martes, 5 de julio de 2011

PATRICIA SELLERS,.

Mujeres de hoy

"La tortura sexual es la más destructiva de las armas", Patricia Sellers, jurista experta en crímenes de género

Logró que la violencia contra las mujeres se declarara crimen de guerra en los juicios de la ex Yugoslavia y Ruanda. Y ahora ha testificado en España por el genocidio de 100.000 mujeres en Guatemala.
Es la mujer que más sabe en el mundo sobre violencia sexual y crímenes de género. Esta célebre jurista, nacida en Estados Unidos pero que vive en Bruselas, ha estado en España para participar como perito en el primer caso de la historia en el que un tribunal nacional va a juzgar la violencia sexual como genocidio.

Durante el conflicto de Guatemala entre 1960 y 1996, 100.000 mujeres sufrieron un genocidio planeado contra ellas, en el que los crímenes sexuales se utilizaron para destruir a un pueblo.

Mujer hoy. ¿Cómo se llega a ser la mejor experta en crímenes de género del mundo?

Patricia Sellers. Yo era abogada criminalista en Filadelfi a y me fui a Brasil para trabajar con una asociación relacionada con los derechos de las mujeres, en temas de salud, familia y violencia. Luego me vine a Europa y quise volver a trabajar en penal. Aquí tuve la oportunidad de participar en la formación del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia. Al llegar me ofrecieron ocuparme de los crímenes de violencia sexual cometidos durante el confl icto, principalmente contra las mujeres. Y es así como, de repente, diferentes piezas de mi realidad empezaron a encajar. Los crímenes de Ruanda fueron juzgados 18 meses después, compartiendo la misma fi scalía, así que ambos tribunales se rigieron por los mismos protocolos.

¿Estos tribunales especiales para los genocidios de Yugoslavia y Ruanda fueron un antes y un después en la lucha contra los crímenes de género?

Sí, pero igual que en otros momentos hubo otros antes y después que ya hemos olvidado pero que nos han conducido a donde estamos ahora. Por ejemplo, el juicio de Tokio en el caso de las mujeres que eran utilizadas como esclavas sexuales durante la II Guerra Mundial. Los confl ictos armados están repletos de actos de violencia contra las mujeres y las niñas. Los tribunales de Yugoslavia y Ruanda no empezaron de la nada; gracias a los juicios anteriores se creó una conciencia.

Ahora estamos viviendo un momento de la historia en el que tanto lo medios de comunicación como los políticos y las asociaciones se están haciendo eco de todo lo relacionado con los crímenes género. Ya no se trata de meros daños colaterales de las guerras y se los contempla como crímenes en sí mismos, a los que se han sumado las torturas y la esclavitud sexual. Por supuesto, hay un antes y un después de estos tribunales en los que, por primera vez en la historia, se condena la violación como arma de guerra, pero también podría haberse hecho antes si las condiciones políticas se hubieran dado para ello.

La conciencia sobre el uso de la violación como arma de guerra parece que llegó al mundo occidental justo después de estos juicios, como si antes no hubiera existido.


Las violaciones durante los confl ictos siempre han existido, pero es después de estos juicios cuando por fi n empiezan a ponerse encima de la mesa. Y no solo los casos de violaciones a mujeres, el poder de la concienciación se ha extendido por ejemplo a los casos de abusos sexuales en la Iglesia Católica, de los que antes ni siquiera se podía hablar. Hay un movimiento de concienciación generalizado y ya ningún Gobierno se cuestiona si la violación como arma de guerra es un crimen. Ya saben que lo es y que hay que perseguirla.

¿Por qué se utiliza esta violencia sexual contra las mujeres como método de exterminio de un pueblo, como genocidio?


 Cuando violas a un ser humano lo conviertes en un muerto viviente, le robas su más preciada intimidad y matas su futuro. Si quieres aniquilar a un pueblo, es la mejor manera de hacerlo. La tortura sexual es la más destructiva de las armas.

Usted participa como perito en el caso del genocidio contra las mujeres en Guatemala, que se juzga en la Audiencia Nacional. ¿Por qué es tan importante este caso?

He sido invitada por la Asociación Women’s Link para aportar mi testimonio como experta en casos de genocidio y crímenes de género. Es la primera vez que la violación como genocidio se juzga en un tribunal nacional y esto crea un precedente histórico. Les envía un claro mensaje a los culpables de estos crímenes: no hay lugar para esconderse, los estados pueden juzgarles, no necesitan tribunales especiales. Quiero aportar mi gota de agua para que todas las gotas juntas acaben siendo un océano que ahogue a los culpables.

Llama la atención el papel condescendiente de la sociedad occidental frente a las víctimas de la violencia sexual.


La gente olvida que estas mujeres son mucho más fuertes que cualquiera de nosotras. No solo han sobrevivido a la peor de las torturas, sino que el halo de humanidad que desprenden te enseña cada día una lección. Ellas nos pueden aportar ese clic que muchas veces necesitamos para avanzar. A mí me aportan una fuerza que solo ellas poseen.

En su carrera, ha presenciado varios de los más horrendos crímenes y torturas contra las mujeres, ¿cómo se vive con ello?


Todos somos seres humanos, somos personas reales. Yo tengo una familia, un marido y un hijo. No puedes caminar bajo la lluvia y pensar que no te vas a mojar, pero estas mujeres me tocan con su profunda humanidad cada día. Ver sus ojos llenos de fuerza, de esperanza, me da energía para seguir luchando. Cuando uno trabaja defendiendo los Derechos Humanos tiene que celebrar y disfrutar cada día de la humanidad.

Si tuviera una varita mágica, ¿qué deseos le gustaría que se cumplieran?


 Primero, borraría todos los genocidios ocurridos en la historia. Y no me refi ero a llevarlos a juicio, sino a hacerlos desparecer, que nunca hubieran existido. Segundo, que la gente pudiera aprender a ver la humanidad que existe en las personas. Y tercero, hay una creencia que dice que todos estamos relacionados con el pasado, el presente y la madre Tierra, que nuestras almas están conectadas. Yo querría agitar mi varita y que las almas se recargaran con esa energía para que todos pudiésemos ser mejores.

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