sábado, 24 de diciembre de 2011

JOSÉ FERRER CREADOR DEL IMPERIO FREIXENET.

JOSÉ FERRER | CREADOR DEL IMPERIO FREIXENET.
Las campañas contra el consumo de productos catalanes ya no nos preocupan»
FORMACIÓN
«Estudié en los Jesuitas de Barcelona. Fui mal estudiante, pero aprendí a trabajar»
RESPONSABILIDAD
«Es importante que tus subordinados vean en ti a alguien sensato.
Ferrer, ante un tablero de ajedrez.

«Mi madre me hacía probar los vinos y me explicaba cómo detectar los sabores»

Montó una de las grandes firmas de cava del mundo en dura pugna con los franceses. Pero no asumió el mando hasta que su familia lo vio «casado y maduro».
 
Alos 86 años, José Ferrer echa en falta sus paseos a caballo por el campo. Su familia se lo ha prohibido y él ahora siente nostalgia de aquellos días en que atravesaba al trote los bosques teñidos de rojo por el otoño y percibía el olor de las hojas húmedas. Es la única renuncia que ha hecho, porque dejar la presidencia de Freixenet no ha reducido su actividad. Y para dar fe de ello, saca una pequeña agenda y repasa lo que hizo el día anterior a esta entrevista: una larga lista de entrevistas, lectura de informes, visitas y reuniones. Solo al final de la jornada tuvo un tiempo para la segunda de sus grandes aficiones y la única que puede seguir practicando con el beneplácito de su esposa y sus hijos: la ópera. «Voy muchas veces al Liceo», confiesa y va enumerando los títulos que ha visto en los últimos tiempos -entre ellos «un 'Barbero de Sevilla' que me gustó mucho»- o las orquestas a las que ha escuchado. Lo hace ante una copa de cava, por supuesto de una de las marcas de su firma. El artífice de uno de los mayores imperios vitivinícolas del mundo habla de su vida con cierto distanciamiento, en ocasiones restando importancia a decisiones que tomó personalmente y que fueron cruciales para el éxito de la empresa familiar.
- Nace en Sant Sadurní. Una rama de su familia tenía una finca en la región y la otra, una bodega. Eso debe de imprimir carácter...
- Tuve muy claro que debía dedicarme a la empresa familiar desde el momento en que quedé como el único varón de la familia...
- Y eso sucedió porque su padre fue asesinado durante la Guerra Civil.
- Mi padre fue asesinado el 28 de agosto de 1936, junto a uno de sus hermanos, por un grupo de la FAI. Quizá fue un exceso de responsabilidad lo que lo llevó a la muerte, porque cuando mataron a Calvo Sotelo mis padres estaban en Francia, cerca de Perpignan, adonde habían ido a buscar a dos de mis hermanas que iban a un colegio del lugar. Al enterarse del crimen, mi madre le propuso quedarse en Francia, pero él se negó, argumentando que toda la familia estaba en España y lo más adecuado era volver.
- Sus hermanas estudiaban en Francia pero en cambio usted lo hacía en Sant Sadurní...
- Sí, yo no fui a Francia como ellas. Hasta los 11 años estudié en la escuela del pueblo. Es bueno que los hijos de quienes tienen empresas allí vayan a la escuela local porque así conocerán a quienes en el futuro serán sus empleados y colaboradores. Yo también lo hice luego con mis hijos.
- ¿Qué recuerda de aquellos días tan convulsos del verano del 36?
- El 18 de julio, mi abuelo, que era de la Lliga (el partido de la burguesía catalanista), regresó de Barcelona y nos dio la noticia de la sublevación militar. Mi padre nos dijo entonces que debíamos irnos a casa de unos familiares. En los días siguientes, recuerdo registros en la casa en la que estábamos y también cómo veía desde allí a hombres que saltaban por las ventanas a la calle.
- Luego, cuando la guerra acabó, fue al colegio de los Jesuitas en Barcelona. ¿Fue un buen estudiante?
- En absoluto. Suspendía con frecuencia, pero aprendí a trabajar, me di cuenta del valor del esfuerzo y de que había que sacar al país adelante. Entonces, la disciplina era muy severa y por eso muchos de mis compañeros, alumnos brillantes que obtenían muy buenas notas, lo llamaban 'la checa'. Mi caso era el opuesto: salí muy contento con la experiencia vivida. Todavía lo comentamos en las reuniones de antiguos alumnos...
- ¿Cómo son esas reuniones?
- Muchas veces pienso en aquellos chicos jóvenes, alegres e ilusionados que dejamos el colegio y ahora somos todos ancianos... los que seguimos estando.
Rodeado de mujeres
La creación de Freixenet como sociedad se produjo en 1928, cuando José Ferrer tenía solo 3 años. Las primeras botellas con esa etiqueta son sin embargo anteriores, de 1914. La marca ya estaba consolidada, por tanto, cuando el fundador de la empresa fue asesinado. Entonces, la viuda, en una iniciativa insólita para su tiempo, tomó las riendas y las llevó con mano firme durante muchos años, hasta que el hijo pequeño de la familia estuvo en condiciones de ponerse al frente.
- Vivió mucho tiempo en una casa rodeado de mujeres. ¿Eso marca la forma de ver el mundo?
- Creo que genera un sentido de la familia muy fuerte, un deseo de entregarlo todo por ella. Entendí que mi misión era seguir el mandato de mi madre, que me decía que estaba ahí para transmitir la casa a la siguiente generación. Y así fue. Mi madre era admirable, una adelantada a su tiempo en muchos sentidos: le gustaba ir al laboratorio, hacer experimentos, me hacía probar los vinos y me explicaba cómo detectar los sabores... Así aprendí a degustar.
- Cuando terminó de estudiar Enología, su madre lo puso a trabajar en la empresa como uno más y recorrió todos los departamentos. ¿Por qué lo hizo?
- Como uno más... tampoco. Pero sí es cierto que recorrí todos o casi todos los departamentos. Mi madre pensó que esa era la mejor manera de que conociera el proceso en su integridad. Y conocerlo da ventajas luego cuando hay problemas de elaboración. Siempre surgen ideas de cómo hacerlo mejor.
- Alguna vez ha comentado que su madre no le dejó las riendas de la empresa hasta que usted estaba ya en la treintena y se había casado. ¿La madurez personal es imprescindible para garantizar una buena gestión empresarial?
- Es importante que las personas a quienes tienes que mandar, tus subordinados, vean en ti a alguien sensato; a alguien de quien estén seguros de que si les exige es por el beneficio de la empresa y el de todos los que trabajan en ella. Por eso, hasta que no me vio casado y maduro no me cedió el mando. Pero es que además tanto mi madre como mis hermanas querían saber primero a quién elegía por esposa.
- ¿Por qué?
- Porque eso es muy importante cuando se trata de una empresa familiar. Es fundamental que las personas que entran en la familia encajen bien en ella. De todos modos, mi madre no dejó el mando absoluto hasta su muerte porque mantuvo el cargo de presidente, aunque yo tenía los mismos poderes que ella. Murió con 89 años. Fui a verla para despedirme, porque tenía un viaje a Barcelona, y estaba cenando. Me dijo que tuviera cuidado en la carretera. Es el último recuerdo que tengo porque murió esa noche.
Años de expansión
Asumió la responsabilidad de dirigir la nave e inició un proyecto de expansión que lo llevó a multiplicarse: compras de bodegas, negociaciones con distribuidores, creación de nuevas marcas... Un dato ilustra su actividad febril: ha viajado a EE UU más de cien veces. Otro recoge su preocupación por la innovación: fue uno de los impulsores y ha sido vicepresidente de la Fundación Cotec, dedicada precisamente a ese campo.
- Me puse al frente de la empresa en 1959, en una época muy complicada que desembocó en el Plan de Estabilización. Era algo puesto en marcha por gente que parecía competente pero que requería sacrificios. El resultado fue bueno.
- Cuando comenzó la expansión por Europa y América, ¿cómo les convenció de que el cava no es inferior al glamouroso champagne francés?
- Había casas establecidas en Nueva York y en California que hacían champagne porque allí se le puede llamar así, y ya habían roto con el mito del champagne francés. Lo único que tuvimos que decirles es que probaran el nuestro para que vieran que era igual. De todos modos, los primeros contratos los hicimos en Alemania y allí no lo podíamos llamar champagne. En el Reino Unido nos dijeron que nuestro cava era bueno, pero en la botella no ponía Reims y ellos no confiaban en un producto así que no fuera francés. Eso nos obligó a montar una empresa. También introdujimos innovaciones en la forma de vender en EE UU, cogiendo un distribuidor en cada estado en vez de uno nacional, y eso fue otro factor de éxito.
- En España crecieron mucho con la compra de bodegas expropiadas a Rumasa. ¿Fue decisivo?
- Nos dio la oportunidad de adquirir bodegas que estaban en marcha. También hicimos un favor a los obreros porque si no las llegamos a comprar nosotros no sé qué habría pasado con ellos. Había otras firmas que querían comprar pero solo para quedarse con las marcas, no les interesaban las bodegas.
- Todo eso lo ha hecho una empresa cuya junta general de accionistas se puede reunir alrededor de una mesa camilla. ¿Cómo es posible eso en pleno siglo XXI?
- El consejo de administración lo forman doce personas, pero los accionistas somos muchos menos... La generación que ahora está en edad de llevar las riendas de la empresa son doce primos que se ven mucho y tienen muy buena relación entre ellos. ¿Qué pasará cuando esa generación sea sustituida por la siguiente, que la forman ya casi medio centenar de personas que tienen mucha menos relación entre sí?
- ¿La Bolsa es el destino inevitable a medio y largo plazo?
- Lo que sucede es que las cosas no son fáciles para una empresa familiar cuando van ya varias generaciones. Algunos están en la línea directiva de la empresa y por tanto obtienen más dinero de la compañía que otros, que tan solo son accionistas. Además, la participación de cada uno se divide en cada generación y cada vez tienen menos porcentaje. Eso causa problemas, sobre todo en épocas como las actuales, cuando los dividendos no son como antes.
- Las películas y las series de TV muestran un sector conflictivo. Debe ser real porque un ministro de Agricultura tuvo que intervenir en el pleito entre Codorníu y Freixenet. ¿Qué pasa en los viñedos?
- Creo que nos encontramos con un ministro preocupado por el sector y pensó que estaba en peligro por la polémica entre las dos empresas. El Consejo Regulador depende del Ministerio porque también se hace cava fuera de Cataluña, y por eso el ministro trató de mediar.
- Las dos grandes marcas de cava pleitearon pero usted y el patriarca de Codorníu mantuvieron una buena relación personal. ¿Cómo es eso posible?
- Es fácil de explicar: teníamos un problema relativo al cumplimiento de una norma y ambos sabíamos que lo resolvería la instancia debida. Por eso personalmente tuve con él la misma consideración de siempre. Al final, el conflicto lo resolvió el Tribunal de Luxemburgo, dándonos la razón.
- La historia del cava en España es la de la competencia entre ustedes dos...
- Tras la Guerra Civil, Codorníu era mucho más importante. Ellos pudieron huir al principio del conflicto y no les pasó nada. En ventas, la diferencia de tamaño era de uno a tres. Pero nosotros pensamos que podíamos alcanzarlos gracias a la exportación, en la que ellos no creían. Hoy somos el doble que ellos porque nuestro mercado son más de 140 países en todo el mundo. Ahora ambas firmas tienen nuevos competidores muy preparados que han entrado en el mercado en los últimos años.
- ¿Le preocupa que un aumento de la tensión entre la Generalitat y el Gobierno central vuelva a generar campañas contra el consumo de productos catalanes, como ya ha sucedido?
- Esas campañas nos preocuparon en algunos momentos; ahora ya no. Pero también creo que si hay un Gobierno central fuerte no habrá bronca con Cataluña. No entiendo la política como un ejercicio de cambalache. El Gobierno tiene que olvidar el tema identitario y sacarnos de la crisis.
- ¿Hacen daño al cava imágenes como la del anterior presidente del Barça, Joan Laporta, celebrando un triunfo con champagne francés?
- Eso solo hace daño a Laporta.
Gracias a la vida
En el Círculo Ecuestre de Barcelona, donde tiene lugar la conversación, hay una reunión de empresarios y directivos y todos cuantos se cruzan por los pasillos con Ferrer lo saludan con respeto, y los más jóvenes con admiración. Ha levantado un imperio, recibido premios y honores y conseguido que una empresa familiar de un pueblo del Penedés esté presente en todo el mundo.
- ¿Se levanta cada mañana dando gracias a la vida?
- He sido muy afortunado en el matrimonio, estoy muy enamorado de mi mujer, tengo el cariño de los míos, de mis hermanas y sobrinos... y un negocio próspero, aunque el momento no sea fácil.
- ¿Qué le pide al futuro?
- Me gustaría ver a uno de mis nietos, que tiene 24 años y trabaja en la empresa, en Los Ángeles, casado y situado. Y que aprendiera lo necesario para dar continuidad a la firma.
- ¿Tiene algún temor?
- No, quizá algo por la situación de crisis que vive España. Rajoy no lo va a tener nada fácil.
- ¿Hay motivos en estos momentos para brindar con cava?
- Siempre los hay en el ámbito personal: desde la boda de un hijo al triunfo de tu equipo. A mí me apetece cuando estoy con mi familia, y lo suelo tomar como aperitivo. En Sant Sadurní beben cava en todo momento, pero fuera de allí está muy asociado a la fiesta. Ese fue su origen: lo tomaba la nobleza en fiestas y coronaciones. El gran medio de popularización del champagne fue el cine de entre los años treinta y cincuenta: siempre salía gente celebrando algo y tomando una copa. No pasa con el cine actual, que en este aspecto tiene otro beneficiario.
- ¿Cuál?
- La cerveza., etc.

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