Cada desgarro un llanto, cada latido un prisionero encerrado en mi cuerpo
cada luz un milagro, y en la oscuridad sucumbo a las pesadillas por las que enfermo.
Cada cicatriz un viaje al pasado, y el futuro arde en las llamas de lo incierto,
presa del dolor en mi piel grabado, anhelo mirarte cuando despierto.
Cada verso es un mar de sentimientos que desborda en mi cuaderno,
cada suspiro un aullido del fuero interno, donde la mente esboza lo que vosotros llamáis fantasía,
yo lo llamo un mundo eterno, una realidad poco conocida.
La vida la mido en vida vivida, y nunca en tiempo, pues la mía transcurrió de forma prematura y sin avisar, con aquellos problemas que suceden un viernes cualquiera a una hora cualquiera. Aquellos problemas de verdad
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