lunes, 26 de diciembre de 2011

UN ASQUEROSO PARAÍSO PARA BUITRES,.

Los dos agentes de la Policía Local que hay en La Roca de la Sierra saben que si ven aves sobrevolando el pueblo, toca ir a echar un vistazo al vertedero. Esa imagen se la encontró hace unos días un entusiasta de la Naturaleza. Volvía de Montijo a Cáceres, y al llegar a La Roca de la Sierra, a mitad de camino entre Cáceres y Badajoz, le llamó la atención el grupo de buitres que revoloteaba tan cerca de los techos del pueblo. Se acordó de la cámara de fotos que llevaba y decidió averiguar qué era lo que había en el campo que llamaba la atención de las aves carroñeras. Al llegar allí, lo que encontró fue, efectivamente, una escena digna de ser fotografiada, pero no para ilustrar las rutinas alimenticias de los buitres, sino más bien, para demostrar que entre la especie humana también hay «mucho guarro».
El término, entre otros sinónimos, lo emplea Alfonso González, el alcalde de La Roca de la Sierra, cuando se le pregunta por el vertedero que hay a las afueras de la localidad, al pie de la carretera que lleva a Montijo. «Es una poca vergüenza, es que ya no sé qué hacer, es un problema que se me escapa de las manos», dice en tono airado.
Al regente, de Izquierda Unida, no hay que explicarle mucho ni hacerle demasiadas preguntas. Conoce el asunto de sobra. «Ahí tiran de todo, hasta animales... -certifica- Si es que no hay manera, por más que vigilamos el sitio... Nada. Estoy desbordado con este tema. No tengo manera de solucionarlo».
Lo que tiene tan cabreado a Alfonso González es la costumbre que han tomado unos cuantos de depositar todo aquello que no quieren en el vertedero municipal. El catálogo de lo que va a parar allí incluye lo típico de este tipo de lugares: ripios de todo tipo, marcos de puertas, gomas, plásticos, electrodomésticos, botellas, tablas... Hasta aquí, todo normal. Nada de eso diferenciaría al vertedero municipal de La Roca de la Sierra de cualquiera de los ilegales que hay repartidos por media Extremadura.
Pero en este, además de objetos, es fácil encontrar animales muertos. Jabalíes, ovejas o ciervas (ver la foto que ilustra esta información). Y eso ya son palabras mayores. «Ovejas -comenta el alcalde- es menos frecuente porque con el crotal se puede identificar al dueño del animal y le puede caer una buena multa, pero es que nos tiran ciervas, que es un animal que no se puede cazar». Que en ese espacio insalubre haya restos de cadáveres de ciervas o de jabalíes tiene su explicación en el furtivismo.
La Roca de la Sierra está situada en la sierra de San Pedro, uno de los paisajes más ricos de Extremadura por la diversidad de su fauna. Y un paraíso para cazadores procedentes no ya de la comunidad autónoma, sino de otras regiones y también países que cada año viajan hasta este punto, en el límite entre las dos provincias extremeñas, para obtener piezas que aquí abundan y que en otros muchos sitios apenas se pueden ver. Y como sucede en casi todos los lugares en los que hay caza, hay furtivismo, esto es, gente que abate piezas a sabiendas de que está cometiendo una ilegalidad.
Es lo que sucede, por ejemplo, con las ciervas. Una vez sacrificadas y extraídas de su anatomía aquellas partes que sirven para elaborar embutidos, el resto sobra. «Antes nos dejaban esos restos en los contenedores del pueblo -recuerda Alfonso González-, pero nos pusimos a vigilarlo y como por aquí más o menos nos conocemos todos, pues al final acababas suponiendo de quién se podía tratar, aunque lo hiciera por la noche y tirara al animal en un contenedor que no está en su calle».
La labor de la Policía Local y de la Guardia Civil cambió las rutinas de quienes no tienen reparos en matar a una cierva, sacarle las tripas y tirar el resto del cadáver. «Durante un tiempo tuvimos el vertedero cerrado -explica el alcalde-, pero lo que hacían entonces era tirar las guarrerías al lado de la carretera o donde mejor les parecía, y teníamos diez o doce vertederos ilegales en vez de uno legal, que ahora no somos capaces de controlar de ninguna manera y que es una auténtica porquería».
Un lugar nauseabundo e insalubre, a pesar de que la ley regula qué hacer con los cadáveres animales, que pueden constituirse como fuente de contagio de enfermedades. «Los ganaderos pagan su dinero para que les retiren su ganado, pero también los hay que no se lo piensan dos veces y tiran el cadáver del animal donde les parece», se queja el alcalde, al que el vertedero le lleva dando quebraderos de cabeza desde hace tiempo.
A principios de este año, el vertedero movilizó a la Guardia Civil, la Policía judicial, el forense... Todo porque Damián, un vecino del pueblo que fue hasta allí para deshacerse de unas ramas que había cortado, se topó con un frasco de cristal en el que había una mano que parecía humana. También aparecieron un dedo y un testículo, que tras pasar por el Instituto de Medicina Legal de Badajoz se demostró que eran de goma, según contó HOY el 14 de enero de este año. Aquello ha quedado como una anécdota. Lo de ahora, con los cadáveres de jabalíes, ovejas o ciervas apestando el entorno, es harina de otro costal.
Es una porquería, pero ya no sé qué hacer, el tema se me escapa de las manos.
Aspecto que presentaba el lugar a principios de esta semana, con una cierva en primera plano-foto.

1 comentario:

  1. Madre mía, pues dejar pieles y tripas de animales muertos en contenedores del pueblo si que tiene delito también, como en la edad media,etc.

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