Somos camaradas de caminos,
-arterias del paisaje-
y una misma coyunda nos empuja
en busca de la tarde,
no es raro ni imposible
que andemos, tropecemos y caigamos
de modo semejante.
Hoy tengo mis pecados a punto de leerlos
sin rencor hacia nadie,
aunque sepa que muchos fueron míos
por culpa de ese alguien
que siempre nos empuja y no sabemos
en dónde está su calle.
Aquí tengo la lista:
el primero, no amarte;
el segundo, creerte una herramienta,
y el tercero, envidiarte.
Que toda la basura de esta noche,
en tres golpes fatales,
se concentra y se pudre
desde el seno hasta el aire.
Hoy tengo mis pecados:
tres sorbos de vinagre
en la vieja vasija
del barro de mi carne.
TÍTULO: LA CASA DEL ESPÍRITU DORADO.
Desdentado mástil, robusta pieza,
gótica, renacentista y barroca,
señera silueta que evoca
cristianas gestas de rudeza.
Más que una Iglesia: fortaleza y,
esa estampa exterior choca
cuando a Dios el coro invoca;
tallada madera que también reza.
Reposa en el claustro más de un deán
desde era lejana, casi medieval, nobles,
hidalgos y algún sacristán.
Lienzos, tapices, son viva señal
que todo un museo hay en San Juan
¡Y tantos ignoran a su Catedral!
Dame , Señor, la firme voluntad
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