como si todo cuanto sentimos pudiera expresarse
vivimos queriendo decir otra cosa
queriendo vivir otra vida
que no es exactamente la que estamos diciendo / viviendo
¿tú me entiendes verdad? nos excusamos
pero con el lenguaje expresamos
no sólo lo que tiene sentido
hay cosas que sentimos que no tienen sentido
porque son un sinsentido de los sentimientos
pero que necesitamos decir aunque ni nosotros las entendamos
¡calla ya! me dice la contigua
y con un ardoroso beso me sella los labios
me pone del revés y me sacude como de una hoja los parásitos
y tras las palabras no aparece el silencio –¡qué extraño!–
sino el significado .
poesía es y no es una forma de ver la vida.
No es y sí es sublimar la belleza de lo cotidiano.
Es y no es llamar a las cosas por su nombre verdadero.
Es despertar, crear, pero sobre todo es ser.
La poesía es vivencia,
por eso la poesía más sutil, más hermosa y verdadera nunca se puede decir,
es mero silencio, pura vida, un misterio que solo cabe sentir sintiendo.
Lo que yo escribo es lo que resta cuando ese silencio cesa,
cuando después de sentirme levitar, bajo a la tierra y me siento a la mesa,
o abro mi cuaderno a la carrera para garabatear a vuelapluma cuanto pueda retener
antes de que la sensación que me ha invadido se disuelva,
antes de que se evapore del todo la estela que ha dejado la maravilla al pasar por aquí,
antes de que se apague el último fulgor de su fragancia,
antes de que se calle el eco de su nota final.
La poesía es, pues, sólo una coda, un añadido al milagro de la vida.
Como la rosa amarilla de Borges, que no era "un espejo del mundo, sino una cosa más agregada al mundo".
Escribir te quiero
es pintar la sombra de un rayo que me ha traspasado el corazón
al rememorarte –al vivirte– dentro.
Pero no es quererte: por eso vale en lo que vale.
La poesía es meditar,
es respirar, es ahondarme, es silenciar la mente, es escuchar al alma,
es dulcificarse en un íntasis que yo a veces desearía imperecedero,
es regocijarse en un diminuto dolor que a veces me punza en medio del pecho,
es oír una música imperceptible que apenas suena,
es una canción de cuna sin letra que me arroba
y hace que mis células se muevan lentas, lentas,
como si hicieran una eutonía con el aire me que rodea,
o con el Universo entero.
Pero no es vivir vivir, sino apenas reflejar la existencia.
Ser poeta es sólo ser un hombre que siente
y que tiene la fortuna de ser amigo de las palabras.
Pero sin espejo donde mirarse,
ningún alma puede sentir nada.
Si te digo te quiero es porque quiero amarte,
conocerte, verme reflejado en ti,
no para nombrarte mi surtidor oficial de palabras bonitas
o mi diccionario enciclopédico de emociones intensas,
sino para ser contigo,
para sentir que soy contigo,
para ser lo que soy contigo.
No para ser un hombre que ama,
sino para ser el hombre que te ama.
No es y sí es sublimar la belleza de lo cotidiano.
Es y no es llamar a las cosas por su nombre verdadero.
Es despertar, crear, pero sobre todo es ser.
La poesía es vivencia,
por eso la poesía más sutil, más hermosa y verdadera nunca se puede decir,
es mero silencio, pura vida, un misterio que solo cabe sentir sintiendo.
Lo que yo escribo es lo que resta cuando ese silencio cesa,
cuando después de sentirme levitar, bajo a la tierra y me siento a la mesa,
o abro mi cuaderno a la carrera para garabatear a vuelapluma cuanto pueda retener
antes de que la sensación que me ha invadido se disuelva,
antes de que se evapore del todo la estela que ha dejado la maravilla al pasar por aquí,
antes de que se apague el último fulgor de su fragancia,
antes de que se calle el eco de su nota final.
La poesía es, pues, sólo una coda, un añadido al milagro de la vida.
Como la rosa amarilla de Borges, que no era "un espejo del mundo, sino una cosa más agregada al mundo".
Escribir te quiero
es pintar la sombra de un rayo que me ha traspasado el corazón
al rememorarte –al vivirte– dentro.
Pero no es quererte: por eso vale en lo que vale.
La poesía es meditar,
es respirar, es ahondarme, es silenciar la mente, es escuchar al alma,
es dulcificarse en un íntasis que yo a veces desearía imperecedero,
es regocijarse en un diminuto dolor que a veces me punza en medio del pecho,
es oír una música imperceptible que apenas suena,
es una canción de cuna sin letra que me arroba
y hace que mis células se muevan lentas, lentas,
como si hicieran una eutonía con el aire me que rodea,
o con el Universo entero.
Pero no es vivir vivir, sino apenas reflejar la existencia.
Ser poeta es sólo ser un hombre que siente
y que tiene la fortuna de ser amigo de las palabras.
Pero sin espejo donde mirarse,
ningún alma puede sentir nada.
Si te digo te quiero es porque quiero amarte,
conocerte, verme reflejado en ti,
no para nombrarte mi surtidor oficial de palabras bonitas
o mi diccionario enciclopédico de emociones intensas,
sino para ser contigo,
para sentir que soy contigo,
para ser lo que soy contigo.
No para ser un hombre que ama,
sino para ser el hombre que te ama.
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