viernes, 30 de marzo de 2012

El rap del moscatel./ LA DÉCADA DE LOS 60 Y 70 EN ESTADO PURO.

TÍTULO: El rap del moscatel.

Cuando en 2005 el rapero Kanye West sirvió Saracco Moscato d'Asti durante una de sus fiestas, pocos podían prever que ese sería el origen de la fiebre del moscatel en Estados Unidos. El vino moscatel, una variedad ligera y dulce tradicionalmente consumida durante el postre, está emergiendo como la bebida más «in» gracias a la promoción que multitud de raperos le hacen en sus temas. Aunque varias estrellas del género siguen promocionando otras bebidas, como P. Diddy con el vodka Ciroc, Snoop Dogg con el coñac Landy o Ludacris con el coñac Conjure, es el moscatel el qué más se está beneficiando en los últimos años de aparecer asociada al rap. Drake habla de él en «Do it now», Lil Kim lo hace en «Lighters up», Waka Flocka en su tema «No hands» y Kanye West, el precursor del fenómeno, lo menciona en «Feel good».
Gracias a esta publicidad, el moscatel se ha convertido en el tercer vino blanco más vendido en Estados Unidos, donde una botella de moscatel cuesta entre 14 y 20 dólares. Según informó la agencia Nielsen, en 2011 se vendieron 300 millones de dólares, unos 227 millones de euros, de este vino dulce, lo que supone un aumento en el volumen de ventas de un 73 por cien respecto a 2010.
«El moscatel siempre se ha vendido bien porque es más atractivo a la sensibilidad americana», explica Evan, empleado de Windsor Wine Merchants, una pequeña bodega en Brooklyn. Aún así este vendedor de vino y espirituosos reconoce que en los últimos años la variedad demográfica de consumidores de moscatel se ha ampliado. «Ahora también lo consume gente más joven», añade.
La rabiosa actualidad del moscatel ha hecho que los productores de vino en California, atraídos por la gallina de los huevos de oro, se pongan a producirlo a destajo.
Pero parece que ni con esas es posible satisfacer la demanda. Como aclaró Marc Taub, presidente de la empresa importadora Palm Bay International, a la revista «Wine Spectator», California parece no estar siendo capaz de poner suficiente moscatel en el mercado, lo que ha aumentado la demanda de producción en Italia, España, Portugal y Australia; algo que ha repercutido en el precio de la uva moscatel y en el precio final de cada botella.
Taub y otros tantos productores e importadores son conscientes del espaldarazo que ha supuesto el rap a las ventas de su vino, por lo que miman a estos espontáneos anunciantes aunque los enólogos se solivianten. Todos quieren evitar repetir el desencuentro que tuvo lugar en 2006 entre el champán Cristal y Jay-Z, quien ostenta los títulos de rapero más rico del mundo y de marido de Beyoncé. Jay-Z consideró ofensivas las declaraciones que Frederic Rouzaud, director de la compañía que fabrica Cristal, realizo a una publicación inglesa. Rouzard afirmó que no podía impedir a los raperos que bebiesen su champán o lo mencionasen en sus canciones, algo que Jay-Z interpretó como «una bofetada en la cara». Acto seguido el rapero publicó un comunicado en el que anunció que no solo él iba a dejar de consumirlo, sino que su cadena de bares, donde las botellas de Cristal se vendían por más de 300 euros, iba a dejar de comercializarlo. La industria aprendió la lección y hoy nadie rechaza los halagos de unos aliados que han demostrado ser muy lucrativos.

TÍTULO; LA DÉCADA DE LOS 60 Y 70 EN ESTADO PURO.

HOY pone a la venta en la provincia de Badajoz un disco con los éxitos de Los Play Boys, un grupo pacense que versiona canciones de toda una generación
Nacieron en Badajoz en la época de los guateques y el disco de vinilo. Eran los años sesenta y, de la mano del ya fallecido Nico Cruz, saltaban a los escenarios Los Play Boys, un grupo de música con un objetivo: versionar las baladas y el rock de una década con un estilo propio e inconfundible. Precisamente, eso es lo que se puede escuchar en el CD que HOY ha editado y que se puede conseguir hasta el 15 de abril por 5,95 euros.
'¡Hasta luego cocodrilo!', 'Tú serás mi Baby' o 'Mis manos en tu cintura' son algunas de las 15 canciones que sonaban durante los sesenta y setenta y que se pueden encontrar en este recopilatorio gracias a Tony Méndez (bajista), Tony García (batería), Diego González (guitarra solista y teclado) y Matías López (voz), componentes de un grupo que llegó a ser número uno en la capital pacense.
Durante diez años llenaron salas de concierto y el teatro López de Ayala en muchas ocasiones. «Los que venían a vernos eran mayoritariamente estudiantes. Ellos tuvieron la oportunidad de salir a hacer carreras a otras ciudades y cuando volvían a Badajoz se acercaban a nuestros conciertos», cuenta Tony Méndez.
En 1970 desaparecieron y en 1990 se volvieron a reunir. Con la misma fuerza del principio y fieles a su estilo, su música sonó de nuevo en Badajoz e incluso cruzó las fronteras extremeñas.
En Cataluña llevan 17 años llenando salas con la compañía de grupos como Fórmula Quinta y Los Diablos. Además, han viajado a Alemania, país en el que han actuado en lugares con capacidad para 5.000 personas, Suiza y Holanda. En este último, su disco 'Fresco' fue número uno durante dos meses. «Hay muchas colonias extremeñas en esos países a las que les gusta este tipo de música», comenta Méndez.
Pueden presumir de tener en el mercado ocho discos exclusivamente suyos y 52 colecciones en las que han participado con artistas como Karina, Bruno Lomas y Juan Pardo, o formaciones como Los Relámpagos, Los Bravos y Micky y Los Tonys.
En este último trabajo, los componentes de Los Play Boys han elegido las canciones más aclamadas por el público que ha asistido a sus conciertos y que continúa disfrutando con ellos, actuaciones que Tony Méndez recuerda con especial cariño aunque reconoce: «Hay que vivir el presente y adaptarse al momento actual para poder mirar al futuro».
Han pasado más de cuarenta años desde que iniciaron su camino y aunque han cambiado muchas cosas, hay una que sigue igual: su corazón continúa latiendo con la misma fuerza que la primera vez que se subieron a un escenario, cuenta Méndez, integrante del grupo desde sus comienzos. A él le gusta que la gente disfrute con lo que ofrecen. Por ese motivo, su música y la de sus compañeros no dejará de sonar hasta que el público así lo desee.


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