domingo, 30 de junio de 2013

ENTREVISTA PALOMA BOTIN EL ARTE HACE MEJOR A LA GENTE,/ A FONDO PARIS JACKSON, HIJA DE LA TRISTEZA,../

TÍTULO; ENTREVISTA PALOMA BOTIN EL ARTE HACE MEJOR A LA GENTE,

  1. Paloma Botín, junto a su padre, Emilio, y su hermana Carmen. (Foto: EFE).
    Paloma Botín: "El arte hace mejor a la gente"

    En la sede madrileña de la fundación, XLSemanal habla, en una de sus escasas entrevistas, con Paloma Botín sobre arte, mecenazgo y ...
     
    Entrevista

    Paloma Botín: "El arte hace mejor a la gente"

    La discreción es su divisa, por eso concede contadas entrevistas. La tercera de los seis hijos del presidente del Banco Santander ha hecho una excepción con 'XLSemanal' para hablarnos de su gran pasión, el arte, con motivo de la exposición "El arte en tiempos de Altamira", que se inaugura esta semana en Santander, en la Fundación Botín, en colaboración con el British Museum de Londres.
    Paloma Botín (Santander, 1962), es la tercera de los seis hijos de Emilio Botín-Sanz de Sautuola presidente y consejero ejecutivo del Banco de Santander, y de Paloma O'Shea, fundadora de la Fundación Albéniz. Responde con cordialidad, pero mide sus palabras con extremo cuidado. Sus divisas son, sin duda, la exactitud, la discreción y un rechazo casi obsesivo por el protagonismo, que la llevan a no contestar ninguna pregunta que intente ahondar en sus gustos o trayectoria personal.
    Casada con Ricardo Gómez-Acebo, marqués de Deleitosa, y madre de cuatro hijos, Paloma es licenciada en Historia del Arte y Estudios Rusos por el prestigioso Wellesley College de Massachusetts (EE.UU.). En la actualidad, además de vocal del patronato y de la comisión de arte de la Fundación Marcelino Botín, pertenece al consejo internacional del Moma de Nueva York y al consejo asesor global de Babson College. Es, además asesora de la colección de arte del Banco de Santander. Paloma Botín ha vivido cada detalle del proyecto que ha revolucionado los antiguos muelles de Pereda, en el corazón de Santander: el Centro Botín, que abrirá sus puertas dentro de un año. El edificio, diseñado por Renzo Piano premio Pritzker, levantó en su día críticas, por lo que algunos consideraron un derroche de suntuosidad en un momento de grave crisis económica. «Creo que, al contrario, el empeño de mi padre por empezar la construcción en plena crisis financiera es el mejor ejemplo de mecenazgo privado y de la confianza de mi padre en nuestro país», asegura Paloma Botín. Dos mil quinientos metros cuadrados de salas de exposiciones permitirán duplicar los talleres, las exposiciones y las actividades educativas de la fundación familiar y exponer su colección de arte, solo vista una vez.
    En la sede madrileña de la fundación, XLSemanal habla, en una de sus escasas entrevistas, con Paloma Botín sobre arte, mecenazgo y educación y sobre la exposición El arte en tiempos de Altamira, organizada en colaboración con el British Museum y que se inaugura esta semana en Santander. «Son obras del Paleolítico, contemporáneas de las pinturas de Altamira explica. Buscamos darles el carácter de piezas artísticas, no solo arqueológicas. Una de las más importantes es una pequeña escultura de dos renos, nadando, realizada en marfil. Es una maravilla».
    XLSemanal. ¿Los que realizaron estas piezas tenían también conciencia de estar haciendo arte?
    Paloma Botín. Hay todavía un gran misterio alrededor de ello. No se sabe si se hacían por razones culturales o religiosas. Los propios arqueólogos no conocen las respuestas. Lo que sí se sabe es que casi siempre las piezas y las pinturas eran de una misma mano. Había pues alguien que pintaba mejor que los otros. Son pinturas maravillosas. ¡Ojalá que se puedan abrir las cuevas de Altamira! Porque están en buen estado. Pero lo tendrán que decidir los expertos. Yo lo espero.
    XL. Los estudiosos franceses tuvieron que pedir disculpas a su bisabuela María Sanz de Sautuola por haber puesto en duda la autenticidad de las cueva de Altamira...
    P.B. Don Marcelino, mi tatarabuelo, escribió sobre la importancia de las pinturas de la cueva a los expertos de París, pero no le creyeron y ni siquiera vinieron a España a verlas. Llegaron a Santander cuando él ya había fallecido, tras descubrirse las pinturas de Lascaux. Y tuvieron que reconocer que eran auténticas y que la datación de don Marcelino era la correcta. La exposición es precisamente sobre todo ese arte que debió de ver mi tatarabuelo en los museos de Francia y Alemania en su época. Los hallazgos que estaban ya en esos museos y que son contemporáneos de Altamira.
    XL. ¿Cómo va el Centro Botín?
    P.B. Muy bien. Contra reloj, porque queremos inaugurar el verano que viene.
    XL. ¿De qué forma se va a estructurar el equipo directivo?
    P.B. Habrá una directora del centro, que es Fátima Sánchez, la actual directora del área de educación de la Fundación Botín. Tenemos un comité artístico, cuyo presidente es Vicente Todolí. Y estamos buscando, en este momento, un director artístico a través de una empresa especializada en Londres. Su misión será ejecutar el programa definido por el comité, del que formará parte.
    XL. ¿Tienen perfilado ya el programa de arte y de exposiciones?
    P.B. Sí. Es una continuidad de lo que estamos haciendo actualmente en la Fundación Botín, pero ampliándolo.
    XL. ¿Con qué muestra van a abrir?
    P.B. Pues con una exposición muy acorde a nuestro programa. El ochenta por ciento es arte contemporáneo. Tenemos también algunas de arte más clásico, porque los grandes maestros son una gran fuente de inspiración para nuestros artistas contemporáneos. Pero nuestro propósito es apostar por nuevos artistas y exponerlos.
    XL. ¿Cuál debe ser el papel de un centro privado de arte?
    P.B. Eso depende del programa que quiera hacer el centro. Algunas veces en España se han construido centros a los que después ha costado mucho dotar de un buen programa. Nosotros lo tenemos muy claro. Le damos mucha importancia a la formación y a la divulgación. Pensamos que tenemos la obligación de aportar a la sociedad. Pero lo importante es ese programa que tiene que llegar a todo el mundo, y eso se ve que falta, que en muchos centros no hay ideas.
    XL. ¿Cuál debe ser la imbricación con lo público? ¿Cómo ha de ser esa colaboración entre público y privado?
    P.B. Nosotros siempre lo hacemos mucho. Aunque hagamos exposiciones de producción propia, trabajamos mucho con los centros públicos. Por ejemplo, con la exposición de María Blanchard del año pasado, esperamos quince años hasta que el Reina Sofía pudo hacerla en el museo. Nosotros no podemos hacer todo solos y solo para nosotros, al revés.
    XL. En España hay una pobre tradición de mecenazgo, lo cual está muy arraigado en los países anglosajones. ¿Por qué?
    P.B. Sí, hay poca, pero más de la que la gente cree. Yo creo que es cuestión de tiempo. Ahora se ha visto la donación que ha hecho la familia Várez (12 cuadros de los siglos XIII al XVIII donados al Museo del Prado). En otros países llevan tiempo con las donaciones, no solamente porque tienen beneficios fiscales, sino también porque hay una tradición de devolver a la sociedad lo que la sociedad te ha aportado a ti. En España está cultura está creciendo. La inversión en arte y cultura es inversión en desarrollo. Hay gente que piensa que en momentos de crisis solo hay que invertir en ciencia, empleo o acción social. El Centro Botín es el mejor ejemplo de mecenazgo privado, y el empeño de mi padre de empezar la construcción en plena crisis financiera responde a ello.
    XL. ¿Cómo es la educación artística que hay en España?
    P.B. Tiene aún mucho que mejorar a nivel posgrado. Se necesitaría, como en otros países, masters para artistas, que no hay. Pero hay buena formación en la Universidad.
    XL. ¿Y en los colegios?
    P.B. En los colegios en Inglaterra, Suiza o Estados Unidos, a los niños se les enseña más la historia del arte y hay más creatividad en el sistema educativo anglosajón que en el español. Aquí haría falta fomentarlo. En muchos colegios, no llevan a los niños al Prado hasta los 14 o los 16 años, cuando la historia de España se podría estudiar mucho más fácilmente a través de sus cuadros. En cambio, vas al British Museum, a la National Gallery, al Louvre... y ves a niños de tres años. Por eso, uno de los pilares del nuevo Centro Botín será el desarrollo de la creatividad a través del arte. Hemos firmado un importante acuerdo con Yale para hacerlo.
    XL. El Centro Botín aspira a ser un pilar dentro de la cornisa cantábrica, con el Guggenheim, el Niemeyer, aunque este último es un triste ejemplo de esa falta de ideas de la que usted hablaba antes...
    P.B. Vamos a pensar de forma positiva y esperemos que pronto vuelvan a abrirlo, y a tener una buena programación, porque nos interesa a todos, no solo a nivel local. Que esté cerrado es una tristeza, la verdad... Y esperemos que abran Chillida Leku también, y cuando se acabe la autopista del norte, que llegará a Galicia, hasta el Centro Moderno de Arte Gallego, será muy importante.
    XL. ¿Qué opina de la masificación que se produce en algunas exposiciones, de las grandes colas, cuando muchas de las obras expuestas llevan dentro del museo años y nadie se ha acercado antes a verlas? ¿Es positivo este fenómeno de consumismo artístico?
    P.B. Sí, totalmente, yo no creo que sea una moda. Y lo veo maravilloso, no como consumismo. Es una buenísima noticia que el Prado, el Reina Sofía, la Tate, el Pompidou o el Moma tengan cada vez más visitantes. Yo creo que eso demuestra cada vez más interés por parte de la gente. Ha habido épocas, hasta hace poco en España, por ejemplo, en que la gente apenas iba a los museos. Yo creo que la sociedad cada vez se va culturizando más. Cuanta más oferta, mejor. Y luego la gente elige qué quiere visitar.
    XL. Y el mercado del arte, ¿no está desbocado?
    P.B. Yo veo dos tendencias. Está el mundo de los museos, en el que hay mucha seriedad en el tipo de artistas que expones y que apoyas, y luego está el mercado del arte, que no tiene nada que ver con el mundo de los museos y su seriedad. En el comercio sí hay modas. De repente hay un artista que se pone de moda porque lo ha comprado Pinault o lo ha comprado la Tate o el Moma y los coleccionistas, que cada vez hay más a nivel mundial, todos quieren a ese mismo artista. Después hay coleccionistas muy serios. Pero los galeristas verdaderamente no compran ni venden a cualquiera. Lo he visto, por ejemplo, en una feria como la de Basilea, que es la más importante del mundo. Quieren saber quién eres, y cómo eres de serio. Porque lo que ocurre es que se compra y luego se saca en subasta por tres veces o diez el valor de compra. Y quieren evitarlo. Ha habido mucha especulación. Y los galeristas serios tienen artistas que les piden que vendan solo a museos o coleccionistas serios, porque no quieren que su obra forme parte de un circo especulativo.
    XL. ¿Hay buenos coleccionistas en España?
    P.B. Pocos. Ha empezado a haber más coleccionistas en los últimos diez años, pero con la crisis la mayoría ha dejado de comprar. Pero es que no había tradición. Estaban las familias que habían heredado las colecciones de sus antepasados, pero no seguían comprando arte contemporáneo, no había coleccionismo privado. Las instituciones sí que fueron un ejemplo, porque todas empezaron a comprar, bancos, empresas y museos, y poco a poco surgió un coleccionismo. Y paralelamente también un tema de moda: todo el mundo iba a Arco, aunque esto es un fenómeno aparte, porque incluso con la crisis hay gente que no compra en todo el año, pero sí lo hace en Arco. Es como una tradición. Lo cual es fantástico para las galerías. Pero coleccionar arte contemporáneo es algo muy nuevo en España y ahora con la crisis ya no es la prioridad.
    XL. ¿Cómo se detecta el talento?
    P.B. Lo esencial es rodearse de expertos adecuados, pero solo con el paso del tiempo se confirma el talento.
    XL. ¿Dónde están ahora mismo los semilleros de artistas más interesantes?
    P.B. En Los Ángeles, en Nueva York, en Berlín, en Latinoamérica. Y en España, también. De hecho, dos o tres de los becados por la fundación son españoles. En países emergentes, también; en el sur de Asia. Pero hoy todo es tan internacional que, cuando ves a un buen artista, normalmente ha estudiado en alguno de los mejores centros de formación en Estados Unidos, Londres o en Berlín. Eso es lo más importante. Luego, estos artistas ya formados van a dar clase a las grandes universidades. En Yale, por ejemplo, hay un centro de arte alucinante; las facilidades que se les dan a los becarios y a los estudiantes son extraordinarias. Eso aquí no lo tenemos. Tenemos los talentos que surgen de la nada y luego ganan becas. Pero a lo mejor esta beca ya no es suficiente y deberían hacer después un máster. Lo que estamos viendo es que se inscriben a nuestras becas y talleres cada vez artistas más mayores y maduros.
    XL. En una situación de crisis como la que vivimos, ¿qué aporta el arte, qué consuelo?
    P.B. Pues como me decía Renzo Piano en Basilea hace unos días, el arte hace mejor a la gente. Y es verdad. Puede ayudar mucho a potenciar nuestra creatividad. La inversión en arte y cultura indudablemente genera desarrollo.

    TÍTULO; A FONDO PARIS JACKSON, HIJA DE LA TRISTEZA,.
    Paris Jackson: Hija de la tristeza

    Cuando le confesó que quería ser actriz, su padre no dejó traslucir cuánto le aterraba la idea. Michael Jackson les había contado muchas ...
     
     
    A fondo

    Paris Jackson: Hija de la tristeza

    La muerte de su padre destruyó su mundo feliz o, al menos, estable. Paris Jackson se enfrenta ahora, en plena adolescencia, a una familia disfuncional que tiene mucho más interés en su dinero que en su bienestar. Y todo ocurre frente a los focos y el escrutinio de la opinión pública. Su intento de suicidio es un auténtico grito de socorro.
    Cuando le confesó que quería ser actriz, su padre no dejó traslucir cuánto le aterraba la idea. Michael Jackson les había contado muchas veces a su hija Paris y a sus hermanos cómo le habían obligado a pasar su infancia encerrado en estudios de grabación.
    ¡Y cuánto había sufrido por ello! Pegafdo siempre a un micrófono. Famoso en el mundo entero desde pequeño, pero solo. Viendo a los demás niños fuera, en las calles, a salvo, felices y contentos. Esas máscaras y esos velos que Paris encontraba tan bobos... ¿Por qué Michael Jackson obligaba a sus hijos a ponérselos? Pues precisamente para protegerlos de la curiosidad ajena, de la insaciable avidez de un público que a él casi lo devoró desde pequeño. Y ahora su hija quiere entregarse voluntariamente a ese juego.
    El deseo de Michael Jackson era que sus hijos se mantuvieran alejados del mundo del espectáculo hasta que cumplieran los 18 años. Pero la pequeña Paris le dijo que actuar era «su pasión». ¿Qué se supone que tenía que hacer él? Negarles cosas a sus hijos no era precisamente su punto fuerte. «Desde aquel día, mi padre y yo siempre hacíamos ejercicios de improvisación», contó más tarde una feliz Paris Jackson en un programa de televisión. «Nos inventábamos diálogos y él decía: ¡Lágrimas!. Y yo obedecía y me echaba a llorar». «¿Podías hacerlo así, sin más?», le preguntó la asombrada presentadora. Paris sonrió: «Sí, muchas veces lo engañaba así».
    Desde la semana pasada, todo el mundo sabe que las lágrimas de Paris ya no son fingidas. La joven de 15 años vive en medio de una tristeza terrible; en el mejor de los casos se trata de esa tristeza que solo conocen los adolescentes cuando sus sentimientos se desbocan. Y, dado que Paris pertenece a una familia en la que el drama forma parte de la vida diaria, ese grito surgido desde lo más profundo de su alma desamparada se ha convertido en un espectáculo público, paparazis incluidos.
    La hija del rey del pop, y quizá no por primera vez, se hizo un corte en el brazo con un cuchillo de cocina, se tomó 20 ibuprofenos (un analgésico que afortunadamente no es apropiado para suicidarse) y luego llamó a emergencias. Los policías que acudieron al acomodado vecindario de Calabasas, al noroeste de Los Ángeles, avisaron de que tenían un cinco-uno-cinco (un ingreso obligatorio por motivos psiquiátricos) y la llevaron al cercano hospital de West Hills, donde la atormentada adolescente pasó 72 horas en observación. Desde allí fue llevada al UCLA Medical Center, el mismo hospital donde murió su padre.
    Sus muchos familiares acudieron raudos a los pies de su cama; entre ellos, su tía y estrella de realities LaToya Jackson, acompañada por un séquito de fotógrafos; y Debbie Rowe, la madre de Paris, de 54 años, que estuvo casada con Michael Jackson entre 1996 y 1999, quien le dio dos hijos y que acabó saliendo de su vida tras un multimillonario acuerdo. Paris había recuperado poco tiempo antes el contacto con esta antigua enfermera dedicada ahora a la cría de caballos. En su página de ask.fm (una red social que permite colgar preguntas de forma anónima y que triunfa entre los más jóvenes; un museo de los horrores para los padres donde sus retoños cuentan alegremente todo tipo de intimidades), Paris escribió: «Me alegro de haber arreglado las cosas con mi madre. ¿He dicho ya que me parezco a ella? Ha sido genial volver a vernos después de todos estos años. Me gusta».
    Paris pasa mucho tiempo en el universo digital. Tanto que su padre no habría podido mantenerla apartada del mundo. La noticia sobre su intento de suicidio vino acompañada en la televisión con fragmentos de sus vídeos en YouTube, mientras sus tuits servían para ilustrar su sufrimiento. «¿Por qué las lágrimas son saladas?», escribió el día antes de su desmoronamiento. Y letras del grupo Of Monsters and Men: «Dont listen to a word I say, the screams all sound the same» (No prestes atención a nada de lo que digo, los gritos suenan todos igual). Pero, de hecho, algunos gritos parecen diferentes. Por ejemplo, otro arrebato tuitero de esos días: «Odio mi despertador».
    Tener que madrugar y quizá también mal de amores, discusiones con las compañeras de clase y, por encima de todo, la pubertad: terrible. Se cortó el pelo y se lo tiñó de un color chillón, se pasó al cuero y al punk. Se hizo fan de Marilyn Manson, ese rockero pálido como un cadáver, y de su canción Disposable teens, adolescentes desechables. Su abuela Katherine Jackson, que desde la muerte de Michael actúa como tutora de Paris y de sus hermanos, Prince Michael, de 16 años, y Blanket, de 11, le prohibió ir al concierto de Marilyn Manson. Gritos y portazos en la mansión de los Jackson en Calabasas. Probablemente también corrieron las lágrimas: todo terrible otra vez, maldita adolescencia.
    Pero los problemas de Paris Jackson son solo parte de un juego trágico de dimensiones mucho mayores. El nombre de su padre sigue siendo sinónimo de escándalos y juicios, de una disputa interminable por sus millones, de codicia sin límites, de calumnias, de abusos. Mientras Paris intenta convertirse en adulta desde su enclave para millonarios protegido por una doble barrera de seguridad, con vecinos como Lady Gaga, Justin Bieber y las Kardashian, cada vez aparecen más hombres que afirman que Michael Jackson les arruinó la infancia; un bailarín acaba de testificar ante el tribunal por unos supuestos abusos sexuales sufridos durante años.
    Mientras Paris se pelea con sus hermanos debido a la recuperada presencia de su madre (Prince no quiere saber nada de Debbie), su abuela se pasa la mayor parte del tiempo en los juzgados de Los Ángeles escuchando historias sobrecogedoras sobre su hijo muerto. Esta mujer de 83 años supuestamente reclama 40.000 millones de dólares como compensación por daños a la promotora AEG, que en el verano de 2009 quería mandar a Michael a una gira de 50 conciertos, unos planes muy ambiciosos que se vinieron abajo con el fallecimiento del cantante. En principio, Paris también tendrá que declarar ante el tribunal y presentar a su padre como una víctima de tan codiciosa empresa del show business.
    La presión ejercida sobre la chica debe de ser insoportable. En el juicio ha oído cosas como que su padre era un esqueleto andante, que estaba tan cadavérico como un enfermo terminal de cáncer. Se pasaba temblando de frío la mitad del tiempo, dice una antigua maquilladora. Tenía que envolverlo en mantas. Y cuando le dijo a su mánager que a Michael le castañeteaban los dientes de pura debilidad, este le respondió con tono grosero: «Pues dale un cuenco de alitas de pollo».
    Vaya mundo. «¡Necesito ayuda urgente!», dice Paris con una risa inclasificable en un vídeo grabado por ella misma. En él da consejos de maquillaje, hace muecas, parece actuar de una forma extraña. El productor Dennis Christen la reclutó hace dos años para el papel protagonista en una serie de ciencia ficción. La serie habría sido muy del gusto de su padre, va de salvar el planeta y también participan delfines. Paris atraerá al público, pensaron los productores, que le han facilitado clases de interpretación y se apresuraron a cambiar la portada de los libros en los que se basa la serie para poner en ella a la princesa del pop. El dramático suceso protagonizado por Paris no ha afectado a los planes de Christen: es cierto que el seguro de actores es ahora más caro, pero ha hecho saber que sigue apostando por su joven estrella.
    La anciana matriarca Katherine se opuso obstinadamente a los planes profesionales de Paris. Dijo diez veces que no, asegura Christen, pero por fin acabó cediendo a las presiones de su nieta. El hermano mayor de Paris también ha entrado en el mundo del espectáculo: acaba de hacer un pequeño papel en la nueva versión de Sensación de vivir, la serie de culto para adolescentes. En una de las escenas se lo ve lanzando una mirada cargada de emociones, algo que parece no dársele muy bien en la vida real. Prince no es dado a los sentimentalismos. Por eso, después de visitar a su hermana en el hospital, se fue a comer unas pizzas con su novia. En un programa de televisión, Entertainment tonight, la entrevistadora le comentó: «Pareces muy maduro para tus 16 años». A lo que él respondió: «Es gracias a mi padre, me ha educado bien».
    ¿Y quién está educando ahora a los niños? Katherine desapareció repentinamente el pasado verano, la propia Paris lo tuiteó: «¡Quiero que mi abuela vuelva ya!». Una jueza de familia de Los Ángeles resolvió que, en ausencia de la anciana, fuera su nieto TJ, hijo de su hijo Tito y de 34 años de edad, quien llevara a partir de ese momento a los hijos de Michael Jackson al colegio y participara en las reuniones de padres. Pero cuando Paris fue ingresada en el hospital, TJ estaba a cientos de kilómetros, con su propia familia. «No tiene ni idea de adónde pertenece», afirma de Paris el magacín on-line The Daily Beast. El 25 de junio se han cumplido cuatro años de la muerte de Michael Jackson. En esta historia tan triste hay un montón de mentiras. Y solo una verdad: Paris Jackson quería a su padre y le echa terriblemente de menos.
    ¿Hijos de...?
    -El padre legal. Prince, de 16 años, Paris, de 15, y Blanket, de 11, son legalmente hijos de Michael Jackson. Pero no está claro que sean sus hijos biológicos.
    -La madre Legal. La madre de Prince y Paris es Debbie Rowe, una enfermera con la que Michael estuvo casado de 1996 a 1999.
    -El padre biológico. Pudo ser un donante de semen anónimo, en gran parte porque los niños son blancos y Jackson, pese a su piel blanqueada, era afroamericano.
    -El posible donante. Mark Lester, una exestrella infantil británica amigo de Jackson, reclama ser el donante y padre de los hijos mayores.
    -El médico. El dermatólogo Arnold Klein, médico de Jackson y jefe de Rowe, también se ha atribuido la paternidad de Prince y Paris. Dando a entender que la enfermera fue solo un vientre de alquiler y que se fecundaron óvulos donados.
    -Distinto padre. Dos tabloides británicos han publicado que el intento de suicidio de Paris tiene que ver con que se ha enterado de que no es del mismo padre que su hermano Prince, a quien adora.
    -El pequeño. De Blanket nunca se ha sabido quiénes son sus padres biológicos.

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