Es un arma de doble filo: Da calidad de vida, pero todo recae sobre la persona que está en casa.
"Como te puedes encargar tú de todo, no hay reparto de tareas en casa".
En la empresa donde trabaja Marta hay burros en los que cuelgan prendas, muestrarios, telas, catálogos, ordenador, teléfono... Nada extraño en una firma de ropa. La única peculiaridad es su ubicación. Marta no tiene que coger el coche o el autobús para ir a trabajar. Su oficina está en casa, apenas a unos metros de su dormitorio. Por eso, mientras prepara pedidos, emite facturas, habla con los proveedores o pelea precios, ve a su hija Lola jugando con unas telas a dos pasos de ella. “Señora, aquí tengo mi tienda. ¿Qué quiere comprar?”, dice la niña.
Marta pertenece a ese escaso 8% de españoles que trabaja desde su propia casa, una aventura para la que tuvo que crear su propia empresa. Su objetivo era poner en marcha un proyecto personal que le ilusionaba, por supuesto, pero no se trataba sólo de cumplir un sueño. En su decisión pesó mucho el hecho de que, de esa forma, podría controlar su vida personal y laboral, montando su oficina en su domicilio y organizando ella misma sus horarios para conciliar trabajo y familia.
Como ella, a miles de trabajadoras españolas se les pasa por la cabeza en algún momento que su opción ideal sería convertirse en sus propias jefas y organizar su día a día según sus necesidades. Es la conclusión a la que ha llegado un estudio realizado por la red social para mujeres profesionales Womenalia, que afirma que el 35% de las trabajadoras por cuenta ajena aspiraba a montar su propia empresa. Sólo un pequeño número de ellas, sin embargo, llega a hacer realidad el sueño de tener su oficina en casa.
Pero eso no es así en todo el mundo. En los países nórdicos o en Estados Unidos, el porcentaje de trabajadores que se ocupan de la faceta laboral desde sus domicilios –ya sea porque sus empresas permiten el teletrabajo o porque en su momento optaron por el autoempleo– es de casi el doble que España: el 15% de la población activa se encuentra en esta situación.
Según los especialistas, las razones de que nuestro país se encuentre a la cola en este ranking “domiciliario” son la falta de ayudas, la escasez de apoyo y asesoramiento a los trabajadores que desean emprender esta forma de trabajo y, sobre todo, una cultura aún muy arraigada en nuestro país: la de “calentar la silla”. Según este sistema, no se rinde según objetivos, sino midiendo las horas que pasamos en nuestro puesto de trabajo, sentados tras la mesa de la oficina. Para acabar con ese mito de que la productividad va unida a un horario extenso en la oficina, Microsoft lideró hace unos meses la iniciativa “El día de la oficina en casa”. Su meta: concienciar a la sociedad de las ventajas del teletrabajo.
Y esas ventajas son muchas. Baste como ejemplo un botón: si todos los trabajadores de un país de 34 millones de habitantes hicieran su trabajo desde casa durante sólo dos días se ahorrarían en costes 35.000 millones de euros, el 17% de los Presupuestos Generales del Estado en España. Además, probablemente aliviarían los atascos matinales, reducirían el consumo de tentempiés de máquina en el pasillo de la oficina y nos resultaría más fácil compaginar vida familiar y laboral. Al menos, esa es la teoría. Pero, ¿realmente es oro todo lo que reluce?
ADMINISTRAR EL TIEMPO PROPIO. Marta se encarga de llevar a su hija al colegio todos los días. También es ella quien la recoge a la salida, la lleva al parque, le prepara la merienda, la vigila mientras juega en casa, la baña, le da la cena... Y, mientras hace todo eso, trabaja. “Hoy por hoy, con un móvil y un portátil puedes manejar tu empresa desde cualquier parte. Yo siempre llevo el teléfono y, además, una libreta y un lápiz, para tomar nota de los pedidos, atender a los proveedores o intentar solucionar los contratiempos. Y, a la vez, me ocupo también de mi hija”, cuenta. Dice que termina agotada, pero feliz. “Un día puede rendirte muchísimo, porque te organizas cada jornada según tus necesidades y, además, compruebas que llegas a todas tus obligaciones: al trabajo y a la familia también”.
Eso mismo opina María Gómez del Pozuelo, CEO de Womenalia. “En 2012 habrá 1.000 millones de personas en el mundo que trabajarán desde casa. Y es lógico, porque el teletrabajo resulta rentable: se ahorra en costes como energía y desplazamientos, y es más productivo, sobre todo si se trabaja por objetivos. Esa es la principal ventaja: el ahorro de tiempo. Si eres capaz de hacer un trabajo de ocho horas en cuatro, la diferencia es para ti”, explica. En el fondo de todo esto subyace la idea de que trabajar desde casa permite mayor calidad de vida. Pero a quien ha probado este sistema de trabajo no se le escapa que es también un arma de doble filo. “Si tu pareja tiene horario fijo y tú trabajas desde casa, él sabe que puede despreocuparse de los niños más, porque hay una persona disponible en casa casi las 24 horas del día. El compañerismo se vuelve más complicado”, cuenta Marisol, que sólo acude a la oficina un día a la semana y trabaja desde su hogar los cuatro días restantes. No es la única dificultad que tienen que salvar las mujeres que trabajan desde su propia casa. Los fines de semana en los que hay que ponerse al ordenador son habituales, sobre todo si en alguna ocasión hay que postergar las obligaciones laborales para hacerse cargo de las familiares. Tampoco les resulta sencillo a estas personas desconectar si, mientras hacen los deberes con sus hijos, tienen delante la puerta del despacho, que les recuerda en todo momento que aún tienen que terminar un informe o enviar un correo electrónico urgente.
También resultan frecuentes las “intromisiones” de las rutinas familiares en las laborales y viceversa. “No es raro que, mientras estás con un proyecto, te acuerdes de que tienes que comprar pasta y tengas la tentación de parar en ese mismo momento para bajar al súper. O que, aunque tus hijos sepan que no pueden molestarte porque estás trabajando, sigan demandándote porque aún son muy pequeños y vienen a contarte que se han peleado o que quieren merendar ya o que por qué no juegas con ellos un rato”, explica Marisol.
COMPENSACIONES Y DESEQUILIBRIOS. Ana, ilustradora con despacho en casa, se arregla como si fuera a la oficina cada mañana, antes de sentarse ante el ordenador. “Lo aprendí de una matrona, cuando nació mi primera hija. Ella nos aconsejó que, aunque fuéramos a pasar todo el día en casa, nos quitáramos el pijama y nos arregláramos cada mañana, para no olvidarnos de nosotras mismas. Creo que también es un buen consejo cuando trabajas en tu hogar, porque te sitúa”, cuenta. Es parte de su disciplina, una palabra que todas las trabajadoras que realizan sus tareas en casa mencionan constantemente. Dicen que, sin ella, es imposible hacerse cargo de las ocupaciones laborales.
Además, la mayoría echa de menos el café de la mañana con los compañeros; o, que a cierta hora, se pueda dar por finalizada la jornada y olvidarse de todo hasta el día siguiente; y, sobre todo, que los fines de semana no sean tan sagrados como los de la mayoría. Pero no olvidan que para muchos son unas “privilegiadas” con horarios flexibles que les permiten más facilidad a la hora de conciliar vida personal y laboral.
Marta pertenece a ese escaso 8% de españoles que trabaja desde su propia casa, una aventura para la que tuvo que crear su propia empresa. Su objetivo era poner en marcha un proyecto personal que le ilusionaba, por supuesto, pero no se trataba sólo de cumplir un sueño. En su decisión pesó mucho el hecho de que, de esa forma, podría controlar su vida personal y laboral, montando su oficina en su domicilio y organizando ella misma sus horarios para conciliar trabajo y familia.
Como ella, a miles de trabajadoras españolas se les pasa por la cabeza en algún momento que su opción ideal sería convertirse en sus propias jefas y organizar su día a día según sus necesidades. Es la conclusión a la que ha llegado un estudio realizado por la red social para mujeres profesionales Womenalia, que afirma que el 35% de las trabajadoras por cuenta ajena aspiraba a montar su propia empresa. Sólo un pequeño número de ellas, sin embargo, llega a hacer realidad el sueño de tener su oficina en casa.
Pero eso no es así en todo el mundo. En los países nórdicos o en Estados Unidos, el porcentaje de trabajadores que se ocupan de la faceta laboral desde sus domicilios –ya sea porque sus empresas permiten el teletrabajo o porque en su momento optaron por el autoempleo– es de casi el doble que España: el 15% de la población activa se encuentra en esta situación.
Según los especialistas, las razones de que nuestro país se encuentre a la cola en este ranking “domiciliario” son la falta de ayudas, la escasez de apoyo y asesoramiento a los trabajadores que desean emprender esta forma de trabajo y, sobre todo, una cultura aún muy arraigada en nuestro país: la de “calentar la silla”. Según este sistema, no se rinde según objetivos, sino midiendo las horas que pasamos en nuestro puesto de trabajo, sentados tras la mesa de la oficina. Para acabar con ese mito de que la productividad va unida a un horario extenso en la oficina, Microsoft lideró hace unos meses la iniciativa “El día de la oficina en casa”. Su meta: concienciar a la sociedad de las ventajas del teletrabajo.
Y esas ventajas son muchas. Baste como ejemplo un botón: si todos los trabajadores de un país de 34 millones de habitantes hicieran su trabajo desde casa durante sólo dos días se ahorrarían en costes 35.000 millones de euros, el 17% de los Presupuestos Generales del Estado en España. Además, probablemente aliviarían los atascos matinales, reducirían el consumo de tentempiés de máquina en el pasillo de la oficina y nos resultaría más fácil compaginar vida familiar y laboral. Al menos, esa es la teoría. Pero, ¿realmente es oro todo lo que reluce?
ADMINISTRAR EL TIEMPO PROPIO. Marta se encarga de llevar a su hija al colegio todos los días. También es ella quien la recoge a la salida, la lleva al parque, le prepara la merienda, la vigila mientras juega en casa, la baña, le da la cena... Y, mientras hace todo eso, trabaja. “Hoy por hoy, con un móvil y un portátil puedes manejar tu empresa desde cualquier parte. Yo siempre llevo el teléfono y, además, una libreta y un lápiz, para tomar nota de los pedidos, atender a los proveedores o intentar solucionar los contratiempos. Y, a la vez, me ocupo también de mi hija”, cuenta. Dice que termina agotada, pero feliz. “Un día puede rendirte muchísimo, porque te organizas cada jornada según tus necesidades y, además, compruebas que llegas a todas tus obligaciones: al trabajo y a la familia también”.
Eso mismo opina María Gómez del Pozuelo, CEO de Womenalia. “En 2012 habrá 1.000 millones de personas en el mundo que trabajarán desde casa. Y es lógico, porque el teletrabajo resulta rentable: se ahorra en costes como energía y desplazamientos, y es más productivo, sobre todo si se trabaja por objetivos. Esa es la principal ventaja: el ahorro de tiempo. Si eres capaz de hacer un trabajo de ocho horas en cuatro, la diferencia es para ti”, explica. En el fondo de todo esto subyace la idea de que trabajar desde casa permite mayor calidad de vida. Pero a quien ha probado este sistema de trabajo no se le escapa que es también un arma de doble filo. “Si tu pareja tiene horario fijo y tú trabajas desde casa, él sabe que puede despreocuparse de los niños más, porque hay una persona disponible en casa casi las 24 horas del día. El compañerismo se vuelve más complicado”, cuenta Marisol, que sólo acude a la oficina un día a la semana y trabaja desde su hogar los cuatro días restantes. No es la única dificultad que tienen que salvar las mujeres que trabajan desde su propia casa. Los fines de semana en los que hay que ponerse al ordenador son habituales, sobre todo si en alguna ocasión hay que postergar las obligaciones laborales para hacerse cargo de las familiares. Tampoco les resulta sencillo a estas personas desconectar si, mientras hacen los deberes con sus hijos, tienen delante la puerta del despacho, que les recuerda en todo momento que aún tienen que terminar un informe o enviar un correo electrónico urgente.
También resultan frecuentes las “intromisiones” de las rutinas familiares en las laborales y viceversa. “No es raro que, mientras estás con un proyecto, te acuerdes de que tienes que comprar pasta y tengas la tentación de parar en ese mismo momento para bajar al súper. O que, aunque tus hijos sepan que no pueden molestarte porque estás trabajando, sigan demandándote porque aún son muy pequeños y vienen a contarte que se han peleado o que quieren merendar ya o que por qué no juegas con ellos un rato”, explica Marisol.
COMPENSACIONES Y DESEQUILIBRIOS. Ana, ilustradora con despacho en casa, se arregla como si fuera a la oficina cada mañana, antes de sentarse ante el ordenador. “Lo aprendí de una matrona, cuando nació mi primera hija. Ella nos aconsejó que, aunque fuéramos a pasar todo el día en casa, nos quitáramos el pijama y nos arregláramos cada mañana, para no olvidarnos de nosotras mismas. Creo que también es un buen consejo cuando trabajas en tu hogar, porque te sitúa”, cuenta. Es parte de su disciplina, una palabra que todas las trabajadoras que realizan sus tareas en casa mencionan constantemente. Dicen que, sin ella, es imposible hacerse cargo de las ocupaciones laborales.
Además, la mayoría echa de menos el café de la mañana con los compañeros; o, que a cierta hora, se pueda dar por finalizada la jornada y olvidarse de todo hasta el día siguiente; y, sobre todo, que los fines de semana no sean tan sagrados como los de la mayoría. Pero no olvidan que para muchos son unas “privilegiadas” con horarios flexibles que les permiten más facilidad a la hora de conciliar vida personal y laboral.
TÍTULO: ACÉRCATE A CONOCER LA RUTA DEL VINO DE LA RIOJA ALTA.
La historia del vino, es tan antigua como la propia humanidad. El vino ha imprimido un marcado carácter a las civilizaciones y pueblos que han sabido elaborarlo y apreciarlo.
La civilización cristiana, nos ha transmitido el concepto de la creación del vino por Noé. Sin embargo, la elaboración del vino fue una práctica corriente en Oriente Medio y parte de China 3000 años antes de Jesucristo.
El vino se menciona en la Biblia más de 200 veces, y el hecho de ser elegido por Jesucristo como parte importantísima del culto cristiano, refleja la importancia que para los judíos tenía el vino.Los vinos que se consumían en aquellas épocas era vinos jóvenes, debido a las dificultades de conservación.
El vino es y será un autentico compañero para el ser humano a lo largo de su vida aquí en la tierra, un buen vino, un buen txakolí es una alegría para el corazón y un solaz para el espíritu. Fuente de energía perfecta y facilmente asimilable por el organismo. Los bebedores moderados son los más longevos según las estadísticas. Y mejor haría el Gobierno en promocionar la cultura del vino en esa franja horaria de 06:00 a las 20:30 horas que después de seis años debatiéndose, el Congreso ha aprobado y prohibe los anuncios del vino en televisión. Aquí se salva el PNV que se abstuvo. Espero y deseo que los políticos en sus "jamadas" coman y brinden con agua, haber si de esta forma se les aclaran las ideas y rigen mejor los destinos del Pueblo.
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