has mesurado esta tarde
los extremos recónditos del jardín:
un fotograma en blanco y negro. Lentitud
que ennoblece la llanura del plano
y te convoca a la calidez
de otra historia, reduciéndolo todo
a su última pasión nefanda.
Como un amor adolescente
o un atentado terrorista,
en cuya gravitación se mueve, inexorable,
la palabra que conspira
-desalmada-,
puesta al servicio de unos dogmas
que buscan equivalencia
entre el espíritu y la forma,
entre el amanecer y el mar.
Quizás,
después de todo,
la verdadera poesía está
fuera del tiesto.
Ya está muriendo el huracán
que pasó por aquí
y estremeció mi vida,
ya ha mermado la melancolía
y estoy dispuesta
a vivir mejor la vida,
contigo a mi lado alma mía
todas las penas se olvidan,
espero tenerte siempre
porque eres mi dicha y mi tormento,
sin ti mi vida, no tendría sentido.
para que yo sueñe contigo,
quiero tenerte
en mí en todo momento,
para brindarte mis caricias,
para decirte lo que siento,
para decirte,
que invades mi pensamiento
de un dulce sueño,
que se alarga en la distancia
y te toca en donde te encuentres,
que quiero que seas el dueño
de mis intimos anhelos,
que seas el dueño
de este corazón arrebatado
que por tí palpita
como caballo desbocado,
que siempre, siempre, AMIGO POETA, el huracán del tiempo va pasando-foto.
estaré a tu lado,
aunque nuestros cuerpos
nunca se hayan tocado.
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