miércoles, 12 de junio de 2013

Hace mucho que te quiero PELICULA,CINE EN CASTUERA EN EL MUSEO DEL TURRÓN, CINE DE VERANO,../ TENIS NADAL DJKOVIC,./

TÍTULO: Hace mucho que te quiero PELICULA,.CINE EN CASTUERA EN EL MUSEO DEL TURRÓN, CINE DE VERANO,.

En el pueblo de Castuera esta noche en cine de verano en el Museo del Turrón con la Pelicula Hace mucho que te quiero, con la entrada a 2€, con refrescos gratis,  a las 21:32 noche,.

Hace mucho que te quieroJuliette sale en libertad después de pasar quince años en la cárcel. Durante ese tiempo no ha tenido ningún contacto con su familia, que la rechazó. Léa, su hermana menor, la acoge en su casa de Nancy, donde vive con su marido Luc y dos hijas adoptivas. Debido al largo encarcelamiento de Juliette y a su diferencia de edad, las dos mujeres se sienten como dos extrañas. Pero Léa aceptó dar cobijo a su hermana cuando los servicios sociales se pusieron en contacto con ella. Al principio, Juliette parece distante, alejada del mundo, ensimismada, pero Léa se esfuerza en hacer que su estancia sea agradable. Su marido Luc no está de acuerdo y sus dos hijas están encantadas de descubrir que tenían una tía desconocida. La casa es grande y siempre está llena de amigos. Michel, compañero de trabajo de Léa y seductor empedernido, y una pareja de inmigrantes, Samir y Kaisha, ayudan a Juliette a volver a una vida normal. Léa descubre cuánto echaba de menos a su hermana y la tremenda deuda que cree tener con ella. Poco a poco, las hermanas recuperan la confianza mutua para superar los secretos y las palabras no pronunciadas que contribuyeron a alejarlas la una de la otra. 

TÍTULO: TENIS NADAL DJKOVIC,.

Roland Garros: Nadal derrota a Djokovic y luchará por su octavo título

El tenista balear derrota a Djokovic (6-4, 3-6, 6-1, 6-7 y 9-7) y luchará por ganar su octavo Roland Garros,.

 

Dejar escapar el cuarto set había dejado tocado a Rafa Nadal. Se veía 2-0 por debajo en la quinta y definitiva manga y ya no desprendía la superioridad física de los primeros compases. Su espíritu de lucha lo mantenía con vida ante un Novak Djokovic que estaba siendo un rival temible. Irregular, pero formidable. Lo que no le valió para vencer en una batalla épica al de Manacor, que tuvo el encuentro perdido pero logró rehacerse (6-4, 3-6, 6-1, 6-7 y 9-7). Luchar por su octavo título en Roland Garros en una final que le enfrentará al vencedor del Ferrer-Tsonga.
Cansado, extenuado física y mentalmente tras más de cuatro horas de partido, Nadal había perdido su saque y luchaba a la desesperada, con una serie de golpes defensivos, invitando a su rival a apurar demasiado y fallar. Era lo poco que le quedaba. El serbio, ni se inmutaba. Estaba jugando de lujo y sabía que el choque estaba en su mano.
Sus piernas ya no respondían como antes, sus golpes no eran tan certeros y se sucedían los errores no forzados del español, que se resistía a tirar la toalla. Sin aire, sin fuelle, con los músculos agarrotados, su mente era la única que le impedía rendirse.
Djokovic estaba fuerte, se sentía imbatible y marchaba directo hacia su segunda final del Abierto de Francia. Nadal ya no quería pelotear, buscaba acabar los puntos de forma rápida y directa. Y el set estaba 4-2 en contra del tenista balear. su triunfo parecía muy lejano.
Salvar su servicio no parecó nada definitivo. Nole estaba muy bien asentado sobre la pista. Hasta que llegó el octavo juego, el momento en que Rafa Nadal regresó por fin al partido. Primero, un paralelo a la línea, con 30-30 y 4-3 en el electrónico. Después, un error infantil de Djokovic. Tras asestar un smash demoledor, el serbio acabó enganchado a la red, cometiendo una infracción que le regalaba la ventaja a Nadal.
Ese fue el principio del fin del tenista de Belgrado, que acabó reventado, resoplando, secándose el sudor con la toalla tras cada juego, para tomar aire. Rafa Nadal se marchaba directo a por la victoria, devolviendo golpes imposibles, salvando tiros definitivos, jugando con la suerte del campeón, demostrando que ganarle sobre tierra batida es una tarea titánica, incluso para el mejor tenista del mundo.
El último set fue encadenando un juego tras otro. 5-5, 6-6, 7-7, 8-7... con Djokovic sacando siempre para mantenerse con vida. De tener el triunfo casi sellado, a trabajar, trabajar y trabajar para no perder. Toda la presión para él y con un Nadal que ya se había olvidado del cansancio. Comenzar ganando fue la ventaja definitiva. 0-15, 0-30, 0-40 y juego en blanco, set y partido.
El ambiente era magnífico en la pista principal de Roland Garros antes de comenzar la semifinal, con 28 grados de temperatura, arcilla en perfecto estado y dos tenistas que no se iban a guardar absolutamente nada. Desde el inicio sacaron sus mejores golpes, sus estrategias más elaboradas. Ambos se conocen a la perfección. Sabían que no podían ceder lo más mínimo.

Cada juego era un espectáculo. Con Djokovic enseñando su dominio de todos y cada uno de los golpeos y Nadal sacando su casta, su potencia, su dureza. El serbio lo pasó mal para ganar su servicio en el quinto juego del primer set, con 2-2 en el marcador. El español le respondió adjudicándose en blanco el siguiente para devolver la igualdad.
Nole comenzaba a sufrir en cada saque, con un Nadal golpeando duro, sin regalar nada. Si el serbio quería la victoria iba a tener que ganársela a pulso. En esa tesitura llegó el primer momento clave del choque, el primer punto de break, con 3-3 en el marcador. Djokovic sacó magníficamente, sin ponerse nervioso. Y otra vez en deuce, la respuesta de Nadal en el resto fue igualmente fabulosa. Así se iban a suceder los golpes hasta que el balear impuso su ley y dejó a su rival cariacontecido.

Novak Djokovic perdió ligeramente la concentración y regaló el 5-3. Rafa marchaba lanzado, era una apisonadora. Y se adjudicó el primer envite. El segundo set fue prácticamente calcado al primero. El tenista serbio no estaba cómodo, cometía muchos errores y Nadal no le perdonaba ni un descuido.
El instante determinante, en esta ocasión, cayó del lado de Djokovic. Con una rotura para cada lado, la bestia de Belgrado tiró de su potente revés cruzado. El partido estaba en un momento vital. Los dos contendientes lo sabían. Para Djokovic, perder ese juego era complicarse mucho la vida, situarse 4-2 por debajo y dar casi por sentenciada su derrota también en el segundo set.

Por eso luchó hasta el infinito. Aprovechó que Nadal había perdido eficacia en el primer servicio para llevar el juego hacia su terreno. Dos puntos de break fueron una montaña para el español, que perdió su saque por primera vez en el encuentro. De nuevo, empate en el marcador con Nole salvando un momento complicado.

Se creció el serbio. Reapareció tras haberse diluido ligeramente en los instantes anteriores. Se concentró al máximo en su saque y traspaso la presión a su rival. Una doble falta de Nadal hizo el resto. Un grito gutural ascendió de las entrañas de Djokovic, nada más ponerse 5-3, exacerbando al público de la pista Philippe Chatrier, anhelante de más y más espectáculo.

Rafa Nadal no se inmutó. Mantuvo su hierática expresión de concentración. Pensaba ya en la siguiente jugada, en el siguiente servicio, en la siguiente manga. Los potentes golpes de su rival le habían sacado poco a poco de la pista, hasta condenarlo a perder el set. Pero el balear ya había olvidado ese golpe y estaba listo para el siguiente asalto. Asalto que, extrañamente, no tuvo mucha historia.

El tenista de Manacor desplegó sus mejores virtudes, se aprovechó de un bajón desorbitado de Djokovic y le endosó un contundente 6-1. La duda entonces era saber si Nole se había marchado para no volver o si sólo había hecho un alto en el camino. La respuesta quedó clara en el inicio del cuarto set. El serbio únicamente había sufrido una pájara, como la de Indurain en su último Tour, pero ya estaba de vuelta, hidratado y preparado para meterse otra vez de lleno en la batalla.
Batalla tremenda, por otro lado. Cada punto se decidía al límite. Si uno conseguía un break, el otro le respondía con la misma moneda. Si uno sacaba bien, el otro lo hacía mejor. Las líneas eran la zona donde vivían los tiros de ambos tenistas. Incluso los golpes defensivos servían para atacar, ajustados a los límites del terreno de juego.
Con 4-3, Rafa tuvo el partido en su mano, la ocasión de ponerse 5-3, pero Djokovic jugó cinco puntos increíbles para romper el servicio de su rival e igualar de nuevo el duelo. Le siguió un juego en blanco a favor del serbio. Y tras dos nuevas roturas, llegó el 6-6 y el tie break. Nadal acababa de tocar la final con los dedos, sacando para eliminar a su rival, aunque desaprovechó la ocasión.
A Novak Djokovic no le pesaban los 53 errores no forzados hasta el momento (75 en total, por sólo 44 de Nadal). Jugó un tenis excepcional, sin concesiones, a un grandísimo nivel. Bolas profundas, ajustadas, obligando al español a defenderse. El serbio dispuso de tres bolas de set. Y no necesitó más que una para llevar el partido a la quinta y definitiva manga, que se resolvió de nuevo tras una lucha sin tregua.

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