del muy comentado álbum del cineasta David Lynch, 'Crazy Clown Time'-foto.-
Su amor por el dadaísmo y el surrealismo queda patente en algunas de sus películas, cuya misteriosa y hasta inquietante atmósfera mezcla lo cotidiano con lo soñado escapando a veces a la comprensión exhaustiva del espectador. Como ejemplo de ello pueden citarse Eraserhead y la serie de televisión Twin Peaks. Posteriormente realizó algunas producciones más accesibles como The Straight Story, aunque manteniendo su toque personal. En la actualidad, algunos de sus proyectos cinematográficos y de animación son sólo accesibles a través de su sitio web, de pago.
Sus películas tienden a describir los entresijos de pequeñas comunidades de los Estados Unidos, como es el caso de Twin Peaks: Fire walk with me o Blue Velvet. Lynch siente también predilección por los secretos ocultos de los barrios periféricos de Los Ángeles, retratados en Lost Highway y Mulholland Drive. El sonido en sus películas es de gran importancia, y por ello cada banda sonora es trabajada con esmero. El responsable de conseguir ese sonido es el compositor Angelo Badalamenti, colaborador habitual del director, creador entre otras de la fascinante banda sonora de la serie de televisión Twin Peaks o de la inquietante y perturbadora Lost Highway.
Reconocido admirador de Jacques Tati, Ingmar Bergman o Werner Herzog, Lynch ha conseguido destacarse como uno de los pocos directores actuales con un estilo auténticamente personal y constituye un referente ineludible en el cine contemporáneo. Su último film, que le ocupó varios años de rodaje usando exclusivamente técnicas digitales, se tituló INLAND EMPIRE (en mayúsculas) y su estreno se produjo en 2006.
Niñez y juventud
Lynch podría considerarse el arquetipo del muchacho americano de clase media. Su padre, Donald, fue un científico adscrito al Ministerio de Agricultura norteamericano, y su madre, Sunny, era profesora de lengua. La familia vivió en distintos lugares, entre el noroeste del país y Carolina del Norte. Lynch fue boy scout y a los 15 años participó como acomodador en la toma de posesión del presidente John F. Kennedy.
Pronto experimentó impulsos artísticos y asistió al Corcoran School of Art en Washington, D.C. mientras terminaba sus estudios secundarios en Alexandria, Virginia. Después se apuntó al School of the Museum of Fine Arts de Boston durante un año, antes de partir rumbo a Europa en compañía de su amigo y colega artístico Jack Fisk. Sus planes eran estudiar con el pintor del expresionismo austríaco Oskar Kokoschka (quien resultaría uno de sus principales referentes artísticos) durante tres años. Sin embargo, Lynch regresó a los Estados Unidos al cabo de sólo 15 días.
Filadelfia y sus primeros largometrajes
En 1966, Lynch se instala en la ciudad Filadelfia, Pensilvania, asistiendo al Pennsylvania Academy of Fine Arts (PAFA). Allí se dedicó en principio a la confección de complejos mosaicos a base de figuras geométricas, a los que él llamó Industrial Symphonies. Por aquel tiempo, tuvo sus primeros devaneos cinematográficos. Su primer corto recibió el título de Six Men Getting Sick ("Seis hombres enfermos, o enfermando") (1966). Él lo describió como "57 segundos de desarrollo y pasión, y tres segundos de vómito". Con esta pieza ganó el certamen anual de la Academia. Este pequeño éxito le permitió abordar su segundo cortometraje: The Alphabet.A partir de 1970, Lynch se centró exclusivamente en el arte cinematográfico. Consiguió un premio de 5.000 dólares del American Film Institute por The Grandmother, ("La abuela") sobre un pobre chico de la calle que se las ingenia para conseguir una abuela a partir de una semilla. Esta película de 30 minutos de duración muestra ya muchos de los patrones característicos en su cine de madurez, incluyendo un sonido perturbador y envolvente y una potente imaginería enfocada a los deseos y al inconsciente reprimido, todo ello lejos de los métodos tradicionales de narrar.
Eraserhead
En 1971, Lynch se trasladó a Los Ángeles para asistir a las clases del American Film Institute Conservatory. Fue allí donde empezó a trabajar en su primer largometraje, Eraserhead, aprovechando una ayuda de 10.000 dólares concedida por dicha institución. Este dinero no alcanzó para terminar el film y por este motivo la película no se remataría hasta el año 1977. Lynch tuvo que pedir dinero a amigos y familiares, incluyendo a su amigo de la infancia Jack Fisk, diseñador de producción y marido de la actriz Sissy Spacek, e incluso se dedicó a vender periódicos para financiarla.Eraserhead es una película enigmática y sombría, plena de guiños surrealistas y elementos desasosegantes. Por tal motivo fue rodada apropiadamente en blanco y negro. Cuenta la historia de un joven tranquilo (papel que interpreta Jack Nance) que vive en una especie de área industrial y cuya novia da a luz a una rara bestezuela que no para de gemir. Lynch se refiere a la película como “mi historia de Filadelfia”, aludiendo al hecho de que refleja muy bien todas las crudas experiencias que vivió en esa ciudad en su etapa de estudiante, experiencias que le marcaron profundamente.
Sobre la película, la crítica ha afirmado que sugiere o intenta sugerir los miedos y ansiedades del propio cineasta acerca de la paternidad, personificados en el grotesco aspecto del bebé, que se ha convertido en uno de los íconos del cine fantástico de todas las épocas. El director ha rehuido en más de una ocasión explicar cómo fue elaborada la criatura, pero la leyenda cuenta que fue construida a partir de un feto de vaca embalsamado.
Debido a sus extravagantes contenidos, al principio se pensó que Eraserhead no podría ser exhibida comercialmente, sin embargo, gracias al esfuerzo del distribuidor Ben Barenholtz, se convirtió pronto en un clásico, típico en salas especializadas en proyecciones de medianoche, fuera de las grandes audiencias. La crítica más avanzada la alabó inmediatamente como obra maestra, lo que colocó al director a la cabeza de la vanguardia cinematográfica. El gran director Stanley Kubrick afirmó con admiración que era una de sus películas favoritas de toda la historia del cine. El éxito provocó que el equipo de actores y técnicos (entre ellos el cámara Frederick Elmes, el técnico de sonido Alan Splet, y el actor Jack Nance) siguieran trabajando con Lynch en años posteriores.
El hombre elefante y Dune
Eraserhead atrajó la atención del productor Mel Brooks, quien contrató a Lynch para dirigir la película de 1980 The Elephant Man (El hombre elefante), un biopic sobre la figura de Joseph Merrick, un hombre de clase baja con tremendas malformaciones físicas. Esta película, rodada igualmente en blanco y negro, fue un gran éxito comercial y obtuvo ocho nominaciones a los Óscar, incluyendo el de mejor director y mejor guion adaptado para Lynch. Del mismo modo demostró la viabilidad comercial de sus propuestas.Posteriormente, el cineasta aceptó dirigir una superproducción que adaptaba la novela de ciencia-ficción Dune, del escritor Frank Herbert, para el productor italiano Dino De Laurentiis, con la condición de que la productora se comprometiera a financiar un segundo proyecto sobre el cual Lynch mantendría control creativo total. Aunque el productor esperaba que Dune (1984) supondría algo así como la nueva Guerra de las galaxias, la película resultó un gran fiasco comercial, siendo además vapuleada por la crítica. Se calculó que ingresaría 45 millones de dólares que al final se quedaron en sólo 27,4. Para compensar pérdidas, el estudio elaboró una versión alargada para la televisión que desvirtuaba el montaje del director y que Lynch desautorizó inmediatamente.
Blue Velvet
La segunda película de Lynch producida por De Laurentiis fue Blue Velvet (Terciopelo azul, 1986), la historia de un joven universitario (representado por el actor que protagonizara Dune, Kyle MacLachlan) que descubre el lado oscuro de una pequeña ciudad, al investigar la procedencia de una oreja cortada que había encontrado casualmente en el transcurso de un paseo campestre. La película muestra actuaciones memorables de Isabella Rossellini, en el papel de una cantante atormentada, y de Dennis Hopper en el de un criminal psicópata, líder de una banda de matones de medio pelo.Blue Velvet obtuvo un gran éxito de crítica y proporcionó a Lynch su segunda nominación al Óscar al mejor director. La película presenta algunos lugares comunes en su cine: una cuidadísima puesta en escena, ciertos episodios y conductas inexplicables, mujeres ultrajadas, los malsanos entresijos de una pequeña comunidad, y la utilización poco convencional de canciones antiguas. Blue velvet, de Bobby Vinton e In dreams de Roy Orbison suenan en este film extrañas y perturbadoras. Esta fue la primera ocasión en que Lynch trabajaba con el compositor Angelo Badalamenti, quien contribuiría en todas sus películas posteriores.
El director Woody Allen, cuya cinta Hannah y sus hermanas fue nominada como mejor película, afirmó que Blue Velvet era el mejor filme del año. La película, que es comúnmente considerada como una de las obras maestras del cine contemporáneo, ha llegado a convertirse en un icono de la cultura popular.
TÍTULO: NO ME PREOCUPA LA BOFETADA--AIDA NIZAR.
La nueva faceta de reportera de Aída Nízar (Valladolid, 1977) le está jugando alguna que otra mala pasada. ... «No me preocupa la bofetada» ...
Aída Nízar se fue a Ciudad Real para denunciar la conducta de un grupo de vecinos y terminó siendo agredida: «Las mejores hostias no se dan con la mano» .
La nueva faceta de reportera de Aída Nízar (Valladolid, 1977) le está jugando alguna que otra mala pasada. La polemista de 'Sálvame' (Telecinco) recoge en su página web las denuncias de los espectadores y trata de buscarles solución en 'Sálvese quien pueda'. Hace unos días puso rumbo a El Robledo, Ciudad Real, donde los vecinos se quejan de la conducta de bañistas de etnia gitana que acuden a refrescarse al río. Terminó siendo agredida.
- ¿Qué tal se encuentra?
- No me preocupa la bofetada. Lo que más me preocupa es que ahora en El Robledo hay una infinidad de personas que están sufriendo muchísimo. Eso es lo que le duele a Aída.
- ¿Qué ocurrió para que se incomodasen?
- Se empezaron a sentir incómodos nada más ver las cámaras porque saben que la gente está cansada de ellos. Todo un pueblo está atemorizado por esta panda. Vieron las cámaras y pensarían: 'Uy, nos han pillado'.
- Con el carácter que usted tiene, sorprende que solo respondiese con palabras.
- Aída es una gran desconocida. Ahora se está viendo mi capacidad para ayudar. De nada servía que me enfrentara a ellos. Las mejores hostias no se dan con la mano, sino con la verdad y con una cámara para poder hacer público lo que allí está sucediendo.
- No cree que muchos la tratan con cautela solo por la mala fama que tiene.
- No, de verdad. He sido recibida con mucho cariño en los lugares donde la gente no tiene nada que esconder y, como a cualquier otra, se me recibe con uñas donde hay algo que esconder. Pero al contrario de otros reporteros, yo tengo la fuerza para decir: 'Aquí estoy yo y esto se hace público pese a quien le pese'.
- No se puede negar que sabe cómo buscar las cosquillas.
- No, no es buscar las cosquillas. Yo lo que hago es preguntar de manera absolutamente directa, sin rodeos. Tal y como soy en mi vida personal.
- Vamos, preguntas políticamente incorrectas.
- 'Es la persona más políticamente incorrecta que he conocido y con las piernas más bonitas'. Eso lo escribió Javier Sardá en el prólogo de mi libro. No nací para ser políticamente correcta. Para eso me dedicaría a presidir una ONG. Ayudo al necesitado desde la verdad. Sería más fácil sentarme en el plató a discutir de la última polémica de Belén Esteban, pero elegí esto.
- Usted es de las que piensan que en el amor, en la guerra y en la televisión, todo vale.
- No sé si todo vale o no, pero jamás alguien me va a impedir grabar un reportaje. ¡Sabe Dios que es cierto! En parte porque tengo el mejor equipo. Porque las imágenes de El Robledo se tomaron también gracias al cámara, Raúl, a Vero y a Gemma, el alma a la sombra de 'Sálvese quien pueda'.
- ¿Aunque lo consiga a base de provocación?
- Mi mera presencia provoca. Eso en la tele, como decía Sardá, es el mejor ingrediente. Provoco reacciones que otros serían incapaces.
- En un sondeo reciente aparece entre los personajes más antipáticos. ¿Qué le parece?
- Lo que me preocupa de ese sondeo es que el 14% de los encuestados todavía no me conoce. ¿Y que la gente no me quiere? ¿De verdad no quererme es que 'Sálvese quien pueda' tenga una media de tres millones de espectadores, cuando la de 'Sálvame' es de un millón y medio? No he ido a la tele a ganarme el cariño de nadie. Además, en la tele no se hacen amigos. Una señora me dijo: 'Aída, si tú hablas de esto se me escuchará'. Me quedo con eso.
- ¿Cuál es su fin en la tele?
- Que 'Sálvese quien pueda' se convierta en un programa. No por egocentrismo, sino por tener más tiempo para ayudar. Y por supuesto, tener el reconocimiento de un merecido TP de Oro. No pararé hasta conseguirlo.
La nueva faceta de reportera de Aída Nízar (Valladolid, 1977) le está jugando alguna que otra mala pasada. La polemista de 'Sálvame' (Telecinco) recoge en su página web las denuncias de los espectadores y trata de buscarles solución en 'Sálvese quien pueda'. Hace unos días puso rumbo a El Robledo, Ciudad Real, donde los vecinos se quejan de la conducta de bañistas de etnia gitana que acuden a refrescarse al río. Terminó siendo agredida.
- ¿Qué tal se encuentra?
- No me preocupa la bofetada. Lo que más me preocupa es que ahora en El Robledo hay una infinidad de personas que están sufriendo muchísimo. Eso es lo que le duele a Aída.
- ¿Qué ocurrió para que se incomodasen?
- Se empezaron a sentir incómodos nada más ver las cámaras porque saben que la gente está cansada de ellos. Todo un pueblo está atemorizado por esta panda. Vieron las cámaras y pensarían: 'Uy, nos han pillado'.
- Con el carácter que usted tiene, sorprende que solo respondiese con palabras.
- Aída es una gran desconocida. Ahora se está viendo mi capacidad para ayudar. De nada servía que me enfrentara a ellos. Las mejores hostias no se dan con la mano, sino con la verdad y con una cámara para poder hacer público lo que allí está sucediendo.
- No cree que muchos la tratan con cautela solo por la mala fama que tiene.
- No, de verdad. He sido recibida con mucho cariño en los lugares donde la gente no tiene nada que esconder y, como a cualquier otra, se me recibe con uñas donde hay algo que esconder. Pero al contrario de otros reporteros, yo tengo la fuerza para decir: 'Aquí estoy yo y esto se hace público pese a quien le pese'.
- No se puede negar que sabe cómo buscar las cosquillas.
- No, no es buscar las cosquillas. Yo lo que hago es preguntar de manera absolutamente directa, sin rodeos. Tal y como soy en mi vida personal.
- Vamos, preguntas políticamente incorrectas.
- 'Es la persona más políticamente incorrecta que he conocido y con las piernas más bonitas'. Eso lo escribió Javier Sardá en el prólogo de mi libro. No nací para ser políticamente correcta. Para eso me dedicaría a presidir una ONG. Ayudo al necesitado desde la verdad. Sería más fácil sentarme en el plató a discutir de la última polémica de Belén Esteban, pero elegí esto.
- Usted es de las que piensan que en el amor, en la guerra y en la televisión, todo vale.
- No sé si todo vale o no, pero jamás alguien me va a impedir grabar un reportaje. ¡Sabe Dios que es cierto! En parte porque tengo el mejor equipo. Porque las imágenes de El Robledo se tomaron también gracias al cámara, Raúl, a Vero y a Gemma, el alma a la sombra de 'Sálvese quien pueda'.
- ¿Aunque lo consiga a base de provocación?
- Mi mera presencia provoca. Eso en la tele, como decía Sardá, es el mejor ingrediente. Provoco reacciones que otros serían incapaces.
- En un sondeo reciente aparece entre los personajes más antipáticos. ¿Qué le parece?
- Lo que me preocupa de ese sondeo es que el 14% de los encuestados todavía no me conoce. ¿Y que la gente no me quiere? ¿De verdad no quererme es que 'Sálvese quien pueda' tenga una media de tres millones de espectadores, cuando la de 'Sálvame' es de un millón y medio? No he ido a la tele a ganarme el cariño de nadie. Además, en la tele no se hacen amigos. Una señora me dijo: 'Aída, si tú hablas de esto se me escuchará'. Me quedo con eso.
- ¿Cuál es su fin en la tele?
- Que 'Sálvese quien pueda' se convierta en un programa. No por egocentrismo, sino por tener más tiempo para ayudar. Y por supuesto, tener el reconocimiento de un merecido TP de Oro. No pararé hasta conseguirlo.
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