Avril Ramona Lavigne[4] foto.(Belleville, Ontario, 27 de septiembre de 1984)[9] es una cantautora, diseñadora de moda y actriz canadiense. Algunos medios de comunicación y críticos desde sus inicios la llaman como la princesa del pop punk.[10] Comenzó su carrera musical en diciembre de 2001, cuando después de una presentación en una feria country, despertó el interés del productor L.A. Reid y firmó para Arista Records.[11] Luego del lanzamiento de cuatro álbumes de estudio, Let Go (2002), Under My Skin (2004), The Best Damn Thing (2007) y Goodbye Lullaby (2011). Lavigne ha vendido cerca de 40 millones de copias y 20 millones de sencillos en todo el mundo, teniendo seis sencillos número uno mundialmente; «Complicated», «Sk8er Boi», «I'm With You», «My Happy Ending», «Girlfriend» y «Smile».[12] [13] Su exito se debe a sus influencias transitando por los caminos del power pop y el punk, mezclados en una fórmula propia solo de ella.[14] Avril es también, según Forbes, una de las celebridades jóvenes más ricas del mundo, con una fortuna estimada en más de 70 millones de dólares.[15]
En una encuesta creada por la revista Rolling Stone para elegir las 100 mejores canciones y álbumes entre los años 2000 y 2009, la canción «Complicated» y el álbum Let Go obtuvieron la octava y cuarta posición, respectivamente.[16] La cantante es también poseedora del récord guinness como la cantante femenina más joven en llevar un álbum debut a las listas de popularidad del Reino Unido, con 18 años y 106 días de edad, el 11 de enero de 2003, ya que estuvo 18 semanas en el número uno de dicha lista, con su álbum Let Go.[17] El mismo estuvo también en la posición 162 de la lista de los mejores álbumes del Salón de la Fama del Rock.[18]
Según la revista Billboard, Lavigne se encuentra en la lista de los 100 artistas más populares de la década del 2000 en los Estados Unidos, ubicándose en la posición 28,.etc.
TÍTULO: MUJERES EN PRIMERA LÍNEA SUHA DAOUD TAWIL:
Suha Daoud Tawil nació en Jerusalén en 1963. Conoció a Arafat en 1989 y se casaron en secreto en julio de 1990. Tras la muerte de Arafat ...
MARÍA ANTONIETA EN PALESTINA:
Qué lleva a una joven de familia rica, licenciada en la Sorbona, a casarse, a los 26 años, con el anciano líder de una organización política y militar en el exilio, que no duerme dos noches seguidas en la misma casa por temor a un atentado? Es la pregunta que se hicieron todos cuando Suha Tawill se casó en secreto con Yasir Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina. Les separaban 34 años y, hasta entonces, el único matrimonio de Arafat había sido con la causa palestina. Probablemente, la respuesta resida en la misteriosa atracción que ejerce el poder. Esa aureola que deslumbra la inteligencia, y se parece mucho al deseo sexual, aunque sea el intelecto el que se enamore. Arafat era un hombre solo y Suha se ofreció como compañera.
Era una chica formada, independiente y ambiciosa. Con su aspecto de walkiria, se sumergió en el centro de esa luz irresistible, ataviada con vestidos de Chanel entre uniformes, escombros y pistolas. Los fieles de la causa la detestaron desde el primer día. Era cuestión de tiempo que la compararan con la reina francesa que acabó en la guillotina. “Era un mundo de hombres, parecían casados entre ellos”, contaba hace poco. La tacharon de frívola, entrometida y ladrona. Pero no se calló: llamó traidores y corruptos a los consejeros de su marido, envenenador al Estado de Israel y fariseos a los que criticaban su papel de primera dama en un territorio lleno de huérfanos y de adolescentes dispuestos a empuñar las armas. Formó una ONG para ayudar a las mujeres y a los niños, pero no renunció a la vida social.
Dicen que Arafat le reveló todos los secretos de la OLP: el número de sus cuentas suizas, el nombre de su sucesor, los pactos con los líderes occidentales. Y dicen que, además de su pensión de viuda, Suha transfirió en cuanto pudo dinero a su banco de París. Debía de ser emocionante ser el centro de todos los rumores. Hoy es muy rica, pero no tiene poder. Quizá se alegre de su soledad al contemplar a tantas primeras damas árabes arrastradas por una revolución imprevisible. Aún así, parece que la historia le ofrece un último pedazo de escenario para resarcirse de sus enemigos, exhumando el cadáver de Arafat para aclarar si fue asesinado.
Era una chica formada, independiente y ambiciosa. Con su aspecto de walkiria, se sumergió en el centro de esa luz irresistible, ataviada con vestidos de Chanel entre uniformes, escombros y pistolas. Los fieles de la causa la detestaron desde el primer día. Era cuestión de tiempo que la compararan con la reina francesa que acabó en la guillotina. “Era un mundo de hombres, parecían casados entre ellos”, contaba hace poco. La tacharon de frívola, entrometida y ladrona. Pero no se calló: llamó traidores y corruptos a los consejeros de su marido, envenenador al Estado de Israel y fariseos a los que criticaban su papel de primera dama en un territorio lleno de huérfanos y de adolescentes dispuestos a empuñar las armas. Formó una ONG para ayudar a las mujeres y a los niños, pero no renunció a la vida social.
Dicen que Arafat le reveló todos los secretos de la OLP: el número de sus cuentas suizas, el nombre de su sucesor, los pactos con los líderes occidentales. Y dicen que, además de su pensión de viuda, Suha transfirió en cuanto pudo dinero a su banco de París. Debía de ser emocionante ser el centro de todos los rumores. Hoy es muy rica, pero no tiene poder. Quizá se alegre de su soledad al contemplar a tantas primeras damas árabes arrastradas por una revolución imprevisible. Aún así, parece que la historia le ofrece un último pedazo de escenario para resarcirse de sus enemigos, exhumando el cadáver de Arafat para aclarar si fue asesinado.
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