TÍTULO: DESAYUNO DE DOMINGO CON... CARMELO GÓMEZ-foto-
``Sufro y padezco Madrid. Quiero dejarlo todo para volver a casa´´
Nací en Sahagún (León) hace medio siglo. Cambié las faenas del campo, donde trabajaba con mi padre, por los escenarios. ¿Lo último? Interpreto a un discapacitado mental en la obra de teatro `Elling´.XLSemanal. Apenas trasciende su vida privada. ¿Cómo se las apaña?
Carmelo Gómez. Pasando. Pasando mucho. Paso de todo y de todos.
XL. ¿Tan desfasada es su existencia?
C.G. No, al contrario [sonríe]. Lo que pasa es que me importa un carajo lo que digan o piensen de mí, francamente.
XL. Kate Winslet tiene el Óscar en el váter. ¿Dónde están sus Goya?
C.G. ¡No jodas! Eso es una excentricidad para poder decir algo a la prensa. Los tiene mi hermano, pero no en el váter.
XL. A mí me daría miedo tener los Goya ahí, mirándome fijamente.
C.G.
XL. Coincide con la madre de Jesulín en el ascensor. ¿Qué le preguntaría?
C.G. ¿La madre de Jesulín, ese torero que estaba con una que se operó de todo?
XL. Belén Esteban.
C.G. ¡Ah!, es que no conozco a la madre de Jesulín. No tengo tele.
XL. Ya veo. ¿Y si fuese Soraya Sáenz de Santamaría?
C.G. A esa, sí. Le preguntaría por qué no se casa. Va a tener problemas. ¡Que se case ya y que se deje de hostias! Si en su vida va a hacer cosas mucho peores...
XL. Y a Iñaki Urdangarín, ¿qué le diría?
C.G. A Iñaki Urdangarín, ¡Urdangarín, Urdangarín!, le diría que se ponga a dar un cursillo, que se iba a forrar. Que deje de defenderse, que se declare culpable, que lo dejen en paz y que se ponga a dar un cursillo sobre cómo `tumbar´ porque todo el mundo quiere ser como él.
XL. ¿Es usted un `indignado´?
C.G. Sí, sí, soy un `indignado´. Pero no pienso salir a la calle con los `indignados´ hasta que tengan una ideología detrás.
XL. En cinco palabras. ¿Por qué apoyar al pueblo saharaui?
C.G. Porque es un genocidio claro.
XL. ¿Qué locura está por acometer?
C.G. Dejarlo todo otra vez para volver a casa. Madrid es una ciudad que, últimamente, me cuesta mucho. Me hartan sus gestores. Me quiero ir en cuanto pueda. Ya tengo las maletas. Esto es realmente nefasto. Han destrozado esta ciudad. Es un puñetero asco.
XL. Lo dice alguien acostumbrado a recorrerla montado en una bici.
C.G. La sufro y la padezco. Sé bien lo que digo, desde hace mucho tiempo, porque participo de ella. No la veo desde los cristales ahumados de un 4 x 4.
Su Desayuno es el siguiente:
GUAU!
Chocolate con churros. Tengo la suerte de que, como me muevo en bici, no engordo.
TÍTULO: DOS HISTORIAS REALES:
El viejo incómodo G. I. Gurdjieff fue una de las personalidades más intrigantes del pasado siglo. Bastante conocido entre los estudiosos del ocultismo, su faceta de gran conocedor de la psicología humana permanece, sin embargo, ignorada en nuestros días.
La historia que sigue ocurrió cuando él, ya viviendo en París, creó su famoso instituto para el desarrollo del ser humano.
Las clases estaban siempre bastante concurridas. Pero, entre los alumnos, había un viejo -siempre de mal humor- que no paraba de criticar lo que allí se enseñaba. Decía que Gurdjieff era un charlatán, que sus métodos no tenían base científica y que el hecho de que él se considerase un `mago´ no tenía nada que ver con su verdadera condición. Los alumnos se sentían incómodos con la presencia de aquel viejo, pero a Gurdjieff no parecía importarle.
Cierto día, este viejo abandonó el grupo. Todos se sintieron aliviados, suponiÿendo que a partir de entonces las clases serían más tranquilas y productivas. Sin embargo, para sorpresa de los alumnos, Gurdjieff se dirigió a la casa del hombre y le pidió que volviera a frecuentar el instituto.
El viejo inicialmente se negó y solo aceptó cuando le fue ofrecido un salario para asistir a las clases.
La historia corrió con rapidez de boca en boca. Los estudiantes, irritados, querían saber cómo era posible que un maestro recompensara a alguien que no había aprendido nada.
-En realidad, yo le estoy pagando para que siga impartiendo sus clases -fue la respuesta.
-¿Cómo? -insistían los alumnos-. ¡Todo lo que él hace va totalmente en contra de lo que usted nos está enseñando!
-Exactamente -comentó Gurdjieff-. Si él no estuviera por aquí, a vosotros os costaría mucho aprender lo que es la rabia, la intolerancia, la impaciencia y la falta de compasión.
Sin embargo, con este viejo sirviendo como ejemplo vivo, mostrando que tales sentimientos convierten la vida de cualquier comunidad en un infierno, el aprendizaje es mucho más rápido.
Vosotros me pagáis para aprender a vivir en armonía, y yo he contratado a este hombre para ayudar en la enseñanza... por el lado contrario.
Cómo alcanzar la inmortalidad
Joven aún, Beethoven se propuso escribir algunas improvisaciones sobre partituras de Pergolesi. Durante meses se dedicó a este trabajo y finalmente reunió el valor necesario para hacerlo público.
Un crítico escribió una página entera en un periódico alemán en la que atacaba con ferocidad la música del compositor. Beethoven, no obstante, no se arredró ante los comentarios. Cuando sus amigos le insistieron en que respondiese al crítico, él apenas comentó:
-Lo que tengo que hacer es continuar con mi trabajo. Si la música que componga resulta tan buena como pienso, sobrevivirá al periodista. Si tiene la profundidad que espero que tenga, sobrevivirá al propio periódico. Entonces, si este ataque feroz a lo que hago es recordado en el futuro, será apenas para recordar la imbecilidad de los críticos.
Beethoven tenía toda la razón del mundo. Más de cien años después, la susodicha crítica fue recordada en un programa de radio de São Paulo (Brasil).
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