domingo, 25 de septiembre de 2011

NADA LÓGICO./ REVISTA XL SEMANAL DEL HOY EL CÁNCER./ RALPHS STEINMAN.

TÍTULO: NADA LÓGICO: La vida no tiene nada lógico sin saber que el hombre lucha todos los días para encontrar la felicidad de su corazón en tener un trabajo fijo. Un buen amor que compartir la vida de todos los días de la semana, y no sufrir nunca por morir de amor sabiendo que alma volara hacia otros lugares de Señor inventado o dibujado a los papeles mojados lanzados con ternura a otra aventura salvada por las rosas rojas. Muy lejos entre momentos perdidos con amor buscado los destinos del regreso amado con una tristeza olvida por andar tan deprisa con el alma rota como mis tesoros escondidos debajo de alguna piedra que no se donde anda. De tanto llevarme a nada lógico que me retiene con el adiós mas dulce de mi vida compartida a tu lado como se va sin sentido de la noche oscura  con amores fugaces lanzados a los mares del Señor. Nada lógico tienes las canciones con rimas con voz amable entre silencios con ruido suave para nuestros oídos.

2-10-2011--TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL DEL HOY EL CÁNCER.
El creador de Apple y su esposa luchan contra el cáncer de páncreas.
Steve Jobs cuando ya solo que el amor.
El verdadero mundo de Steve Jobs.
Ahora que el cáncer amenaza con vencerlo definitivamente, el dueño de Apple se concentra en lo que más le importa: sus hijos y su mujer, Laurene Powell, Una economista de Stanford que logró atisbar bajo el espíritu feroz de Steve Jobs al niño adoptado, confundido, que no tenía claro quiénes eran los suyos. Esta es su historia.

-6-10-2011--Steve Jobs, el mítico y visionario fundador de Apple, ha muerto en la localidad de Palo Alto (California) a los 56 años de edad víctima de un cáncer de páncreas.
Steve Jobs, uno de los fundadores de Apple, ha muerto esta noche en Palo Alto (California) a los 56 años acompañado por su mujer y otros familiares víctima de un cáncer.



Hay personas alrededor


La derrota estaba cantada desde hace tiempo. Ocho años. Steve Jobs llevaba desde octubre de 2003 luchando contra un cáncer de páncreas. «Mi médico me recomendó entonces que volviera a casa y pusieron orden en mis asuntos, lo que significa: prepárate para morir. Significa que debes decirles a tus hijos, en unos pocos meses, todo lo que planeabas decirles en diez años. Significa que te asegures de dejarlo todo listo porque debes despedirte». Pero Jobs no estaba dispuesto a rendirse. Es una persona de espíritu feroz. Lo saben bien sus empleados de Apple y sus competidores. Y tan orgulloso como para pretender curarse un cáncer haciendo dieta, despreciando el potencial del enemigo, como intentó al principio. «Steve es Steve. Puede ser muy tozudo», se lamentaba un miembro de su consejo de administración. Costó Dios y ayuda que se sometiera a una cirugía y, luego, a un trasplante. Entretanto siguió alumbrando maravillas: iPhone, iPad, iCloud... Finalmente, este agosto pasado, a los 56 años, llegó la hora de poner en orden sus asuntos. Dimitió como presidente ejecutivo de Apple. Se refugió en su familia.


Porque es un hombre de familia, cuya privacidad ha defendido como un caballero templario. Y Laurene Powell Jobs, su mujer, es la guardiana del castillo. Solo ella supo serenar al soñador con tendencia a desquiciarse. Vio más allá de las filias y fobias que despertaba. Y no le pareció ni un iluminado ni un déspota. Porque Laurene percibió al niño adoptado, confundido, que no tenía claro quiénes eran los suyos hasta que ella apareció en su vida.


Se conocieron en la universidad de Stanford. Jobs había sido invitado a dar una conferencia y se fijó en aquella estudiante de sonrisa contagiosa que lo escuchaba concentradísima. Intercambiaron teléfonos, pero él tenía una cena de negocios y se despidieron al salir de clase con el vago compromiso de quedar en otra ocasión. Unos minutos más tarde, Jobs se lo pensó mejor: «Estaba en el aparcamiento, con la llave del coche en el contacto, y pensé que si esta fuera la última noche de mi vida preferiría mil veces pasarla con esta mujer que en una reunión de negocios. Así que salí del coche, crucé corriendo el aparcamiento y le pregunté si quería cenar conmigo. Dijo que sí, fuimos paseando hasta el centro y hemos estado juntos desde entonces», recordó.
Llevan casados más de 20 años. La boda fue una ceremonia budista presidida por el monje zen Kobun Chino Otogawa, gurú personal de Jobs, que en su juventud y después de acabar de mala manera en la universidad (no duró ni un semestre) viajó por la India buscando iluminación espiritual. Jobs reconoció que unas veces la encontró en la religión y otras en el ácido lisérgico. Laurene, que ha cumplido 47, es diez años más joven que él. Pero le aportó la pizca de sentido común que le faltaba al visionario. Por ejemplo, que incluyese el pescado en una dieta vegetariana tan estricta que llegó a alimentarse solo de zanahorias.


Laurene es una economista brillante. Estudió dos carreras y un máster. Trabajó como analista de inversiones para Merrill Lynch y Goldman Sachs. Nunca ha querido vivir a la sombra de su marido. Montó una empresa de alimentación enfocada a la agricultura biológica y pertenece a la dirección de Achieva, una organización que proporciona becas a alumnos sin recursos. Es una defensora de la ley Dream, un proyecto que pretende otorgar la ciudadanía a estudiantes sin papeles que hayan llegado con sus padres a EE.UU. siendo menores de edad. «Son alumnos brillantes. Científicos, escritores, enfermeras y artistas en potencia, y nuestra sociedad no puede permitirse renunciar a su talento», razona. Laurene también colabora con varias organizaciones benéficas, pero la filantropía no es algo que haya conseguido imbuir en Jobs, que no destina ni un dólar a proyectos sociales. Según antiguos empleados, considera estos gastos «una distracción» de dudosa eficacia. El contraste con Bill y Melinda Gates, volcados en su fundación, es notable. Las únicas donaciones que se le conocen son al Partido Demócrata.
Para Jobs, multimillonario desde los 25 y con una fortuna estimada en 5500 millones de dólares, el dinero nunca ha sido una motivación. Dormía en un colchón tirado en el suelo en una mansión que no amuebló. Llegó a trabajar en Apple por un salario anual de un dólar (aunque sus acciones le reportaban 44 millones). «Tanto dinero me causa hilaridad. Es la cosa menos valiosa de mi vida», dijo. Es alérgico a la ostentación. Y la residencia familiar de Palo Alto (California) es un templo del minimalismo. Tuvo un apartamento en Nueva York antes de conocer a Laurene que, básicamente, utilizó de picadero. Jobs tuvo su época de conquistador. Entre sus parejas, la cantante Joan Baez y la actriz Diane Keaton.


Laurene y Jobs tienen tres hijos: Reed Paul (20 años), Erin Sienna (16) y Eve (14). Han sido su consuelo en los momentos sombríos. Desayunar con ellos en el porche o conversar mientras el sol de la tarde calienta su rostro, su último placer. Conserva hasta el final su sentido de humor. Como en 2008, cuando la cadena Bloomberg publicó por error su obituario. «Los rumores sobre mi muerte son muy exagerados», bromeó, citando a Mark Twain.

Destellos del gamberro que llamó una vez al Papa con un teléfono pirateado. «Quiero ser un buen padre. Es a lo único a lo que aspiro. Me gustaría ser tan bueno para ellos como fue mi padre conmigo. Pienso en ello cada día de mi vida», confesó. Cuando Jobs habla de su padre, se refiere a su padre adoptivo, al que idolatraba. Fue dado en adopción al nacer y criado por un matrimonio de Silicon Valley: Paul Jobs era maquinista en una fábrica; Clara, contable. Ambos han fallecido ya. Jobs fundó Apple con su amigo Stephen Wozniak en el garaje de la casa familiar. El padre, un manitas, los ayudaba a soldar los prototipos del primer Macintosh.


Su familia biológica es otro cantar. Steve Jobs es hijo de Abdulfattah John Jandali, un ciudadano sirio, y de Joanne Simpson. Estudiaban en la universidad. Ella se quedó embarazada y, presionados por el padre de Joanne, decidieron dar al bebé en adopción. Sin embargo, meses más tarde se casaron y tuvieron una niña, Mona Simpson, que hoy es una escritora famosa. Esta vez decidieron quedarse con su hija, pero Jandali abandonó a su familia al cabo de cuatro años. Jobs conoció la historia siendo ya adulto. Había contratado a un detective para que buscara a sus padres biológicos. El impacto fue demoledor. Jobs recuperó el trato con su madre y mantiene una relación estrecha con su hermana, que escribió una novela inspirándose en él. «Nos llamamos por teléfono cada dos o tres días y es una de las mejores amigas que tengo en el mundo». Pero con su padre fue inflexible. No quiso saber nada. Jandali, a sus 80 años, le pidió perdón a través de la prensa hace unas semanas. «Tengo la sensación de que el tiempo se acaba. Aunque solo nos pudiéramos ver para tomar un café, eso me haría muy feliz. Pero Steve no contesta mis correos».


Paradójicamente, el propio Jobs vivió una situación parecida en la universidad. Tuvo un romance con Chris-Ann Brennan, a la que dejó embarazada de una niña, Lisa. Pero se negó a reconocerla, creyendo que no era suya. La madre lo demandó y Jobs juró ante un tribunal que él era estéril y se negó a pagar la pensión. Lisa fue criada con ayudas estatales para madres solteras hasta que Jobs se sometió a una prueba de ADN que confirmó su paternidad. La niña ya tenía siete años. Desde entonces pasó largas temporadas con su padre. Hoy tiene 33 y es escritora. «Recuerdo a mi padre conduciendo, muy callado. Yo me sentía segura con él. Siempre he lamentado el momento de bajarme del coche». Jobs bautizó a uno de sus ordenadores con su nombre. Pero ‘Lisa’ costaba 10.000 dólares y fue un fiasco.
«Jobs siempre aspiró a ser inmortal, se vio a sí mismo como Ghandi o Luther King, y se encomendó a la inmortalidad de las máquinas», escribió un biógrafo. Pero no hay nada más perecedero que una máquina. Su legado quizá sea su desbordante capacidad de sorprenderse a sí mismo y a los demás: «La muerte es el mejor invento de la vida. Desde los 17 años, cuando me miro al espejo, me pregunto si lo que voy a hacer hoy lo haría si fuese el último día de mi vida».
, pero no interfieren. Es imposible interferir en ese instante. Es un acto público. Una reunión mundial de desarrolladores de software en San Francisco. ¿Y qué? Una corriente de ternura imanta a esa pareja. Están solos lo que dura ese instante. Y, mientras dure, son indestructibles. La mejilla de la mujer es sanadora. Y la derrota del hombre no es más que aceptación.
¿QUÉ SERÁ DE APPLE SIN JOBS?
El encargado de que no se pierda la ‘magia’ de Apple es Tim Cook (arriba), de 50 años. El actual consejero delegado es un adicto al trabajo que envía correos a sus subordinados de madrugada, pero sin el carisma visionario de Jobs. En Silicon Valley se preguntan si estará a la altura.
LOS DIEZ MANDAMIENTOS DEL ÉXITO, SEGÚN STEVE JOBSEl genio de este visionario radica ante todo en la gestión del proceso creativo. Aquí están las normas por las que se rige.

4-10-2011--TÍTULO: RALPHS STEINMAN:
Ralphs Steinman, que falleció a causa de un cáncer de páncreas diseño su propía inmunoterapia en lo que era experto. Muere cuatro días antes de que lo concedan el nobel de medicina.
Cuando el científico canadiense Ralph Steinman fue ingresado en el hospital hace una semana, sus hijos bromeaban con él con la idea de evitar la muerte hasta que se anunciaran los ganadores del Premio Nobel de Medicina.
Pero después de luchar contra un cáncer de páncreas durante los últimos cuatro años, Steinman, de 68, falleció el pasado viernes. Un hecho desconocido por el Instituto Karolinska de Suecia, institución que le concedió el galardón este lunes por su contribución al conocimiento del sistema inmune.
"Queríamos que él estuviera aquí para esto", ha declarado a Reuters su hija Alexis Steinman, de 34 años. "Le decíamos, 'Vale, papá, sé que las cosas no van bien, pero van a anunciar el Nobel el próximo lunes'. Y él respondía: 'Sé que tengo que aguantar. No te lo dan si te has muerto. Tengo que aguantar'".

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