Mundos mentales sumergidos en la oscuridad, en la angustia de un gramo más, entre un dolor difícil de soportar que se suma al desespero, a la ansiedad por revivir una terrible pesadilla apropiada de la vida. Ahora se ha sedado la conciencia en un impulso involutivo que envuelve con alucinaciones, luces de colores, sensaciones, divertidas formas y olores mezclados con los amargos sabores de diversas drogas sintéticas.
Divagar en los abismos de su propio mundo, en los que el ser humano se pierde y el veneno con la sangre se mezclan, marchando a paso lento entre el cuerpo, disminuyendo aunque sea por un instante el dolor, en la morada piel de los brazos y pies, donde ya no hay lugar para un pinchazo más, pulmones y venas colapsan sin salvación. Ante esta infernal sustancia que no da distancia, infectando el cuerpo sin importar, si es una aguja o un “balazo” el que abre la puerta infernal de este viaje sin regreso más allá del espacio y el tiempo, una aventura que destruye la existencia, sin una oportunidad que permita escapar lejos de sus terribles efectos.
La heroína es un infierno del que muy pocos adictos pueden escapar, se quedan cortas las palabras para describir esta terrible realidad en la que se sumergen diariamente millones de seres, victimas de una trampa mortal.
Cuento de nunca acabar
es la serie “Yo soy Bea”,
un continuo desfilar
de chicas que ronronean
y con Alvaro flirtean.
Y Bea, sin rechistar
pues lo suyo es aguantar,
que para algo es la más fea. Y, en este berenjenal
de chicas que devanean
y de Bea se cachondean,
aparece una fiscal
que muy pronto fiscaliza
de Álvaro la atención:
ya hay otra mujer en liza.
¡Locura de culebrón!
La fiscal, Eva Marciel
(“Olga” se llama en la serie),
va un poco a lo que se tercie
en las cosas del querer
y, como está de buen ver,
eso que tiene ganado.
¡Vaya fiscal, mire usted!
Álvaro un día la conoce
casi como por azar
e inicia con ella un roce
que, con el tiempo, va a más.
Las cosas les casan mal:
Álvaro está algo remiso,
ella quiere un compromiso
algo más convencional….
Olga busca así olvidar
un reciente desengaño
que le causó mucho daño
porque lo pasó muy mal.
Olga tuvo mala suerte
mas no en lo profesional
sino en lo sentimental
donde no mandan las leyes.
Al fin, se va a enamorar
-son los gajes del oficio-
del hombra al que ha de acusar
en un inminente juicio.
La vida te da sorpresas
y no les busques razones.
¡Suerte que en la sobremesa
tenemos los culebrones
que despejan la cabeza
de tantas preocupaciones.
es la serie “Yo soy Bea”,
un continuo desfilar
de chicas que ronronean
y con Alvaro flirtean.
Y Bea, sin rechistar
pues lo suyo es aguantar,
que para algo es la más fea. Y, en este berenjenal
de chicas que devanean
y de Bea se cachondean,
aparece una fiscal
que muy pronto fiscaliza
de Álvaro la atención:
ya hay otra mujer en liza.
¡Locura de culebrón!
La fiscal, Eva Marciel
(“Olga” se llama en la serie),
va un poco a lo que se tercie
en las cosas del querer
y, como está de buen ver,
eso que tiene ganado.
¡Vaya fiscal, mire usted!
Álvaro un día la conoce
casi como por azar
e inicia con ella un roce
que, con el tiempo, va a más.
Las cosas les casan mal:
Álvaro está algo remiso,
ella quiere un compromiso
algo más convencional….
Olga busca así olvidar
un reciente desengaño
que le causó mucho daño
porque lo pasó muy mal.
Olga tuvo mala suerte
mas no en lo profesional
sino en lo sentimental
donde no mandan las leyes.
Al fin, se va a enamorar
-son los gajes del oficio-
del hombra al que ha de acusar
en un inminente juicio.
La vida te da sorpresas
y no les busques razones.
¡Suerte que en la sobremesa
tenemos los culebrones
que despejan la cabeza
de tantas preocupaciones.
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