jueves, 5 de julio de 2012

LA CATARSIS DE PACO LEÓN./ CHUPITO OXIGENO, 6 EUROS.

TÍTULO: LA CATARSIS DE PACO LEÓN:

El actor Paco León-foto- es un observador nato. Cuando se quita el antifaz de desparpajo con el que encara cada personaje, su timidez aflora y le otorga un papel de espectador privilegiado. Emana una sencillez tranquilizdora, casi familiar, mientras mueve rápido y en todas direcciones dos ojos curiosos, inquisitivos y de un azul intenso. Una cualidad que le permite mirar y, más aún, ver la realidad que ahora refleja en su ópera prima como director, 'Carmina o revienta', una película en clave de falso documental que cuenta la aventura de Carmina Barrios -madre del propio director y protagonista de la cinta-, una mujer de barrio que, tras sufrir una serie de robos en el bar que regenta, trama un plan para sacar adelante a su familia. Todo ello aderezado con inolvidables reflexiones sobre la vida, la muerte o su propia gordura.

El "experimento" de León, el popular 'Luisma' de la serie 'Aída' y productor de espectáculos teatrales como 'The Hole', ha dado como resultado un producto inclasificable, un despliegue de humor descarnado con una inteligente mezcla entre realidad y ficción que hizo reventar de risa a los espectadores del Festival de Málaga. De allí salió triunfante con tres premios (mejor actriz, premio del público y mención especial del jurado) y del brazo de su hermana, la también actriz María León -que tiene un papel en la cinta-, y su madre, ya coronada como la nueva heroína del cine español.

Aunque no participa como actor, el sevillano ha esquivado el pudor de los trabajos autobiográficos blindándose con "la coartada de la ficción". "Soy experto en eso como actor. De hecho mi vocación viene por ahí, soy bastante tímido y pudoroso con mi intimidad pero actuando tengo la excusa. Además, mi madre tampoco es la Carmina de la película, ni esa familia es la mía, aunque se parezca mucho", explicó divertido el sevillano.

El proyecto encierra algo de terapia, una suerte de catarsis para la que "hay que estar muy en paz con uno mismo y con sus raíces porque es un material muy cercano", aunque, aseguró "no hay ningún trauma que superar". León se reencuentra así con el primer papel que le asignó la vida como 'hijo de la Carmina'. "Es un viaje muy natural. Cuando eres adolescente odias a tus padres, no quieres ser como ellos y cuando te vas haciendo mayor te das cuenta de que te pareces más de lo que te gustaría. Reconciliarte con esa parte es sano y necesario", reflexionó el actor, de 37 años.

La trama, estructurada a base de monólogos y flashbacks, ha supuesto el reto más arduo como cineasta. "Tenía claro que la película debía comenzar como una especie de documental y que el final se cerrara de forma súbita, englobándolo todo". Con esa premisa, León decidió comenzar por la última escena, a la manera de 'Sospechosos habituales', para articular después toda la cinta.

6-7-2012-TÍTULO: CHUPITO OXIGENO, 6 EUROS.

Los bares de oxígeno de Tokio ofrecen cócteles de aire puro para relajarse combartir la fatiga y, supuestamente, prevenir enfermedades.

Aunque parezca una contradicción, hay bares de los que uno puede salir revitalizado y sin arrastrar una cogorza que nos dure dos días de resaca. Claro que en ellos no se sirve alcohol para ahogar las penas o regar las alegrías, sino chupitos de aire para mejorar la salud. Desde que surgieran a finales de los 90 como un oasis de relajación contra la contaminación y el estrés de la ajetreada vida en las grandes ciudades, por Japón han proliferado los denominados bares de oxígeno, donde los clientes pueden inhalar aire puro con fines terapéuticos.
En una sociedad tan sofisticada y tecnológica como la nipona, que a veces parece más un reflejo de los futuristas cómic «manga» que su propia inspiración, dichos establecimientos se han puesto de moda no sólo en balnearios, estudios de yoga y «tai chi» o estaciones de esquí, sino también en restaurantes, cafeterías, clubes nocturnos y hasta discotecas o aeropuertos.
Para calmar los nervios antes de tomar un avión, el salón Yuko ofrece estos chupitos de oxígeno en la terminal 1 de Narita, en Tokio, por unos precios que oscilan entre los 800 y los 3.000 yenes (entre 8 y 30 euros) dependiendo de si la sesión dura diez minutos o una hora. «No sólo tienen efectos beneficiosos para el organismo, sino que también sirven para desconectar por un rato de la rutina cotidiana», explica a ABC su camarera, Sumiyo Kondo, mientras le coloca a uno de los clientes un tubito conectado a un dispensador con tres pequeñas botellas.

Menú de aromas

De colores diferentes, cada una de ellas contiene agua oxigenada con distintas esencias aromáticas. Tal y como detalla la carta con estos singulares cócteles de aire, el eucalipto tiene un «efecto sedante que ayuda a la relajación mental y posee propiedades diuréticas», mientras que la lima «potencia el humor y estimula el apetito» y la menta «calma los dolores y detiene los problemas digestivos».
A diferencia del aire ambiental que respiramos habitualmente, que contiene un 20,9 por ciento de oxígeno, los chupitos de los bares nipones ofrecen una dosis enriquecida de hasta el 30 o el 40 por ciento, pero no superior porque los pulmones humanos ya no están acostumbrados a tanta pureza. De hecho, los médicos recomiendan a algunos enfermos con problemas respiratorios, como asma o enfisema, no inhalar demasiado oxígeno porque podría llegar a ser perjudicial para su salud.
Para los demás, esta forma de aromaterapia puede ser beneficiosa para prevenir virus, infecciones y hasta el cáncer. Así lo descubrió el célebre investigador alemán Otto Heinrich Warburg (1883-1970), premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1931, quien relacionó la formación de tumores con la falta de oxígeno en las células. A su juicio, el cáncer aparece cuando las células sanas no disponen de oxígeno suficiente para generar energía en el cuerpo humano y se ven obligadas a fermentar azúcar.

«Más salud y energía»

«El agua y el oxígeno son imprescindibles para la supervivencia del hombre. Dotar al organismo de más oxígeno nos aporta más salud y energía porque contribuye a la respiración aeróbica y reduce la fatiga», asegura la responsable del bar Yuko, cuya familia gestiona otro local similar en el centro de Tokio.
Tras un biombo y envuelto en la relajante música ambiental que suena en el local, casi en penumbra, el oficinista Koichi Inoue disfruta de su primer chupito de aire antes de tomar un avión a Seúl. «He venido a relajarme antes del vuelo y creo que probaré otra vez», promete convencido mientras aspira el oxígeno aromatizado que, con un sinuoso silbido, sale por el tubito que se le ha fijado a la altura de la nariz. Para la salud, nada mejor que un buen «pelotazo», pero de aire.

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