TÍTULO: El mensaje de la piel,.
PhotoEspaña 2013 toma cuerpo, literalmente. La XVI edición
del festival de la fotografía y las artes visuales utiliza la anatomía
humana como tema genérico, superando la tradicional interpretación
erótica y, paralelamente, poniendo en evidencia su facultad para la
expresión de los más diversos lenguajes, desde el más realista a
aquellos que buscan una exploración más lírica o espiritual,
interpretaciones que, a menudo, apelan a lo afectivo y la experiencia
común entre autor y modelo. La piel es el escenario para el amor y la
fantasía del 'voyeur', pero también constituye un campo para cualquier
guerra y un ámbito para la reivindicación, según explicó el comisario
Gerardo Mosquera en la presentación de la última propuesta que realizará
como responsable de la muestra.
Exposiciones individuales y colectivas, autores consagrados
y nuevos valores, se incluyen en un programa formado por setenta y
cuatro muestras, veintiséis de las cuales forman parte de la sección
oficial. El certamen es una de las propuestas más atractivas y con mayor
capacidad de convocatoria de la temporada cultural en todo el país, con
más de 600.000 visitantes el pasado año y, a pesar de las reducciones
presupuestarias, la presente cita mantiene un voluminoso programa y
amplía el número de sedes. Además de la central madrileña y las cercanas
de Alcobendas, Alcalá de Henares y Cuenca, en esta ocasión se han
sumado espacios de Lanzarote y Zaragoza, y se ha anunciado que una
selección podrá ser contemplada en Berlín, Praga y París. El certamen
también colabora con una entidad de Sao Paulo para organizar un evento
de similares pretensiones en el país sudamericano.
El encuentro con los 'grandes' es el mayor reclamo del
festival, que siempre ha recurrido a nombres de relieve para atraer a un
público masivo. En esta coyuntura recesiva, esa estrategia resulta
decisiva tanto para conseguir apoyo privado como para seguir ostentando
ese favor tan necesario para defender su supervivencia. La cultura,
incluso cuando se trata de eventos multitudinarios, es una de las
principales víctimas de los recortes de la Administración.
A ese respecto, la edición en ciernes nos ofrece todo un
duelo entre dos maestros norteamericanos. La muestra conjunta de Harry
Callahan y Edward Weston, abierto en el Círculo de Bellas Artes, se
halla entre las visitas ineludibles. La complicidad entre modelo y autor
aparece como el nexo común del trabajo de ambos, una percepción que
trasciende la estereotipada interpretación sexual y nos habla del
afecto. Las ochenta imágenes de 'El, ella, ello' emanan sensualidad,
pero también transmiten la intensidad de las relaciones sentimentales.
Las mujeres
Eleanor, la esposa de Callahan, aportó el motivo central de
su inspiración durante décadas. Este autor norteamericano, de formación
autodidacta, destacó por su constante investigación en torno a la luz o
las posibilidades proporcionadas por las exposiciones múltiples. Los
retratos de Charis, Margareth o Tina, las amantes que jalonaron la
intensa vida sentimental de Weston, forman parte de su abundante
creación, desarrollada en todas las vertientes. Las fotografías de
detalle, realizadas sobre vegetales comunes, participan de la misma
exquisita sensualidad que transmiten los posados de sus mujeres
desnudas.
La panorámica por la historia también incluye una
retrospectiva del trabajo del también norteamericano Emmet Gowin,
abierta en la sala de exhibiciones de la Fundación Mapfre. Como en los
casos anteriores, el ámbito familiar se erige en el eje central de un
trabajo con numerosas ramificaciones y que llega al momento presente. En
la exposición convergen las imágenes de su pequeño universo doméstico,
pivotado en su mujer Edith, envuelto en un aura de particular
romanticismo, y los grandes proyectos llevados a cabo por todo el mundo,
caso de las series aéreas, otra de sus señas de identidad, en torno al
volcán Saint Helens, Petra, Panamá o la más reciente en torno a los
paisajes andaluces. Gowin, que fue alumno de Callahan y ha enseñado
fotografía en la Universidad de Princeton, compagina su interés por el
retrato íntimo con una visión panorámica del impacto humano en el medio
natural.
El mundo doméstico de John Fitzgerald Kennedy según la
mirada de Mark Shaw se convertirá, sin duda, en uno de los mayores
alicientes de PHotoEspaña, todo un fenómeno de masas. La Fundación Loewe
muestra los retratos oficiosos del presidente asesinado junto a
Jacqueline y sus hijos realizados por uno de los grandes del periodismo
estadounidense. Una vez más, las instantáneas ponen de manifiesto la
complicidad entre el autor y los modelos, y, sobre todo, esa rara
facultad para trasmitir un cúmulo de sensaciones a partir de la aparente
naturalidad en el posado y la elaboración de una cálida atmósfera.
La temprana desaparición de Shaw oscureció su aportación
profesional, recuperada tras el descubrimiento de este material gráfico,
origen de un álbum ampliamente difundido. Este profesional llevó a cabo
una intensa labor como 'free lance' que incluye numerosas portadas y
reportajes para las revistas 'Life', 'Harper's Bazaar' y 'Mademoiselle',
fotografías de personalidades de la talla de Pablo Picasso, Elizabeth
Taylor, Grace Kelly y Audrey Hepburn, e incursiones en el ámbito de la
pasarela para las casas Chanel y Balenciaga. El exquisito uso del color y
la composición explican el intenso 'glamour' que desprenden sus
imágenes.
Los históricos
El viaje por el cuerpo también recala en las vanguardias
históricas. La obra de Frantisek Drtikol, desarrollada en los años
veinte del pasado siglo, refleja la ebullición creativa ligada a ese
periodo. Los desnudos femeninos de este autor checo se hallan
fuertemente influidos por las corrientes simbolistas y modernistas. El
violento contraste entre luces y sombras siluetea las figuras y
proporciona una intensa belleza a las imágenes que podemos contemplar en
la Sala de Calcografía Nacional de la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando.
La mencionada corriente modernista permite establecer un
sutil vínculo entre las piezas de Drtikol y la creación del polaco
Zbigniew Dlubak, iniciada a finales de la década de los cuarenta. Este
superviviente de Mathausen utiliza el cuerpo para un ejercicio de
investigación visual desprovisto de cualquier mensaje erótico. Su
recurso a la repetición, las simetrías o el detalle en primer plano,
sugiere una peculiar reflexión en torno a la relación de sometimiento
entre modelo y fotógrafo en el ámbito del desnudo. La sala Juana Mordó
del Círculo de Bellas Artes acogerá una selección de su obra más
experimental.
Además de esa privilegiada ocasión para recuperar los
grandes legados, PHotoEspaña también pulsa los nuevos rumbos de la
fotografía contemporánea. La retrospectiva dedicada a Darren Almond,
ubicada en la Sala de la Comunidad de la calle Alcalá, constituye otro
de los hitos en este apartado. El autor, uno de los miembros de la
generación de los Young British Artists, muestra fotografías,
esculturas, pinturas y obras audiovisuales. El paso del tiempo, la
memoria y la melancolía, recorren un trabajo con una profunda carga
emocional. La exposición concluye cronológicamente con 'All things
pass', una filmación en torno al Chand Baori, el mayor aljibe del mundo,
que nos interpela sobre el ritmo de las estaciones, la actividad del
individuo y el orden del mundo.
Retrato español
En el capítulo de las aportaciones nacionales destacamos la
participación de Azucena Vieites y Rafael Sanz Lobato y el repaso al
trabajo de Laura Torrado. La fotografía ejerce de aglutinante de una
expresión artística con proyecciones tan diversas como el dibujo, la
escultura, la performance o el vídeo, pero que siempre tiene como rasgo
común la expresión de un intenso ejercicio de introspección y cierto
sentido dramático alrededor de la puesta en escena. 'La oscuridad
natural de las cosas', inaugurada en el Canal de Isabel II, nos muestra
ese particular imaginario con su propio cuerpo como habitual contenedor.
El homenaje a Manolo Laguillo representa otra de las citas
atractivas con la fotografía española y, posiblemente, de las más
desconcertantes según los parámetros de esta edición. La retrospectiva
del Museo ICO abarca treinta y cinco años de trayectoria y recoge obras
de todos sus ciclos temáticos, cercanos al estudio arquitectónico y
urbanístico, muy descriptivo pero ajeno a la obviedad, conceptualmente
cercano a la línea emprendida por los 'new topographics' en la década de
los setenta.
Ese repaso a la creación contemporánea da lugar a
descubrimientos muy interesantes. Entre otras propuestas de relieve,
encontramos las fotografías de Violeta Bubelyte, presentes en el Museo
Nacional del Romanticismo. Como en anteriores ocasiones, sus piezas
revelan la ausencia del componente sexual a favor del torno frágil
condición humana. Se trata de autorretratos que nos hablan de la soledad
o el dolor desde perspectivas formales muy diferentes. Esta artista
lituana emplea la imagen naturalista o incluso hiperrealista, y,
asimismo, utiliza procedimientos como la exposición prolongada para
generar ambientes nebulosos. La comunicación en el plano íntimo también
se puede vehicular desde el lenguaje corporal. Las imágenes de Luis
González Palma y Graciela de Oliveira, expuestas en la Casa de América,
escenifican una reflexión en torno a la familia en fases como el deseo
de un hijo, la separación o los motivos de la seducción.
El concepto del cuerpo a la manera de espejo y campo de
expresión de fenómenos como la alteridad, mapa de los cambios sociales y
testimonio de la muda en los códigos de representación, anima muestras
colectivas como 'Colectiva VII', la dedicada a la vanguardia feminista
de los setenta según los fondos de la Sammlund Verbund y 'Conocimiento
es poder', con su reflexión ideológica.
La anatomía humana, habitual herramienta del narcisismo,
también asume funciones combativas a menudo desde la práctica
performativa, con especial énfasis en el ámbito de la lucha de la mujer o
de las minorías sexuales. Así, la belleza se alía con la reivindicación
homoerótica en las imágenes de Robert Mapplethorpe, la apuesta de la
galería Elvira González dentro de la sección Off. Aunque exhibidas en un
espacio privado, las instantáneas del desaparecido autor norteamericano
ejemplifican el lema de PHotoEspaña 2013 y, paralelamente, avalan esa
explícita intención de llegar a un público amplio.
TÍTULO: París y Nueva York en 110 películas
París y Nueva York, capitales de los sueños, la bohemia, el arte y el vicio, son también ciudades fetiche para muchos cineastas. Por algo los,.
TÍTULO: París y Nueva York en 110 películas
París y Nueva York, capitales de los sueños, la bohemia,
el arte y el vicio, son también ciudades fetiche para muchos cineastas.
Por algo los hermanos Lumière, inventores del cinematógrafo, filmaron en
París, y por algo Nueva York es el escenario de un sinnúmero de
películas, desde las arrebatadamente románticas a las que recrean
crímenes y tiroteos. El viajero tiene ahora la oportunidad de
recorrerlas en clave fílmica. 'París de cine' y 'Nueva York de cine' son
dos títulos que acaba de sacar la editorial Lunwerg y que proponen
itinerarios que los amantes del cine jamás sospecharían.
Cada una de las guías ofrece 55 películas y dos recorridos
temáticos que permiten al cinéfilo y viajero embelesarse con el perfume
del 'glamour'. En suma, 110 películas para adentrarse en esos garitos
humosos de la ley seca o esos cabarés parisinos donde acecha el pecado.
De Buñuel a Tarantino, de Billy Wilder a Brian de Palma,
son muchos los cineastas que han quedado cegados por la ciudad de la
luz. Violeta Kovacsiscs y Deborah Marín orientan al lector y el turista
por los lugares que pisaron Matt Damon, Audrey Tautou, Harrison Ford o
Catherine Deneuve. ¿Qué mitómano puede resistir la tentación de no
husmear por los alrededores del apartamento en que Marlon Brando y Maria
Schneider protagonizaron sus lances sexuales en 'El último tango en
París'? Seguramente nadie.
Trocadero, donde se yergue la Torre Eiffel, es un plató
grandioso. Allí transcurren escenas de 'El caso Bourne' o 'El discreto
encanto de la burguesía'. Pasado el puente de Bir-Hakeim y delante de
los antiguos estudios de Radio France, está la isla artificial en la que
se erige una réplica de la Estatura de la Libertad. El lugar resultaba
pintiparado para que Roman Polanski rodara el tiroteo final de
'Frenético'.
'Charada', la memorable película de Stanley Donen, regala
unas vistas de París impagables. Las arcadas del Palais Royal se antojan
perfectas para rodar una escena de acción como la que se desarrolla en
este filme, a caballo entre el thriller y la comedia romántica. Las
sombras y escondrijos ayudan a infundir emoción al desenlace. Para
muchos espectadores, los disparos que se intercambian Gary Grant y
Walter Matthau, parapetados ambos tras las columnas, no pueden ocurrir
en otro lugar. Monmartre dejó su impronta en la historia del cine
gracias a 'Amélie'. Los admiradores de Audrey Tautou deben saber que la
frutería donde la actriz hunde sus dedos en un saco de semillas se
encuentra en la calle de Trois Fères, en el empinado barrio de
Montmartre. Este enclave se ha convertido en un santuario al que
peregrinan los cineastas. No en vano, ha acogido el rodaje de 'Los
cuatrocientos golpes', de François Truffaut. Será que la angostura de
sus calles se presta tanto a acoger filmes de cine negro como comedias
arrobadas.
Algo parecido sucede con Nueva York. No parece lo más
cómodo calzarse unos 'manolos' de Blahnik para emular las andanzas de la
coqueta Carrie Bradshaw en 'Sexo en Nueva York'. Y menos para recorrer
la distancia que hay entre la Biblioteca Pública de Nueva York y su
abigarrado apartamento en el número 66 de la arbolada calle Perry. Lejos
de este rincón del West Village, la Gran Manzana esconde un generoso
puñado de escenarios de obligada visita para los mitómanos. Lugares que
han forjado parte del ADN de esta gigantesca urbe donde hay comercios
cuyo nombre está grabado a fuego en el imaginario colectivo. Ahí está la
carísima joyería Tiffany, en el número 727 de la Quinta Avenida,
inmortalizada por Blake Edwards en 'Desayuno con Diamantes'; o la
mansión escogida por Coppola en Staten Island para que Brando y Al
Pacino lucieran su talento en 'El Padrino'.
Lugares inscritos en el celuloide y nuestra memoria
sentimental. Es el caso de Central Park, el Museo Metropolitano, el MoMA
de Nueva York o la Estación Central, un titánico edificio plasmado en
un sinfín de ocasiones, desde 'Con la muerte en los talones' a 'Atrapado
por su pasado' o, más recientemente, en 'Los vengadores'. Otros como la
cancha de baloncesto de Harlem donde transcurre uno de los primeros
momentos de 'West Side Story' o la inmejorable estampa del puente
Queensboro sobre el río Hudson, en ese banco donde Woody Allen y Diane
Keaton observan el amanecer en 'Manhattan'
Ciudad de encarnizadas batallas entre superhéroes y
villanos. El vetusto rascacielos que fue la sede del 'The New York
Times' hasta 1995 en Turtle Bay también sirvió para acoger el 'Daily
Planet', el periódico de 'Superman'. El edificio se ha convertido en un
lugar venerado por millones de fans. Spiderman, Batman o Iron Man
también son otros de lo que han hecho sus cameos bajo el 'skyline'
neoyorquino,.
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