El alias de esta guerrillera es muy apropiado, Guevara, pero su pasado es menos belicoso del que puede imaginarse. Pese a la naturalidad con la que abraza su fusil, antes de que comenzara la guerra que está desangrando Siria era la directora de una escuela de Secundaria. Entonces, los edificios de Alepo que aparecen destrozados al fondo tenían un aspecto más habitable. Esta mujer siria de origen palestino, casada con un comandante de la brigada de Al Wa'ad -que combate contra el régimen del presidente Bashar Al-Assad-, se ha convertido en uno de sus francotiradores más certeros. Dice que peleará hasta que caiga el Gobierno. Es más, vestida de camuflaje, confiesa que éste es el periodo más feliz de su vida. Mucho mejor que reprender a muchachos traviesos o rellenar actas. Ella prefiere correr de acera a acera con la cabeza agachada esquivando los disparos del enemigo o dar órdenes a sus compañeros de batallón, todos hombres. El número de muertos desde que comenzó la guerra supera los 60.000, según la ONU. Un centenar de ellos, víctimas de las fuerzas leales a Assad, aparecieron en un canal de Alepo esta semana con un tiro en la cabeza. Algunos eran demasiado pequeños, niños. Como los de la escuela de Guevara. Como el que espera la mujer de Assad.
TÍTULO: LA CHINA DE LOS HUESOS DE ORO,.
Es posible regresar por la puerta grande a una industria tan exigente como la moda después de un paréntesis de 50 años? ¿Cómo se explica ...
Es posible regresar por la puerta grande a una industria
tan exigente como la moda después de un paréntesis de 50 años? ¿Cómo se
explica que el oficio más implacable con el paso del tiempo acoja con
los brazos abiertos y contratos millonarios a una octogenaria que ha
preferido volver al tajo en lugar de seguir descansando junto a sus
nietos en las tranquilas playas de los Hamptons, refugio de las familias
neoyorquinas más acaudaladas? Las respuestas tienen un nombre propio:
Noelie Dasouza Machado. Aunque todo el mundo la conoce como China
Machado desde que Givenchy se fijara en ella y Richard Avedon, el mítico
fotógrafo, la convirtiera en un icono de estilo. Al buscarse un nombre
artístico recordó lo que le gritaban en Argentina: «¡Chinita, China!».
Hija de banqueros portugueses, nacida en Shanghái y
exiliada en Argentina y Perú, es una mujer acostumbrada a romper moldes.
Lo hizo a finales de los años cincuenta del siglo pasado, cuando una
amiga la aconsejó que probara suerte como maniquí para olvidar sus
desgracias amorosas. Y lo ha vuelto a hacer a sus 82 años en un regreso
tan inesperado como espectacular. Cómo justificar si no su fichaje por
IGM Models, la agencia de maniquíes más poderosa del mundo. Aunque
podría ser la abuela de ambas, China Machado presume de ser compañera (y
también rival) de Kate Moss y la brasileña Gisele Bündchen. Pero, ¿qué
tiene esta mujer para que los grandes almacenes de lujo Barneys le hagan
la ola e inunden Nueva York de vallas publicitarias con su exótico
rostro, la poderosa Carine Roitfeld se encargue del estilismo de sus
campañas y Bruce Weber la coloque en el centro de su objetivo? «Nunca me
consideré una mujer bonita. Avedon fue el único hombre que me hizo
sentir realmente hermosa», afirma.
Para François Nars, desprende un aura especial por su
capacidad de combinar «elegancia y despreocupación». El maquillador de
las estrellas cree que abandera la «sofisticación de una era» que
probablemente «nunca más volverá». Ivan Bart, el director de IGM Models,
nunca reparó en su edad antes de dar el visto bueno a su contratación.
«Su atractivo es evidente», remarca.
No es el único que lo piensa. Si hay una industria que
mira con lupa el carné de identidad, ésta es la moda. Y, aunque está
resistiendo mejor que ninguna el envite de la crisis, tampoco regala
nada a nadie. Menos a una anciana, por mucho que no aparente la edad que
tiene. Pero el caso es que desde que Dennis Freedman, un amigo de su
hija, le dedicara hace un par de años un generoso reportaje periodístico
de 20 páginas, su impacto mediático no ha dejado de crecer. «Cada mes
estoy en alguna revista. Es una locura», se justifica la protagonista de
esta historia plagada de sinsabores.
China cambió la historia de la moda en 1959. Fue la
primera modelo de origen asiático que protagonizó la portada de
'Harper's Bazaar', pese a la oposición de los ejecutivos de la
publicación por no ser blanca y el temor a perder «todas las
suscripciones del sur de Estados Unidos». Machado, que tardó dos décadas
en enterarse de este desagradable asunto, solo trabajó de maniquí tres
años en Estados Unidos. Suficientes para revolucionar el negocio.
Durante este tiempo posó en exclusiva para Avedon, que la convirtió en
su musa. Diana Vreeland la llamó 'huesos de oro' nada más verla entrar
en su despacho. «¡Exquisita, maravillosa!», gritó la poderosa editora.
Lista de amantes
Machado sedujo a todo tipo de hombres y mujeres, aunque
ha sufrido un sinfín de humillaciones. Algunos clientes se negaron a
comprar la ropa del diseñador (Oleg Cassini) que eligió para el
reportaje con el que Avedon la lanzó al estrellato. Sin embargo, el
mayor berrinche se lo llevó cuando el torero Luis Miguel Dominguín la
dejó por la actriz Ava Gardner. Con solo 19 años, China se enamoró de un
hombre que la condujo a la más absoluta soledad, aunque estuvieran
rodeados de gente a todas horas. Cuenta que cuando entraban en un
restaurante «se hacía el silencio» y todo el mundo se levantaba a
aplaudirles. Pero no era a ella, sino al torero. «Era como estar con un
dios».
Aunque la España de los cincuenta la condenó al más
absoluto «ostracismo», nunca se arrepintió de los años que vivió junto
al «primer gran amor» de su vida. Por el padre de Miguel Bosé «me fugué»
de Perú y perdió toda relación con su familia, que dejó «de dirigirme
la palabra durante quince años», aunque China nunca tuvo un mal gesto
hacia ellos. Tan enamorada estaba del matador que llegó a curarle las
heridas de una cogida en Venezuela. Con Dominguín descubrió un mundo que
«nunca pensé que trataría», gente de la que solo «había leído u oído
hablar». La chica delgada del mechón blanco, ojos rasgados y pómulos
extraordinarios era «una chiquilla que no estaba preparada» para vivir
empresas sentimentales tan exigentes para su edad.
Gracias a los contactos de gente tan influyente se le
abrieron unas puertas que nunca imaginó. «Si se abre una puerta, más
vale que entres bailando», solía decir . El clavo de Dominguín se lo
quitó con una selectiva lista de amantes, en la que figuró el apolíneo
actor William Holden. Machado tardó poco en despuntar como la modelo más
famosa de la época y la reina de las fiestas de Manhattan. «Todos los
anuncios me presentaban estúpidamente como '¡La Gran China!'. Me sentía
como en un circo. Mi look era demasiado exótico para las editoras»,
recuerda. De nuevo en la cúspide, no echa nada de menos. «Viví lo que
viví y me divertí muchísimo, pero la mayoría de las personas que conocí
ya no están»,.
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