Mario no se suicidó. Mario quería vivir. Las circunstancias que rodean su muerte apuntan claramente a un trágico y desafortunado accidente».
Mario no se suicidó. Mario quería vivir. Las circunstancias que rodean su muerte apuntan claramente a un trágico y desafortunado accidente». Así de rotundo suena el comunicado que divulgó ayer la presentadora de televisión -foto--Raquel Sánchez-Silva, cuyo marido, el cámara italiano Mario Biondo, fue hallado muerto la semana pasada en el domicilio de la pareja en Madrid.
Raquel quiso salir así al paso de las informaciones que, citando
fuentes policiales, aseguraban que la muerte de Mario Biondo, de 36 años, se había producido por ahorcamiento y que fue la empleada del hogar la que encontró elcuerpo sin vidaen el salón de la vivienda.
«Una vida feliz»
«No acabamos de entender la necesidad de publicar una
información que no es cierta, que solo aporta dolor y que es
innecesaria. Mario y yo teníamos una vida feliz. Respetad su memoria y
ayudadnos a vivir este dolor en paz». La presentadora insiste en que «a estas alturas lo único importante es la pérdida de una vida llena de planes y posibilidades».
Raquel, de 40 años, conoció al que se convertiría en su marido durante el rodaje de 'Supervivientes'
en Honduras, en 2011. Un año después la pareja contrajo matrimonio en
Taormina, la localidad siciliana de la que era natural Mario. Fuentes
próximas a la familia también han confirmado que el cadáver será trasladado y enterradoen su ciudad natal cuando se resuelvan todos los trámites.
La pareja tenía muchos planes en común. El portal 'Vanitatis' asegura que Raquel Sánchez-Silva se estaba sometiendo a un tratamiento de fertilidad
en un centro hospitalario madrileño. Tenía pensado programar su
embarazo de tal manera que no influyese en sus proyectos profesionales;
entre ellos, la segunda edición de 'Acorralados', que Telecinco tiene prevista para este otoño.
TÍTULO; NUNCA ME CREI NADA, ASÍ QUE NO ME HE CAIDO DE NINGUN PEDESTAL,.
MARCA.com
- -foto--Alberto Contador (30 años) siempre sonríe después de cada respuesta que considera favorable para sus intereses. Desprende aquel aire ...Alberto Contador (30 años) siempre sonríe después de cada respuesta que considera favorable para sus intereses. Desprende aquel aire pícaro del novicio que fue, aunque su tono es ahora más comedido. Sortea las preguntas incómodas con gesto inexpresivo. Y aplica un timbre ronco a la conversación, como si acabase de saltar de la siesta. El mejor ciclista del mundo, que compite estos días en el Dauphiné Libere, nos atiende con el Tour en el horizonte.-Se sabe poco de usted en los últimos tiempos. Es como si hubiera querido desaparecer...-Me he mantenido al margen de los primeros planos porque no es normal el ritmo que llevo. Entre viajes, compromisos y eventos, casi no tengo tiempo para la bici. Y debe ser al revés. Me gano la vida con la bici. O cortas el grifo o no llegas a tus objetivos. Estoy centrado plenamente en el Tour y tengo bastantes ganas.-¿No será que se ha vuelto más desconfiado?-No es eso. Necesito tiempo para prepararme y hacer las cosas como antes. A mi lado están los de siempre, pero ahora miro las cosas con la experiencia de 10 años de profesional.-¿Disfruta con el ciclismo o ya es solo su trabajo?-Soy una persona positiva, que valoro cada día de mi vida. Disfruto al máximo con el entrenamiento. No he perdido la chispa. Tengo ganas de machacarme cuando me enfrento a cinco o seis horas de carretera. Trabajo en lo que me gusta.-¿Es verdad entonces que la bicicleta invoca a la libertad?-Claro. No tengo un horario cerrado, ni tráfico en hora punta, ni una oficina con sus reglas laborales. Cojo mi coche, decido a qué hora entreno, elijo el puerto que me gusta. Sí, la bicicleta te da libertad.-Me cuentan que se sabe de memoria la etapa de Fuente Dé (la vibrante victoria de la Vuelta 2012 que ganó).-Ya no se pueden tener secretos. Una vez que maté un perro... ja, ja, ja... Fue un triunfo muy especial y es la única etapa que he visto repetida. Nunca veo las carreras que disputo, pero tenía mucha curiosidad por ésta. Fue muy especial. Y ese momento de entrar en la meta...-¿Qué vio en la repetición?-Inconformismo, luchar siempre, no admitir ser segundo... A todos los ciclistas nos duelen las piernas, pero se trata de despreciar el dolor. Nunca he sido una persona resignada y nunca caeré en la resignación.-Da la sensación de haberse caído del pedestal que ocupaba con los grandes de España: Nadal, Gasol, Alonso... ¿Lo comparte?-Nunca me creí nada, así que no me he caído de ningún pedestal. Eso son cosas vuestras, de periodistas.-Otros deportistas han adquirido más auge...-Claro. Y yo me alegro mucho. España es lo máximo. Y está todo muy repartido. Las televisiones han invertido en otros deportes que han calado en los aficionados. El ciclismo cuesta venderlo porque no hay una competición cada fin de semana, como en las motos o en la Fórmula 1. El ciclismo es básicamente el Tour y también la Vuelta. No se da casi ciclismo el resto del año y así es complicado.-¿Y no será por los escándalos?-No creo. El ciclismo está pegando un cambio muy grande, a mejor, pero se necesita más tiempo. Es un deporte muy diferente al que había una década atrás. Soy muy optimista.-¿Por qué?-Se está pasando página, sin duda. Los ciclistas son conscientes del daño que se hace con un caso de dopaje. Mancha a todos, aleja a los patrocinadores. Se ha visto en el caso de Di Luca, ha recibido muchas críticas que antes no había.-¿El positivo por clembuterol supuso un antes y un después?-Me marcó muchísimo, sin duda. Tantas noches sin dormir, la incomprensión... Me pudo la desgana en algunos momentos. Inconscientemente siempre estará ahí, pero no puedo vivir pensando en ello.-¿Ha pasado página?-Bueno, sí. A la fuerza. Pero fue complicado y difícil.-Siempre le perseguirá el solomillo, entonces.-Ese es un comentario demasiado simple.-¿No tiene nada que reprocharse?-Siempre he ido con la verdad por delante al cien por cien. Seguro que he podido hacer mejor las cosas, pero aquello fue injusto.-¿Ha cambiado su percepción del mundo que le rodea, organizadores de carreras, directores, ciclistas, medios de comunicación?-No puedo pensar igual que cuando empecé. Cada vez entiendo más el mundo de los contratos, de la manera de obtener el máximo rendimiento de la publicidad. También comprendo el interés económico de los organizadores, de los lugares que pagan más o menos. El ciclismo es un negocio, está claro. Es como una fábrica. Cuantas más piezas salen, más producción y más beneficio para todos.-¿Cómo influye Twitter en su relación con el mundo?-Ha cambiado las relaciones con los medios de comunicación. Dices exactamente lo que quieres decir, sin poner ni añadir una coma. Es una herramienta fantástica, que te permite estar en contacto con tus seguidores sin necesidad de intermediarios. Os quita exclusividad a vosotros, pero nos facilita la vida a nosotros.-Si las apuestas sirven como termómetro, usted no es favorito para el Tour. Chris Froome está por delante. ¿Algún pronóstico?-Es lógico que Froome esté por encima de mí en las apuestas. Lleva mejor año y más regular. Pero yo no he cambiado. Soy el mismo de siempre.-Este año muestra peores resultados que nunca desde que es quien es. ¿Qué le pasa?-No me pasa nada. Lo que sucede es que cuando acostumbras a los aficionados a ganar y no rematas, surgen las preguntas y las dudas. A veces la pelota no quiere entrar, en otras ocasiones ha dado en el larguero.-Explíqueselo al aficionado de a pie.-Cuando han aparecido este tipo de comentarios, siempre recuerdo una frase que le escuché a Nadal. Parece que lo normal en el deporte es ganar y es lo contrario: lo normal es no ganar. Y en el ciclismo mucho más: competimos 200 y solo gana uno. Cuando te preparas y entrenas cada día, sabes lo que cuesta llegar a los triunfos. La gente que no es tan entendida en deporte o que no ha practicado un deporte en su vida, lo ve con una distancia falsa. Es muy difícil ganar y lo más normal es perder.-No hay nada de qué preocuparse, pues.-Nada. Todo está en su sitio. Y en el Tour estaremos dando guerra. Tengo un gran equipo, el Saxo-Tinkoff, y mucha confianza en el trabajo que pueden desarrollar mis compañeros. Estoy muy contento este año.
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