domingo, 25 de diciembre de 2011

CUATRO MILAGROS PARA NAVIDAD.

TÍTULO: El niño que venció la muerte.

De Somalia a Estados Unidos y España, cuatro emotivas historias con final feliz en este 2011.
Desastres naturales, hambrunas terribles, dramas personales... las noticias, normalmente, son malas noticias. El año que se va, sin embargo, nos dejó unas cuantas historias de superación. Ejemplos positivos de personas que consiguieron darle la vuelta a la tragedia.
Minhaj pesaba 3,1 kilos cuando llegó a un campo de refugiados en Kenia. Tenía siete meses. Su madre, que lo había traído en brazos desde Somalia, pensó que no llegaría al octavo. Ahora, cerca de su primer cumpleaños, tiene el peso de un niño de su edad.



Es solo un niño entre cuatro millones
de personas amenazadas por el hambre en el cuerno de África, pero la `resurrección´ de Minhaj Gedi Farah introduce una señal de esperanza en medio de la tragedia.



Minhaj tenía siete meses y pesaba 3,1 kilos, el peso de un recién nacido, cuando su madre alcanzó el campo de refugiados de Dadaab `el mayor del mundo´ el pasado julio. Assiyah Dagane llevaba semanas de caminata por el desierto, desde su hogar en Somalia hasta este enclave en Kenia, a 90 kilómetros de la frontera, viendo cómo la vida de su pequeño se escapaba entre sus brazos. Viajó sin apenas comida, sorteando milicias por una región donde las agencias de la ONU y las ONG tienen prohibido adentrarse, pensando en qué momento su hijo exhalaría el último aliento. Seguía el mismo camino emprendido ya por medio millón de somalíes que han abandonado sus hogares, huyendo de una guerra sin fin y de la mayor hambruna del siglo XXI.

Cuando Assiyah entregó a Minhaj a los médicos de la ONG International Rescue Committee (IRC) en Dadaab admitió ante ellos haber perdido toda esperanza. El niño padecía desnutrición y anemia severa. Lo normal en un caso así -en esta región de África, al menos, donde más de 30.000 menores de cinco años han muerto en los últimos meses- es no sobrevivir. En el hospital le practicaron tres transfusiones de sangre y lo sometieron a una dieta con una pasta de cacahuete enriquecida con vitaminas.

Pronto, los médicos vieron la luz. Hoy recuerdan que la desesperación con la que Minhaj se agarraba al pecho de su madre les hizo ser optimistas. En pocos días ganó un kilo y enfiló la senda de la recuperación. Más tarde, incluso superó una tuberculosis gracias al aumento de sus defensas. Su evolución fue tan positiva que, hace unas semanas, fue el argumento estrella de IRC en su evento anual de recaudación de fondos. Los médicos que le salvaron la vida mostraron fotografías del día en que llegó a sus manos y de su última consulta: tres meses y cinco kilos de diferencia. «No puedo estar más contenta», asegura Assiyah ante su hijo mofletudo.

«El rostro frágil del hambre», como definió a Minhaj el reportero que lo retrató cuando la piel se pegaba a su esqueleto, es hoy un niño alegre cuyos mofletes se arrugan cuando se ríe en brazos de su madre.,etc.

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