viernes, 21 de junio de 2013

italia 4 japon 3 COPA CONFEDERACIONES,./ BRASIL- 2- MEXICO-0 -COPA CONFEDERACIONES,/ ESPAÑA-10- HAÍTI-0- COPA CONFEDERACIONES./ / OTRA VEZ EL CORAZÓN DE ALBERTO AGUILAR A PRUEBA,.

TÍTULO:  italia 4 japon 3,.COPA CONFEDERACIONES

Mundo Deportivo
  1. Italia 4 - Japón 3: La 'Azzurra' aseguró su lugar en semifinales a pesar del susto,.

    Italia le ganó a Japón con la pura camiseta en un emocionantísimo partido que terminó 4 - 3 y aseguró su lugar en semifinales.
     

    TÍTULO: BRASIL- 2 -MEXICO -0 -COPA CONFEDERACIONES,.

    FIFA
    1. Pausar auto-play Pause auto-play

      Dos lujos de Neymar fueron suficientes para que Brasil le ganase a México y dejase casi eliminado de la Copa Confederaciones al Tri.
       
       

      TÍTULO: ESPAÑA-10- HAÍTI-0- COPA CONFEDERACIONES

      1. España goleo a Haití 10 a 0 y avanzó a semifinales

        El seleccionado español de fútbol, último campeón mundial, goleó hoy a Tahití por 10-0 por el grupo B de la Copa Confederaciones que se ...
     
     TÍTULO: OTRA VEZ EL CORAZÓN DE ALBERTO AGUILAR A PRUEBA,.
     

    TOROS

    Otra vez el corazón de Alberto Aguilar a prueba

    Vibrante faena del torero de Fuencarral con uno de los dos victorinos buenos, pero no el mejor de los dos, de la corrida que cerró la feria de la localidad gala de Istres

    El toro de mejor aire fue el primero de corrida. Nobleza, fijeza, viveza, ritmo. Por son y por hechuras -bajo de agujas, corto de manos, lindas proporciones, la cara precisa-, fue el de más parecido con el premiado el sábado con la vuelta al ruedo. El segundo de los seis que Juan Bautista toreó en su afinado concierto de solista. Este otro victorino tuvo más bondad. Menos teclas que tocar.
    Lo toreó a gusto y bien Uceda: empaque en un saludo de capa de cinco verónicas, media y revolera hasta dejar el toro en platillo. Faena en un ladrillo. En la segunda raya. Al toque, porque no hizo falta enganchar al toro sino llevarlo tapado y templado en tandas de cuatro y el de remate. Apertura excelente: esos caros muletazos de tanteo tan de Uceda y tan de escuela.
    El trasteo, de elegante composición, pecó de repetitivo. Única variante: un farol ligado con el de pecho a última hora, cuando el toro estaba pidiendo la cuenta. Con mucha vida dentro porque fue toro de los que duran. El fondo, la casta. La estocada entró trasera, Uceda no se animó a descabellar, el toro resistió en tablas tragando sangre, sonó un aviso cuando se echaba y no hubo premio. Estaba todavía la gente fría. Treinta y pico grados al sol, pero.
    Un sexto bueno
    La corrida de Victorino tenía por argumento mayor la presencia de Sebastián Castella, que se anunció por voluntad propia y en una suerte de desafío consigo mismo. Y, sin embargo, desfilaron por la pasarela segundo, tercero, cuarto y quinto -cada uno de una manera, ninguno sencillo, y hasta que no asomó el sexto no vibró el espectáculo. Abierto de cuerna, casi playero, y ancha la frente, este último de corrida y feria era incómodo por la envergadura. Salió apretando muy en serio, Alberto Aguilar le aguantó muy entero los primeros viajes -fortísimos- y le dio la vuelta a la tortilla. O sea, a la deriva torcida que entonces se dejaba sentir. Sin el temple ni la bondad del primero, tuvo una virtud muy victorina: electricidad, movilidad, transmisión. Ganas de pelea. Y la entrega de la que carecieron los cuatro arrastrados por delante. Alberto se encontró en su salsa: toro de corazón, de los de arriesgar y poner en juego todo. Feliz la idea de salirse a los medios, donde el meollo del trabajo. Inteligente la apuesta de torear por la mano mejor, la derecha, y de administrar las alturas del toro como si le tomara la temperatura. Y, en fin, bragueta pura, encaje sin condiciones.
    Fue en la vecina Beaucaire, y con dos corridas de Victorino, donde Alberto se sacudió a tiempo y hace casi nada el sello de torero desilusionado. Le habían cerrado la puerta en España. Se la abrieron aquí. En una barrera de sol -sol solazo- estaban los de su peña de Beaucaire tras la pancarta-bandera. La faena rompió en seguida: emoción, temple, ligazón, espléndidos pases de pecho. Una cata en falso con la zurda -renegó el toro- y vuelta a la diestra. Péndulos, desplantes, genio de torero bravo. De pronto empezó a salirse suelto el toro, que buscó las tablas. Alberto atacó en la suerte natural con la espada y el toro no quiso. Dos pinchazos, una entera tendida. Importó la pasión, tan sincera. Una oreja arrancada a pulso.
    El experimento de Castella fue, a su manera, como el del aprendiz de brujo. Su primero de lote, en gateo constante, se metió por debajo, claudicaba cuando no hacía presa, punteó, se revolvió, fue mirón y pegajoso, dejó de pasar. Un toro predador. Se acabó quedando en las zapatillas. Castella tragó -a lo hecho, pecho- pero la lógica pedía una faena de castigo. Se reconoció la entrega. El no volver la cara. Tampoco la volvió con el quinto, un toro con gatitos o gatotes en la barriga, celoso hasta la exageración, no tan revoltoso como correoso, pero correoso. El cuarto, casi 600 kilos, desigualó la corrida por abajo, por arriba, por delante y por detrás. Parecía de otra estirpe. El tercero estuvo en el punto medio entre los dos malos y el felino.

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