Kampusch es hija de Brigitte Sirny y Ludwig Koch, nació en Viena, Austria, el 17 de febrero de 1988. Tiene dos hermanas adultas. Sus padres se separaron cuando ella era una niña. Kampusch había vuelto de unas vacaciones con su padre un día antes de su secuestro. [1] [2]
Secuestro
El 2 de marzo de 1998, Natascha dejó su residencia en el distrito vienés de Donaustadt para ir a la escuela, pero no volvió a casa. Al principio se especuló con la hipótesis de que la desaparición fue fruto de discusiones entre la niña y su madre, Brigitte Sirny. Sin embargo, un testigo declaró haber visto a Natascha subir a una furgoneta blanca y otros dos testigos manifestaron que habían visto las letras G o GF (de Gänserndorf, un distrito de la Baja Austria) en la placa del vehículo. Se llevaron a cabo intensas búsquedas, pero sin éxito.Se examinaron unos setecientos automóviles, incluido el del secuestrador Priklopil, quien vivía en Strasshof an der Nordbahn en la Baja Austria, cerca de Gänserndorf, a tan sólo unos 30 minutos de Viena en coche,[3] como parte de un esfuerzo masivo por entrevistar a dueños de furgonetas blancas. Aunque él indicó que en la mañana del 2 de marzo de 1998 estaba solo en casa, no se emprendió ninguna investigación adicional. La policía quedó satisfecha con su explicación del motivo por el que el propietario poseía la furgoneta blanca: transportar escombros, ya que Priklopil hacía trabajos de construcción en su casa. Además, carecía de antecedentes penales.[4]
La policía austriaca investigó posibles conexiones de este caso con los crímenes del asesino francés Michel Fourniret.[5]
En 2001, un político de la región de Estiria, Martin Wabl, acusó a la familia de la niña de complicidad en el caso. La policía federal austriaca, sin embargo, no encontró ninguna prueba para tal afirmación.[cita requerida]
Según testigos, se habló de la presencia de un cómplice, aunque esto fue desmentido luego por la víctima.[6]
Cautiverio
Durante su confinamiento vivió en un zulo a 2,5 metros de profundidad y sólo 5 m² -2,78 m de largo por 1,81 m de ancho y 2,37 m de alto- en el sótano de la casa de su captor. Era cerrado, sin ventanas ni luz del día y poseía una puerta de acero.A Kampusch no se le permitió salir durante sus primeros años de cautiverio. Estuvo seis meses encerrada en la celda. Luego, pudo subir a la casa para lavarse. A los dos años del secuestro tuvo acceso a una radio para escuchar noticias. Desde junio de 2005 tenía permitido salir al jardín de la casa.
Solamente después de febrero de 2006 se le permitió salir de la casa en una ocasión.[7]
Durante su cautiverio, Priklopil le suministró libros y la educó. Kampusch dice estar orgullosa de haber escapado de las tentaciones del mundo exterior, como las drogas, las malas compañías y el alcohol.
Priklopil amenazaba a Kampusch con matar a quien ella le pidiera ayuda y también amenazaba con suicidarse si ella escapaba. Kampusch en una ocasión dijo haber imaginado y hasta soñado que si hubiese tenido un hacha le habría cortado la cabeza a su captor, aunque ella desechó rápidamente dicha idea.[8]
Priklopil solía festejar con Kampusch los cumpleaños, pascuas y navidad. También le hacía regalos.
Huida
El 23 de agosto de 2006, Natascha estaba en el jardín de la casa limpiando el automóvil de su secuestrador, un BMW 850i, y aprovechó un momento de distracción de Priklopil para escapar. Eran las 12:53 del día. Pidió ayuda a una mujer de 71 años, conocida como "Inge", quien no entendía qué había pasado. Natascha temía ser descubierta. "Tenía el temor de que esa persona (Priklopil) asesinara a esa mujer, o a mí, o a ambas", recuerda. La mujer dio parte a las autoridades. Kampusch fue llevada a una estación de policía en la ciudad de Deutsch Wagram. Cuando estuvo ante la policía, se presentó diciendo: "Soy Natascha Kampusch, nacida el 17 de febrero de 1988".[9] La joven fue identificada por una cicatriz en el cuerpo, así como por su pasaporte y una prueba posterior de ADN.Fue encontrada en un estado físico relativamente bueno, si bien estaba pálida y pesaba sólo 42 kg, el mismo peso que tenía al desaparecer ocho años antes. Su estatura había crecido tan sólo unos 15 cm.
Sabine Freudenberger, la primera oficial de policía que habló con ella, dijo estar impresionada por "su inteligencia, su vocabulario".
Wolfgang Priklopil fue buscado intensamente y antes que lo encontraran se suicidó saltando a las vías de un tren de las afueras de Viena.
Después de la huida
Hubo especulaciones de que Kampusch sufría del Síndrome de Estocolmo. Ella lo negó y calificó a su captor como un "criminal".[10]Poco después de la liberación de la joven, su padre abrió una cuenta en un banco austriaco con el fin de recaudar fondos para Natascha, ya que ésta requerirá durante años un tratamiento psicológico para superar los traumas sufridos durante su cautiverio.[11]
La prensa austriaca informó que uno de los deseos expresados por la joven tras su liberación es hacer un viaje en un crucero con sus familiares y tal vez ser actriz.[cita requerida]
Se rumoreó que Natasha estaba en una relación amorosa con Mario-Max Schaumburg-Lippe, aristócrata alemán.
Entrevistas
Algunos días después de su escape, Kampusch comenzó a recibir cientos de pedidos para realizar entrevistas. Se llegó a ofrecer sumas de hasta 300.000 euros.[cita requerida]. .El 6 de septiembre de 2006, Kampusch realizó para la ORF su primera entrevista en vivo, de aproximadamente 20 minutos de duración. El caso fue tan importante que la entrevista se convirtió en el programa de televisión más visto desde que se miden los niveles de audiencia (1991) con un total de 2,7 millones de espectadores.[cita requerida] La ORF no pagaría por la entrevista,[12] pero cualquier ingreso por vender la entrevista a otros canales sería remitido a Kampusch. La entrevista fue vendida a más de 120 países a un costo de € 290 el minuto. Este dinero -estimado en varios miles de euros- sería donado a mujeres de África y México por Kampusch. Dijo tener más planes a futuro en cuanto a caridad y lucha en contra del maltrato a mujeres en el mundo, para lo que creará una fundación. El encargado de la entrevista fue el periodista austriaco Christoph Feurstein, quien siguió el caso de Natascha hace 8 años, cuando fue secuestrada.
El mismo 6 de septiembre de 2006, el periódico Kronen Zeitung y la revista de noticias NEWS publicaron entrevistas de Kampusch. Ambas fueron concedidas por Kampusch a cambio de un "paquete" que incluía ofertas laborales a largo plazo y ayuda con su educación.[13] La entrevista que Alfred Worm le realizó para News, le valió el título de mejor periodista de Austria en 2006.
Natascha Kampusch reveló al diario austriaco Kronen Zeitung que en una oportunidad tuvo la posibilidad de escapar de la casa donde estuvo cautiva, pero que no tuvo valentía para huir y regresó. "Una vez salí corriendo por la puerta del jardín", declaró Natascha. "Fue como en el caso de esa gente que no puede abandonar su casa, aunque la puerta esté abierta. A mí me entró vértigo, no pude ver nada más, y volví de forma tan desapercibida como fue posible, para que él no se diera cuenta de nada", relató. Durante su encierro pensó muchas veces qué ocurriría si su secuestrador no volviera más. "Un accidente o un infarto al corazón y yo no saldría nunca de aquel lugar", explicó Natascha en la entrevista.
TÍTULO: Entrevista a Daniel Barenboim:
Una cadena de noticias realizó hace poco una entrevista al pianista y director del orquesta Daniel Barenboim la cual ofrecemos por primera vez al público hipano parlante mediante una traducción propia de PianoRed.
Pregunta: ¿Qué es lo que hace a un gran director de orquesta?
Barenboim: Creo que necesitaría 24 horas para explicar esto. Es una pregunta bastante compleja. Ser un destacado director requiere un montón de conocimientos sobre la esencia de la música, requiere conocimiento del sonido fenomenológico y su funcionamiento. Requiere la habilidad de hacer que la gente quiera interpretar, requiere la habilidad de animar la orquesta, de enseñar, de liderar, y al mismo tiempo, de aprender qué es lo que quieres oír de los buenos instrumentistas en la orquesta. En cada orquesta hay alguien que siempre te muestra algo en lo que no habías pensado hasta entonces. Por lo que es un modo de vida muy complejo, pero hermoso en verdad.
Pregunta: ¿Es la suya, como director de orquesta, una posición de poder?
Barenboim: No, no lo es. El director decide sobre la orquesta, los tiempos, la música, etc. Pero cuando la orquesta toca y ya sea que está poco dispuesta o incapaz de tocar como el director lo desea, él es totalmente ineficaz. Y como suele hacerlo frecuentemente, la ineficacia hace creer a las personas que son muy poderosas. Y es por eso que los egos de los directores son tan famosos.
Pregunta: ¿Qué fue lo que impulsó la transición entre el piano y la dirección orquestal?
Barenboim: Yo siempre quise dirigir. Comencé con las clases de dirección por primera vez, a los 11 años. El piano, si se quiere, es un instrumento mucho menos interesante a primera vista que otros instrumentos. Con el violín, por ejemplo, tienes que aprender a encontrar cada nota, cómo sostener el instrumento, como tomar el arco, el vibratto. Todo esto—las primeras etapas—no son sólo más sofisticadas, sino que inmediatamente encontrarás que el sonido del instrumento es muy especial y particular.
El piano—con cualquier objeto con el cual hagas presión sobre la tecla—produce un sonido, y por lo tanto, dicho sonido es más neutral. En realidad, el piano, en sus primeras etapas, es un instrumento poco interesante y poco complejo. Este instrumento, se vuelve interesante cuando eres capaz de imaginar sonoridades y cuando puedes dibujarlas en el piano, lo cual significa que, de un modo, estás orquestando. No tienes que pensar:“voy a tocar esta frase como un oboe, o como un violín o trompeta”, pero de hecho, esto es lo que todos los grandes pianistas han hecho siempre, sentir la orquestación en el piano. La acción de imaginar sonoridades orquestales en el piano es una condición para hacer que la ejecución de este instrumento sea interesante y a mi me enseñaron eso mismo. Por lo tanto, cuando estábamos en Salzburgo la primera vez, cuando tenía 9 años, era muy curioso y fui a escuchar, a mirar una clase de dirección. De repente, me di cuenta del hecho que esos eran los instrumentos reales que intenté imaginar y que cuanto más oía la orquesta, tanto más fértil se volvía mi imaginación. Y fue por eso que quise ser director.
Pregunta: ¿Qué influencia tuvo el pianista polaco Arthur Rubinstein en su carrera?
Barenboim: Mis padres conocían a Rubinstein antes que yo naciera. Se encontraron cuando mi madre estaba embarazada de mí, y también cuando comencé a tocar el piano, era casi natural que se pusieran en contacto y que tocara para él, lo cual yo hacía. Y luego, yo quería ir y tocar para él regularmente. El nunca me enseñó, el no me enseñaba pero siempre le gustó mantener un ojo en mi desarrollo y por eso solía ir y tocar para él con asiduidad.
Rubinstein también me ayudó en un modo práctico. Me introdujo con la gente que organizaba sus conciertos en América y Europa para que también pudieran ayudarme a comenzar mi carrera. Y cuando comencé a dirigir, el primer concierto que dirigí con una gran orquesta fue uno de Mozart, en Londres, con la Orquesta Filarmónica y él escuchó sobre eso. Y luego me preguntó si quería dirigir para él. Así que, de hecho, Arthur Rubinstein fue mi primer solista.
Barenboim: El me dio mi primer concierto como director, me dio mi primer introducción a todo, me dio mi primer cigarrillo y me dio mi primer vodka.
Pregunta: ¿Cuáles fueron los eventos que moldearon su carrera?
Barenboim: Ha sido un tipo de evento evolutivo. Fui de una cosa a la otra. Algunas cosas salían mejor que otras, pero nunca gané una competencia ni tuve un éxito repentino o nunca tuve un éxito repentino—o por lo menos un fracaso repentino—en el cual, finalmente, en retrospectiva, creo que es mucho más saludable.
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