Llegó
con su físico maltrecho y sus mañas de rapero de barrio y se metió al
público en el bolsillo. De eso hace ya unos años pero El Langui, ...
Llegó con su físico maltrecho y sus mañas de rapero de
barrio y se metió al público en el bolsillo. De eso hace ya unos años
pero 'El Langui', que ha cumplido 33 y tiene dos hijos, no se apalanca.
Suya es la banda sonora de la obra teatral 'El hijoputa del sombrero' y
está grabando su primer disco en solitario. Para él, no solo ahora,
siempre han pintado bastos. Pero les ha hecho un corte de mangas.
- ¿Tiene nombre el hijoputa del sombrero?
- Todos tenemos un poco de hijoputas en esta sociedad. Lo
que pasa es que algunos lo sacan y otros no. Hay incluso quien abusa de
ello. Para hacerse adulto hay que convertirse un poco en hijoputa.
- Usted se ha hecho adulto y ha triunfado. ¿Sin traicionarse?
- De eso se trata, de no perder la esencia de uno mismo.
Pero es difícil perderse cuando se vive en un barrio como Pan Bendito.
Partiendo de eso, yo sigo mi estela.
- ¿Sigue metido en su barrio?
- Ya no estoy todos los días allí porque tengo mi trabajo
en la radio, el estudio de grabación, conferencias, conciertos,
videoclips... Llevo diez años en esta dinámica. Pero mis locales, mi
familia y amigos siguen en el barrio.
- ¿Y qué se comenta en Pan Bendito?
- Pues que no hay trabajo. Y lo que se respira es
desolación e impotencia. Familias que no llegan a fin de mes y no tienen
para pagar la comunidad, ni el agua... La cosa está muy mal.
- ¿Ve alguna salida?
- Lo único que podemos hacer es seguir reivindicando, que a
veces con que nos pongan fútbol en abierto y algún 'reality' parece que
ya nos vale. Los que tienen que hacer su trabajo bien son los
mandatarios y demás capitalistas que están haciendo que el futuro de
nuestros hijos sea muy oscuro.
- Usted tiene dos.
- De siete años y de tres y medio. Y me preocupa porque ellos son los que van a pagar esto.
- Veo que el éxito no le ha hecho apalancarse.
- Ni mucho menos. Cada día tengo que batallar más porque la
cosa está muy difícil. Además, con los años uno se va haciendo más mala
leche. Crear expectación es fácil. Llegas con este cuerpo que tienes y
con esas mañas que tú te buscas y con ese talento que ellos dicen, y lo
más fácil es que la gente se sorprenda. Pero lo difícil es mantenerse.
- ¿Cuál es su secreto? ¿Cómo ha hecho una limonada tan rica con los amargos limones que le dio la vida?
- Si yo lo supiera... Yo lo que hago es intentar currar a diario y aprovechar las oportunidades que me brindan.
- Y eso que le han dicho mil veces que no se puede...
- En cierto modo te lo dicen todo el tiempo. Pero a mí, como decía en 'El Truco del Manco', no me digas que no se puede.
- Con lo tambaleante que anda el Gobierno, ¿no le dan ganas de prestarle sus muletas?
- Pues casi que sí... Es que les queda demasiado grande
todo esto. Yo creo que son gente que no está cualificada. Es como si yo
intento meterme a futbolista o a árbitro de primera división. No estoy
cualificado. Pues ellos igual, y sin embargo no dudan en empobrecer a
generaciones por satisfacer la codicia de sus jefes, los grandes
empresarios y millonarios que lo manejan todo. Con pasta se puede todo.
Todísimo.
- Creo que le habría gustado ser futbolista.
- Sí, pero no ha podido ser.
- Y todo por el oxígeno...
-Me faltó oxígeno en el parto y eso me provocó una
parálisis cerebral. Pero gracias a que me faltó oxígeno en el parto he
podido vivir esta historia estupenda.
TÍTULO: CINE EN CASTUERA EN LA PISCINA MUNICIPAL CON LA PELÍCULA UN PROFETA A LAS 21.30 ENTRADA GRATUITA,.
- Reparto
- Tahar Rahim, Niels Arestrup, Alaa Oumouzoune, Adel Bencherif, Reda Kateb, Hichem Yacoubi, Jean-Philippe Ricci, Gilles Cohen, Pierre Leccia, Antoine Basler, Foued Nassah, Jean-Emmanuel Pagni, Frederic Graziani, Leïla Bekhti,.
- El joven Malik El Djebena (Tahar Rahim), un francés de origen árabe, ingresa en prisión para cumplir una pena de seis años. Aunque, al principio, la vida en la cárcel le resulta muy dura porque está completamente solo, se adapta rápidamente y, gracias a su carisma, se gana poco a poco la simpatía de los miembros de la mafia corsa, que tienen sobornados a los guardias y controlan todo lo que pasa en prisión.
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