Guerra fría, ajedrez caliente
Era el año de la Masacre de Munich o de películas como El Padrino o Cabaret. La Guerra de Vietnam estaba en su recta final. En aquel año singular -¿alguno no lo es?- se produjo el más dramático Campeonato del Mundo celebrado jamás. Han pasado casi justamente 40 años.
Aquel Match entre un Aspirante americano y un Campeón soviético, barruntándose el fin de la hegemonía rusa ante el inmenso talento de Fischer, constituyó un episodio de la Guerra Fría, con la famosa intervención directa del Secretario de Estado, Kissinger.
Todo eso es cierto pero también lo es que constituyó noticia cotidiana de primera página, seguida en todo el mundo con gran pasión, tanto por ajedrecistas como por no ajedrecistas. Recuerdo un aficionado que apostó su oreja... Las partidas se reproducían día a día en los clubes, que activaron su pulso, y una riada de nuevos aficionados llegó al ajedrez. Las características dramáticas del Match; la personalidad y las exigencias de Bobby Fischer -hoy nos parecen muy razonables-, tuvieron un papel decisivo. Aquellas partidas tenían la pasión del momento. Abajo inserto dos de aquellas partidas de la afamada cosecha de 1972.
Casi todo ese dramatismo se ha perdido, desgraciadamente. La FIDE ha contribuido mucho a la decadencia por no comprender la naturaleza del título de Campeón del Mundo. Hemos pasado de lo épico a lo episódico. El ajedrez ha perdido.
Abajo ofrezco la famosa 11ª partida del Match, Defensa Siciliana, variante Najdorf, la del peón envenenado. En ese momento el marcador iba 6'5 a 3'5, ventajoso para Fischer que tenía a su favor haber vencido sobre el tablero en 5 ocasiones, mientras que las dos victorias de Spassky constituían sendas penalizaciones por la incomparecencia de su rival. Esta 11ª partida fue la única victoria real de Spassky. A partir de aquí, Fischer sólo pudo hacerse con otras dos victorias, antes de que concluyera el Match tras la partida 21º. Claro que una de esas victorias es la sobresaliente 13ª partida, que inserto abajo.
TÍTULO; GEMA PON UN CAFÉ,.
Sociedad / solidaridad al por mayor
Invita a un café al siguiente desconocido que lo necesite,.
España importa la tradición del Nápoles del siglo XVII de tomar una taza caliente y abonar la consumición para el anónimo necesitado que llegue tras él. Es un acto altruista al que se adhirió primero la clientela de «El Comercial» de Madrid.-
los científicos aseguran que sonreír alarga la vida, entonces las tazas de café servidas en Glorieta de Bilbao, número 7 de Madrid, el legendario «Café Comercial» de la capital, tienen auténticas propiedades curativas. Este establecimiento fue el primero en España en adherirse a la red de «cafés pendientes», «cafés a la espera», y a la postre, cafés que irradian solidaridad por los cuatro costados.
Para entender la iniciativa hay que
remontarse al Nápoles del siglo XVII, al barrio obrero de Sanita donde
anidaba la pobreza sin consideración, y hay que recalar en los versos
del escritor italiano Luciano de Crescenzo, o los del británico William Shakespeare.
Es del segundo la frase henchida de sabiduría de que «sufrimos
demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco por lo mucho que
tenemos»; obra en poder del primero la explicación literaria de cómo
nació el gesto del «caffè sospeso». Cuenta el eximio ensayista cómo «en
Nápoles, cuando alguien estaba feliz después de que algo bueno hubiese
pasado, en lugar de pagar un café, pagaba dos, el suyo y el del
siguiente, dejando sobre la mesa el dinero para el próximo cliente». Así
llegaba un indigente, un vagabundo o una persona simplemente con
necesidades y tenía algo caliente que llevarse al estómago. Sonreía. De
algún modo, relataba De Crescenzo, «era como la compra de un café a la humanidad».
La red de cafés «pendientes» lanzada por un joven catalán suma ya cien locales
«El Comercial», generaciones de humanidad
Al otro lado de la barra, cuatro siglos después de aquel
Nápoles puerto del Mediterráneo, también se «sirve» ese café solidario, y
algunos, como Teresa Sánchez, Fernando o Andrés Jiménez, encargada ella desde hace 25 años en «El Comercial» del que son propietarios de cuarta generación los segundos, lo hacen con la misma fe en el ser humano.
«Algún "loco", "loco bueno", ha llegado a venir al establecimiento y
dejar 30 o 40 euros en "cafés pagados" para el necesitado que llegue y
quiera tomar un café», cuenta a ABC.es de forma entrañable Teresa.
¿Y no fomenta de algún modo la pillería? «Desde el otoño pasado, cuando pusimos en marcha la iniciativa porque a Fernando se lo comentó alguien, que eso existía ya en Italia y que se estaba fomentando en otros países, habremos servido unos 500, 600 cafés pendientes», detalla la encargada, lo que resulta a una media de dos «cafés a la espera» pagados como tónica diaria. «Pero siempre hay mucha gente a la que le da vergüenza admitir que está pasando por una mala época. Me gustaría que viniese al "Comercial" aquella persona que necesita ese café, un vagabundo por ejemplo, para él es un bonito gesto. Pero no tiene por qué ser solo para el chico que reparte periódicos en la esquina y al que se lo servimos cada mañana, sino alguien que puede tener un trabajo muy modesto y que realmente ese día requiere tomar un café caliente», afirma compungida la veterana encargada de este mítico lugar en el bohemio Madrid, que un día en sus 125 años de historia también fue testigo de cómo los escritores de la Generación del 27 fiaban cafés hasta que podían pagarlos con la venta de sus artículos y novelas.
¿Y no fomenta de algún modo la pillería? «Desde el otoño pasado, cuando pusimos en marcha la iniciativa porque a Fernando se lo comentó alguien, que eso existía ya en Italia y que se estaba fomentando en otros países, habremos servido unos 500, 600 cafés pendientes», detalla la encargada, lo que resulta a una media de dos «cafés a la espera» pagados como tónica diaria. «Pero siempre hay mucha gente a la que le da vergüenza admitir que está pasando por una mala época. Me gustaría que viniese al "Comercial" aquella persona que necesita ese café, un vagabundo por ejemplo, para él es un bonito gesto. Pero no tiene por qué ser solo para el chico que reparte periódicos en la esquina y al que se lo servimos cada mañana, sino alguien que puede tener un trabajo muy modesto y que realmente ese día requiere tomar un café caliente», afirma compungida la veterana encargada de este mítico lugar en el bohemio Madrid, que un día en sus 125 años de historia también fue testigo de cómo los escritores de la Generación del 27 fiaban cafés hasta que podían pagarlos con la venta de sus artículos y novelas.
«Vamos apuntando los cafés pagados y a la espera de un
consumidor. Ahora mismo no recuerdo si hay unos 80 o 90, pero los vamos
apuntando en una pizarrita», añade Teresa. Se deduce de sus palabras
«per se» que la acogida por parte de la clientela del local, de clase
media y alta, ha sido «muy buena». «Máxime con los tiempos que toca
vivir», afirma la encargada. Hay decenas de «pagadores de cafés con anticipación».
En la misma puerta de la cafetería se advierte la iniciativa solidaria
con una pizarra y un distintivo pegado al cristal de entrada que versa
sobre el alumbramiento napolitano del café a la espera y su importación a
nuestro país.
En efecto, en 2008 algunas cafeterías
de Nápoles decidieron recuperar la hermosa tradición secular. Y se
encargó de darles bombo una suerte de ONG llamada «Rete del Caffè
Sospeso», que determinó que los 10 de diciembre se celebraría una
efeméride particular: el día del «café a la espera». Y así fue cómo
llegó también a nuestro país. La declaración del 10 de diciembre como Día del Caffè Sospeso llegó a oídos de Gonzalo Sapiña.
Él es el responsable de la red «Cafés pendientes» que circula como un Ferrari por blogs y canales sociales como Facebook y Twitter (#cafespendientes). De las mismas experiencias y satisfacción por lo «bien hecho» hablan también las decenas de locales que en España se han volcado con esta medida altruista y que dejan sus impresiones y comentarios en la página web impulsada por Sapiña: http://cafespendientes.es. Este joven barcelonés, ducho en el mundo del marketing «on line», se ha volcado en promocionar algo tan valioso como la cooperación ciudadana y promociona la iniciativa para que todas las cafeterías y establecimientos pueden registrarse y dar alas a la generosidad de su parroquia. «Quise demostrar que ser solidario puede estar al alcance de muchos», asevera el promotor. En efecto, se puede forjar con un simple ademán.
Él es el responsable de la red «Cafés pendientes» que circula como un Ferrari por blogs y canales sociales como Facebook y Twitter (#cafespendientes). De las mismas experiencias y satisfacción por lo «bien hecho» hablan también las decenas de locales que en España se han volcado con esta medida altruista y que dejan sus impresiones y comentarios en la página web impulsada por Sapiña: http://cafespendientes.es. Este joven barcelonés, ducho en el mundo del marketing «on line», se ha volcado en promocionar algo tan valioso como la cooperación ciudadana y promociona la iniciativa para que todas las cafeterías y establecimientos pueden registrarse y dar alas a la generosidad de su parroquia. «Quise demostrar que ser solidario puede estar al alcance de muchos», asevera el promotor. En efecto, se puede forjar con un simple ademán.
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