El nadador posa a remojo ante la cámara de Annie Leibovitz para promocionar una marca de bolsos .
Poco ha tardado Phelps en sacar petróleo del oro de sus medallas. El nadador ha aceptado una oferta de la marca Louis Vuitton y se ha convertido en modelo de un lujoso bolso de viaje. Hasta aquí todo normal. Lo raro es el anuncio en sí. Porque, ¿qué hace Phelps metido en una bañera con bañador y gafas de competición? Es evidente que dar que hablar, pues con su 1,93 de estatura no se va a poner a hacer un largo el muchacho, que ahí no hay quien nade nada aunque haya traído traje. La inquietante imagen lleva la firma de la consagradísima fotógrafa Annie Leibovitz. Y digo inquietante porque hay qué ver la retadora mirada que lanza el campeón olímpico. «O acabas ya o me levanto y me voy», parece estar reprochándole a su retratista. Ver a Phelps con cara de cabreo, sentado en una bañera con su famosa tableta de chocolate a remojo y las tetillas al aire... ¿vende bolsos?, pregunto. Por lo visto hay quien opina que sí, aunque yo más bien diría que en esa foto antes reparas en las manazas del nadador, en sus desarrollados pectorales y hasta en la refracción de la luz sobre su cuerpo semisumergido que en ese bolso tirado de mala manera en el suelo sobre una toalla mojada. Pero la publicidad escribe en renglones más torcidos que Dios. Y poca broma con la bañera que ahí donde la ven, tan pálida e inofensiva, se ha llevado por delante a muchísimos famosos. De Jim Morrison a Whitney Houston, pasando por Carmina Ordóñez... Por no hablar de Marat, el pionero, aunque en su caso le apuñalaron mientras se daba un bañito. Morir en la bañera no es la peor de las muertes y tiene la ventaja de dejar en buen lugar al difunto. «Al menos era aseado», pensarán sus deudos. Aún así Phelps ahí pone cara como de ahogarse. Me da que de aburrimiento.
Michael no es guapo, para qué nos vamos a engañar. Pero eso no evita que le lluevan ofertas como modelo. Habrán notado que la consigna delatora y tremebunda de esta crisis es 'Compro oro'. Y él lo tiene en abundancia. Vuitton le ha comprado el brillo de sus doradas medallas para promocionar un bolso con la excusa de vender valores intangibles como el esfuerzo, el tesón, el talento... Pero no se engañen, es un bolso lo que venden. Ahora el nadador tiene novia. Desde enero. Es rubia, se llama Megan Rossee y es camarera con aspiraciones a modelo. «La típica chica americana de 1,80», según se describe ella misma en la red. A Phelps en cambio le llama 'oso'. El hombre y el oso, decía un viejo refrán, cuanto más feo más hermoso. Y si encima es campeón olímpico, un Adonis. No sé hasta qué punto la novia de Phelps será una buscadora de oro (algo tan típicamente americano como ella). De momento se ha revelado una gran usuaria de Twitter, donde su 'oso' es el rey. Phelps tiene más de un millón de seguidores y ya ha escrito más de dos mil 'tuits'. Pero como los diez mandamientos se resumen en dos: «Oh, yeah! Esto es fantástico» y «Lo estoy pasando genial».
TÍTULO:¡ QUÉ SOY TU MADRE!.SI TIENES MINUTOS Y HORAS.
Poco ha tardado Phelps en sacar petróleo del oro de sus medallas. El nadador ha aceptado una oferta de la marca Louis Vuitton y se ha convertido en modelo de un lujoso bolso de viaje. Hasta aquí todo normal. Lo raro es el anuncio en sí. Porque, ¿qué hace Phelps metido en una bañera con bañador y gafas de competición? Es evidente que dar que hablar, pues con su 1,93 de estatura no se va a poner a hacer un largo el muchacho, que ahí no hay quien nade nada aunque haya traído traje. La inquietante imagen lleva la firma de la consagradísima fotógrafa Annie Leibovitz. Y digo inquietante porque hay qué ver la retadora mirada que lanza el campeón olímpico. «O acabas ya o me levanto y me voy», parece estar reprochándole a su retratista. Ver a Phelps con cara de cabreo, sentado en una bañera con su famosa tableta de chocolate a remojo y las tetillas al aire... ¿vende bolsos?, pregunto. Por lo visto hay quien opina que sí, aunque yo más bien diría que en esa foto antes reparas en las manazas del nadador, en sus desarrollados pectorales y hasta en la refracción de la luz sobre su cuerpo semisumergido que en ese bolso tirado de mala manera en el suelo sobre una toalla mojada. Pero la publicidad escribe en renglones más torcidos que Dios. Y poca broma con la bañera que ahí donde la ven, tan pálida e inofensiva, se ha llevado por delante a muchísimos famosos. De Jim Morrison a Whitney Houston, pasando por Carmina Ordóñez... Por no hablar de Marat, el pionero, aunque en su caso le apuñalaron mientras se daba un bañito. Morir en la bañera no es la peor de las muertes y tiene la ventaja de dejar en buen lugar al difunto. «Al menos era aseado», pensarán sus deudos. Aún así Phelps ahí pone cara como de ahogarse. Me da que de aburrimiento.
Michael no es guapo, para qué nos vamos a engañar. Pero eso no evita que le lluevan ofertas como modelo. Habrán notado que la consigna delatora y tremebunda de esta crisis es 'Compro oro'. Y él lo tiene en abundancia. Vuitton le ha comprado el brillo de sus doradas medallas para promocionar un bolso con la excusa de vender valores intangibles como el esfuerzo, el tesón, el talento... Pero no se engañen, es un bolso lo que venden. Ahora el nadador tiene novia. Desde enero. Es rubia, se llama Megan Rossee y es camarera con aspiraciones a modelo. «La típica chica americana de 1,80», según se describe ella misma en la red. A Phelps en cambio le llama 'oso'. El hombre y el oso, decía un viejo refrán, cuanto más feo más hermoso. Y si encima es campeón olímpico, un Adonis. No sé hasta qué punto la novia de Phelps será una buscadora de oro (algo tan típicamente americano como ella). De momento se ha revelado una gran usuaria de Twitter, donde su 'oso' es el rey. Phelps tiene más de un millón de seguidores y ya ha escrito más de dos mil 'tuits'. Pero como los diez mandamientos se resumen en dos: «Oh, yeah! Esto es fantástico» y «Lo estoy pasando genial».
Los padres no podemos ejercer de amigos de nuestros hijos. Lo que no quiere decir que tengamos una magnifica relación, ni que no haya complicidad.
Quería dejarlo todo para trabajar y mejorar su inglés, pero como su madre le dijo que no, la pataleta vino con reproche incluido.
"No me comprendes y me estás fallando porque no eres mi amiga." Efectivamente, no es su colega, es su madre. Y eso que sale la niña ganando. ¿ O no?.
Todas las mañanas
sueño al despertar,que del cielo un ángel---10-- Minutos.
me viene a llevar…
pero al abrir los ojos,
veo ese lugar
donde te sentabas
para hacerme soñar.
Tu fuiste mi dicha
mi estrella y mi guía,
tu fuiste el camino
que me alejó del mal--30-- Minutos.
todas las mañanas,
oigo al despertar
que las aves cantan…
tu canción especial,
y al oirlos siento
que aun estas aquí,
me pierdo en la melodía---1-- Hora
y vuelvo a soñar
que del cielo un ángel
me viene a llevar…
mas al abrir los ojos,---90-- Minutos.
veo que no esta
mas en el mismo sitio--3--Horas.
la foto de mama.
TÍTULO: QUÉ HAY DE NUEVO CON CALL THE MIDWIFE.
Las series de la reentré. El verano se está apando, pero la tele arde con novedades.
'Call the midwife', la nueva serie inglesa de éxito.
Parece que en la ficción británica se están llevando más que nunca las historias de época y, en concreto, las historias de época con mensajes optimistas y, como han dicho en algún periódico, que son un poco el equivalente al té y las zapatillas de estar por casa. Mientras la segunda temporada de la nueva ‘Arriba y abajo‘ llega a la BBC este domingo, se despide al mismo tiempo una serie cuyo éxito puede decirse que ha pillado un poco a todo el mundo por sorpresa (y que está escrita también por Heidi Thomas). Se trata de ‘Call the Midwife‘, una adaptación de un libro que cuenta la vida de las matronas que trabajaban entre las clases más pobres de Londres en la década de 1960.
Ya sea por su cualidad escapista, por su sentimentalismo, por tener de secundaria a la popular cómica Miranda Hart (creadora de ‘Miranda‘) o por esa monja anciana y robatartas, la serie ha llegado a reunir a 10 millones de espectadores delante del televisor, motivando una maniobra de contraprogramación muy rara en Inglaterra con ITV moviendo ‘Coronation Street‘ para intentar arañar espectadores en la emisión del último episodio de ‘Call the Midwife’ (un movimiento que excusaron diciendo que tenían que emitir un partido de fútbol, excusa que no se ha creído nadie).
La serie sigue a Jenny, una joven enfermera, prácticamente recién graduada, que llega al East End londinense para trabajar de matrona. Lo hará al lado de unas monjas anglicanas que tienen un convento en el barrio, y que llevan años dedicándose a asistir partos. Las condiciones de pobreza en las que viven los habitantes del lugar son un impacto para Jenny, que es de buena familia, y allí inicia también su propio proceso de descubrimiento personal y de maduración, como no podía ser de otra manera, influenciada tanto por las mujeres cuyos bebés ayuda a que nazcan como por las otras enfermeras que trabajan con las monjas.‘Call the Midwife’ no es rompedora, ni innovadora y no va a tener a sus fans obsesionados con cualquier detalle que pueda tener un significado oculto. Su principal foco de atención está en su reparto, una acertada mezcla de actrices veteranas y otras, casi debutantes. Tampoco busquéis grandes críticas sociales. Lo suyo es más eso que los anglos denominan heartwarming, historias humanas con su punto entrañable y sentimental y que sí, casi siempre bordea lo cursi. No sabemos si el nuevo fervor por la ficción británica llevará a que ‘Call the Midwife’ aterrice en España. Lo cierto es que es una serie muy de La 1, si todavía se dedicaran a comprar series extranjeras. Ah, que se me olvidaba; la serie tendrá segunda temporada.
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