El expresidente del CSIC cree que la crisis y no un cambio ético rebaja las posibilidades de corrupción. De ello hablará hoy y mañana en Aula HOY.Alejandro Nieto foto
Rebasa los 80 y se encuentra cargado de energía. Ayer llegó a Madrid después de pasar dos semanas dando conferencias en México, durmió un rato de siesta, deshizo la maleta y la volvió a llenar con ropa nueva, la que traerá hasta Extremadura donde estará hoy y mañana como invitado de Aula HOY.
Catedrático de Derecho Administrativo y expresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el vallisoletano hablará en la región sobre la democracia, la partitocracia y la corrupción, tres términos que se entrecruzan y se encadenan hasta conseguir desfigurar el primero de ellos.
-¿En qué estado vivimos realmente, en una democracia, en una partitocracia, en medio de una eterna corrupción?
-Formalmente, verbalmente, de acuerdo con el boletín oficial y la Constitución, en una democracia. Sin embargo, en la realidad vivimos en una partitocracia, que es en lo que se ha convertido la democracia. De esa partitocracia, a su vez, ha surgido la corrupción, que la hay en todos los sistemas políticos. Una partitocracia que es el mejor caldo de cultivo para la corrupción.
-¿Cómo explicaría qué es la partitocracia para que cualquiera pudiera entender su sentido?
-En la democracia se supone que quien manda son los ciudadanos, mientras que en la partitocracia la voluntad de estos es desplazada, secuestrada, suplementada, por los partidos políticos, que son simples instrumentos de la ciudadanía. Sin embargo, cuando en lugar de limitarse a ser esos instrumentos, altavoces de los ciudadanos, lo que hacen es que los desplazan, es cuando se origina la partitocracia, en la que los que mandan son los partidos.
-Partidos políticos que dejan en un segundo plano al ciudadano, ¿no?
-Sí. Los ciudadanos aparecen cada cuatro años, votan y desaparecen. Se produce una suplantación, que es el primer fenómeno de la partitocracia. El segundo es que los ganadores se apoderan del Estado y de la Administración y los desplazan, de la misma manera que han hecho anteriormente con las personas. Los propios partidos políticos, a sus vez, son suplantados por media docena de personas, los barones, el aparato, y la democracia acaba convirtiéndose en una caricatura.
Partitocracia
-¿Hay alguna fórmula para combatir este fenómeno? ¿Para ralentizarlo o frenarlo, al menos?
-Es difícil, porque los ciudadanos no tienen conciencia de la situación. La partitocracia la resisten únicamente los grupos económicos y sociales de presión, la banca y la iglesia. Ni usted ni yo podemos conseguirlo. Tampoco media docena de indignados que acampan en un escenario público, ni algún medio de comunicación independiente que al final acaba yugulado... Cabe preguntarse, ¿de qué sirven este tipo de actuaciones? Pues no son más que débiles testimonios.
-¿Hay ahora más corrupción que en otras épocas o es que los casos se hacen llegar al gran público y antes no se difundían en la misma medida?
-La corrupción ha existido siempre. Aunque no haya un termómetro para medirla, percibo que ahora es más fuerte, pero no porque se airee más.
-Durante años la corrupción urbanística ha sido la que más casos ha ocupado. ¿Es más fácil sacar tajada en este campo que en otros?
-La corrupción urbanística ha sido mayor porque había dinero. Está claro que donde no hay dinero no hay corrupción. Tal como estaba el mercado y estaba y está todavía la legislación, se permitía hacer y deshacer, era fácil mover la mano de la Administración. La situación no ha mejorado porque haya habido un cambio de carácter ético, sino que se ha parado, fundamentalmente, porque en estos momentos no hay tanto dinero. No se trata, sin embargo, de la única corrupción porque la misma fuerza tenía la que se producía en materia de contratación. En este sentido, hay que saber que cualquier contrato que hace la Administración se mueve por dinero, para que vaya al señor A y no al señor B.
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