Es justamente cuando todo empieza a salir bien cuando se debe prestar más atención. El hombre sube a la motocicleta de novecientos centímetros cúbicos. Escucha el rugido del motor, siente el movimiento inicial de la máquina, viva, palpitante. Se dirige hacia la calle; poco a poco aumenta la velocidad, deja atrás rápidamente el paisaje, el viento sopla cada vez con más intensidad.
Tiene un largo viaje por delante. Si se olvida de mantener en buen estado la motocicleta, difícilmente llegará muy lejos. Tendrá que parar por falta de gasolina, por un problema mecánico o, lo que es peor, porque su entusiasmo le ha hecho perder el control de la máquina y se ha caído.
El buen motociclista disfruta de la alegría del viento en su rostro, pero no olvida cuidar la máquina. El verdadero sabio se maravilla con su camino, pero no deja de prestar atención a las trampas que le esperan más adelante.
El peso de la gloriaCierto guerrero recibía una medalla por cada batalla ganada. Los amigos admiraban su valor, y las mujeres adoraban su carisma.
Al cabo de algunos años, las medallas eran tantas que cubrían todo su uniforme. Una tarde, en mitad de un duro combate, el guerrero casi fue alcanzado por la espada de su enemigo.
«Siempre he sido el mejor, y hoy he estado a punto de perder», pensó el guerrero.
Pero enseguida se percató del problema: el peso de las medallas no le dejaba luchar con agilidad. Tiró al suelo la capa del uniforme, volvió al campo de batalla y derrotó a sus enemigos.
«La victoria me puede dar confianza, pero no debe convertirse en una carga».
El color de los cinturones
Wang Tsing, profesor de taichí chuan, vive actualmente en Argentina, tras haber pasado casi diez años en São Paulo. A sus 82 años, sigue enseñando a sus amigos que la armonía interior es fundamental para la felicidad exterior.
Uno de sus discípulos me contó que en cierta ocasión quiso saber de Wang Tsing por qué el taichí no usa el sistema de cinturones de color de otras artes marciales (que indican el nivel alcanzado en el aprendizaje).
-Si tienes dinero, no lo llevas en la mano, sino en la cartera -respondió Wang-. Si tienes mucho dinero, no te llenas con él los bolsillos, sino que lo ingresas en el banco. ¿Qué finalidad tiene andar con un cinturón, a la vista de todos, revelando todo lo que sabes?
«Un buen guerrero sabe que la estrategia es mucho más importante que la vanidad».
Y ya que hablamos de artes marciales...
El argentino M. Moreno, de Kamuzawa, utiliza el judo como metáfora de saber administrar la victoria. Habla así de la lucha de judo:
«Hay que vencer al peor de los enemigos, uno mismo.
Hay que entender la dinámica propia de la vida: crisis, caída, madurez tras la caída y nueva iniciativa.
Hay que saber aprovechar la fuerza del oponente; de esta forma, conseguiremos vencer con discreción.
Y la mejor manera de aprender es prestarte a la lucha con adversarios fuertes. El flaco nunca te enseñará nada».
Tiene un largo viaje por delante. Si se olvida de mantener en buen estado la motocicleta, difícilmente llegará muy lejos. Tendrá que parar por falta de gasolina, por un problema mecánico o, lo que es peor, porque su entusiasmo le ha hecho perder el control de la máquina y se ha caído.
El buen motociclista disfruta de la alegría del viento en su rostro, pero no olvida cuidar la máquina. El verdadero sabio se maravilla con su camino, pero no deja de prestar atención a las trampas que le esperan más adelante.
El peso de la gloriaCierto guerrero recibía una medalla por cada batalla ganada. Los amigos admiraban su valor, y las mujeres adoraban su carisma.
Al cabo de algunos años, las medallas eran tantas que cubrían todo su uniforme. Una tarde, en mitad de un duro combate, el guerrero casi fue alcanzado por la espada de su enemigo.
«Siempre he sido el mejor, y hoy he estado a punto de perder», pensó el guerrero.
Pero enseguida se percató del problema: el peso de las medallas no le dejaba luchar con agilidad. Tiró al suelo la capa del uniforme, volvió al campo de batalla y derrotó a sus enemigos.
«La victoria me puede dar confianza, pero no debe convertirse en una carga».
El color de los cinturones
Wang Tsing, profesor de taichí chuan, vive actualmente en Argentina, tras haber pasado casi diez años en São Paulo. A sus 82 años, sigue enseñando a sus amigos que la armonía interior es fundamental para la felicidad exterior.
Uno de sus discípulos me contó que en cierta ocasión quiso saber de Wang Tsing por qué el taichí no usa el sistema de cinturones de color de otras artes marciales (que indican el nivel alcanzado en el aprendizaje).
-Si tienes dinero, no lo llevas en la mano, sino en la cartera -respondió Wang-. Si tienes mucho dinero, no te llenas con él los bolsillos, sino que lo ingresas en el banco. ¿Qué finalidad tiene andar con un cinturón, a la vista de todos, revelando todo lo que sabes?
«Un buen guerrero sabe que la estrategia es mucho más importante que la vanidad».
Y ya que hablamos de artes marciales...
El argentino M. Moreno, de Kamuzawa, utiliza el judo como metáfora de saber administrar la victoria. Habla así de la lucha de judo:
«Hay que vencer al peor de los enemigos, uno mismo.
Hay que entender la dinámica propia de la vida: crisis, caída, madurez tras la caída y nueva iniciativa.
Hay que saber aprovechar la fuerza del oponente; de esta forma, conseguiremos vencer con discreción.
Y la mejor manera de aprender es prestarte a la lucha con adversarios fuertes. El flaco nunca te enseñará nada».
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