domingo, 11 de septiembre de 2011

AXEL VERVOORDT. EL GURÚ DEL ESTILO ZEN./JUSTIN TIMBERLAKE.

TÍTULO: AXEL VERVOODT. EL GURÚ DEL ESTILO ZEN. Para algunos, es el anticuario número uno; para otros, el gran maestro de la decoración. Pero, para sus adeptos, que ya son legión, es mucho más: todo un filósofo que ha logrado aplicar al espacio el pensamiento oriental ‘wabi’. Entramos en su guarida, el castillo del siglo XII donde vive y que se ha convertido en su manifiesto.



Pánico. Axel Vervoordt
no está seguro de su próxima apuesta. Estamos en Venecia. Junio de 2009. El jurado más implacable está reunido en la ciudad, algo así como la Corte Suprema del arte. Todos esperan ver que propone este belga de 64 años difícil de definir: en su tarjeta de visita no aparece oficio, aunque entre sus clientes se hallan miembros de la realeza, estrellas de cine, potentados de la tecnología e, incluso, cantantes de rock. Sin embargo, con In-Finitum, su exposición, sabe que está corriendo un riesgo extraordinario. Le preocupa la reacción a su propuesta, donde conviven boles de té de cerámica raku y urnas japonesas con esculturas de Joan Miró, Picasso o Cy Twombly, lienzos de Piero Manzoni y Mark Rothko y las vistas de las azoteas venecianas. «¿Reconocerán los visitantes las conexiones entre los maestros modernos y los pobres objetos japoneses?», se pregunta. Unos días después, el poderoso crítico de The New York Times, Jerry Saltz, le responde: «Este impresionante paseo por un gabinete de curiosidades sobre el infinito y lo inacabado es un ejercicio de total independencia comisarial». Desde entonces, Axel Vervoordt ha dejado de tener miedo.


Justo dos años después, este genio vuelve a las andadas. En la nueva cita de la Bienal de Arte de Venecia presenta la exposición TRA. Edge of Becomig. Y la crítica ha vuelto a alabarlo.


Para entender su universo, las claves hay que buscarlas en el libro que acaba de publicar: Wabi Inspirations (Flammarion). Una obra que contiene más filosofía que máximas de decoración. Es un acercamiento al pensamiento zen, para el que la belleza pura es imperfecta, incompleta o pasajera. Se habla de buscar la inspiración y la armonía en la naturaleza. Y, sobre todo, del vacío. «El espacio vacío entre las cosas es tan importante como las cosas en sí», nos recuerda. ¿No hay cierta contradicción para alguien que vive en un castillo de 50 habitaciones o que declara que posee una colección de más de 15.000 objetos? Puede. Pero todo encaja cuando vas pasando las hojas, entrando en su mundo.


Wabi, según Axel Vervoordt, resume su forma de pensar. Una filosofía que siempre ha estado ahí: en el niño que recogía pedazos de madera vieja, en el alquimista que sitúa la pieza –sin valor aparente– al lado de un mueble barroco; el que recoge flores silvestres y las coloca mezcladas con piezas de plata del siglo XVII en simples cestas de mimbre.


Un viaje a Inglaterra a los 14 años ofreció a Vervoordt su primera oportunidad. Compró allí a familias nobles lo que luego vendía a los amigos de sus padres en Bélgica. Una afición que se convirtió en negocio. Sin pasar por clases, aprendió rápido el oficio escuchando a expertos. «Con 20 años quise tener una casa en el barrio Vlaeykensgang, en la parte antigua de la ciudad. La encontré, pero para comprarla había que adquirir el resto de casas de la calle que pertenecían a dos señoras. Yo me enamoré de esas viviendas y quise restaurarlas». Y añade: «A la gente le encantó lo que hice y, poco a poco, querían que trabajase en sus casas». Empieza el Vervoordt decorador. En el 82, se presenta en la ‘alta sociedad’ (es decir, la Bienal de Anticuarios de París). En el Grand Palais los stand parecen salas de museo, Vervoord deja los suelos de hormigón vistos y crea un entorno industrial. Desde el principio, su estética era radicalmente diferente a la de sus colegas anticuarios. Y comienza su reputación como visionario. Hoy, sus consejos de coleccionista son tan sencillos como su filosofía: «Olvidar los prejuicios y ser espontáneo. Cuando algo te emociona, nunca cometes un error al adquirirlo» y «cuando todos quieren a un artista, es hora de dejar de comprarlo».

TÍTULO:JUSTIN TIMBERLAKE. " Soy muy, muy vanidoso. Dejé de comer "Basura" para poder salir desnudo en mi última peli".
Convierte en oro todo lo que toca. Triunfa en la música (seis grammy lo atestiguan), en la moda (tiene su propia línea de ropa), en los negocios (es accionista de myspace) y en la gran pantalla. Ahora estrena nueva película, una comedia romántica destinada al éxito: por primera vez enseña el trasero... «sí, lo hago, pero está hecho con muy buen gusto».



Su publicista, que se sienta a su lado durante la entrevista, nos advierte que no contestará preguntas sobre su carrera musical o su vida privada. Lo segundo es compresible; el primer requisito es algo más excéntrico. Al fin y al cabo, Timberlake es dueño de seis Grammy, vendió 50 millones de discos con su grupo,`N Sync, y 14 millones más gracias a sus dos trabajos en solitario. Pero él solo quiere hablar de su carrera como actor. Esa por la que ha apostado todo en los últimos cinco años y que, después de interpretar a Sean Parker en La red social, parece más consolidada que nunca. Ahora estrena registro en la comedia romántica con Con derecho a roce (estreno, el 23 de septiembre), junto con Mila Kunis.


Nació hace 30 años en Memphis, donde su padre era director de coro en una iglesia baptista, y pisó un escenario por primera en un concurso televisivo de talentos infantiles. Con 12 años entró en nómina del Mickey Mouse Club, donde coincidió con otras estrellas en ciernes como su ex Britney Spears o Christina Aguilera. Pero se ahorró la adicción al escándalo típica de las estrellas infantiles de su quinta. Su único desliz fue dejar al descubierto el pecho derecho de Janet Jackson en la Super Bowl de 2004. Se disculpó ante América... y asunto resuelto.


Timberlake tiene más porte de hombre de negocios que de actor de Hollywood. No en vano tiene su propia línea de ropa, una marca de tequila, varios contratos publicitarios y acaba de estrenar su propia oficina en la sede de la red social MySpace, de la que ha adquirido una parte importante. No le gusta hablar de sí mismo y lo deja claro desde el principio. Resulta difícil de descifrar y ese es, precisamente, su objetivo.

XLSemanal. Amigos con derecho a roce. ¿Eso funciona?
Justin Timberlake.
Creo que es una gran idea hasta que se convierte en una pésima idea. Cuando tienes una relación íntima con alguien, en algún momento uno de los dos sentirá algo más. No sé si es algo que pueda durar mucho… Lo que queríamos contar en esta película es que no solo está bien acostarse con tu amiga, sino que es perfectamente normal que te enamores de ella.

XL. Como demuestra el filme, la tecnología ha cambiado radicalmente la forma de ligar. ¿El romanticismo ha muerto?
J.T.
Bueno, de la misma forma que los blogueros se sientan delante del ordenador y se sienten valientes mientras hablan mal de todo el mundo, muchos chicos se atreven a decir cosas por SMS o por e-mail que no le dirían a una chica a la cara. Eso es mucho más difícil.

XL. Esta es una comedia romántica que se ríe del género. ¿Dudó al aceptar el papel por miedo a que fuera una cinta plagada de clichés sobre las relaciones?
J.T.
Sí, al principio era algo reacio a aceptar el proyecto, pero el hecho de tener tanto control creativo sobre él me animó. De vez en cuando, hay una comedia romántica que habla por toda una generación y, con un poco de suerte, nosotros hemos sido capaces de hacer eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario