer algo que no vayas a cumplir, que si aseguras que un personaje es imponente o una batalla impresionante y la muestras tiene que estar a la altura de las circunstancias. Es un principio que también vale para el marketing, algo que los creadores de Juego de tronos dominan a la perfección. Por ahora, la serie basada en las novelas de George R.R. Martin sigue prometiendo y es capaz de mantener todas las promesas que hace.
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Incluso para aquellos que no han leído los libros y que tienen cierta tendencia a acabar perdidos en las tramas y subtramas de la serie, el inicio de la nueva temporada es bastante claro: todo el mundo quiere matar a todo el mundo para hacerse con un reino cuyos habitantes, tiene toda la pinta, van a acabar siendo devorados por el ejército de zombis que campa a sus anchas más allá del muro, como vimos en el final de la segunda temporada. Aunque sus creadores prometen liar a los espectadores con nuevas historias y personajes. En el fondo de eso se trata: no importa que haya un momento en que nos perdamos; la serie funciona porque sus personajes funcionan, no solo porque respondan a pasiones que han alimentado la ficción desde los tiempos de Homero –la codicia, la sed de poder, el sexo, la venganza, pero también la bondad o la empatía– sino porque muchos de ellos tienen algo especial, algo que les permitiría decir "que la fuerza te acompañe" (o "se acerca el invierno") y que creamos que compartimos el mismo mundo que ellos.
* Guillermo Altares es periodista de El País, colaborador del blog Elemental y de este blog, donde ha escrito sobre The Walking Dead, True blood o Mad men, entre otras.Además, ha participado en un libro colectivo sobre la serie, Juego de tronos. Un libro afilado como el acero valyrio (Errata Naturae).
De la ventisca de nieve a la despiadada lucha de poder,
por Fernando Navarro
Juegodetronos2Una fuerte ventisca de nieve más allá del muro. Comienza justamente donde se quedó. Hasta la fecha, el arranque de esta temporada es, en mi opinión, el más sugerente e impactante de todos. Me refiero a la primera escena, no al capítulo en sí mismo. Ni la primera ni segunda temporada consiguieron ofrecerme una escena tan cargada de misterio y tan potente visualmente. También es cierto que soy de los que mantiene una expectación enfermiza, acompañada de un bendito sufrimiento, con todo lo que suceda en las tierras salvajes y desconocidas al norte del gran muro, donde los exploradores merodean en los picos y las laderas de Los Colmillos Blancos, donde la cálida mirada de Jon Nieve parece indicar que está llamado a grandes gestas. Como le dice Mance Rayder, el rey más allá del muro, perteneciente al pueblo libre: "Tú lo que ansías es ser un héroe".
A partir de ahí, el primer capítulo de esta tercera temporada se despliega con ritmo pausado, incidiendo en algo que ya sucedió en todo el desarrollo de la segunda: la necesidad de contar muchas historias, entre los líos dinásticos, las intrigas de poder y la lucha de los numerosos reinos. En este comienzo, salen airosos, situando al espectador que no ha leído los libros, como este escribiente, al corriente de todo, pero esperemos que sean capaces de mantener las tramas de forma sólida y concisa, sin enredos complicados ni vacíos narrativos importantes. Veremos, pero es uno de los principales problemas que se me antojan para esta serie que sigue siendo un verdadero espectáculo para la vista, gracias a sus paisajes arrebatadores y al esmerado uso de los efectos especiales.
Mención especial para las escenas que protagonizan en este episodio los Lannister, esa familia de tiranos hambrientos de poder, cuyos diálogos afilados y juegos de intereses traen los mejores momentos. Una vez más, la calculadora y fría Cersei Lannister y el pequeño gran Tyrion Lannister chocan por imponerse. Hermanos que no se fían el uno del otro pero, sobre todo, que saben perfectamente qué oscuras intenciones mueven a los hombres para alcanzar o mantener el poder. Pero nada comparable a la conversación que tiene Tyrion con su padre. El Gnomo, mucho más humano que su progenitor, escucha frases de Lord Tywin que más bien parecen puñaladas, sacando a relucir todo lo cruel que es esta familia de nobles. A decir verdad, creo que, aparte de las destacadas dosis de fantasía medieval y mágica que ofrece el mundo de Juego de Tronos, tan agradecidas para el escape en estos tiempos de crisis donde la realidad es tan triste, el mayor logro de esta ficción es mostrarnos cómo de sibilinas o despiadadas pueden ser las luchas de poder. Luchas entre las distintas familias y dinastías que bien podrían ilustrar a la casta política de nuestros días, aferrada al trono, sujeta a medias verdades y mentiras, rodeada de enemigos dentro de su propio reino, que hará cualquier cosa (menos luchar con dragones que no se conocen todavía en el planeta Tierra) con tal de seguir siendo los reyes del cotarro.
* Fernando Navarro es periodista de El País, autor del blog La Ruta Norteamericana y colaborador de este blog, donde ha hablado de series como Luther, Treme o Boardwalk Empire.
Leve decepción, por Mikel López Iturriaga
El inicio de la 3ª temporada me ha dejado un poco frío. O, mejor dicho, templado con breves momentos de calentón. Y es raro, porque casi todas las cosas que han hecho grande a Juego de tronos estaban ahí: el perfecto disfraz de serie fantástica de aventuras para lo que en el fondo es un culebrón moral, los diálogos musculosos sin una gota de grasa, los actores que parecen haber nacido para encarnar sus personajes, la lujosa recreación de ambientes tan cercana a lo que te imaginas leyendo los libros...
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Sin embargo, el capítulo no me emocionó. Solo hubo un par de momentos, de los que no daré muchos detalles para no arruinar la experiencia a los que no lo hayan visto, en que me sentí fascinado: la amigable entrevista entre Tyrion y su padre y la maravillosa cena que comparten la reina Cersei, el rey Joffrey, su prometida Margaery y sir Loras, en la que ya se adivinan los muchos momentos gloriosos que nos deparará la relación entre ellas. En ambas situaciones hubo toda la tensión, la inteligencia, el maquiavelismo y la perfidia que yo espero de JoT.
Siendo justo, debo decir que quizá mi falta de entusiasmo se deba a que ya he leído todos los libros y sé lo que va a pasar. O quizá es que estos, con su aumento progresivo de tramas y personajes, se vuelven cada vez más ingobernables para los guionistas. En cualquier caso, habrá que ver cómo progresa esta temporada, que podría ser la más oscura, dramática y terrible (y por tanto, la mejor) de lo que llevamos de serie.









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